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Filosofía occidental y zen

FILOSOFÍA: EL NIRVANA. El nirvana es el estado transcendente libre de sufrimiento y de la existencia fenoménica individual; es la experiencia religiosa más identificada con el budismo. La palabra procede de un verbo que significa enfriarse o apagarse, como el final de una vela. La connotación es que sólo en el nirvana están extinguidas las llamas de la lujuria, el odio, la codicia y la ignorancia. En el hinduismo se habla de la unión con el uno absoluto (Brahman), por tanto aunque el nirvana apunta a un mismo suceso de paz interior.

Nirvana (espiritualidad)

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Estatua de un Buda sedente, de la dinastía Tang, en la provincia de Hebei.

En la filosofía shramánica, nirvana es el estado de estar liberado tanto del sufrimiento (Dukkha) como del ciclo de renacimientos.

Es un concepto importante en el hinduismo, jainismo y budismo y suele alcanzarse mediante diferentes prácticas y técnicas espirituales.

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Etimología [editar]

Nirvāṇa (निर्वाण) es una palabra sánscrita que se puede traducir como ‘desatar’ (en referencia a los nudos de la mente)[1] o como extinción, calma, quietud, desaparecer, cese, soplo de una vela (en donde la llama representa las pasiones incontroladas y se apaga). Se utilizaba comúnmente para designar un enfriamiento de algo, por ejemplo de la comida.[2]

En otros idiomas se dice:

Definición [editar]

En el contexto religioso, este término pasa a aplicarse en las religiones surgidas en India como el hinduismo, budismo, jainismo, para así indicar un estado de cese de la actividad mental corriente y que significará una liberación espiritual. Dependiendo de cada contexto religioso, el nirvana tiene diferentes implicaciones. Las dos religiones más importantes respecto a su influencia en Occidente son la hinduista y la budista (fundada por el Buda Gautama).

En todas estas religiones, la palabra nirvana tiene connotaciones de quietud y paz. La persona que experimenta el nirvana se compara con un fuego apagado cuando su provisión de combustible se ha extinguido. En todas ellas también este combustible sería la falsa idea del Yo, que causa (y es causada por) el deseo, la necesidad, la conciencia, el nacimiento, la muerte, la codicia, el odio, la confusión, la ignorancia. Entonces el nirvana no sería un sitio ni un estado, sino una verdad absoluta que debe ser experimentada.

Según sus practicantes, la experiencia del nirvana es posible mediante:

  • el trabajo y el estudio de uno mismo,
  • las prácticas en sí (sin necesidad de un contenido religioso),[cita requerida]
  • la metafísica.

Cada uno de estos senderos considera que es el único que permite alcanzar el nirvana y considera que los demás senderos son seudorreligiosos y dirigidos por maestros o gurús falsos.

El nirvana en el hinduismo [editar]

El nirvana es el estado transcendente libre de sufrimiento y de la existencia fenoménica individual; es la experiencia religiosa más identificada con el budismo. La palabra procede de un verbo que significa enfriarse o apagarse, como el final de una vela. La connotación es que sólo en el nirvana están extinguidas las llamas de la lujuria, el odio, la codicia y la ignorancia. En estado de nirvana se rompe el ciclo de la transmigración, que de otra manera sería eterno. Su naturaleza ha sido muy debatida por el pensamiento occidental, algunos de cuyos investigadores sostienen que implica una total aniquilación aunque otros lo interpretan como beatitud eterna. Ambos puntos de vista son problemáticos en ocasiones, ya que el nirvana es indescriptible y sólo puede conocerse desde su experiencia.

En el hinduismo se habla de la unión con el uno absoluto (Brahman), por tanto aunque el nirvana apunta a un mismo suceso de paz interior, no se debe considerar exactamente con las mismas consecuencias que en el budismo, ya que de hecho el budismo redefinió el concepto de nirvana según sus propios postulados. Cada una por tanto tiene su propio marco religioso.

El hinduismo utiliza el término nirvana en su contexto de mokṣa (liberación del samsara o del ciclo de nacimientos y muertes repetidos), en el que el alma o ātmān se fundirá con la divinidad o lo absoluto. Esta liberación es por tanto una fusión del alma con la divinidad.

A su vez dentro del hinduismo este concepto de liberación es concebido de manera diferente por los distintos credos (dárśanas) hindúes. Los vaishnavas (vishnuistas, o devotos del dios Vishnú) consideran que mokṣa no implica la fusión monista del alma dentro de Dios, sino la aceptación del alma para servirlo. Por eso en el vaishnavismo no se desea realmente abandonar la reencarnación, sino servir a Dios, aunque sea sufriendo en este mundo lejos de él.

El nirvana en el budismo [editar]

Gautama Buda refería al nirvana en el budismo de la siguiente manera: «Hay una condición donde no hay tierra, ni agua, ni aire, ni luz, ni espacio, ni límites, ni tiempo sin límites, ni ningún tipo de ser, ni ideas, ni falta de ideas, ni este mundo, ni aquel mundo. No hay ni un levantarse ni un fenecer, ni muerte, ni causa, ni efecto, ni cambio, ni detenimiento».

Como no se puede definir el nirvana con palabras, se lo suele delimitar por lo que no es:

  • No es la existencia común a la que está sujeto el ser humano.
  • No tiene principio ni fin (no se encuentra dentro del tiempo medible).
  • No se puede generar o fabricar.
  • No tiene dualidad, por lo que no puede ser descrito con palabras.
  • No es un estado subjetivo de conciencia.
  • No está condicionado a nada o por nada.
  • No es ningún tipo de desarrollo o conversión.[cita requerida]
  • No tiene partes o etapas que se puedan distinguir unas de otras.[cita requerida]

Buda Gautama redefinió la consecución del nirvana presente en el hinduismo mediante un proceso de meditación en el que se analiza el cuerpo y la mente como carentes de una individualidad intrínseca. En ese proceso existe un vacío de individualidad (śūnyatā) de todo lo presente en el cuerpo y mente del sujeto. Esta falta de una individualidad es también común en todos los fenómenos del universo.

Al igual que en el hinduismo, la realización del nirvana budista implica la liberación definitiva del sufrimiento de la existencia o de los diferentes estados de reencarnación a los que todos los seres están sujetos. Pero en el budismo esta idea será llevada hasta sus últimas consecuencias. La diferencia en el contexto hinduista es que esto ocurre por la unión a un absoluto (Brahman) a semejanza de lo que expone la mística de las religiones teístas occidentales.

La afirmación de que el budismo considera el nirvana como lo opuesto al samsāra (el mundo tal como lo vivimos ahora) no es correcta desde el punto de vista de la doctrina budista, toda vez que dioses y hombres están sujetos al karma y Buda expresó la liberación final de dioses y hombres en medio del mundo de los fenómenos. Por lo tanto, se distanció de ese estado de absorción en la divinidad o unión a un absoluto como vía de liberación definitiva tal como estaba presente en el hinduismo.[cita requerida]

Śūnyatā es por tanto la naturaleza final de la realidad según el budismo y que Buda aplicó a cualquier estado de conciencia y existencia concebibles. En el budismo también aparece la idea de parinirvāṇa o extinción definitiva tras la muerte. El budismo mahāyāna de Asia Oriental entiende el nirvana no como un objetivo externo sino como el encuentro con la naturaleza más profunda de uno mismo, que solo necesita ser reconocida. Se refieren a él como hermandad budista, condición intrínseca, y vacío.

Bibliografía [editar]

  • Arnau, Juan (2008). Arte de probar. Ironía y lógica en India antigua. Fondo de Cultura Económica. ISBN 978-84-375-0621-0.
  • — (2007). Antropología del budismo. Barcelona: Kairós. ISBN 978-84-7245-645-7.
  • — (2006). Abandono de la discusión. (Traducción directa del sánscrito). Madrid: Siruela. ISBN 84-7844-247-2.
  • — (2005). La palabra frente al vacío. Filosofía de Nagarjuna. México: Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-7517-7.
  • — (2004). Fundamentos de la vía media. (Traducción directa del sánscrito). Madrid: Siruela. ISBN 84-7844-762-8.
  • Dragonetti, Carmen, y Fernando Tola: La filosofía yoga: un camino místico universal. Barcelona: Kairós, 2006.
  • Flood, Gavin: El hinduismo. Madrid: Cambridge University Press, 1998.
  • Harvey, Peter: El budismo. Madrid: Cambridge University Press, 1998.
  • Mascaró, Juan: The Upanishad. Nueva York: Penguin, 1972.

Véase también [editar]

El rubor del Nirvana

Referencias [editar]

  1. Thanissaro Bhikkhu, [1]
  2. Sanskrit-English Dictionary, de Monier Monier-Williams

Enlaces externos [editar]

FILOSOFÍA: LA ARMONÍA. El término armonía tiene muchos significados, musicales y extramusicales, relacionados de alguna manera entre sí. En general, "armonía" significa equilibrio en las proporciones entre las distintas partes de un todo, y en general, connota belleza. En música, la armonía es la disciplina que estudia la percepción del sonido en forma "vertical" o "simultánea" en forma de acordes y la relación que se establece con los de sus entorno próximo.

Armonía

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Para otros usos del término, vea Armonía (desambiguación).
La "consonante" tríada mayor está compuesta de tres tonos, en una relación de números enteros: 6 a 5 a 4.
Traité de l’harmonie (Tratado de la armonía), de Jean-Philippe Rameau

El término armonía tiene muchos significados, musicales y extramusicales, relacionados de alguna manera entre sí. En general, "armonía" significa equilibrio en las proporciones entre las distintas partes de un todo, y en general, connota belleza. En música, la armonía es la disciplina que estudia la percepción del sonido en forma "vertical" o "simultánea" en forma de acordes y la relación que se establece con los de sus entorno próximo. En la jerga del tango se llama "armonía" a la contramelodía ejecutada en el violín o las cuerdas de una orquesta.

Como otras disciplinas humanas, el estudio de la armonía presenta dos versiones: el estudio descriptivo (es decir: la observación de la práctica musical) y el estudio prescritivo (es decir: la transformación de esta práctica musical en un conjunto de normas de supuesta validez universal).

El estudio de la armonía sólo se justifica en relación a la música occidental, ya que la Occidental es la única cultura que posee una música "polifónica", es decir, una música en la que se usa ejecutar distintas notas musicales en forma simultánea y coordinada. De modo que, a pesar de que el estudio de la armonía pueda tener alguna base científica, las normas o las descripciones de la armonía tienen un alcance relativo, condicionado culturalmente.

En la música occidental, la armonía es la subdisciplina que estudia el encadenamiento de diversas notas superpuestas; es decir: la organización de los acordes. Se llama "acorde" a la combinación de tres o más notas diferentes que suenan simultáneamente (o que son percibidas como simultáneas, aunque sean sucesivas, como en un arpegio). Cuando la combinación es solo de dos notas, se llama "bicordio".

El estudio de la armonía se refiere generalmente al estudio de las progresiones armónicas y de los principios estructurales que las gobiernan.[1]

La armonía se refiere al aspecto «vertical» (simultáneo en el tiempo) de la música, que se distingue del aspecto horizontal (la melodía, que es la sucesión de notas en el tiempo).[2] La idea de vertical y horizontal es una metáfora explicativa, relacionada a la disposición de las notas musicales en una partitura: verticalmente se escriben las notas que se interpretan a la vez, y horizontalmente las que se interpretan en forma sucesiva.

En la escolástica musical, el contrapunto es una disciplina complementaria a la armonía (y que se confunde con ella), pero que se centra más en la elaboración de melodías que sean combinables simultáneamente que en los acordes resultantes de tal combinación. Es decir: se centra más en la percepción de las partes que en la del todo. Como disciplina creativa (y no como disciplina académica), el contrapunto tuvo su auge durante el Barroco, particularmente con la figura de Johann Sebastian Bach.

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Definiciones [editar]

Las definiciones habituales de la armonía suelen describirla como la «ciencia que enseña a constituir los acordes y que sugiere la manera de combinarlos en la manera más equilibrada, consiguiendo así sensaciones de relajación, sosiego (armonía consonante), y de tensa e hiriente (armonía disonante)".

Esta definición se basa en la idea de que ciertas combinaciones de sonidos (intervalos o acordes) producen al oyente una sensación de tensión (combinaciones que se llaman "disonantes") y otras producen una sensación de reposo o calma (combinaciones "consonantes").

Esta diferencia entre sonidos "consonantes" y "disonantes" tiene una base acústica: cada sonido incluye dentro de sí a varios sonidos que suenan con menor volumen (llamados "armónicos"); cuando la combinación de sonidos ejecutados incluye a varias notas con sonidos "armónicos" en común, tales combinaciones serán percibidas como "consonantes".

Ahora bien, en la percepción humana no sólo intervienen factores físicos, sino también (y sobre todo) factores culturales. Lo que un hombre del siglo XV percibía como consonante, puede llamar la atención a uno del siglo XXI, y una combinación de sonidos que sugiere una sensación de "reposo" a un japonés puede no sugerírselo a un mexicano.

Si el estudio occidental de la armonía ha querido presentarla como una "ciencia", pues, es sólo un intento de legitimar como válida universalmente a una práctica musical concreta.

En la terminología musical, suele oponerse la melodía que la melodía es algo "lineal", a la armonía, que es el conjunto sonoro que forman las voces en un instante determinado.

Origen del término e historia del uso [editar]

El término «armonía» deriva del griego ἁρμονία (harmonía), que significa ‘acuerdo, concordancia’[3] y éste del verbo ἁρμόζω (harmozo): ‘ajustarse, conectarse’.[4]

Sin embargo, el término no se utilizaba en su acepción actual de armonía polifónica (es decir, de la relación ordenada entre varias melodías superpuestas, formando un todo que mantiene cierta autonomía respecto de cada una de las partes), ya que la ejecución simultánea de notas distintas (exceptuando las notas distantes entre sí en una o más octavas, que el oído humano percibe como idénticas) no formó parte de la práctica musical de Occidente hasta entrada la Edad Media.

En la música de la antigua Grecia, el término se usaba más bien como un sistema de clasificación de la relación entre un tono grave y otro agudo.[1] En la Edad Media, el término se usaba para describir dos tonos que sonaban en combinación, y en el Renacimiento el concepto se expandió para denotar tres tonos sonando juntos.[5]

El Traité de l’harmonie (1722), de Rameau, fue el primer texto acerca de la práctica musical que incluía el término «armonía» en el título. Sin embargo, no significa que esa fuera la primera discusión teórica acerca de este tema. Como todo texto teórico (particularmente de esta época), se basa en la observación de la práctica; Rameau observa la práctica musical de su época y elabora algunas relgas, otorgándole una supuesta validez universal. Especial importancia tiene en su desarrollo el fenómeno de la resonancia armónica para la justificación de los distintos elementos. Este y otros textos similares tienden a relevar y codificar las relaciones musicales que estaban íntimamente vinculadas con la evolución de la tonalidad desde el Renacimiento hasta fines del periodo románico.

El principio que subyace a estos textos es la noción de que la armonía sanciona la armoniosidad (los sonidos que complacen) si se adapta a ciertos principios compositivos preestablecidos.[6]

Desarrollo [editar]

Melodía, contrapunto y armonía están totalmente interrelacionadas. Tradicionalmente, la armonía funciona como acompañamiento, armazón y base de una o más melodías. La melodía (dimensión horizontal de la música) es una sucesión (en el tiempo) de sonidos pertenecientes a acordes, que son enriquecidos con otros sonidos que adornan y suavizan, y que producen efectos expresivos, complementando a los anteriores gracias a las sutiles relaciones que entablan con los acordes en que se basa esa melodía (integrándose perfectamente con la armonía).

Tensión y reposo [editar]

Desde hace varios siglos se descubrió que algunas combinaciones de acordes producen una sensación de tensión y tendencia al reposo. Algunos acordes, en un determinado contexto, tienen un sentido conclusivo y otros un sentido transitorio (aunque en realidad esto es relativo y depende de su relación con el conjunto de la composición. En la música académica europea, desde el final del siglo XVII hasta comienzos del siglo XX, hasta el oído menos cultivado puede distinguir cuándo está próximo o distante el final de una frase musical.

La armonía tradicional de parte del estilo prebarroco, barroco, clásico y romántico se conoce como armonía tonal, ya que está basada en el sistema tonal, teniendo una fuerte función estructural, siendo determinante en la forma musical de una determinada composición.

A partir del romanticismo musical (siglo XIX), empieza a utilizarse con más fuerza el valor colorista de la armonía, debilitando paulatinamente la función estructural de la armonía tonal e introduciendo cada vez más modalismos (proceso que culmina con la aparición de compositores impresionistas, nacionalistas y contemporáneos neoclásicos que utilizarán una armonía más libre y modal).

En la música popular [editar]

La música popular suele utilizar armonías modales y muy características (caso del flamenco), o armonías con un mayor componente tonal empleadas de manera sencilla (caso del tango), como así también armonías modales parecidas a las utilizadas por ciertos compositores de música culta a principios del siglo XX (caso de música pop/rock/música electrónica). Lo que sí es cierto es que entre la música culta y la popular ha habido una continua trasferencia de materiales musicales, entre ellos los armónicos, aunque es la culta la que ha llevado más al extremo su desarrollo.

Notas [editar]

  1. a b Carl Dahlhaus: «Harmony», en Grove Music Online, editado por L. Macy, GroveMusic.com (acceso por suscripción; consultado el 24 de febrero de 2007).
  2. Deborah Jamini: Harmony and Composition: Basics to Intermediate (pág. 147), 2005. ISBN-10: 1412033330.
  3. «Harmony», definición en The Concise Oxford Dictionary of English Etymology in English Language Reference, consultado en OxfordReference.com el 24 de febrero de 2007).
  4. Perseus.Tufts.edu («Harmonia», en A Greek-English Lexicon, de Henry George Liddell y Robert Scott).
  5. Según el Grove.
  6. Arnold Whittall, «Harmony», en [http://www.oxfordreference.com/views/ENTRY.html?this is gayubview=Main&entry=t114.e3144 The Oxford Companion to Music, ed. Alison Latham: Oxford University Press, 2002; consultado el 16 de noviembre de 2007.

Enlaces externos [editar]

FILOSOFÍA: PITÁGORAS. EL CAMBIO. «Los llamados pitagóricos se dedicaron a las matemáticas e hicieron progresar esta ciencia. Embebidos en su estudio creyeron que los principios de las matemáticas eran los principios de todos los seres. Y como los números son por naturaleza anteriores a las cosas, los pitagóricos creían percibir en los números, más bien que en el fuego, la tierra y el aire, mayor semejanza con lo que existe y lo que está en continuo cambio. Así una cierta modificación de esos números les parecía ser la justicia, otra el alma, otra la ocasión favorable […]. Por último veían en los números las razones y proporciones de la armonía. Viendo, pues, que todo estaba formado a semejanza de los números […] pensaron que los elementos de los números son los elementos de todos los seres y que la totalidad del cielo era armonía y número.»

Frase de Cambio de Pitágoras

Nada perece en el universo; cuanto en él acontece no pasa de meras transformaciones.

 

Matemático, astrónomo y filósofo, Pitágoras nació en Samos hacia el año 580 y murió en torno al 500 a. de C. Tras varios años dedicados a viajar por distintas partes del mundo antiguo (parece que visitó Egipto y otros países de Oriente), emigró a la Magna Grecia (sur de Italia), estableciéndose en Crotona, donde desplegó su actividad como maestro y fundador de una escuela o, más bien, una especie de comunidad filosófico-religiosa. Esta comunidad tenía sus propias ideas e intereses políticos, que finalmente terminaron ocasionando una rebelión en su contra, por lo que Pitágoras se vio obligado a huir de Crotona.
Según algunos escritores antiguos, como Jámblico y Heráclides de Ponto, Pitágoras fue el primero en usar el nombre de «filosofía», y se llamó a sí mismo filósofo o amante de la sabiduría, pues ningún hombre era sabio, sino Dios.
A Pitágoras, como matemático, se le atribuye la invención de la tabla de multiplicar y el teorema que lleva su nombre. También se le atribuye el descubrimiento de que la suma de los ángulos de un triángulo equivale a dos ángulos rectos. Pero, para Pitágoras, las matemáticas no eran una disciplina científica bien delimitada, sino el centro de sus especulaciones filosóficas, en las que la teoría de los números ocupaba la parte central.
Pitágoras no dejó nada escrito, por lo cual es muy difícil separar sus ideas personales de las de su escuela o comunidad.
La escuela pitagórica fue una comunidad singular de carácter científico, religioso y político. En lo científico, cultivaron especialmente la matemática, la música y la astronomía. En lo religioso, afirmaban la inmortalidad y transmigración de las almas, concediendo importancia fundamental a su purificación a través del conocimiento y de un sistema de vida rígidamente regulado por prohibiciones. En lo político, apoyaban al partido dórico y ejercieron el poder prolongadamente hasta que a finales del siglo V a. de C. se produjo una rebelión en que perecieron la mayoría de los miembros de la escuela.
La doctrina pitagórica considera que los números constituyen la base de organización de toda la realidad. La armonía del universo se debe al hecho de que todo está ordenado y regulado según relaciones numéricas, lo cual se muestra, de forma paradigmática, en la música. Así, por ejemplo, los cuerpos celestes están colocados en torno a un fuego central a unas distancias que corresponden a los intervalos de octava musical, por lo que, en sus movimientos, producen una especie de armonía, la llamada música de las esferas.
Para Pitágoras, pues, el sustrato o esencia del mundo, el primer principio, no es algo material, como para los filósofos de la Escuela de Mileto, sino una especie de ley interna basada en las inalterables relaciones numéricas entre los elementos que constituyen el cosmos.
Según Aristóteles, los pitagóricos suponían que «los elementos de los números eran la esencia de todas las cosas y que los cielos eran armonía y número». Al observar las sorprendentes particularidades de los números cuando se combinan, los pitagóricos se dedicaron a buscar paralelismos entre los números y las cosas y se preguntaron de dónde procede la multiplicidad de los números.
Su respuesta es que la totalidad de los números (y, por tanto, de los seres) puede reducirse a dos principios fundamentales, lo par y lo impar, dualismo que se refleja en una serie de oposiciones (bueno-malo, limitado-ilimitado, luz-oscuridad, derecho-izquierdo, masculino-femenino, etc.), que no son sino aspectos concretos de los dos principios básicos: lo par como origen de la perfección, y lo impar como sustrato de lo imperfecto.
La armonía derivada de las relaciones numéricas no existe sólo en el mundo físico o cósmico, sino también en el orden moral. Por ello los pitagóricos propugnan la autodisciplina, la abstinencia, la sobriedad y unas prácticas ascéticas y religiosas tendentes a purificar el alma y a redimirla del ciclo de las reencarnaciones mediante la pureza y la piedad.

«Los llamados pitagóricos se dedicaron a las matemáticas e hicieron progresar esta ciencia. Embebidos en su estudio creyeron que los principios de las matemáticas eran los principios de todos los seres. Y como los números son por naturaleza anteriores a las cosas, los pitagóricos creían percibir en los números, más bien que en el fuego, la tierra y el aire, mayor semejanza con lo que existe y lo que está en continuo cambio. Así una cierta modificación de esos números les parecía ser la justicia, otra el alma, otra la ocasión favorable […]. Por último veían en los números las razones y proporciones de la armonía. Viendo, pues, que todo estaba formado a semejanza de los números […] pensaron que los elementos de los números son los elementos de todos los seres y que la totalidad del cielo era armonía y número.»
(Aristóteles, Metafísica, I, 985b 20-985a 3)

Obtenido de http://usuarios.lycos.es/Cantemar/Pitagoras.html

 

 

FILOSOFÍA: EL CAMBIO. PARMÉNIDES DE ELEA. En dicho poema, luego de un proemio de carácter religioso, en el que el autor realiza una serie de invocaciones para conseguir el favor de una diosa no identificada con el objeto de poder acceder al verdadero conocimiento, Parménides nos expone su doctrina: la afirmación del ser y el rechazo del devenir, del cambio.El ser es uno, y la afirmación de la multiplicidad que implica el devenir, y el devenir mismo, no pasan de ser meras ilusiones.

Vida y obras de Parménides

Biografía

Parménides nació en Elea, hacia el 540 antes de Cristo aproximadamente, donde residió hasta su muerte el año 470. Se dice que fue pitagórico y que abandonó dicha escuela para fundar la suya propia, con claros elementos anti-pitagóricos. Algunos atribuyen la fundación de la escuela de Elea a Jenófanes de Colofón, sin que haya verdadera constancia de ello, por lo que la fundación de dicha escuela ha de atribuirse a Parménides, dejando al margen la cuestión de hasta qué punto el pensamiento de Parménides puede estar influido por el de Jenófanes. Parménides escribió un poema filosófico en hexámetros del que conservamos la mayoría de los versos a través de Simplicio.

Pensamiento

1.

En dicho poema, luego de un proemio de carácter religioso, en el que el autor realiza una serie de invocaciones para conseguir el favor de una diosa no identificada con el objeto de poder acceder al verdadero conocimiento, Parménides nos expone su doctrina: la afirmación del ser y el rechazo del devenir, del cambio.El ser es uno, y la afirmación de la multiplicidad que implica el devenir, y el devenir mismo, no pasan de ser meras ilusiones.

2.

El poema expone su doctrina a partir del reconocimiento de dos caminos para acceder al conocimiento: la vía de la verdad y la vía de la opinión. Sólo el primero de ellos es un camino transitable, siendo el segundo objeto de continuas contradicciones y apariencia de conocimiento.

"Ea, pues, que yo voy a contarte (y presta tu atención al relato que me oigas)
los únicos caminos de búsqueda que cabe concebir:
el uno, el de que es y no es posible que no sea,
es ruta de Persuasión, pues acompaña a la Verdad;
el otro, el de que no es y el de que es preciso que no sea,
este te aseguro que es sendero totalmente inescrutable."

3.

La vía de la opinión parte, dice Parménides, de la aceptación del no ser, lo cual resulta inaceptable, pues el no ser no es. Y no se puede concebir cómo la nada podría ser el punto de partida de ningún conocimiento. ("Es necesario que sea lo que cabe que se diga y se conciba. Pues hay ser, pero nada, no la hay.") Por lo demás, lo que no es, no puede ser pensado, ni siquiera "nombrado". Ni el conocimiento, ni el lenguaje permiten referirse al no ser, ya que no se puede pensar ni nombrar lo que no es. ("Y es que nunca se violará tal cosa, de forma que algo, sin ser, sea."). Para alcanzar el conocimiento sólo nos queda pues, la vía de la verdad. Esta vía está basada en la afirmación del ser: el ser es, y en la consecuente negación del no ser: el no ser no es.

"Y ya sólo la mención de una vía
queda; la de que es. Y en ella hay señales
en abundancia; que ello, como es, es ingénito e imperecedero,
entero, único, inmutable y completo."

4.

Afirma Parménides en estas líneas la unidad e identidad del ser. El ser es, lo uno es. La afirmación del ser se opone al cambio, al devenir, y a la multiplicidad. Frente al devenir, al cambio de la realidad que habían afirmado los filósofos jonios y los pitagóricos, Parménides alzara su voz que habla en nombre de la razón: la afirmación de que algo cambia supone el reconocimiento de que ahora "es" algo que "no era" antes, lo que resultaría contradictorio y, por lo tanto, inaceptable. La afirmación del cambio supone la aceptación de este paso del "ser" "al "no ser" o viceversa, pero este paso es imposible, dice Parménides, puesto que el "no ser" no es.

5.

El ser es ingénito, pues, dice Parménides ¿qué origen le buscarías? Si dices que procede del ser entonces no hay procedencia, puesto que ya es; y si dices que procede del "no ser" caerías en la contradicción de concebir el "no ser " como "ser", lo cual resulta inadmisible. Por la misma razón es imperecedero, ya que si dejara de ser ¿en qué se convertiría? En "no ser " es imposible, porque el no ser no es... ("así queda extinguido nacimiento y, como cosa nunca oída, destrucción")

6.

El ser es entero, es decir no puede ser divisible, lo que excluye la multiplicidad. Para admitir la división del ser tendríamos que reconocer la existencia del vacío, es decir, del no ser, lo cual es imposible. ¿Qué separaría esas "divisiones" del ser? La nada es imposible pensarlo, pues no existe; y si fuera algún tipo de ser, entonces no habría división. La continuidad de del ser se impone necesariamente, y con ello su unidad. Igualmente, ha de ser limitado, es decir, mantenerse dentro de unos límites que lo encierran por todos lados.

7.

El ser es inmóvil, pues, de lo visto anteriormente queda claro que no puede llegar a ser, ni perecer, ni cambiar de lugar, para lo que sería necesario afirmar la existencia del no ser, del vacío, lo cual resulta contradictorio. Tampoco puede ser mayor por una parte que por otra, ni haber más ser en una parte que en otra, por lo que Parménides termina representándolo como una esfera en la que el ser se encuentra igualmente distribuido por doquier, permaneciendo idéntico a sí mismo.

8.

El ser al que se refiere Parménides es material, por lo que difícilmente puede ser considerado éste el padre del idealismo. El hecho de que Platón, posteriormente, aceptando los postulados parmenídeos, identificara a ese ser con la Idea, no debe ser extrapolado históricamente hasta el punto de llegar a afirmar que Parménides interpretaba el ser como algo no material. La afirmación de que de el ser es Uno, finito, parece indicar claramente una concepción material del ser.

9.

Por lo demás, la asociación de la vía de la verdad con el pensamiento racional y de la vía de la opinión con la sensación parece poder aceptarse, aunque sin llegar a la claridad de la distinción que encontramos en Platón. Efectivamente, Parménides afirma en el poema la superioridad del conocimiento que se atiene a la reflexión de la razón, frente a la vía de la opinión que parece surgir a partir del conocimiento sensible. Pero el conocimiento sensible es un conocimiento ilusorio, apariencia. Podemos aceptar pues que Parménides introduce la distinción entre razón y sensación, entre verdad y apariencia.

10.

Tradicionalmente se ha asociado este poema con la crítica del movimiento, del cambio, cuya realidad había sido defendida por el pensamiento de Heráclito. Es probable que Parménides hubiera conocido el libro de Heráclito, pero también que hubiera conocido la doctrina del movimiento de los pitagóricos, contra la que más bien parece dirigirse este poema. Especialmente si consideramos la insistencia que hace Heráclito en la unidad subyacente al cambio, y en el papel que juega el Logos en su interpretación del movimiento. Obviamente, en la medida en que Heráclito afirma el devenir, las reflexiones de Parménides le afectan muy particularmente, aunque Heráclito nunca haya afirmado el devenir hasta el punto de proponer la total exclusión del ser.

(Las citas del poema según la versión de Alberto Bernabé, "De Tales a Demócrito", Madrid, 1988.)

 

Obtenido de http://www.webdianoia.com/presocrat/parmenides.htm

 

FILOSOFÍA: HERÁCLITO. Según Heráclito si una cantidad de tierra se disuelve en mar, otra equivalente de mar se disuelve en tierra y lo mismo acontece entre el mar y el fuego. Esta parece ser la interpretación que se desprende de los textos . Ello implica, al margen de la literalidad de tales textos, que la medida, el orden y la proporción son elementos que rigen el proceso de cambio en la lucha de los contrarios. Ningún elemento se impone sobre al otro anulándolo; y es que, en esta lucha, no existen vencedores ni vencidos absolutos sino luchadores (opuestos) que ceden parte de las posiciones que ganan. Este parece ser, por tanto, el sentido de aquellos textos en donde Heráclito destaca las ideas de proporción y medida.

Heráclito de Efeso
(570-475 a de Cristo)

 


Heráclito de Efeso alcanzó su madurez sobre el año 504 a de Cristo. Algunos dicen que fue discípulo de Jenófanes aunque el tono crítico, con que Heráclito lo trata, no sugiere una relación formal de maestro - discípulo. Podemos aceptar que estaba en la mitad de su vida a finales del siglo V y que su actividad filosófica más destacada había cesado hacia el año 480 a de Cristo.
Sobre la vida de Heráclito existe una gran proliferación de ficción biográfica. Diógenes nos dice que rehusó componer leyes para los efesios, prefiriendo jugar con los niños en el templo de Artemis. Muchas de las anécdotas pretendían ridiculizarle y la mayoría son producto de helenistas resentidos con aire de superioridad. Asi, por ejemplo,  lo acusan de misantropía; de vegetarianismo y de hidropesía por su afirmación de que es muerte para las almas el convertirse en agua. Se le conocia tambien por ser un oscuro propositor de enigmas y se nos transmite que esta afición le costó la vida, ya que los médicos, a los que parece criticar en una de sus máximas, no hicieron nada para salvarle. Se afirma tambien que se enterró el mismo en estiercol porque había dicho que los cadaveres valen menos que el estiercol.
De todo este anedoctario unicamente se puede aceptar como seguro lo siguiente: nació y vivió en Efeso. Procedía de una familia aristocrática y estuvo en malas relaciones con sus conciudadanos.
Timón de Fliunte, el escritor satírico del siglo III, denominó a Heráclito como enigmático (ainiktés). Esta denominación, justa sobre su estilo, dió origen, más tarde, al epíteto de el oscuro (Cicerón). Otra calificación corriente en el período romano fue la de el filósofo llorón, juicio trivial basado en su idea de que todas las cosas fluyen como ríos; (Platón, en el Crátilo (440 c) afirma que los que creen en el flujo son como gentes de catarro ), y, tambien, en la conocida atribución de melayjolía (Teofrasto) con lo que Heráclito quiso significar impulsividad y no la melaconlía entendida en su sentido posterior.

ACERCA DE SU OBRA

Los biógrafos e historiadores antiguos de filosofía supusieron que todos los presocráticos escribieron uno o más libros y, por ello, dieron por supuesto que Heráclito escribió uno, sobre el cual, Diógenes, nos dice que su titulo era: Sobre la naturaleza. Estos títulos se le asignaban normalmente a las obras escritas por aquellos a quienes Aristóteles, y los peripatéticos, denominaron como filósofos naturales y no hay porque considerarlos auténticos en todas los casos. La afirmación de que su obra estaba dividida en tres secciones ( universo - política - teología ) sugiere que Diógenes, al escribir esto, siguió una colección de sentencias, hechas en Alejandria, y que seguía un análisis estoico de las partes de la filosofía.
Diels sostiene que Heráclito no escribió un libro seguido sino que simplemente adujo una serie de opiniones cuidadosamente formuladas. Es posible que esto sea correcto ya que los fragmentos transmitidos tienen un marcado aspecto de declaración oral, expuesta de una forma concisa y chocante y, por tanto, fácil de recordar. No dan la impresión de ser extractos procedentes una redacción continúa. El único óbice a este punto es la existencia de una sentencia ( relacionada con el Lógos )
de estructura complicada, que se asemeja mucho a la introducción escrita hecha a un libro. Por todo ello, es posible que cuando, Heráclito, adquirió fama de sabio se hiciera una colección de sus declaraciones más famosas componiéndose para ello un prólogo especial. De todas formas, las fragmentos que poseemos fueron en su mayor parte mas apotegmas verbales que partes de un tratado discursivo.
En algunos textos se sugiere tambien que Heráclito formó escuela y que sus discípulos, los heracliteos, eran adictos a la lectura de su obra. Incluso Platón y Aristóteles hablan sobre este asunto. Sin embargo esto no parece más que una conjetura ya que, a Heráclito, no se le conoce ningún seguidor destacado hasta Crátilo, contemporaneo de Platón, quien desarrolló un heracliteismo degradado, exagerando y combinando la creencia de Heráclito en la inevitabilidad del cambio.

DIFICULTADES DE INTERPRETACIÓN

Ya hemos señalado que Heráclito tenía fama de ser oscuro. Pues bien, a la propia dificultad que implica el entender sus propias citas, hay que añadir tambien los testimonios que se nos han transmitido acerca de su pensamiento. Estos testimonios podrían resumirse de este modo:

  1. Platón y Aristóteles ( auténticos gurus de la filosofía griega ) pusieron escaso empeño en penetrar en la real significación del pensamiento de Heráclito.
    Platón menciona a Heráclito pocas veces y cuando lo hace, lo lleva a cabo de un modo humorístico e irónico, insistiendo, sobre todo, en una de sus opiniones más trillada y peor entendida, es decir, aquella que dice que todas las cosas fluyen (panta rei). Lo  curioso del caso es que Platón, (según Aristóteles), estuvo influenciado, en su momento, por Crátilo (seguidor de Heráclito) y sus ideas sobre el cambio. Es evidente que, o bien Crátilo ya había adaptado a su propio pensamiento (modificándolas) tales ideas, o Platón interpretó incorrectamente la concepción de Heráclito sobre el cambio. Y es que, como veremos más adelante, para  Heráclito no era tan importante la idea del cambio, como la idea anversa de la medida inherente al cambio, y, por tanto, la estabilidad subsistente.

  2. Por su parte, Aristóteles, aceptó la interpretación platónica e incluso la exageró aún más. Aristóteles ataca a Heráclito por haber negado el principio de contradicción cuando afirma que los opuestos son lo mismo. El problema es que Aristóteles no se paró a pensar que cuando Heráclito afirma ésto no quería decir que los opuestos fueran lo mismo, es decir, idénticos; sino que estaban esencialmente separados o que pertenecían a un único complejo.

  3. Por otro lado, Teofrasto, de quien depende toda la tradición doxográfica posterior, basó su interpretación de Heráclito en Aristóteles.

  4. A su vez, los estoicos deformaron aún más la versión, ya que adoptaron a Heráclito como su máxima autoridad en cuestiones físicas. Aunque es cierto que, en algunos aspectos, desarrollaron bien sus ideas, sobre todo, en lo que se refiere a su ideal de vivir de acuerdo con la naturaleza; lo cierto es que, otras veces, readaptaron sus opiniones a sus propias y especiales exigencias, como por ejemplo sucede con al atribución a Heráclito de la ecpyrosis, es decir, la consunción periódica de todo el mundo mediante el fuego.

EL PENSAMIENTO DE HERÁCLITO

Suele situarse a Heráclito en oposición a Jenófanes y tambien a Parménides. A pesar de todo coincide con Jenófanes en la total superación que ámbos manifiestan ante el politeismo antropomórfico, asi como en el reconocimiento de la unidad de todo ente, ya que  ámbos piensan que es propio del sabio reconocer que todo es uno. Pero esta coincidencias desaparecen desde el momento en que Jenófanes identifica lo uno con la divinidad inmovil. Y es que Heráclito no ve en el mundo ( ni fuera de él ) ningún ser permanente sino cualidades contrarias conexionadas entre sí, asi como el paso de unos contrarios a otros en un eterno vencer y ser vencidos, aunque la sangre, como veremos, nunca llegue al río. Y es que, según Heráclito, el enfrentamiento de contrarios y el devenir del mundo no implica que este sea un caos sino todo lo contrario, es decir, un kosmos. Y no es un caos porque existe el Logos (al que Heráclito identifica con el fuego) que permite que todo lo que sucede en el mundo, aún habiendo lucha y enfrentamiento entre los elementos contrarios de la naturaleza, sea fruto de la proporción,del orden y de la medida.

EL LOGOS Y LOS OPUESTOS

Según Heráclito, los hombres deberían tratar de comprender la coherencia subyacente en las cosas. Esta coherencia está expresada en el Logos, el elemento ordenador de todas ellas.

¿Cual es el significado del Logos?

El concepto de Logos tiene, en Heráclito, el significado general de medida y proporción. Esto implica que, para Heráclito, el universo está dispuesto según un plan o medida que hace que todas las cosas, aparentemente diversas, sean realmente una. El logos es quien explica la existencia de tal coherencia que permite que las cosas, en apariencia plurales, se encuentre en realidad unidas en un complejo coherente del que los hombres mismos constituyen una parte. En este contexto, Heráclito, tilda de almas bárbaras a todos aquellos que no son capaces de entender el lenguaje de los sentidos o que no pueden interpretarlo correctamente sino que se dejan engañar por sus manifestaciones superficiales. Al mismo tiempo el logos no es una mera idea sino el constitutivo real de las cosas, coextensivo con el fuego, y, por tanto, elemento cósmico primario lo que no quiere decir que Heráclito creyese, al modo de los milesios, que tal principio era el origen de donde procedía todo. En Heráclito el universo siempre habría así y, en él, el fuego ( identificable con el logos ) es elemento primario en el sentido de ser el responsable de que los elementos naturales, aún siendo contrarios y enfrentados entre sí, funcionen de modo coherente y equilibrado.

¿Cual es el significado de los opuestos?

Según Heráclito en el mundo es algo fundamental la existencia de los opuestos así como la unidad esencial de los mismos. Existen multitud de textos que ejemplifican esta idea de Heráclito. Tal ejemplificación podría resumirse del modo siguiente:

  1. Las mismas cosas producen efectos opuestos sobre clases distintas de seres animados. Asi, por ejemplo, el mar es saludable para los peces pero para los hombres es insalubre.

  2. Aspectos diferentes de una misma cosa pueden justificar descripciones opuestas. Esta parece ser la interpretación más correcta aplicada a la expresión el camino abajo y arriba es uno y el mismo, aunque Teofrasto le dió a la expresión un sentido cosmológico que es aceptado por algunos tratadistas modernos (Capelle). Hipólito, sin embargo, una fuente muy fidedigna en relación a Heráclito, la consideró como una mera ilustración de los opuestos y no como una metáfora cosmológica. En este sentido, deberíamos pensar en un mismo camino, al cual denominan camino hacia arriba los que lo ven desde abajo, y camino hacia abajo los que lo ven desde arriba. Vlastos afirma que esta interpretación es una banalidad.

  3. Ciertas realidades solo son comprensibles si se reconocen sus opuestos. Esto sucede, por ejemplo, con la salud o el descanso que solo tienen sentido si se reconoce la existencia de sus opuestos la enfermedad y el cansancio.

  4. Ciertos opuestos estan enlazados de un modo esencial porque se suceden mutuamente sin más. Así sucede, por ejemplo, con el calor y el frío o con el día y la noche, padre e hijo.

En definitiva, según Heráclito, tendemos a considerar la realidad como formada por elementos como separados unos de otros y como opuestos unos a otros, es decir, como una realidad desconexionada y diversa. Pues bien, esa desconexión y diversidad es algo meramente accidental ya que la razón nos muestra que se encuentra intimamente conexionada formando un todo. Ello significa que, según Heráclito, no existe una división realmente absoluta entre lo que consideramos como elementos opuestos.

Ahora bien el que los opuestos formen una unidad no implica que no exista la pluralidad diferente y encontrada. Cuando Heráclito habla de las cosas tomadas en conjunto se está refiriendo a los opuestos formando un todo continuo (dia-noche-frío-calor). Esos opuestos no conviven, sin más, sino que luchan y se enfrentan entre sí. Lo que sucede es que en esa lucha ningún elemento acaba por imponerse y anular al otro, sino que es una lucha racional (lógos) en donde lo que prima es el orden, la proporción y la medida. En este sentido, cada uno de los opuestos podría expresarse, según Heráclito, en términos de dios ya que todos ellos están impregnados por el rector de la armonía cósmica (logos). En este sentido, Heráclito, contrapone la visión sintética de las cosas por parte de la divinidad (para él no existe realmente la separación entre los opuestos) frente a la visión caótica de los humanos.
Según Heráclito el mundo, como un todo, está, por tanto, intimamente conexionado aunque esta conexión sea invisible y no se nos muestre a primera vista. Pero lo cierto es que, gracias al equilibrio entre los opuetos, el complejo funciona armonicamente. Y es que si el equilibrio entre los opuestos no se mantuviera, por ejemplo, si el calor comenzará en su lucha con lo frío, (o el dia con la noche), a imponerse el uno sobre otro, de tal forma que lo hiciera desaparecer, entonces el complejo (universo) se destruiría. Sucede lo mismo que si alguien tensiona la cuerda de un arco de tal forma que la fuerza de los brazos se impone a la forma del arco; es evidente que, en este caso, el arco se rompería porque uno de los opuestos (la fuerza de lo brazos que tensiona el arco) se habría impuesto a la forma del arco, anulándolo en sus funciones.

LA DISCORDIA ENTRE OPUESTOS CAUSA DEL CAMBIO

La guerra o discordia es una metáfora que emplea Heráclito para expresar el cambio en el mundo. Esta guerra es la que se produce entre opuestos ( calor - frío - día - noche - salud -enfermedad - guerra - paz ) por lo que cabe inferir que el cambio en el mundo, según Heráclito, se debería a esta lucha entre opuestos. Heráclito define la guerra o discordia como díke, el camino señalado o regla normal de comportamiento. Este modo de expresarse es una corrección a Anaximandro el cual decía que, las cosas se pagaban mutua pena y retribución por su injusticia, por su alternativa usurpación en los procesos del cambio natural. Esto implicaba, claro está, que en un momento determinado, la guerra se paraba.
Pues bien, para Heráclito si la discordia cesara, el vencedor en cada lucha establecería un dominio permanente sobre el vencido con lo que el mundo quedaría destruido. Ahora bien:

¿Significa esto que la discordia y la guerra entre los elementos opuestos es total y sin ningún tipo de interrupción?

Con otras palabras:

¿Defendía Heráclito que el cambio en la naturaleza era algo continúo y que no existe nada permanente?

Para responder a estas cuestiones deberían analizarse aquellos textos en donde aparece  la expresión, machaconamente repetida, y referida a Heráclito, de la imagen del rio fluyente. En este contexto, habría que señalar lo siguiente:

  1. Según autores como Platón, Aristóteles,Teofrasto y los doxógrafos, Heráclito, defendería la existencia de una absoluta continuidad en los cambios de la naturaleza ya que, según él, todo estaría, como un río, en un continúo flujo. Aristóteles llega a señalar algo que ya está implicito en Platón, es decir, que Heráclito pensaba que no existía nada permanente sino que, incluso lo que parecía ser estable, experimentaba tambien cambios invisibles. Es posible que en esta imagen del río fluyente y continuo, Platón, se viera influenciado por las exageraciones de Crátilo quien creyó que no se podría uno sumergir dos veces en el mismo río. Es el mismo Aristóteles  quien nos dice que estas ideas de Crátilo influyeron grandemente en Platón. Parece, por tanto, que ni Platón ni Aristóteles nos transmiten el auténtico pensamiento de Heráclito. Y es que Heráclito a través de la imagen del río lo que realmente quiso transmitir es la unidad que depende de la conservación de la medida y del equilibrio en el cambio

  2. ¿Es posible que Heráclito hubiera pensado que, por ejemplo, una roca o un caldero de bronce experimentan en sí mismos cambios continuos? No parece probable que defendiera este tipo de ideas ya que él defendió una positiva confianza en los sentidos siempre que se utilizaran de modo inteligente. Pues bien, en este contexto, lo lógico es suponer que, tanto la roca como el caldero, sufren cambios producidos por el uso y por el paso del tiempo; pero, en tal caso, tales cambios serían absolutamente perceptibles. Es cierto que Meliso llamó la atención sobre el hecho de la realidad del cambio en algunas cosas que parecen estables, como por ejemplo, el hierro que se desgasta por la fricción de los dedos.  Ahora bien, eso no quiere decir que Meliso estuviera pensando ( lo mismo debió pasar con Heráclito ) que el cambio, por ser invisible, fuera tambien continuo: siempre que los dedos frotan un caldero de bronce se produce un desgaste por fricción en una parte invisible del hierro; pero cuando no se frota  ¿qué motivos se podrían aducir para pensar que el caldero sigue cambiando?

  3. Parece, por tanto, que el punto de vista, tanto de Meliso, como de Heráclito, debíó ser el de que los sentidos nos muestran que cualquier cosa, aun cuando aparentemente sea estable, está sujeta a cambios pero siempre que sean deducibles. Y lo cierto es que un cambio continuo, (algo que Platón le atribuye a Heráclito), no es deducible en muchos objetos aparentemente estables.

  4. Ahora bien, el que Heráclito niegue que el cambio sea algo continúo no quiere decir que no defendiera la existencia del movimiento y del cambio en la naturaleza. La existencia del cambio y del movimiento son ideas esenciales en el pensamiento de Heráclito. Ahora bien, el cambio no es algo caótico y sin sentido sino el fruto de la racionalidad y el orden cósmicos. Si se analizan aquellos textos en donde Heráclito habla del movimiento, por ejemplo, de un río es de destacar que lo que prima no es el movimiento continuo del mismo sino la imagen de que la unidad y estabilidad del mismo ( río ) dependen de la regularidad del flujo de las aguas que lo forman. Con ello se quiere hacer ver, por un lado, que existe un equilibrio entre los constitutivos opuestos del mundo, y, por otro, que debería rechazarse la idea de que cada cosa se comporta individualmente como un río. Los objetos de la naturaleza, (una roca, una montaña, etc) se nos presentan a los ojos como realidades momentaneamente estáticas. Ahora bien, según la teoría de la discordia de Heráclito, esos objetos acabarán por cambiar. Pero lo harán de una forma proporcional y equilibrada de tal modo que terminarán por contribuir a mantener el proceso armónico de los constitutivos del mundo.

Ahora bien: ¿cuáles son los opuestos de la roca y de la montaña (tierra)? ¿En qué sentido son algo estático? ¿Por qué terminarán por cambiar?
Para poder contestar todas estas cuestiones debemos analizar la concepción que Heráclito tenía acerca del Cosmos.

El MUNDO EN HERÁCLITO

Heráclito afirma que el cosmos, como totalidad, podría ser descrito como fuego en el sentido de que, cuando una determinada cantidad se extingue se vuelve a encender una parte proporcional al extinguido en otra parte. Todo el cosmos estaría ardiendo a la misma vez y siempre lo estuvo y siempre lo estará. No existe, por tanto, en Heráclito, una cosmogonía como en los milesios, ya que el fuego no es una materia prima original de la que procede todo como sucedía, por ejemplo, con el agua de Tales. Para Heráclito el fuego es la fuente continúa de los procesos naturales: de su región parece proceder la lluvia que es fuente del mar. Este se convierte en tierra, y, ésta, en lugares y momentos distintos, se convierte en agua. Son las tres masas ( fuego-tierra-mar ) más importantes del mundo. Pues bien, en un momento concreto, esos elementos serían estáticos (como lo eran la roca y la montaña de los ejemplos anteriores) y estables.

¿Cómo comienzan a cambiar?

Según Heráclito si una cantidad de tierra se disuelve en mar, otra equivalente de mar se disuelve en tierra y lo mismo acontece entre el mar y el fuego. Esta parece ser la interpretación que se desprende de los textos . Ello implica, al margen de la literalidad de tales textos, que la medida, el orden y la proporción son elementos que rigen el proceso de cambio en la lucha de los contrarios. Ningún elemento se impone sobre al otro anulándolo; y es que, en esta lucha, no existen vencedores ni vencidos absolutos sino luchadores (opuestos) que ceden parte de las posiciones que ganan. Este parece ser, por tanto, el sentido de aquellos textos en donde Heráclito destaca las ideas de proporción y medida. Tales ideas aparece descritas con toda claridad cuando Heráclito hace referencia, por ejemplo, al intercambio del oro y de las mercancías, en donde viene a decir que, del mismo modo que, en tal intercambio, no se produce una situación en la que todas las mercancías se conviertan por absorción en oro, hasta el punto de que todo sea oro y nada mercancías; asi tambien en el cosmos, sus tres elementos fundamentales ( tierra, mar, fuego ), aún estando enfrentados y en discordia, no se imponen unos sobre otros buscando su desaparición sino que, unicamente, intercambian sus elementos. En definitiva, el cosmos se encuentra regido por un logos (fuego) el cual personifica la regla de la medida del cambio y que, de algún modo, contola la materia, ejerciendo sobre ella una función directiva.

LOS CUERPOS CELESTES

En relación con los cuerpos celestes, ningún fragmento transmite de forma clara el pensamiento de Heráclito. Diógenes Laercio es quien conserva una versión más completa al señalar lo siguiente:

  1. Los cuerpos serían, según Heráclito, cubetas sólidas llenas de fuego alimentado por las exhalaciones húmedas procedentes del mar las cuales le servían de combustible. Es de suponer que esta era la forma en que, según Heráclito, el agua se convertía en fuego.

  2. Al mismo tiempo, sin aducir causa alguna que no fuera mecánica, explica los eclipses y las fases de la luna por la desviación, en su giro, de las cubetas. Diógenes constató que Heráclito no dijo nada sobre la constitución de dichas cubetas, por lo que es probable que se limitó a adoptar mitos populares ya que sus sólidas cubetas nos recuerdan el mito de que el sol navegaba cada noche de oeste a este sobre un cuenco dorado en torno a la corriente del océano. 

  3. Heráclito decía tambien que el sol es nuevo cada día en el sentido de que su fuego se vuelve a llenar cada noche con exhalaciones enteramente nuevas. Tambien aquí podemos observar como las ideas de medida y proporción son esenciales en el pensamiento de Heráclito. Existe un texto en donde díke, que personifica la regularidad, la proporción y la medida, impide que el sol sobrepase sus medidas y, con ello, que se acerque demasiado a la tierra.

  4. La idea del orden y regularidad del cosmos físico es aplicada por Heráclito al ámbito del mundo humano en tanto en cuanto éste es parte de este orden general: del mismo modo que, dentro de la naturaleza, aún existiendo elementos contrarios que luchan entre sí, nunca uno de ellos acaba por imponerse totalmente al otro, anulándolo; lo mismo debería suceder, en el ámbito de lo humano, en donde aun existiendo ideas contrarias y enfrentadas entre sí, no, por ello, deberían imponerse unas sobre otras. Hasta la llegada de los sofistas, con su división entre physis y nomos, esta idea seguirá estando presente en Grecia.

EL MUNDO HUMANO EN HERÁCLITO

Heráclito no sintió unicamente interés por investigar el mundo de la naturaleza sino que pensaba que tanto la vida del hombre como sus instituciones estaban intimamente ligadas al mundo natural que les rodeaba. Por ello, afirma que la sabiduría consiste precisamente en ser consciente de este hecho,es decir,en entender el modo en que opera el mundo aunque, deje entrever que el único ser completamente sabio es dios que, Heráclito,  no identifica ni con los dioses antropomórficos de Homero ni con un un dios al que haya que rendir culto, pero que, si se asemeja al dios Zeus convencional. Tanto el fuego como el logos son coextensivos con este dios, e, incluso, manifestaciones suyas.
Las opiniones de Heráclito sobre el hombre y sus instituciones no las concibe al margen del mundo natural ya que, según él, todas las cosas estarían regidas por las mismas leyes. 

Entre las ideas de Heráclito sobre el hombre y sus instituciones serían de destacar las siguientes:

  1. Mientras Anaxímenes, como ya hemos visto,  identificaba el alma con el aliento - aire; Heráclito la concibe como algo que estaría hecha de éter igneo, es decir, fuego. Piensa que el alma nacería de la humedad con lo que estaría señalando que, del mismo modo que con el firmamento, el alma sería mantenida como tal gracias a la humedad y que acabaría por ser destruida cuando se convierte totalmente en agua. Es curioso notar que cuando describe el alma es como si estuviera enumerando las relaciones existentes entre las tres masas (mar, tierra, agua) que formarían el mundo. Un alma excesivamente humedecida, por ejemplo, por el exceso de bebida, hace que su dueño se comporte como un niño. 

  2. Heráclito coloca explícitamente al entendimiento en relación con el alma y ésta, que pude moverse por todas las partes del cuerpo, según sus necesidades, tiene unos límites inalcanzables. Con esto parece que quería expresar no tanto que la capacidad intelectiva del hombre fuera absoluta, sino que, en cuanto es una porción representativa del fuego cósmico, abarcaría una vasta extensión. 

  3. Al mismo tiempo, para Heráclito, el alma era como un fragmento adulterado del fuego cósmico y con poder directivo, lo que implica que, de algun modo el cuerpo sería regido por el alma. Vlastos niega todos estos presupuestos cósmicos del alma ya que, según él, debió ser común la observación de que el calor estaba asociado al cuerpo vivo, mientras que el cuerpo muerto y sin alma se asociaba al frío. Pues bien, sobre esta base, y, sin necesidad de grandes reflexiones, podrían deducir el caracter igneo del alma y no, precisamente a partir del fuego cósmico , como hace Heráclito.

  4. La  vigilia, el sueño y la muerte estarían en relación con el grado de ignición del alma. Durante el sueño le parece al hombre que la oscuridad está iluminada. Esta luz es engañosa ya que es una luz individual y propia que suplanta a la verdadera luz del logos común a todos. Heráclito tambien pensaba que el hombre durante el sueño estaría en contacto con la muerte ya que alma-fuego ardería debilmente y estaría casi extinta; por ello, según Heráclito, en la mayoría de los aspectos, el que sueña se parece a un hombre muerto. El sueño sería, pues, un estado intermedio entre la vida y la muerte, es decir, durante el sueño el alma estaría parcialmente separada del mundo (fuego) con lo que su actividad disminuye sensiblemente.

  5. El alma, en tanto manifestación del fuego, sería una realidad  física y, por ello, es de suponer que Heráclito negaba toda dimensión espiritual de la misma. En estado de vigilia, la conexión con el exterior estaría suministrada por un contacto directo, con lo circundante, es decir, con el fuego exterior, a través de los sentidos. En este sentido, el alma sería un producto más de la naturaleza que mantiene contacto con el logos (fuego). Según Sexto, durante el sueño el contacto se produce a través de la respiración que inhalaría, dado que las almas proceden del agua, humedad para seguir viviendo. Pero al no ser tan intensa la inhalación, como cuando está despierta, se hallaría en un estado semejante a la muerte. Según Aecio (en quien se nota reflejos estoicos) las almas se nutren de exhalaciones internas y externas: las internas procederían de la sangre y otros liquidos del cuerpo, mientras que las externas serían las que se absorven mediante la respiración. Por su parte, Calcidio, le atribuye a Heráclito una opinión completamente distinta a la de Sexto. El alma solamente tendría contacto con la razón cósmica durante el sueño por estar libre de la interrupción de los sentidos. Es evidente que todas estas ideas referidas a la  razón cósmica no proceden de Heráclito sino que son estoicas, y el resto de la interpretación es evidentemente platónica.

  6. Heráclito afirma tambien que algunas almas  (virtuosas) no se convierten en agua a la muerte del cuerpo, sino que sobreviven para unirse definitivamente al fuego cósmico. Hemos visto como, para Heráclito, la muerte de las almas consistía en convertirse en agua. Existe sin embargo algún texto en donde parece sugerirse que ciertas almas sobreviven a la muerte y se convierten en démones (vigilantes de vivos y muertos) lo que sería un desarrollo de un pasaje de Hesíodo. La clave de esta creencia estaría en la cita en donde se dice que las almas muertas en combate son más puras que las que perecen de enfermedad. Según Heráclito ello se debería a que las almas de los hombres enfermos estarían húmedas debido a que sus poseedores estarían en estado semiinconsciente y semejante al sueño, mientras que los muertos en batalla habrian sido eliminados en la plenitud de su actividad anímica (fuego).  De esta forma, las almas de los enfermos pierden con la muerte tranquila su último residuo de fuego y se convierten en acuosas para dejar de existir como almas; por su parte, las almas de los caidos en combate continúan siendo igneas y, por tanto, libres de convertirse en agua. Por todo ello, al abandonar el cuerpo se vuelven a unir con el fuego cósmico; si bien, antes de llegar a este estado puede ser que sigan siendo démones sin cuerpo durante algún tiempo. Aquí, Heráclito, seguiría el patrón de Hesíodo. Todo esto no quiere decir que Heráclito defendiese la supervivencia individual eterna en calidad de fuego etereo, ni que tal realidad individual se  insertase posteriormente en otro cuerpo, al modo de la teoría de la transmigración de Pitágoras. No puede olvidarse que para Heráclito las porciones de fuego estarían intercambiándose continuamente con los otros elementos del cosmos para contribuir asi a su orden y estabilidad.

RELIGION ETICA Y POLITICA

En relación con la religión, la ética y la política, el pensamiento de Heráclito era el siguiente:

  1. En asuntos de religión, Heráclito, siguió a Jenófanes en su crítica al antropomorfismo e idolatría de la religión tradicional. Según él las prácticas de la religión convencional son necias e ilógicas, aunque, a veces, apuntan accidentalmente hacia la verdad. De todos modos, parece que no rechazó toda idea de divinidad como puede verse en algunos textos. Señala tambien que los misterios no serían del todo despreciables si se celebraran correctamente; y es que, según Heráclito podrían conducir inderectamente al Logos. Es el caso de las fiestas Leneas en honor a la vida (Dionisos) y a la muerte (Hades). La implicita identificación de estos dos opuestos impediría, según Heráclito, que el culto sea vergonzoso del todo. Es importante hacer notar, sin embargo, que es dificil que los participantes en estas fiestas comprendieran el significado de lo que hacían, al menos antes de que Heráclito se lo revelara. Es curiosa tambien la identificación que Heráclito parece hacer entre su estilo oscuro y oracular con el método que adoptaba Apolo en sus pronunciamientos délficos.

  2. Por lo que se refiere a la ética sus consejos tienen forma gnómica y son semejantes a los de sus precedesores. A veces los expresa con gran sinceridad lo que explica que no cayese nada bien a sus conciudadanos. Sus consejos éticos (comparables a las máximas délficas del conocete a  tí mismo) tienen una significación clara: se fundamentan en sus teorías físicas ya que, según Heráclito, solo entendiendo la norma central del mundo puede un hombre llegar a ser sabio. Es la primera vez que encontramos, en la historia de la filosofía, enlazadas ética y física.
    Por otro lado, Heráclito, niega tajantemente la opinión - generalizada desde Homero - de que al individuo no se le puede imputar responsabilidad por sus actos. Heráclito afirma que el hombre debe buscarse a si mismo y que su destino está determinado unicamente por su caracter, lo que implica que es el propio responsable de sus actos y no el producto de poderes caprichosos (destino, dioses). 

  3. En cuanto a la política parece que sus ideales fueron antidemocráticos: un solo hombre vale para mi tanto como 10.000 si es el mejor. De todas formas lo esencial de su pensamiento, en política, se centra en la necesidad de respetar la ley pero en el sentido siguiente: las leyes humanas están nutridas por la ley divina universal (cósmica)  que concuerda con el Logos. Hay que seguir esas leyes ya que son el producto de hombres sabios con almas igneas que tienen clara la relación existente entre hombre y cosmos.

Obtenido de http://www.paginasobrefilosofia.com/html/bachi2/presocraticos/apuntes%20presocraticos/Heraclito/heracli.html

FILOSOFÍA: EL CAMBIO. HERÁCLITO. A pesar que existen ciertas similitudes entre Heráclito y Parménides, las doctrinas de ambos siempre han sido contrapuestas (con cierto margen de error), ya que la del primero suele ser llamada

Heráclito

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Heráclito (Ἡράκλειτος ὁ Ἐφέσιος)
Hendrik ter Brugghen - Heraclitus.jpg
Heráclito por Hendrick ter Brugghen
Filosofía occidental
Filosofía presocrática
Nacimientoca. 530 a. C.
Fallecimientoca. 480 a. C.
Escuela/TradiciónFilosofía presocrática
Intereses principalesFilosofía, Física, Cosmología, Metáfora, Metafísica
Ideas notablesΛόγος, Fuego, Oxímoron, Antítesis, Devenir, πάντα ρει (Todo fluye), Realidad
Influido porTales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, Jenófanes
Influyó aEmpedocles, Leucipo, Demócrito, Meliso, Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicuro, Lucrecio, Parménides

Heráclito de Éfeso —conocido también como «El Oscuro de Éfeso»—[1] fue un filósofo griego. Nació hacia el año 535 a. C. y falleció en el 484 a. C.. En griego Ἡράκλειτος ὁ Ἐφέσιος Herákleitos ho Ephésios).

Era natural de Éfeso, ciudad de la Jonia, en la costa occidental del Asia Menor (actual Turquía). Como los demás filósofos anteriores a Platón, no quedan más que fragmentos de sus obras, y en gran parte se conocen sus aportes gracias a testimonios posteriores.

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Heráclito es netamente aforístico. Su estilo remite a las sentencias del Oráculo de Delfos y reproduce la realidad ambigua y confusa que explica, usando el oxímoron y la antítesis para dar idea de la misma. Diógenes Laercio (en Vidas..., IX 1-3, 6-7, 16) le atribuye un libro titulado Sobre la naturaleza (περι φυσεως), que estaba dividido en tres secciones: "Cosmológica", "Política" y "Teológica". No se posee mayor certeza sobre este libro. I. Bywater hizo un reacomodo de los fragmentos conforme a la indicación de Laercio, traducido al español por José Gaos. Agustín García Calvo reconstruye la posible estructura del libro en su edición de los fragmentos del mismo, titulada Razón común. Distingue tres apartados: Razón General, Razón Política y Razón Teológica.

Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. Que el ente deviene, que todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa.

Es común incluir a Heráclito entre los primeros filósofos físicos (φυσικοι, como los llamó Aristóteles), que pensaban que el mundo procedía de un principio natural (como el agua para Tales, el aire para Anaxímenes), y este error de clasificación se debe a que, para Heráclito, este principio es el fuego, lo cual no debe leerse en un sentido literal, pues es una metáfora como, a su vez, lo eran para Tales y Anaxímenes. El principio del fuego refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas.

Todo este fluir está regido por una ley que él denomina Λόγος (Logos). Este Logos no sólo rige el devenir del mundo, sino que le habla (indica, da signos, fragmento B93DK) al hombre, aunque la mayoría de las personas "no saben escuchar ni hablar" (fragmento B73DK). El orden real coincide con el orden de la razón, una "armonía invisible, mejor que la visible" (B54DK), aunque Heráclito se lamenta que la mayoría de las personas vivan relegados a su propio mundo, incapaces de ver el real. Si bien Heráclito no despecha el uso de los sentidos (como Platón) y los cree indispensables para comprender la realidad, sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el uso de la inteligencia, como afirma en el siguiente fragmento:

Se engañan los hombres [...] acerca del conocimiento de las cosas visibles, de la misma manera que Homero, que fue [considerado] el más sabio de todos los griegos. A él, en efecto, unos niños que mataban piojos lo engañaron, diciéndole: ’cuantos vimos y atrapamos, tantos dejamos; cuantos ni vimos ni atrapamos, tantos llevamos’.
en Diels-Kranz, Fragmente der Vorsokratiker, 22 B56

Al uso de los sentidos y de la inteligencia, hay que agregarle una actitud crítica e indagadora. La mera acumulación de saberes no forma al verdadero sabio, porque para Heráclito lo sabio es "uno y una sola cosa", esto es, la teoría de los opuestos. Quizás el fragmento más conocido de su obra dice:

ποταμοις τοις αυτοις εμβαινομεν τε και ουκ εμβαινομεν, ειμεν τε και ουκ ειμεν τε En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos [los mismos]
en Diels-Kranz, Fragmente der Vorsokratiker, 22 B12

El fragmento (citado con frecuencia erróneamente como no se puede entrar dos veces en el mismo río, siguiendo a la versión que da Platón en el Crátilo) ejemplifica la doctrina heraclítea del cambio: el río —que no deja de ser el mismo río— ha cambiado sin embargo casi por completo, así como el bañista. Si bien una parte del río fluye y cambia, hay otra (el cauce, que también debe interpretarse y no tomarse en un sentido literal) que es relativamente permanente y que es la que guía el movimiento del agua. Algunos autores ven en el cauce del río el logos que "todo rige", la medida universal que ordena el cosmos, y en el agua del río, el fuego. A primera vista esto puede parecer contradictorio, pero debe recordarse que Heráclito sostiene que los opuestos no se contradicen sino que forman una unidad armónica (pero no estática). Es razonable, entonces, que la otra cara del agua sea el fuego, como él mismo lo adelanta en sus fragmentos.

A pesar que existen ciertas similitudes entre Heráclito y Parménides, las doctrinas de ambos siempre han sido contrapuestas (con cierto margen de error), ya que la del primero suele ser llamada "del devenir" o (con cierto equívoco) "del todo fluye", mientras que el ser parmenídeo es presentado como una esfera estática e inmóvil.

Era conocido como "el oscuro", por su expresión lapidaria y enigmática. Ha pasado a la historia como el modelo de la afirmación del devenir y del pensamiento dialéctico. Su filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres:"Panta rei" (πάντα ρει), todo fluye. El devenir está animado por el conflicto: "La guerra ("pólemos") es el padre de todas las cosas", una contienda que es al mismo tiempo armonía, no en el sentido de una mera relación numérica, como en los pitagóricos, sino en el de un ajuste de fuerzas contrapuestas, como las que mantienen tensa la cuerda de un arco. Para Heráclito el arjé es el fuego, en el que hay que ver la mejor expresión simbólica de los dos pilares de la filosofía de Heráclito. el devenir perpetuo y la lucha de opuestos, pues el fuego sólo se mantiene consumiendo y destruyendo, y constantemente cambia de materia. Ahora bien, el devenir no es irracional, ya que el logos, la razón universal, lo rige: "Todo surge conforme a medida y conforme a medida se extingue". El hombre puede descubrir este logos en su propio interior, pues el logos es común e inmanente al hombre y a las cosas (La doctrina de Heráclito fue interpretada, olvidando esta afirmación del logos, en la filosofía inmediatamente posterior -sobre todo, en Platón- como una negación de la posibilidad del conocimiento: si nada es estable, se niega la posibilidad de un saber definitivo). De Heráclito es también la doctrina cosmológica del eterno retorno: la transformación universal tiene dos etapas que se suceden cíclicamente: una descendente por contracción o condensación, y otra ascendente por dilatación.

He aquí algunas frases de Heráclito:

  • Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río.
  • La armonía invisible es mayor que la armonía visible.
  • Ni aun recorriendo todo camino llegarás a encontrar los límites del alma; tan profundo logos tiene.
  • Siendo el logos común, casi todos viven como si tuvieran un logos particular.
  • Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es discordia.
  • Heráclito reprocha al poeta que dijo: ¡Ojalá se extinguiera la discordia de entre los dioses y los hombres! Pues no habría armonía si no hubiese agudo y grave, ni animales si no hubiera hembra y macho, que están en oposición mutua (fragmento 9a Walzer = A 22 Diels-Kranz)[2]

[editar] Referencias

  1. Rodolfo Mondolfo: Heráclito. Textos y problemas de su interpretación. Madrid: Siglo Veintiuno (undécima edición), 2000.
  2. ídem, p. 31

[editar] Bibliografía

  • Carpio, Adolfo P (2004). Principios de filosofía. Ed. Glauco, Buenos Aires. ISBN 950-9115-01-0.
  • Eggers Lan, Conrado y Juliá, Victoria E. (Introducciones, traducciones y notas) (1978 (2ª edición 1986)). Los filósofos presocráticos: Vol. I. Madrid: Editorial Gredos.
  • García Calvo, Agustín (1985). Razón común. Edición crítica, ordenación, traducción y comentario de los restos del libro de Heráclito. Lecturas presocráticas II. Madrid: Lucina. ISBN 84-85708-23-7.
  • Heidegger, Martin & Eugen Fink. Trad. de Jacobo Muñoz y Salvador Mas (1986). Heráclito. (Título original: Heraklit. Seminar Wintersemester 1966-1967, Vittorio Klostermann, Frankfurt a. M., 1970). Ed. Ariel, Barcelona.
  • Kirk, G. S. & Raven, J. E. & Schofield, M. (2008). Los Filósofos presocráticos. Historia crítica con selección de textos. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-3567-2.
  • Ortega y Gasset, José. Edición de Paulino Garagorri (1981). Origen y Epílogo de la Filosofía. Revista de Occidente en Alianza Editorial, Madrid.
  • Schöndorf, Harald (2000). «Heráclito, Hipólito y el tornillo batanero. Acerca del Fragmento 59 de Heráclito (m.-K)» Nova Tellus. n.º 18 (1).

[editar] Enlaces externos

Commons

Wikiquote

FILOSOFÍA: EL CAMBIO. Cambio es el concepto que denota la transición que ocurre cuando se transita de un estado a otro, por ejemplo: el concepto de cambio de estado de la materia en la física (sólido, líquido y gaseoso) o de las personas en su estado civil (soltero, casado, divorciado o viudo); o las crisis, o revoluciones en cualquier campo de los estudiados por las ciencias sociales, principalmente la historia, que puede definirse como ciencia del cambio.

Cambio

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Cambio es el concepto que denota la transición que ocurre cuando se transita de un estado a otro, por ejemplo: el concepto de cambio de estado de la materia en la física (sólido, líquido y gaseoso) o de las personas en su estado civil (soltero, casado, divorciado o viudo); o las crisis, o revoluciones en cualquier campo de los estudiados por las ciencias sociales, principalmente la historia, que puede definirse como ciencia del cambio.

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El concepto de cambio en diferentes contextos [editar]

En el comercio [editar]

El cambio en una compraventa, es lo que devuelve el vendedor al comprador cuando éste último ha pagado con un medio de pago de mayor valor que la mercancía adquirida.

En el deporte [editar]

  • El cambio, en los deportes de equipo, es la posibilidad de sustituir a un jugador por otro, y suele estar limitado por el reglamento, por ejemplo en fútbol, a tres jugadores por partido y equipo, o en caso de encuentros amistosos, los cambios que se acuerden con los equipos (cuatro, cinco, hasta seis).

En Sociología [editar]

El cambio y mentalidad implica la sustitución de algo viejo por algo nuevo, por lo que si se ve de ese modo suele estar cargado de connotaciones positivas; aunque también implica la incertidumbre de una situación desconocida, por lo que se si se ve de ese otro modo se carga de connotaciones negativas.[cita requerida]

Las actitudes culturales para el cambio mismo pueden reflejarse en una de estas dos:

Artículo principal: Filosofía de la Historia

El cambio puede verse como el estímulo para que los organismos y organizaciones se adapten.

Artículo principal: Evolución

Los cambios sociales pueden tener lugar tanto lentamente, con modificaciones graduales en las mentalidades y creencias, o bruscamente, mediante revoluciones. Las sociedades adquieren continuamente conocimientos predictivos para evitar el impacto de los cambios catastróficos. La investigación es una de las herramientas para anticipar los cambios y adaptarse a las inevitables nuevas condiciones.

Artículo principal: Cambio social

En el Derecho [editar]

Los cambios constitucionales y legislativos pueden ser uno de los mecanismos para realizar cambios graduales. Las sociedades que no siguen esos procedimientos, afrontan los cambios que de todas maneras les imponen fuerzas fuera de su control. Esos son los cambios que pueden llamarse hechos consumados.

Artículo principal: Derecho

En la filosofía antigua y medieval [editar]

Artículo principal: Historia de la filosofía

El cambio en filosofía es la cualidad del flujo y lo contrario a la permanencia. Ha tenido una larga historia como concepto. En la antigua filosofía griega, mientras Heráclito veía el cambio como siempre presente y abarcándolo todo, Parménides negaba su existencia.

Ovidio produjo un tratamiento clásico del cambio como metamorfosis en su obra literaria del mismo título.

La Astronomía ptolemaica proponía un modelo del universo estático en su mayor parte, con el cambio errático confinado a sus esferas inferiores.

El pensamiento medieval, cuya cumbre es la escolástica, reservaba un gran respeto para la autoridad y la revelación, y veía con desconfianza cualquier manifestación que supusiera cambio. La crisis bajomedieval supuso una ruptura de esa estabilidad, con el nominalismo y la crisis de la escolástica que abre el camino para el Renacimiento.

En la ciencia moderna [editar]

Artículo principal: historia de la ciencia

En el contexto cultural de la crisis de la conciencia europea de finales del siglo XVII, Newton y Leibniz desarrollaron nuevos tipos de cálculo matemático para proporcionar modelos de cambio. Tal cosa constituyó un paso decisivo para entender el flujo y la variación. En la física moderna, el concepto de cambio se denomina acción.

En la Edad Contemporánea [editar]

Artículo principal: Edad Contemporánea

Con el auge de la industrialización y el capitalismo, la importancia que se da a la innovación suscita movimientos políticos y movimientos sociales que fuerzan cambios mediante revoluciones violentas (Revolución Burguesa, Revolución Liberal, Revolución Industrial).

El siglo XX se inaugura con una visión positiva del cambio, que se expresa incluso en el Arte (modernismo), que con la Primera Guerra Mundial se transforma en una visión negativa (dadaísmo, expresionismo). Las ideologías del periodo de entreguerras se enfrentan violentamente entre cambios pendulares (revolución soviética y comunismo frente al fascismo y el nazismo).

El mundo entre la Segunda Guerra Mundial y la Caída del muro de Berlín fue por una parte de una estabilidad petrificada (Guerra Fría y bloques) y por otro lado de una vorágine de cambios (Descolonización y Tercer Mundo, Carrera Espacial...).

A finales del siglo XX, derrotado el comunismo, el pensamiento New Age y de los negocios se enfocó de forma entusiasta en la transformación del management, las actitudes mentales y funciones, mientras que ignoraba o criticaba los cambios sociales o geopolíticos. El cambio es un tópico cultural y un valor en auge que se usa incluso como eficaz epíteto para los eslóganes publicitarios.

En España [editar]

El mero uso de la expresión cambio tenía durante el final del franquismo y la transición española connotaciones claras, de apoyo a las transformaciones políticas y sociales en un sentido democrático, y también en un sentido de izquierdas o progresista. La revista Cambio 16 era uno de los medios de comunicación que claramente se alineaban en ese sentido.

El PSOE de Felipe González ganó las elecciones de 1982 con el eslogan Por el cambio, que pasó a ser un tópico muy usado, tanto a favor como en contra de su acción de gobierno en los siguientes 14 años.

Paráfrasis o expresiones semejantes como El cambio del cambio, El recambio o El cambio tranquilo han sido también utilizadas muy frecuentemente, pudiéndose entender tanto a favor como en contra de ese primer cambio.

FILOSOFÍA: FILÓSOFOS ORIENTALES. LAO TSE. Lao-Tsé, también llamado Laozi o Laocio (chino: 老子, pinyin: lǎozǐ,

Lao-Tsé

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Lao-Tsé
Laozi and the Tao.PNG
Arte chino que muestra a Lao-Tsé montando su característico búfalo de agua
Filosofía china
Filosofía antigua
NacimientoSiglo VI a.C / Siglo IV a.C.
Escuela/TradiciónTaoismo
Ideas notablesWu wei

Lao-Tsé, también llamado Laozi o Laocio (chino: 老子, pinyin: lǎozǐ, "Viejo Maestro") una figura cuya existencia histórica se debate, es uno de los filósofos más relevantes de la civilización china. La tradición china establece que vivió en el siglo VI a. C., pero muchos eruditos modernos argumentan que puede haber vivido aproximadamente en el siglo IV a. C., durante el período de las Cien escuelas del pensamiento y los Reinos Combatientes. Se le atribuye haber escrito el Dao De Jing o Tao Te Ching (道德經), obra esencial del taoísmo. De acuerdo con este libro, Dao o Tao ("el Camino") puede verse como el cambio permanente y éste es la verdad universal. Dentro de las dudas sobre su existencia y la etapa histórica en la que vivió, se cree que pudo ser contemporáneo de Confucio.[1]

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[editar] Nombre

Lao-Tsé (老子) es un título honorífico compuesto de dos sinogramas: el primero (老 lǎo) significa "anciano" y el segundo (子 zǐ ), que quiere decir "maestro", es un antiguo título reservado a eruditos.[2] Algunas historias relatan que su nombre propio era "Ĕr", su apellido Lĭ (su nombre completo sería Lĭ Ĕr, 李耳) y su nombre de cortesía Boyang (伯陽). Dān es un nombre póstumo por lo que también es llamado Lao Dan (老聃).[3] [4] [5]

Existen varias transcripción al alfabeto latino. En español es muy utilidada la adaptación tradicional "Lao-Tsé" (con las variantes Lao-Tse, Laotsé, Lao Tse, etc.), similar a la transcripción EFEO francesa "Lao Tseu" y a la Wade Giles inglesa "Lao Tzu". "Laozi" (técnicamente "lǎozǐ") es la transcripción por el sistema pinyin, oficial en China, Taiwán y en la ONU, por ello esta forma es cada vez más utilizada, especialmente en otros idiomas europeos. Finalmente, la adaptación "Laocio", aunque infrecuente, es la más coherente con los nombres de otros filósofos chinos con el título de "zi" como Confucio y Mencio.

Durante la Dinastía T’ang (618-907) fue honrado como antepasado de ésta, ya que las religiones taoístas afines a la dinastía T’ang relacionaron el apellido de la familia reinante con el nombre póstumo atribuido a Lao-Tsé (Lao-Tang), pero esa visión no era compartida por los sectores taoístas opositores a la monarquía, como lo eran los taoístas filosóficos de las sociedades secretas. Las clases gobernantes de ese período le atribuyeron a Lao-Tsé el título de Taishang Xuanyuan Huangdi, que significa Misterioso y Primordial Emperador Supremo. "Xuanyuan" y "Huangdi" son el nombre propio y el título del Emperador Amarillo.[6] [7] [8]

[editar] Biografía

Poco se conoce acerca de la vida de Lao Tsé. Tanto su existencia histórica, como su autoría del Dao De Jing, son objeto de controversia. Sin embargo, se convirtió en un importante héroe cultural para generaciones del pueblo chino. La tradición asegura que nació bajo un ciruelo en una aldea de la Prefectura de Ku (苦縣 Kǔ Xiàn) del estado de Chǔ (楚), actualmente distrito de Lùyì (鹿邑) de la provincia de Henan, durante los últimos años del Período de Primaveras y Otoños, y tuvo como primer nombre Li-Er (orejas de ciruelo), aunque otras versiones sostienen que él era Po Yang-Li, proveniente de una familia de pescadores.[9] [10] Algunas leyendas sostienen que la gestación de Laozi requirió 81 años (la cantidad de capítulos que tiene su obra Dao De Jing) y cuando por fin nació, ya tenía el cabello blanco, arrugas en su rostro -propias de un anciano- y orejas bastante más grandes que las normales.

Conforme a la tradición, y a una biografía incluida en la obra de Sima Qian, Lao Tse fue contemporáneo de Confucio (Kongzi), aunque mayor que él, y trabajó como archivista en la Biblioteca Imperial de la corte de la Dinastía Zhou. Por intención o accidente, cuando Confucio se dirigía a leer los rollos de la biblioteca lo encontró en Zhou, cerca de la moderna Luoyang. De acuerdo con estas historias, Confucio y Laozi discutieron durante meses sobre el ritual y lo apropiado, cimientos del confucianismo. Laozi se oponía a lo que consideraba prácticas vacías, y la leyenda taoísta sostiene que estas discusiones fueron más provechosas para Confucio que para el contenido de la biblioteca.

Lao Tsé renunció luego a su puesto, quizás por la decreciente autoridad de la corte Zhou. Algunos relatos sostienen que viajó hacia el oeste montando un búfalo de agua, a través del estado de Qin. Cuando llegó al paso de Shanggu, el guardián -al que una fuente llama Yinji y otra Luanyin- reconoció al ilustre filósofo. Le suplicó que se quedase un año en su casa, antes de marcharse al destierro y escribiese un libro exponiendo su doctrina. El maestro se dejó convencer, escribiendo el Dao De Jing, y después marchó más al Oeste, adentrándose en el país de los Bárbaros, donde su rastro se pierde para siempre. Hasta entonces, Laozi sólo había propagado su filosofía oralmente.

Algunas de las controversias modernas sobre su vida incluyen:

  • La discusión con Confucio, que pudo haber sido inventada por los taoístas para hacer que su escuela filosófica apareciese como superior al confucianismo.
  • El autor real del Dao De Jing podría haber creado un personaje ficticio para que el origen del texto pareciese más misterioso, haciéndolo entonces más fácil de popularizar.
  • Se ha discutido que Laozi podría ser un seudónimo de Dan, Prefecto de los Grandes Escribas (Tài Shǐ Dàn, 太史儋); o de un anciano de Lai, una prefectura del estado de Qi (齊); o alguna otra persona de existencia histórica.

[editar] Obra

Artículo principal: Dao De Jing

Su famosa obra, el Dao De Jing, ha tenido enorme influencia en China. Es un tratado místico que cubre muchas áreas de la filosofía, desde la espiritualidad individual hasta las técnicas de buen gobierno.

Laozi enfatiza el "Dao" (Tao), traducido usualmente como "el Camino", y expande su significado para abarcar el orden innombrable, inmanente, del Universo. Destaca el concepto de wei-wu-wei, "acción a través de la inacción", que no significa permanecer inmóvil sin hacer nada, sino evitar las intenciones explícitas y la voluntad que obstaculiza la fluidez armónica de la naturaleza. Los fines pueden alcanzarse respetando las formas en que las cosas naturalmente crecen y decrecen; así, las acciones realizadas de acuerdo con el Tao son más fáciles y más productivas que aquellas que pretenden contrariarlo. Laozi creía que la violencia debe ser evitada y que la victoria militar es una ocasión de duelo debido a la necesidad de usar la fuerza contra otros seres vivientes. Sostenía también que el exceso de leyes y reglas hacen más difícil el manejo de la sociedad, ya que oprimen las libertades de los pueblos.

Como muchos otros pensadores chinos antiguos, sus explicaciones usan con frecuencia paradojas, analogías, apropiación de citas antiguas, repetición, simetría, rima y ritmo. Los escritos que se le atribuyen son poéticos, densos y frecuentemente crípticos, y sirven como punto de inicio para la meditación sobre el Cosmos o sobre uno mismo. Muchas de las teorías estéticas del arte chino se basan en sus ideas y en las de su más famoso continuador, Zhuang Zi.

[editar] Enseñanzas

Las enseñanzas de Lao-Tsé, y consecuentemente las de la Filosofía Taoísta, están basadas en el análisis de la Naturaleza en su mas amplio sentido, con el fin de obtener el enfoque acerca del funcionamiento natural de la existencia, para determinar cuál es el Orden Natural de las cosas. Esta visión Universalista es la que Lao-Tsé toma como punto de partida para su tesis filosófica, analizando el funcionamiento dual de la naturaleza universal existente (Yin-Yang) para luego ahondar en conceptos mas amplios acerca del origen cosmológico del Universo, y así determinar el funcionamiento fluido u Orden Natural con el cual las diferentes formas han ido mutando para perpetuar la continuidad de la existencia. En base a esto, Lao-Tsé determina cuál es el Orden Natural que los seres vivos, y principalmente el Hombre debe llevar a cabo para mejorar su existencia y avanzar hacia el continuo cambio en pos de la superación, explicando como es que al no seguir estas normas naturales, el hombre se ha descarriado de su armonía cósmica y ha generado sus propias calamidades por contradecir el ritmo natural y lo ha sustituido por ordenanzas y actitudes absolutistas, superficiales y dogmáticas que acabaron por desequilibrar a la humanidad, favoreciendo a sus clases dominantes a costa del infortunio de las clases inferiores.

Lao-Tsé utiliza simbolismos y alegorías en donde compara aspectos de la naturaleza para mostrar paralelismos con el comportamiento humano, algo característico de la Filosofía Taoísta y de otras corrientes de pensamiento oriental.

A raíz de estas observaciones cosmológicas y naturales, Lao-Tsé desarrolla diferentes conceptos filosóficos que pretenden explicar los aspectos mas trascendentes de la vida de la humanidad, abarcando así toda clase de campos de estudio, desde la cosmología y sus explicaciones acerca del origen del Universo, hasta los aspectos de la vida diaria de la sociedad humana, como la sociología, la política, la economía y la religión.

La base del pensamiento cosmológico y filosófico de Lao-Tsé es el Tao, un concepto abstracto generalmente poco entendible y hasta malinterpretado por los occidentales, y orientales que desconocen los conceptos del pensamiento taoísta. La malinterpretación superficial y religiosa hace creer que el Tao es un dios o algún otro tipo de "entidad espiritual o suprema", pero en realidad Lao-Tsé describe al Tao como el origen de todo, la fuente primordial de todo lo existente, tanto lo físico como lo abstracto,[11] por lo que define al Tao como un concepto superprofundo de unidad primordial que escapa a la idea fijista y mítica de un dios, un ser, o cualquier otra personificación;[12] contrariamente, Lao-Tsé describe al Tao como abstracto, amorfo, intangible, inaudible e inasible, por lo que las posteriores formas de la naturaleza han surgido del Tao, y así también lo que carece de forma,[13] por lo que el Tao no se describe como una de estas dos cosas, sino como la primordialidad neutra de la cual todo lo demás surge, siendo así el origen cosmológico y esencia de todo lo existente;[14] [15] y el concepto básico de la filosofía taoísta, pero no una sustancia vaporosa o un ser sobrenatural.

Acerca del origen del Tao, Lao-Tsé plantea que al ser éste la primordialidad esencial de todo, es entonces el Tao el origen de las cosas y no el Tao la creación de algo o alguien más, debido a que son las cosas definidas del universo las que fluyeron de las mutaciones constantes y consecuentes del Tao, por lo que éstas son las cosas que el hombre logra conocer y catalogar bajo nomenclaturas,[16] pero el Tao en sí no es una cosa, sino que es la cosa en sí; no de la forma absolutista de imperatividad jerárquica,[17] sino como esencia infinita generadora de los posteriores cambios que tomaron forma en las diferentes manifestaciones;[18] por lo que tanto los seres vivos, los objetos inanimados, la Tierra misma y el Cielo, todos han de ser formas que surgieron de cambios anteriores de la propia naturaleza,[19] [20] siendo así la Naturaleza la Madre de todas las cosas,[21] [22] y en su punto ancestralmente neutral la Naturaleza no había adoptado formas pero existía en sí misma, y por si misma fluyó y adoptó formas en las cuales manifestarse, y es a eso lo que Lao-Tsé llama Tao, explicando que Tao es sólo uno de los nombres posibles de darle, pero no el nombre original en sí,[23] ya que son los hombres quienes requieren de nombrar las cosas para reconocerlas,[24] pero la Naturaleza en sí misma carece de nombres ya que no los necesita.

A raíz del Tao, Lao-Tsé argumenta la dualidad consecuente de éste, y por ende la relatividad natural de la existencia. Lao-Tsé llama Ser (You) y No-Ser (Wu) a los dos aspectos ontológicos emergentes del Tao;[25] [26] el Ser como categorización de todo lo manifiesto y perceptible del Universo, englobando así todos sus aspectos y creaciones, y el No-Ser como el aspecto oculto y metafísico de la existencia, siendo éste la etereidad ontológica de lo manifiesto,[27] pero no un "antítesis" del Ser, ya que la metafísica taoísta no trata de antagónicos como los occidentales acostumbran a ver, sino que para Lao-Tsé la naturaleza es relativa y dialéctica, por lo que Ser y No-Ser son dos aspectos diferentes pero complementarios,[28] ambos provenientes del Tao, y no dos posturas distintas que se confrontan entre sí. El Ser es el mundo fenoménico en el cual suceden las cosas, y el No-Ser el aspecto no-fenoménico de ese mundo fenoménico, por lo que no existiría uno sin otro, y ninguno implica la anulación de su contraparte; no es el No-Ser un reino vaporoso y espiritual, y no es el Ser una tangibilidad absoluta y permanentemente inmutable; ambos son parte del devenir cósmico del Tao, y esto es lo que Lao-Tsé explica en su filosofía.

Siendo el Tao la raíz de todo lo existente tanto en sus manifestaciones físicas como en sus aspectos abstractos, el Tao entonces es en sí mismo absoluto, pero paradójicamente implica que nada es absoluto porque todo en la naturaleza requiere de cambios que permitan la continuidad progresiva del propio fluir cósmico,[29] razón por la cual el Tao no existe en sí mismo como un ente jerárquico,[30] [31] sino como esencia de todo lo demás que ha surgido de él, y tanto los aspectos metafísicamente duales como Ser y No Ser, y las dualidades cósmicas como Cielo y Tierra,[32] han de ser precisamente manifestaciones de la relatividad y complementariedad de los cambios mutacionales que el Tao efectuó y que dieron origen a la existencia; de modo que si el Tao fuera absolutista, la naturaleza no habría mutado y no se habrían originado cambios dialécticos que dieran origen a la existencia. Éste es un principio altamente importante en la filosofía taoísta, ya que implica que el orden natural de las cosas es el fluir constante y que permite los cambios que generan la evolución en todos los aspectos de la naturaleza, razón por la cual Lao-Tsé insiste en la relatividad mutacional del Tao, ya que éste es el único modo de lograr que las diferentes cosas logren amoldarse a los cambios para mutar y transformarse en formas mas eficientes que permitan continuar el fluir natural de la existencia,[33] [34] [35] ya que de lo contrario, se produciría el estancamiento que detendría el avance u Orden Natural de las cosas.[36] Este concepto ha sido aplicado por Lao-Tsé en toda su filosofía.

En cuanto al Orden Natural del Tao, Lao-Tsé explica que este es el modo en que la naturaleza permite la continuidad de la existencia, por lo que el Tao no realiza cosas en favor de intereses personales, ya que carece de intereses propios, sólo es el fluir constante de la existencia, favoreciendo así a todos los seres y cosas en pos de su continuidad en vez de declinarse sólo por unos pocos,[37] por lo que el Tao es imparcial y justo,[38] [39] es el equilibrio y la armonía que la filosofía oriental impulsa a seguir para mejorar la existencia, contrariamente a los tabúes y reglas absolutistas que el hombre impuso para favorecer a unos pocos, a costa del infortunio de todos los otros.[40] [41] [42]

Lao-Tsé enseña que todo es causa y efecto, por lo que cada aspecto que podemos percibir hoy, es originario de otro aspecto oculto que le antecedió históricamente,[43] explicando así como el Universo mismo y sus cosas existentes son resultado de hechos anteriores, y no de creaciones espontáneas.[44] [45] De esta idea nace el Principio de Acción y Reacción que los taoístas mencionan al explicar cómo es que todo lo existente deviene de algo anterior; todo tiene un por qué, mostrando como el Tao no hace las cosas arbitrariamente, sino que todo es causal, y no casual,[46] [47] y esto no se limita solo al origen cosmológico del Universo, sino a la vida diaria de todos los seres vivos,[48] incluido entre éstos el hombre, ya que todo lo que está establecido en la esfera de la sociedad humana no ha de haber sido eterno ni absoluto, sino que fue creado por las propias causas que los hombres han desarrollado,[49] siendo la vida actual la consecuencia de los propios hechos que la humanidad ha desarrollado anteriormente.

Con la importante tónica del cambio constante, Lao-Tsé explica como este Principio de la Mutación Perpetua es lo que originó el universo y todo lo conocido, a raíz del Tao y sus consecuentes cambios metafísica y físicamente ontológicos llamados Ser y No-Ser.[50] [51] Lao-Tsé explica que el Tao en su Unidad es mínimo y absoluto, pero tras mutar y relativizarse da origen a la Dualidad, la cual se explicó anteriormente como Ser y No-Ser, pero así mismo, el mundo del Ser se subdivide en una consecuente tercera fase de esta mutación del Tao, originando así el Universo conocido, representado por Lao-Tsé como Cielo y Tierra, siendo éste el mundo fenoménico donde tras las posteriores mutaciones naturales consecuentes se originaron los diferentes elementos y los seres vivos, entre los cuales se encuentra el hombre. Tras la división del Tao, Lao-Tsé hace hincapié en el hecho de que toda la naturaleza es relativa y se sucede de cambios constantes dialécticamente complementarios, llamándole así a los dos aspectos opuestos y complementarios Yin y Yang, presentes en todo el devenir cósmico de la naturaleza, tanto en los orígenes metafísicos como en los seres vivos y el mundo fenoménico,[52] aplicándose así también para analizar todo lo existente, incluidos los aspectos sociales y humanos que Lao-Tsé estudia en su filosofía.

Lao-Tsé explica como Yin y Yang no son elementos confrontados, sino que sus características opuestas se complementan para conformar así la Totalidad del Tao, siendo que de esa forma, las mutaciones naturales permiten que lo asociado como Yin se vuelva Yang, y viceversa,[53] dando así el ritmo dialéctico que permite la fluidez natural de la Energía (Chi), la cual representa la vitalidad de lo existente, siendo de esa forma Yin y Yang la mecánica de funcionamiento dialéctico de la Energía, en otras palabras, la relatividad y el cambio natural que permite la fluidez de la Naturaleza, la cual obtiene armonía al hallar equilibrio entre sus dos aspectos opuestamente complementarios.[54] [55]

Tras mutar el Tao y cambiar constantemente la naturaleza, todo lo existente se ha creado, por lo que Lao-Tsé sostiene que todo es naturalmente Tao ya que el Tao es el origen común de todas las cosas.[56] Siendo así, todas las cosas funcionan en armonía con la naturaleza cuando cumplen la función natural que poseen dadas sus características, a las cuales Lao-Tsé se refiere como la Virtud (Te) que las cosas obtienen del Tao.[57] Con este sentido de Virtud como cualidad de cada forma existente para lograr su desempeño natural, Lao-Tsé explica que el orden natural de las cosas es seguir su desenvolvimiento nato, y no descarriarse en maneras contrarias a su comportamiento natural, ya que estas desequilibran la naturaleza y acaban por destruirla.[58] De esa forma Lao-Tsé habla de la Virtud en el hombre como el funcionamiento armonioso en pos de su naturaleza y su desenvolvimiento social, en contraste con el comportamiento rutinario forjado por ordenanzas impuestas artificialmente que resultan contradecir la naturaleza universalista que el hombre debería seguir naturalmente para perpetuar su bienestar en el mundo.[59] [60] [61]

Así, con este análisis cosmológico Lao-Tsé basa sus enseñanzas en el funcionamiento natural de las cosas, explicando que la naturaleza prosperó debido a sus constantes cambios evolutivos y a la no obstrucción de su desarrollo natural, mostrando esto como ejemplo para la vida del hombre, argumentando como las normas y tabúes impuestos no han de ser la propia naturaleza del hombre sino reglamentaciones artificiales impuestas por mandato jerárquico, siendo estas normativas restricciones que impiden al hombre desenvolverse con libertad y naturalidad para forjar un desarrollo próspero acorde a su naturaleza, por lo que la libertad que el hombre necesita sólo la alcanzará tras liberarse de las ataduras superficiales para así adoptar la forma de vida libre y sin restricciones, que le permitan desenvolverse armónicamente como la naturaleza enseña,[62] y de esa forma alcanzar el hombre la prosperidad para su vida y el desarrollo del bien común.

[editar] Véase también

[editar] Referencias

  1. Gaarder, Jostein; Hellern, Víctor; Notaker, Henry. El Libro de las Religiones. Madrid: Siruela, 2009. ISBN 978-84-9841-268-0.
  2. "子" en nciku
  3. Luo (2004). Pg 118.
  4. Kramer (1986). Pg 118.
  5. Kohn (2000). Pg 2.
  6. Kohn (2000). Pg 720.
  7. Drompp (2004). Pg. 254.
  8. Fowler (2005). Pg. 153
  9. Lao-Tze y el Tao-te Ching.
  10. Renovado interés por el pensamiento de Laotse.
  11. Tao Te King, Capítulo 1
  12. Tao Te King, Capítulo 4
  13. Tao Te King, Capítulo 14
  14. Tao Te King, Capítulo 5
  15. Tao Te King, Capítulo 6
  16. Tao Te King, Capítulo 25
  17. Tao Te King, Capítulo 51
  18. Tao Te King, Capítulo 21
  19. Tao Te King, Capítulo 25
  20. Tao Te King, Capítulo 34
  21. Tao Te King, Capítulo 6
  22. Tao Te King, Capítulo 54
  23. Tao Te King, Capítulo 25
  24. Tao Te King, Capítulo 32
  25. Tao Te King, Capítulo 1
  26. Tao Te King, Capítulo 2
  27. Tao Te King, Capítulo 11
  28. Tao Te King, Capítulo 2
  29. Tao Te King, Capítulo 40
  30. Tao Te King, Capítulo 8
  31. Tao Te King, Capítulo 51
  32. Tao Te King, Capítulo 1
  33. Tao Te King, Capítulo 23
  34. Tao Te King, Capítulo 25
  35. Tao Te King, Capítulo 40
  36. Tao Te King, Capítulo 30
  37. Tao Te King, Capítulo 8
  38. Tao Te King, Capítulo 5
  39. Tao Te King, Capítulo 79
  40. Tao Te King, Capítulo 53
  41. Tao Te King, Capítulo 57
  42. Tao Te King, Capítulo 58
  43. Tao Te King, Capítulo 36
  44. Tao Te King, Capítulo 40
  45. Tao Te King, Capítulo 42
  46. Tao Te King, Capítulo 39
  47. Tao Te King, Capítulo 51
  48. Tao Te King, Capítulo 42
  49. Tao Te King, Capítulo 18
  50. Tao Te King, Capítulo 40
  51. Tao Te King, Capítulo 25
  52. Tao Te King, Capítulo 42
  53. Tao Te King, Capítulo 2
  54. Tao Te King, Capítulo 28
  55. Tao Te King, Capítulo 42
  56. Tao Te King, Capítulo 52
  57. Tao Te King, Capítulo 51
  58. Tao Te King, Capítulo 18
  59. Tao Te King, Capítulo 19
  60. Tao Te King, Capítulo 20
  61. Tao Te King, Capítulo 38
  62. Tao Te King, Capítulo 32

[editar] Bibliografía

[editar] Enlaces externos

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