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TEMAS DE DEBATE: "LA TAUROMAQUIA"

Tauromaquia

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Tauromaquia en la Creta minoica.

La tauromaquia (del idioma griego ταῦρος, toro, y μάχομαι, luchar) se refiere a todo lo relativo a la práctica de lidiar toros, tanto a pie como a caballo, y se remonta a la Edad de Bronce. Su expresión más moderna y elaborada es la corrida de toros, un espectáculo que nació en España en el siglo XII y que se practica también en Portugal, sur de Francia y en diversos países de Hispanoamérica, como México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Panamá y Bolivia. Es también espectáculo de exhibición en China, Filipinas, Estados Unidos y Cuba. Las corridas de toros han despertado vivas polémicas desde sus mismos comienzos entre partidarios y detractores.

En sentido amplio, la tauromaquia incluye además todo el desarrollo previo al espectáculo como tal, desde la cría del toro a la confección de la vestimenta de los participantes, además del diseño y publicación de carteles y otras manifestaciones artísticas o de carácter publicitario, que varían de acuerdo a los países y regiones donde la tauromaquia es parte de la cultura nacional.

Historia [editar]

Antigüedad [editar]

El dios Mitra.

Esta actividad tiene antecedentes que se remontan a la Edad de Bronce, y se ha desarrollado a lo largo de siglos como una forma de demostración de valentía, al estilo de algunas tribus que aún practican ritos de paso de la niñez a la edad adulta.

En la antigua Roma se presentaban espectáculos con Uros (especie bovina extinta) que eran arrojados a la arena del circo para su captura y muerte por parte de algunos representantes de familias nobles, quienes mostraban así sus dotes de cazadores. También se arrojaban en manadas a los cristianos durante las ejecuciones públicas efectuadas en la época de la persecución; y además, se utilizaba a estos animales durante los enfrentamientos de gladiadores como entretenimiento adicional.

Edad Media [editar]

En época medieval comienza la práctica taurina del lanceo de toros, a la que se sabe eran aficionados Carlomagno y Alfonso X El Sabio, entre otros. Hay registros de la afición por esta práctica que El Cid tenía. Según crónica de la época, en 1128 "...en que casó Alfonso VII en Saldaña con Doña Berenguela la chica, hija del Conde de Barcelona, entre otras funciones, hubo también fiestas de toros."[1] [2]

Grabado de Goya, «Muerte del alcalde de Torrejón», Madrid (1815).

Estos espectáculos se presentaban en plazas públicas y lugares abiertos como parte de celebraciones de victorias bélicas, patronímicos y fiestas, con el consecuente riesgo que esto suponía para los espectadores (Goya ha retratado una de estas tragedias en su obra sobre la muerte del alcalde de Torrejón, arrollado y corneado por un toro).

Los primeros tratadistas dieron por buena una creencia popular y pensaron que los moros de España fueron los primeros en utilizar sus capas como instrumento de distracción durante la práctica de alancear a las reses. Sin embargo, esta opinión no cuenta hoy día con respaldo académico. Durante el siglo XVI evoluciona la tauromaquia hacia los encierros de varas (predecesora de las actuales corridas de rejones), en los que participaba la realeza; incluso Carlos I de Inglaterra y su lugarteniente Lord Buckingham participaron en este evento durante su estancia en España, tan a su gusto que repitieron luego la experiencia en su país, invitando a los embajadores de los reinos de Francia y España. Carlos I de España (no nacido en este país) lanceó un toro en la celebración del nacimiento de su hijo Felipe II.

Durante esta época la nobleza comienza a utilizar a sus peones y escuderos para distraer al toro mientras cambiaban algún caballo cansado o herido, o para rescatarlos de una caída. Con la aparición de los picadores en sustitución de las lanzas, para dar a los nobles, a lomo de caballo, el privilegio de matar al toro, estos peones y auxiliares adquieren la responsabilidad de llevar al toro al picador, con lo que evoluciona la faena de capote y adquiere valor estético. En muchas ocasiones, si el de a caballo no podía matar al toro, se delegaba la responsabilidad en los de a pie.

Toreo moderno [editar]

A partir del siglo XVII comienzan a surgir nombres entre los toreros de a pie, por su estilo y valor, además de la simpatía que a estos se les tenía por ser parte del mismo pueblo y no de la nobleza, siendo solicitados por el público para presentarse como evento principal.

Final del paseíllo en una corrida de toros.
Toro en una corrida.
Torero ejecutando un pase ayudado por bajo con la muleta.

Paulatinamente, el gusto del público se inclina por los toreros de a pie, y, si bien con extrañas variaciones, se van estableciendo a lo largo del siglo XVIII todos los elementos de las corridas modernas. De esta época son algunas de las primeras figuras conocidas del toreo, como "Costillares", Pepe-Hillo y Pedro Romero.

Ya en el siglo XIX, toreros como "Paquiro", "Cúchares", "Lagartijo" y "Frascuelo", fueron quienes dieron a la corrida la estructura definitiva que tiene hasta la actualidad.

Siglo XX [editar]

En la década de 1910 a 1920 se desarrolla la llamada Época Dorada de la tauromaquia, protagonizada por la rivalidad profesional entre Juan Belmonte y José Gómez (conocido como "Gallito" o "Joselito"), que inauguraron el camino hacia el toreo moderno.

Posteriormente a la Guerra Civil Española se produce un auge en el mundo taurino, especialmente gracias al surgimiento de la figura de Manolete, para muchos el más vertical de los toreros en la historia; a este auge siguen figuras como Luis Miguel Dominguín, el mexicano Carlos Arruza, Pepe Luis Vázquez y Agustín Parra "Parrita". Si bien esta época se cierra con el fallecimiento de Manolete en la llamada Tragedia de Linares, surge entonces otra famosa rivalidad que apasiona al mundo taurino, la de Dominguín y Antonio Ordóñez.

Ya en los años cincuenta se alza la figura de particular elegancia del venezolano César Girón, quien lidera en dos ocasiones, (1954 y 1956), el escalafón taurino en España, hazaña que repetiría su hermano Curro en 1959 y 1961. Destacan en los años sesenta, además del mencionado Curro Girón, toreros como Paco Camino, El Viti y Diego Puerta, además de la sensación que causó el surgimiento del poco ortodoxo y revolucionario, pero muy triunfador, Manuel Benítez "El Cordobés". Las décadas de los setenta y ochenta son las de mayor expansión comercial del mundo de los toros, llegando a haber corrida incluso en el Astrodome de Houston, con la participación de El Cordobés. Las grandes figuras de esta época son: José Mari Manzanares, Pedro Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea", Dámaso González, Silverio Pérez, Francisco Rivera "Paquirri", El Yiyo, Antoñete y Juan Antonio Ruiz "Espartaco", líder de la estadística en forma consecutiva desde 1985 hasta 1991.

Actualidad [editar]

Las nuevas figuras del toreo presentan gran diversidad en su estilo y proyección; personalidades tan particulares como Enrique Ponce y César Rincón —de toreo clásico—, Jesulín de Ubrique, Julián López "El Juli", José Tomás, "El Cid", Francisco Rivera Ordóñez, Cayetano Rivera Ordóñez, Miguel Ángel Perera, Leonardo Benítez, Javier Conde, Morante de la Puebla y el francés Sebastián Castella, son quienes han llevado el toreo al siglo XXI.

Entorno [editar]

Además de la corrida en sí, la tauromaquia incluye la crianza y conocimiento de los toros (denominación de los mismos de acuerdo a su pelaje, cornamenta, comportamiento, porte, etcétera).

Artículo principal: Toro de lidia

Incluye además lo concerniente a la confección de la ropa del matador y demás participantes dentro del espectáculo, así como las manifestaciones artísticas relacionadas con la actividad (confección de carteles, entre otras).

La tauromaquia es una parte considerable de la cultura en los países donde se practica; en algunos de ellos, como España, Francia, México, Colombia, Ecuador y Venezuela, es considerada parte integral de la cultura nacional; es definida como arte en el diccionario de la Real Academia Española.[3]

Picador.
Novillero ejecutando un pase al natural con la muleta en Alcalá la Real, Jaén, España.

Corrida de toros [editar]

Artículo principal: Corrida de toros

En la actualidad, la actividad más conocida de la tauromaquia es la corrida de toros. En consecuencia, con la consideración de cómo se lleve la responsabilidad de la lidia y muerte del toro (si el torero va a pie o a caballo), existen dos tipos de corridas de toros; de toreros a pie y de toreros a caballo (de rejones o rejoneadores).

Normalmente, una corrida se desarrolla en tres partes, llamadas tercios, en las cuales el toro es lidiado respectivamente por los picadores, "que, montando un caballo protegido por un peto, utilizan una vara con una puya para castigar al toro"; los banderilleros, "quienes se encargan del auxilio al matador, bregan al toro y adornan al toro colocando pares de banderillas (generalmente son tres pares)"; y el último tercio, y el más importante, el de muerte, en el que el torero lidia al toro ayudado con la "muleta" y el "ayudado" (espada de madera o de aluminio), que sostiene con la mano derecha. El torero principalmente empieza a medir la distancia del toro, lo que se llama "terreno", para empezar a cuajar su faena, hasta empezar a meterle la cabeza en cada suerte o engaño; después coloca al burel con los cuartos delanteros parejos, para que se abra y no pinche en hueso; eso es para asegurar la estocada, y, si es correcta, a petición del presidente y el respetable, se cortan los trofeos.

El presidente es quien recompensa la actuación del torero. Al término de la lidia, el presidente enseña un pañuelo de color blanco, si el premio de la faena es para una oreja, y dos pañuelos para dos trofeos. Al principio de ella también puede enseñar un pañuelo verde si el toro no es apto para torear (cojo, cuerno mal, etc.), o uno naranja para indultarlo si el toro es de gran calidad. La opinión del público es posiblemente de más peso para los participantes: ha habido corridas en donde el público saca en hombros al torero sin que el juez haya concedido siquiera la oreja, o por el contrario: premios del presidente a pesar del descontento de los asistentes.

Participantes en una corrida de toros [editar]

Festejos populares [editar]

Festejos populares en España [editar]

El toro de fuego [editar]

Artículo principal: Toro de fuego

El Toro de fuego es un armazón metálico, que imita la forma de un toro, sobre cuyo espinazo se coloca un bastidor con elementos pirotécnicos. Muy utilizado en festejos de pueblos de España.

Es transportado por una persona, que tras encender una mecha, corre persiguiendo a la gente asustándoles con las chispas que van soltando sus diferentes elementos.

Este mismo juego popular es utilizado también en Paraguay y es conocido cono el "Toro Candil". Es típico de las Fiestas de San Juan.

El toro ensogado [editar]

Se celebran fiestas en honor a San Marcos, con el toro ensogado como protagonista. Los días 23, 24 y 25 de abril en el municipio de Beas de Segura, (Jaén), con una tradición de más de 400 años. declarada recientemente la fiesta de “interés turístico nacional andaluz”,

Bous al carrer [editar]

Artículo principal: Toro embolado

El Toro embolado en un festejo tradicional de España, en el que se colocan a un Toro en sus astas dos bolas de fuego. No se conocen realmente sus orígenes, pero junto a otros festejos taurinos en los que no se le da muerte al animal pueden tener su origen en la civilización minoica. Como se recogen en muchos frescos y cerámicas. La zona de mayor actividad se encuentra en la comunidad valenciana, actualmente se está intentado regular dichas actividades, acogiéndose con el calificativo de Bous al carrer. También en otras regiones existen festejos similares como el El Toro de Ronda en Aragón.

Festa do boi [editar]

A Festa do Boi de Allariz es un festejo que se celebra el día de Corpus Christi y consiste en soltar un buey que recorre las calles de esta población de Galicia.

Sokamuturra [editar]

Los encierros [editar]

Artículo principal: Encierros

El encierro consiste en correr delante de una manada no muy numerosa de toros, vaquillas o novillos, entre los que puede haber también cabestros que dirijan a la manada. Por lo general, los mejores corredores intentan correr lo más cerca posible de los toros, pero sin llegar a tocarlos.

Las capeas [editar]

Festejos taurinos populares que suelen celebrarse en muchos pueblos de España. El recinto donde tienen lugar suele ser una plaza del pueblo cerrada con carros u otras barreras provisionales. Por regla general las reses que se lidian son erales o vaquillas, pero en algunas ocasiones se han lidiado también cuatreños.

El toreo cómico [editar]

Los concursos de recortes [editar]

Artículo principal: Concurso de recortes

Los concursos de recortes están formados por jóvenes que se enfrentan a cuerpo limpio y por turnos a animales en puntas, con el fin de arrimarse al máximo al asta del mismo para alzarse con el primer puesto.

Festejos populares en Francia [editar]

Corrida camarguesa [editar]

Las corridas camarguesas o corridas a la "cocarde" (Course Camarguaise) son festejos que tienen lugar en las plazas de toros de los pueblos de Languedoc-Rousillon.

Corrida landesa [editar]

La corrida landesa es un espectáculo basado en saltos y recortes en el cual las vaquillas salen emboladas, era el divertimento tradicional de los gascones.

Festejos populares en Portugal [editar]

Los forcados [editar]

Artículo principal: Forcados

Suerte típica del toreo portugués, llevada a cabo por los pegadores o mozos de forcado, quienes trabajan en cuadrillas de 8 elementos y la corrida termina cuando toman e inmovilizan al toro sin más implemento que las manos.

Festejos populares en América [editar]

La corrida luso-californiana [editar]

Las comunidades portuguesas asentadas en el estado de California en Estados Unidos han conservado las corridas de toros al estilo portugués aunque haciendole algunas modificaciones. En las corridas californianas no hay derrame de sangre, por lo que son llamadas Bloodless bullfight por ende no se pica, no se le clavan banderillas al lomo del animal ni se le da muerte en el ruedo. El toro lleva un velcro sobre su lomo por lo que las banderillas van adheridas allí, por lo demás son iguales a una corrida portuguesa, incluso grandes toreros europeos o americanos (mexicanos particularmente) torean anualmente en las plazas californianas.

Las corralejas de Colombia [editar]

La Corraleja es una fiesta popular de Colombia, donde en una plaza de toros se torean varios novillos a la vez.

El toro y el cóndor del Perú [editar]

Esta fiesta taurina es una costumbre importada por los españoles, pero modificada por los lugareños de la región de Apurímac, en los Andes. El festejo, conocido como Yáwar Fiesta ("Fiesta de Sangre" en quechua)., tiene lugar en el mes de julio y se suele interpretar como una celebración de la expulsión de los conquistadores españoles por los peruanos, aun cuando no existe un consenso académico definitivo sobre su simbología y función. Para ello colocan a un cóndor salvaje a lomos de un toro pullcay, previamente inmovilizado con una cuerda. Una vez bien asegurado, cortan la cuerda y el toro sale rabioso, dando saltos, al sentir los fuertes picotazos del cóndor. Cuando el toro queda agotado, liberan al ave, y, tras homenajearlo, lo devuelven a las montañas. Si el cóndor no sobrevive al festejo, se considera de mal augurio. Esta celebración ha sido retratada por el escritor peruano José María Arguedas en una novela titulada, precisamente, "Yawar Fiesta".

La tauromaquia como parte de la cultura [editar]

Mosaik, por Bernard Sandoz (1909).

La fiesta taurina es de difícil explicación si no se admite su aspecto ancestral, tradicional y popular, además que el aspecto ritual fue la antesala del cultural. La cultura que ha cubierto siempre el discurrir histórico de la fiesta, da idea de su importancia: los toros de Goya, son diferentes a los de Picasso, y éstos a su vez diferentes de los de Manet o Lucas Villamil. La tauromaquia es ejercicio de múltiple comprensión, y puede ser admirada o criticada, pero sus componentes, ya citados, le permiten perdurar en el tiempo y generar amplio debate a su alrededor. De hecho el gobierno de España, a través del Ministerio del Interior, hace clara referencia al aspecto cultural de las corridas de toros en su reglamentación de las escuelas taurinas: "Para fomento de la fiesta de toros, en atención a la tradición y vigencia cultural de la misma, podrán crearse escuelas taurinas para la formación de nuevos profesionales taurinos y el apoyo y promoción de su actividad."[4]

El filósofo José Ortega y Gasset explicaba que era impensable estudiar la historia de España sin considerar las corridas de los toros.[5] Si muchos de los escritores y filósofos de la generación del 98, no gustaban de las corridas de toros, era porque la culpaban del atraso de la sociedad española. Así, Unamuno explicaba que no le gustaban las corridas, no porque fuese un espectáculo cruento, sino porque se perdía mucho tiempo hablando de ella y esto explicaba la formación cultural de sus espectadores. Ortega y Gasset, en su obra La caza y los toros, se extrañaba de que el toreo, siendo un ejercicio callado diese tanto que hablar. Posteriormente, la generación del 27 en su mayoría fue amante de la fiesta, sobre la cual escribieron, pintaron y esculpieron. Vale citar las palabras con las que Federico García Lorca manifestaba su abierto apoyo y gusto por la tauromaquia: "El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo".[6] [7]

Ortega y Gasset, al igual que otros autores como el académico José María de Cossío, realizaba un paralelismo entre las corridas de toros y la historia de España:

Afirmo de la manera más taxativa que no puede comprender bien la Historia de España, desde 1650 hasta hoy, quien no se haya cimentado con rigorosa construcción la historia de las corridas de toros en el sentido estricto del término, no de la fiesta de toros que, más o menos vagamente, ha existido en la Península desde hace tres milenios, sino lo que nosotros actualmente llamamos con ese nombre. La historia de las corridas de toros revela algunos de los secretos más recónditos de la vida nacional española durante casi tres siglos. Y no se trata de vagas apreciaciones, sino que, de otro modo, no se puede definir con precisión la peculiar estructura social de nuestro pueblo durante esos siglos, estructura social que es, en muy importantes órdenes, estrictamente inversa de la normal en las otras naciones de Europa.

Otros intelectuales contemporáneos, como Enrique Tierno Galván, subrayaron, en abierta contradicción con los del 98, el carácter socialmente pedagógico de la tauromaquia: "Los toros son el acontecimiento que más ha educado social, e incluso políticamente, al pueblo español". Y abundaba en el refinamiento del gusto artístico que supone para sus aficionados:

El espectador de los toros se está continuamente ejercitando en la apreciación de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto, de lo bello y de lo feo. El que va a los toros es exactamente lo contrario de aquel aficionado a los espectáculos, de quien dice Platón que no tolera que le hablen de la belleza en sí, de la justicia en sí y de otras cosas semejantes. El espectador de los toros no es un mero, un simple aficionado a lo espectacular, ni tampoco exclusivamente un entusiasta de la exaltación embriagadora, es, mejor que todo esto un amante del conjunto del cual, en cuanto acontecimiento, es parte necesaria.
Los toros acontecimiento nacional, E. Tierno Galván
Cartel del festejo taurino del 15 de agosto de 1934 que se celebró en Villafranca de la Sierra (Ávila, España).

Una larga lista de escritores de varios países ha escrito exaltando el toreo como una parte importante del alma de sus pueblos. Entre los artistas vivos que defienden el toreo se encuentra el peruano Mario Vargas Llosa, el escultor y pintor colombiano Fernando Botero y el escultor y pintor mexicano Humberto Peraza.

Entre los partidarios de la tauromaquia se encuentran también Francisco de Goya (si bien tuvo, al parecer, una postura ambivalente con respecto a los espectáculos taurinos), Nicolás Fernández de Moratín, Valle-Inclán. Filósofos como Fernando Savater o Enrique Tierno Galván, y artistas como Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat, aducen que estas críticas de los antitaurinos obedecen a la ignorancia, ya que el toro de lidia vive en libertad en su hábitat natural y, sin las corridas, no solo se extinguiría el toro bravo, sino el propio ecosistema en que se desenvuelve (las dehesas), sin embargo hay alegatos que refieren a que estas pueden ser protegidas por ley sin la necesidad de criar toros. Otros defensores del toreo, como el catedrático Andrés Amorós, argumenta que nadie ama más al toro que un buen aficionado a las corridas: «nadie admira más su belleza, nadie exige con más vehemencia su integridad y se indigna con mayor furia ante cualquier maltrato, desprecio o manipulación fraudulenta.»[8]

Las corridas de toros son también una importante actividad económica, que es una fuente de empleos y genera cuantiosos ingresos, principalmente por venta de entradas y derechos de televisión. Los festejos populares que organizan los ayuntamientos, coincidiendo con sus fiestas patronales (o con cualquier otra celebración), generan también un movimiento económico muy importante y moviliza una gran infraestructura (ganaderías, transportes, seguros, médicos y ambulancias, bandas de música, fuegos artificiales, cartelería...): se estima que en los pueblos de España se celebran unas 20.000 celebraciones taurinas al año, y se lidian unas 100.000 reses, lo que supone un gasto de unos 140 millones de euros anuales para que los toros corran por sus calles.

Por último, vale añadir que en Francia las corridas de toros dependen del Ministerio de Cultura, a diferencia de España, en donde dependen del Ministerio del Interior, lo que puede ser indicador de una mayor sensibilidad cultural en Francia con respecto a la tauromaquia.

Antitaurinos [editar]

Artículo principal: Antitauromaquia

Existen grupos denominados antitaurinos que consideran que el toreo es una práctica de crueldad que atenta contra los derechos de los animales, y que no puede ser considerada ni una manifestación cultural, artística ni deportiva.[9] Existen varias asociaciones que se dedican a este tipo de reivindicaciones, siendo PETA la más conocida. En España existe incluso un partido político denominado Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal.

 

Sobre la Tauromaquia:

http://es.wikipedia.org/wiki/Tauromaquia

1 comentario

petalofucsia -

¿Vitorear la muerte de un toro es algo relacionado con nuestro primitivo instinto de caza?

Si sentimos rechazo hacia el toro como hacia la serpiente, ¿por qué se disfruta con esto?

Puse unas imágenes sobre pinturas rupestres en Altamira que son ilustrativas de escenas de caza.