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Historia18

HISTORIA18: EL JUICIO DE PARIS. El Juicio de Paris es una historia de la mitología griega en la cual se encuentra el origen legendario de la Guerra de Troya.

Juicio de Paris

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Para otros usos de este término, véase Juicio de Paris (desambiguación).
El juicio de Paris, Peter Paul Rubens, ca 1638-1639 (Museo del Prado, Madrid).
El juicio de Paris. Pintura de Enrique Simonet de 1904.
El Juicio de Paris en una cerámica del siglo VI a. C.

El Juicio de Paris es una historia de la mitología griega en la cual se encuentra el origen legendario de la Guerra de Troya.

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Fuentes

Como con muchos relatos mitológicos, los detalles varían de una fuente a otra. La historia es mencionada con indiferencia por Homero (Ilíada, XXIV, 25–30) como un elemento mítico con el que sus oyentes estaban familiarizados, y fue desarrollada en las Ciprias, una obra perdida del ciclo troyano, de la que sólo se conservan fragmentos. Es narrada con más detalle por Ovidio (Heroidas, xvi.71ff, 149–152 y v.35f), Luciano (Diálogos de los dioses, 20) e Higinio (Fábulas, 92), todos ellos posteriores y con agendas escépticas, irónicas o popularizadoras. Eurípides lo menciona en algunas de sus tragedias (Andrómaca, 284; Helena, 676). Pero apareció sin palabras sobre el cofre votivo de marfil y oro del tirano del siglo VII a. C. Cípselo en Olimpia, que era descrito por Pausanias con

Hermes llevando a Alejandro el hijo de Príamo las diosas cuya belleza ha de juzgar, siendo la inscripción sobre ellos: «Aquí está Hermes, quien indica a Alejandro que debe decidir sobre la belleza de Hera, Atenea y Afrodita

Este tema fue del agrado de los pintores de cerámica de figuras rojas tan temprano como el siglo VI a. C.[1]

El mito

Ilustración de la manzana de la discordia con la inscripción καλλιστι kallisti, ‘para la más bella’.

El mito comienza con las bodas de Tetis y Peleo. Así las describiría el autor romano Ovidio en sus Metamorfosis:

En efecto, el anciano Proteo había dicho a Tetis: “diosa del mar, concibe; serás madre de un joven que en sus años de fortaleza superará las hazañas de su padre y será llamado más importante que él”. Así pues, para que el mundo no tuviese nada mayor que Júpiter, aunque en su pecho había sentido unos fuegos nada tibios, Júpiter evitó la unión con la marina Tetis y ordenó a su nieto el Eácida que los sustituyera en sus deseos y que vaya a unirse a la doncella marina[…] Allí se adueña de ti Peleo, cuando yacías vencida por el sueño y, puesto que tú, pretendida con súplicas, lo rechazas, intenta la violencia anudando tu cuello con ambos brazos; y, si no hubieses recurrido a tus acostumbradas artes cambiando muy a menudo tu figura, él habría salido victorioso en su osadía; pero tú unas veces eras un ave (sin embargo, él sujetaba el ave), otras eras un pesado árbol: Peleo se adhería al árbol; la tercera forma fue la de una moteada tigresa: aterrorizado el Eácida soltó aquellos brazos del cuerpo. Y éste adora a los dioses del mar con vino vertido sobre las aguas con entrañas de ganado y con humo de incienso, hasta que el vate de Cárpatos le dijo desde la mitad del abismo: “Eácida, conseguirás la boda deseada; tú al punto, cuando descanse dormida en la helada cueva, sujétala sin que se dé cuenta con lazos y con una fuerte cadena. Y que no te engañe adoptando cien figuras, antes bien oprime tú cualquier cosa que sea hasta que vuelva a adquirir la forma que fue antes”. Estas cosas había dicho Proteo y escondió su rostro en el agua y lanzó sus olas sobre las últimas palabras. Titán estaba próximo al ocaso y ocupaba el mar Hesperio con el carro que había descendido, cuando la hermosa nereida, abandonando el mar, penetra en su acostumbrado lugar de descanso. Apenas se había adueñado Peleo de los miembros virginales, ella adopta nuevas formas, hasta que se da cuenta de que sus miembros están sujetos y sus brazos extendidos en diferentes direcciones; entonces por fin lanzó un gemido y dice: “Vences no sin la voluntad de los dioses”, y se mostró como Tetis. El héroe abraza a la que se declara vencida, y se adueña de sus deseos y la llena del gran Aquiles.

Eris o Eride, la diosa de la Discordia, molesta por no haber sido invitada a las bodas de Peleo, a la que habían sido convidados todos los dioses, urdió un modo de vengarse sembrando la discordia entre los invitados: se presentó en el sitio donde estaba teniendo lugar el banquete, y arrojó sobre la mesa una manzana de oro, que habría de ser para la más hermosa de las damas presentes. Tres diosas (Atenea, Afrodita y Hera) se disputaron la manzana produciéndose una gran confusión y disputa, que hubo de intervenir el padre de todos los dioses, Zeus (Júpiter en la mitología romana). Zeus decidió encomendar la elección a un joven mortal llamado Paris, que era hijo del rey de Troya. El dios mensajero, Hermes (Mercurio), fue enviado a buscarlo con el encargo del Juicio que se le pedía; localizó al príncipe-pastor y le mostró la manzana de la que tendría que hacer entrega a la diosa que considerara más hermosa. Precisamente por eso lo había elegido Zeus; por haber vivido alejado y separado del mundo y de las pasiones humanas. Así, se esperaba de él que su juicio fuera absolutamente imparcial.

Cada una de las diosas pretendió convencer al improvisado juez, intentando incluso sobornarlo. La diosa Hera, esposa de Zeus, le ofreció todo el poder que pudiera desear, o, también, el título de Emperador de Asia; Atenea, diosa de la inteligencia, además de serlo de la guerra, le ofreció la sabiduría o, según otras versiones, la posibilidad de vencer todas las batallas a las que se presentase; Afrodita, le ofreció el amor de la más bella mujer del mundo. Se distinguen varias versiones sobre la desnudez o no de las diosas: una primera que indica que todas se desnudaron para mostrar así su belleza al mortal; una segunda que indica que únicamente lo realizó Afrodita para demostrar así su belleza y por ello ganó; y una última que niega esta posibilidad del desnudo de las diosas.

Paris se decidió finalmente por Afrodita, y su decisión hubo de traer graves consecuencias para su pueblo, ya que la hermosa mujer por la que Afrodita hizo crecer el amor en el pecho de Paris, era Helena, la esposa del rey de Esparta, Menelao; en ocasión del paso de Paris por las tierras de este rey, y después de haber estado una noche en su palacio, Paris raptó a la bella Helena y se la llevó a Troya.

Esto enfureció a Menelao y éste convocó a los reyes aqueos como Agamenón, su hermano, que fue nombrado comandante en jefe; Odiseo, que, inspirado por Atenea, fue el que ideó el caballo de madera con el que la expedición aquea pudo por fin tomar Troya y Aquiles, entre muchos otros, para ir a recuperar a Helena o, si fuese necesario, pelear por ella en Troya, hecho que glosa Homero en la Ilíada.

Interpretaciones

El relato puede ser visto como una serie racionalizada de causas y consecuencias episódicas que ha sido desarrollada para encajar dentro de un marco temporal humano y para explicar un momento de epifanía que ocurre fuera del tiempo en un momento suspendido que los artistas intentaron recapturar en un icono: un mortal felizmente afortunado se enfrenta a una trinidad de diosas y un regalo transcendente, la «manzana», es intercambiado. El relato parece ser el resultado de interpretar una imagen icónica arcaica representando el momento extático, que lógicamente debe haber sido precedido por la historia inventada para explicarlo. En el nivel cultural arcaico anterior al relato, regalos de este tipo, como la granada que la diosa ofrece en los sellos minoicos, proceden de la diosas. El relato clásico del Juicio de Paris es un ejemplo de inversión mítica, en la que la manzana pasa a ser de él para recompensar. Alternativamente, visto puramente como narrativa, tal como se relata en la Mitología de Bulfinch, es simplemente un episodio amoral en el que la causa de una sangrienta guerra gira en torno a una aventura trivial, para deshonor de los griegos.

El mitema del Juicio de Paris ofreció naturalmente a los artistas la oportunidad de retratar tres mujeres desnudas idealmente hermosas, como en una especie de concurso de belleza, pero el mito, al menos desde Eurípides, trata más sobre la elección de los dones que cada diosa personifica: el subtexto del soborno es irónico y un ingrediente posterior.

En cada alusión al Juicio de Paris o versión del mismo, un aspecto de la estancia de Paris como pastor exiliado que nunca se relaciona con la explicación del momento crucial es su relación con la nutricia ninfa del monte Ida, Enone.

Bibliografía

Referencias

  1. Kerényi, 1959, fig. 68.

Enlaces externos

HISTORIA18: LA MANZANA DE LA DISCORDIA. La manzana de la discordia es una referencia a la manzana dorada de la discordia que, según la mitología griega, la diosa Eris (Ερις, ‘disputa’) destinó ‘para la más bella’ en la boda de Peleo y Tetis, encendiendo una egomaníaca disputa entre Hera, Atenea y Afrodita que terminaría llevando a la Guerra de Troya (para la historia completa, véase «Juicio de Paris»). Así, la «manzana de la discordia» se convirtió en el eufemismo para el centro, núcleo o quid de un argumento, o para un asunto menor que podía llevar a una gran disputa.

Manzana de la discordia

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La manzana de la discordia es una referencia a la manzana dorada de la discordia que, según la mitología griega, la diosa Eris (Ερις, ‘disputa’) destinó ‘para la más bella’ en la boda de Peleo y Tetis, encendiendo una egomaníaca disputa entre Hera, Atenea y Afrodita que terminaría llevando a la Guerra de Troya (para la historia completa, véase «Juicio de Paris»). Así, la «manzana de la discordia» se convirtió en el eufemismo para el centro, núcleo o quid de un argumento, o para un asunto menor que podía llevar a una gran disputa.

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[editar] Usos derivados

Debido a su actuación, la diosa romana equivalente a la griega Eris fue bautizada Discordia. Además, en alemán y neerlandés esta expresión se usa coloquialmente muy a menudo, literalmente en neerlandés (Twistappel) y como ‘manzana de la riña’ (Zankapfel) en alemán.

La «manzana de la discordia» barcelonesa.

En el Ensanche barcelonés hay una manzana apodada «manzana de la discordia» debido a que presenta las tres interpretaciones diferentes de la arquitectura modernista: la Casa Batlló de Antoni Gaudí, la Casa Lleó Morera de Lluís Domènech i Montaner y la Casa Amatller de Josep Puig i Cadafalch.

[editar] Kallisti

[editar] Etimología

Kallisti es la palabra griega inscrita en la manzana dorada de la discordia por Eris, que significa ‘para la más bella’ o ‘para la más hermosa’.

En griego antiguo, la palabra es καλλίστῃ, kallistē(i) (el dativo singular del superlativo femenino de καλός, ‘bello’). En griego moderno es καλλίστη kallisti, y en latín pulcherrimae.

[editar] Discordianismo

La palabra kallisti se ha convertido en el principal símbolo del Discordianismo, una religión moderna. En textos no filológicos (como los discordianos) la palabra suele deletrearse καλλιστι. La mayoría de las versiones de los Principia Discordia la deletrean καλλιχτι, lo que es incorrecto: en la edición de 1979 de Loompanics, Gregory Hill dice que se debió a que en la máquina de escribir IBM que usaba no todas las letras griegas coincidían con las latinas, y no sabía lo suficiente como para advertir el error.

[editar] Otros usos

  • Kallisti (Καλλίστη) es también un nombre antiguo de Santorini.

[editar] Véase también

HISTORIA18: HESPÉRIDES. En la mitología griega las Hespérides (en griego antiguo Ἑσπερίδες) eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado cerca de la cordillera del Atlas en el Norte de África al borde del Océano que circundaba el mundo. Hay otra variante de la historia en la que Heracles era la única persona que robaba las manzanas (además de Perseo), si bien Atenea las devolvía luego a su lugar correcto en el jardín. Eran consideradas por algunas las mismas «manzanas de dicha» que tentaron a Atalanta, frente a la «manzana de la discordia» usada por Eris para provocar un concurso de belleza en el Olimpo (que terminaría dando lugar a la Guerra de Troya).

Hespérides

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Para el buque de la Armada Española, véase Hespérides (A-33).
El jardín de las Hespérides de Frederic Leighton (1892).

En la mitología griega las Hespérides (en griego antiguo Ἑσπερίδες) eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado cerca de la cordillera del Atlas en el Norte de África al borde del Océano que circundaba el mundo.[1]

Según el poeta griego siciliano Estesícoro, en su poema la Canción de Gerión, y el geógrafo griego Estrabón, en su libro Geografía (volumen III), las Hespérides estaban en Tartessos, un lugar situado en el sur de la península Ibérica.

Para la época romana, el Jardín de las Hespérides había perdido su lugar arcaico en la religión, reduciéndose a una convención poética, forma en la fue resucitado en la poesía renacentista, para aludir tanto a un jardín como a las ninfas que moraban allí.

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[editar] Las ninfas del atardecer

Normalmente las Hespérides eran tres en número, como otras tríadas griafas (las Cárites o las Moiras). «Como las propias Hespérides son meros símbolos de los dones que encarnan las manzanas, no pueden ser actores en los dramas humanos. Sus nombres abstractos e intercambiables son un síntoma de su impersonalidad», señaló Evelyn Harrison.[2] Entre los nombres que recibían están Egle (‘brillo’ o ‘esplendor’), Aretusa, Eritia (o Eriteis), Hesperia (alternativamente Hespereia, Héspere, Héspera, Hesperusa o Hesperetusa), Lípara, Astérope y Crisótemis, como aparece en una escena de la apoteosis de Heracles/Hércules en una hidria del siglo V de Midias, actualmente en Londres.[3] A veces se las llamaba Doncellas de Occidente, Hijas del Atardecer o Erythrai, ‘Diosas del Ocaso’, todas ellas designaciones aparentemente ligadas a su imaginada situación en el distante oeste. Hésperis es apropiadamente la personificación del atardecer (como Eos es la del amanecer) y la estrella vespertina es Héspero. Además de cuidar del jardín, se decía que obtenían gran placer al cantar.

A veces eran retratadas como las hijas vespertinas de Nix (la Noche), tanto sola[4] como con Érebo (la Oscuridad),[5] de la misma forma que Eos en el más lejano este, la Cólquida, era la hija del titán solar Hiperión. Según otras fuentes eran hijas de Atlas o de Zeus y bien Hésperis o Temis, o de Forcis y Ceto.

Eritía (‘la roja’) era una de las Hespérides. Este nombre se aplicaba a la isla cercana a la costa del sur de Hispania que fue la ubicación de la colonia púnica original de Gades (actual Cádiz). Plinio el Viejo recoge sobre esta isla de Gades: «En el lado que mira hacia Hispania, a unos 100 pasos de distancia, hay otra isla larga, de unas 3 millas de ancha, sobre la que estuvo la ciudad original de Gades. Por Éforo y Filístides es llamada Eritea, por Timeo y Sileno Afrodisias, y por los nativos la Isla de Juno.»[6] La isla era el hogar de Gerión, que fue derrotado por Heracles.

[editar] El Jardín de las Hespérides

El Jardín de las Hespérides es el huerto de Hera en el oeste, donde un único árbol o bien toda una arboleda daban manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad. Los manzanos fueron plantados de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con Zeus. A las Hespérides se les encomendó la tarea de cuidar de la arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas. Como no confiaba en ellas, Hera también dejó en el jardín un dragón de cien cabezas llamado Ladón como custodio añadido.

[editar] El undécimo trabajo de Heracles

Heracles robando las manzanas del Jardín de las Hespérides. Detalle del mosaico de los trabajos de Hércules de Liria (Valencia), en el M.A.N.

Después de que Heracles completase sus primeros diez trabajos, Euristeo le asignó dos más afirmando que no contaban ni el de la Hidra (porque le había ayudado Yolao) ni el de los establos de Augías (porque fue pagado por él, o porque los ríos hicieron el trabajo). El primero de estos dos trabajos adicionales fue robar las manzanas del Jardín de las Hespérides. Heracles capturó primero al anciano del mar (halios geron),[7] el dios marino que cambiaba de forma, para saber dónde estaba ubicado dicho jardín.[8]

En algunas variantes Heracles conoce al principio o al final de su trabajo a Anteo, quien era invencible siempre que estuviese en contacto con su madre, Gea, la Tierra. Heracles lo mató sujetándolo en vilo y aplastándolo con un fuerte abrazo.[9]

Heródoto afirma que Heracles se detuvo en Egipto, donde el rey Busiris decidió hacer de él su sacrificio anual, pero Heracles rompió sus cadenas.

Llegando finalmente al Jardín de las Hespérides, Heracles engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro ofreciéndose a sujetar el cielo mientras iba a buscarlas (Atlas podría tomarlas en esta versión porque era el padre de las Hespérides o tenía algún parentesco con ellas). Al volver, Atlas decidió no aceptar los cielos de vuelta, y en su lugar se ofreció a llevar las manzanas a Euristeo él mismo, pero Heracles volvió a engañarlo aceptando quedarse en su lugar a condición de que Atlas sujetase el cielo un momento para ponerse su capa más cómodamente. Atlas accedió, y entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó. Según una versión alternativa, Heracles habría matado a Ladón.

Hay otra variante de la historia en la que Heracles era la única persona que robaba las manzanas (además de Perseo), si bien Atenea las devolvía luego a su lugar correcto en el jardín. Eran consideradas por algunas las mismas «manzanas de dicha» que tentaron a Atalanta, frente a la «manzana de la discordia» usada por Eris para provocar un concurso de belleza en el Olimpo (que terminaría dando lugar a la Guerra de Troya).

[editar] En el Renacimiento

Con el resurgimiento de las alusiones clásicas en el Renacimiento, las Hespérides volvieron a su posición destacada, y el propio jardín tomó el nombre de sus ninfas: Robert Greene escribió sobre «el temible Dragón ... que vigilaba el jardín llamado Hespérides».[10] Shakespeare insertó la rima cómicamente insistente «is not Love a Hercules, Still climbing trees in the Hesperides» (‘no es el Amor un Hércules, Aún trepando árboles en el Hespérides’) en Trabajos de amor perdidos[11] y John Miltron mencionó a las «señoras del Hespérides» en El paraíso recobrado.[12]

[editar] Véase también

[editar] Notas

  1. La confusión del Jardín de las Hespérides con la igualmente idílica [[Arcadia (poesía)|]] es moderna, combinando The Countess of Pembroke's Arcadia de Sir Philip Sidney y Hesperides de Robert Herrick: ambos fueron vistos por los poetas renacentistas como oasis de dicha, pero sin relación con los griegos. El desarrollo de Arcadia como ubicación imaginaria para la poesía bucólica es la contribución de Teócrito a la cultura helenística.
  2. Harrison, Evelyn B. (enero de 1964). «Hesperides and Heroes: A Note on the Three-Figure Reliefs». Hesperia 33 (1): pp. 79–80.
  3. Ilustrada en Harrison (1964) lámina 13. Más allá del grupo se sienta Higía, quizá dando lugar a la impresión errónea de que había cuatro Hespérides. A veces solo se representaban dos junto a Heracles cuando la simetría de una composición así lo exigía, como en los llamados «relieves de tres figuras». Un buen estudio de las representaciones de las Hespérides en las vasijas del siglo IV está en Metzler, Dieter (1951). Les representations dans la céramique attique du IVe siècle. pp. 204–10.
  4. Hesíodo, Teogonía 215.
  5. Higino, Fábulas pref.; Cicerón, De natura deorum iii.44.
  6. Plinio el Viejo, Naturalis Historia iv.36.
  7. Kerényi (The Heroes of the Greeks, 1959, p. 172) lo identifica en este contexto con Nereo, aunque como cambia de forma se asocia a menudo con Proteo.
  8. En algunas versiones del mito, Heracles fue dirigido a preguntar a Prometeo, a quien como recompensa liberó de su tortura diaria. Esto aparece más frecuentemente en relación con el jabalí de Erimanto, pues está asociado con Quirón eligiendo renunciar a la inmortalidad y tomando el lugar de Prometeo.
  9. Apolodoro ii.5; Higino, Fábulas 31.
  10. Robert Greene, Frailes Bacon y Bungay (c. 1591).
  11. William Shakespeare,Trabajos de amor perdidos iv.iii.
  12. John Milton, El paraíso recobrado ii.357.

[editar] Bibliografía

[editar] Enlaces externos

HISTORIA18: MANZANA DORADA. La manzana dorada es un elemento que aparece en las leyendas o cuentos de hadas de algunos países. Normalmente, un héroe (como Hércules o el príncipe azul en las leyendas occidentales) tiene que hacerse con las manzanas doradas escondidas o robadas por un personaje malvado como un zmeu, un dragón o un monstruo.

Manzana dorada

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El zarevich Iván atrapa al pájaro de fuego cuando intenta robar las manzanas doradas en El zarevich Iván, el pájaro de fuego y el lobo gris.

La manzana dorada es un elemento que aparece en las leyendas o cuentos de hadas de algunos países. Normalmente, un héroe (como Hércules o el príncipe azul en las leyendas occidentales) tiene que hacerse con las manzanas doradas escondidas o robadas por un personaje malvado como un zmeu, un dragón o un monstruo.

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[editar] Mitología griega

[editar] Atalanta

Cuando una cazadora llamada Atalanta hubiese participado en la cacería del jabalí de Calidón y recibido la piel como trofeo, su padre la reclamó y quiso que se casase. Aunque era una doncella muy hermosa, Atalanta no tenía especial interés en el matrimonio después de que un oráculo predijese que tendría mala suerte si se casaba. Para encontrarle marido, su padre hizo un trato con ella en virtud del cual se casaría con quien pudiese vencerle en una carrera a pie. Atalanta aceptó de buen grado, pues era capaz de correr muy rápidamente.

Derrotó a muchos pretendientes, hasta que uno logró convertirse en su marido gracias a la inteligencia y no a la velocidad. Hipómenes (también llamado Melanión) sabía que no podría vencer en una carrera limpia contra Atalanta, por lo que oró a Afrodita pidiéndole ayuda. La diosa le dio tres manzanas doradas (algunas versiones dicen que fueron membrillos) y le dijo que las dejase caer de una en una para distraer a Atalanta, pues seguro que ésta se detendría para recogerlas. Aunque le costó usar las tres manzanas y recurrir a toda su velocidad, Hipómenes logró la victoria, ganando la carrera y la mano de Atalanta. Hipómenes olvidó agradecérselo a la diosa y ésta los transformó en leones.

[editar] El Jardín de las Hespérides

Heracles roba las manzanas de las Hespérides.

El Jardín de las Hespérides era el huerto de Hera en occidente, donde (según la fuente) crecían en un solo árbol o una arboleda manzanas doradas que otorgaban la inmortalidad. Hera ubicó en este jardín un dragón de cien cabezas que nunca dormía llamado Ladón, como medida de protección adicional. El undécimo trabajo de Heracles fue robar las manzanas de este jardín.

[editar] El Juicio de Paris

Artículos principales: Juicio de Paris y Manzana de la discordia

Zeus organizó un banquete para celebrar las bodas de Peleo y Tetis, pero dejó fuera de la lista de invitados a Eris, la diosa de la discordia, quien tras acudir a pesar de todo dejó caer una manzana dorada con la inscripción καλλίστῃ, ‘para la más bella’. Tres diosas reclamaron la manzana para sí: Hera, Atenea y Afrodita. Zeus decidió que Paris de Troya decidiese quién debía ser la legítima propietaria de la manzana. Cada una de las diosas ofreció a Paris un regalo: Hera le otorgaria el gobierno de toda Asia y ser el hombre mas rico, Atenea la victoria de todos sus combates y Afrodita le prometió el amor de la mujer más bella del mundo, Helena. Paris eligió a Afrodita y Helena abandonó a su marido, Menelao, precipitando así la Guerra de Troya.

[editar] Mitología nórdica

Freyja, de El oro del Rin, con el árbol de las manzanas doradas.

En la mitología nórdica las manzanas doradas conceden la inmortalidad a los dioses. Dichas manzanas son cultivadas por la diosa Iðunn.

Cierto día Loki, Odín y Thor paseaban por el campo cuando un águila (en realidad un gigante disfrazado) raptó a Loki y le hizo prometer que le daría a Iðunn para poder casarse con ella y disfrutar así también de la eterna juventud. Loki accedió y le dio a Iðunn. Los dioses no echaron en falta las manzanas al principio, pero luego empezaron a buscar dónde habían ido a parar Iðunn y sus manzanas. Loki confesó y se dispuso a traerla de vuelta, so pena de muerte. Lo consiguió tras un arriesgado vuelo, y los dioses se regocijaron al haber recuperado las manzanas.

Las manzanas doradas son un elemento importante en la ópera de Richard Wagner El oro del Rin (Das Rheingold), preludio de la tetralogía El anillo de los Nibelungos (Der Ring des Nibelungen). Tras construir el Valhalla para los dioses, los gigantes Fafner y Fasolt pidieron a Wotan que les diese a Freyja (llamada Freia en la obra), la diosa que cultivaba las manzanas de oro, como éste les había prometido. Cuando los gigantes se la llevaron, los dioses se volvieron súbitamente viejos y débiles, lo que convenció a Wotan para ir a Nibelheim con Loge para robar el anillo de Alberich y obtener así un sustituto de Freyja que complaciese a los gigantes.

Las manzanas doradas están relacionadas con un leitmotiv, cantado primero por Fafner cuando explica a su hermano Fasolt por qué deben alejar a Freyja de los dioses.

[editar] Cuentos de hadas

Muchos cuentos de hadas europeos comienzan cuando las manzanas doradas son robadas a un rey, normalmente por un pájaro. Algunos de ellos son:

[editar] Las manzanas doradas en otros idiomas

En muchos lenguajes, la palabra para «naranja» procede de la expresión «manzana dorada». Por ejemplo, en griego antiguo encontramos chrisomilia (χρυσομηλιά), donde chrysos [χρυσός] es "oro" and melon [μήλον] es "manzana". Similarmente, en latín clásico "naranja" era pomum aurantium, lo que da lugar a Pomeranze en alemán, pomeranssi en finés, y pomeranets (померанец) en ruso, términos todos que significan "naranja agria o amarga".[1] El vocablo hebreo moderno ("tapuz") tiene un origen similar, ya que deriva de tapuakh-zhav, literalmente "manzana oro".[2] El término usado en castellano deriva por el contrario del vocablo sánscrito, naranga ( नारंग , del tamil nari, "fragancia"), transmitido por los árabes y los persas. El mismo origen es compartido por otros idiomas: arancia en italiano, laranja en portugués, narandža (наранџа) en serbio. La palabra inglesa y francesa ("orange") comparte el mismo origen, si bien con influencia de la palabra or="oro".

En italiano, la palabra para «tomate» es pomodoro, de pomo d'oro, literalmente ‘manzana de oro’.

[editar] Notas

[editar] Enlaces externos