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DOGMA: LA CATARSIS. Una catarsis o experiencia catártica, es una experiencia interior purificadora, de gran significado interno, provocada por un estímulo externo, también se le conoce como "La liberación de las pasiones". Proviene del término griego Κάθαρσις, katarsis que significa purga o purificación, y es un término aceptado por la Real Academia Española. El concepto de catarsis tiene profundas raíces antropológicas y a partir de esos orígenes, se la ha empleado en la medicina, la tragedia griega, el psicoanálisis, y hasta aplicada a la risa.

Catarsis

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Para grupo musical de metal, véase Ktarsis.

Una catarsis o experiencia catártica, es una experiencia interior purificadora, de gran significado interno, provocada por un estímulo externo, también se le conoce como "La liberación de las pasiones". Proviene del término griego Κάθαρσις, katarsis que significa purga o purificación, y es un término aceptado por la Real Academia Española. El concepto de catarsis tiene profundas raíces antropológicas y a partir de esos orígenes, se la ha empleado en la medicina, la tragedia griega, el psicoanálisis, y hasta aplicada a la risa.

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[editar] Origen antropológico de la catarsis

En ciertos lugares se practica el chamanismo, que es un conjunto de creencias y prácticas referentes a los chamanes. Los chamanes son considerados personas dotadas de poderes espirituales para sanar a los enfermos, etc. Uno de los papeles que interpreta el chamán, es el de recolector y preparador de las fuerzas benéficas que derrotarán a las fuerzas maléficas. La expulsión final de lo maléfico, frecuentemente viene acompañada de un simbolismo material. Es así como el curandero exhibe un pedazo de algodón o un residuo cualquiera, que pretende extraer del cuerpo del enfermo. El chamanismo tiene analogía con aquellas operaciones rituales griegas en donde el objeto maléfico era extraído. Este objeto extraído los griegos lo denominaban katharma, palabra que significa además víctima sacrificial humana. Al katharma chamanista lo podemos interpretar como un provocador de la enfermedad que puede llevar a la muerte; en este sentido, es el provocador de la crisis. Mientras la curación viene a ser la expulsión de “impurezas”, unas veces espirituales (como los malos espíritus) y otras materiales (como el objeto chamánico). Y así como en las sociedades primitivas se pretendía restablecer el orden sacrificando a la víctima propiciatoria expulsándola, de la misma manera la curación viene dada por la expulsión del katharma.

Con estos antecedentes, podemos ubicar ahora la palabra katharsis. Según el filósofo René Girard, esta palabra significa en primer lugar el beneficio que la ciudad obtenía de la eliminación del katharma. Antes de ser ejecutado, el katharma era paseado por las calles de la ciudad, para que atraiga sobre sí todos los malos gérmenes, y evacuarlos haciéndose eliminar él mismo.

Se puede afirmar que Girard concibe al término catarsis como categoría o concepto que se refiere a expulsión. La categoría de expulsión se sustenta en la hipótesis antropológica de que, cuando las comunidades arcaicas entraban en crisis interna se volvían violentas, expulsando así al supuesto causante del desorden. Sin embargo, dicho culpable frecuentemente era acusado injustamente, es decir venía a ser un chivo expiatorio. Por otra parte, dicha expulsión que ejercieron las comunidades primitivas, se seguiría efectuando a lo largo de la historia, incluso en nuestra Edad Contemporánea, pero con matices y formas de presentarse distintas.

En la obra dramatica es el momento en que los personajes vivencian una experiencia que cambiara el curso de la historia.

[editar] La catarsis y la tragedia griega

El término katharsis también lo encontramos en la tragedia griega, cuando a ella se refiere Aristóteles. En la Poética se emplea esta palabra para designar el efecto que ejerce la tragedia en los espectadores. La tragedia, con el recurso a la piedad y al terror, logra la expurgación de tales pasiones. [[Katharsis]], en Aristóteles, es la purificación psicológica por el terror y la piedad.

En otras palabras, el espectáculo (tragedia) debe producir en los espectadores sensaciones de compasión y terror, que los purifique de estas emociones, a fin de que salgan del teatro sintiéndose limpios y elevados, con una alta comprensión de los caminos de los hombres y de los dioses.

El término griego phobos se traduce como terror, miedo, pánico, espanto. El término griego eleos como misericordia, compasión, piedad. Unas veces se traduce al español phobos como terror mientras en otras obras se encuentra como temor. Para eleos, unas obras emplean compasión, mientras otras piedad.

En cuanto a las características de estas emociones, tenemos que, según Aristóteles, la piedad o compasión es una pasión penosa suscitada por el dolor o el sufrimiento de otro. Por tanto, requiere pensar que ese otro está padeciendo realmente, y además, que su sufrimiento es grave. Además, este sentimiento precisa la opinión de que la persona no merecía el sufrimiento. Aristóteles señala que la piedad guarda una estrecha relación con la creencia de que uno es también vulnerable. En definitiva, requiere una comunidad de sentimientos y la opinión de que se puede padecer un mal similar al que padece quien suscita nuestra piedad. El terror se encuentra relacionado íntimamente con la piedad. En definitiva, lo que nos suscita piedad es lo que tememos que podría ocurrirnos a nosotros mismos. Y puesto que la piedad exige percibir la propia vulnerabilidad y la semejanza con el que sufre, piedad y terror se experimentan casi siempre juntos.

El terror y la piedad son dos afectos que forman los extremos en la cadena sentimental humana. Se trata del terror ante lo tremebundo, y la piedad ante lo miserable. El terror se experimenta ante potencias que pueden disponer de nuestra vida, sin defensa posible por nuestra parte. Éste sería un extremo superior de los afectos. Un extremo inferior de los afectos corresponde la piedad ante la miseria, que sobreviene al caer en la cuenta de que por ser semejantes al desgraciado nos puede sobrevenir lo que a él le está pasando. La semejanza constituye el fundamento del extremo inferior (la piedad); mientras el extremo superior (el terror) viene dado por el abismo de la diferencia existente entre el individuo y potencias que lo desbordan y no puede controlar.

La katharsis como purgación o purificación, consiste en la liberación del peso de una realidad que se nos está volviendo pesada. Tales realidades pesadas pueden pertenecer a distintas órdenes: fisiológico, emocional, etc. Los pesados pesos en el orden de la realidad constituyen lo totalmente diferente, que nos sobrepasa (absoluto) y lo semejante (natural), que en el plano de los sentimientos, pueden percibirse como terror y piedad. Por lo que es necesario una purgación que nos libere de ellos no en cuanto tales, sino en cuanto pesados pesos. Y la obra de arte, mediante acciones de reproducción imitativa (como se da en la obra de teatro) ha de conseguir en nosotros tal efecto.

[editar] La catarsis y la medicina

Un remedio catártico produce la evacuación de humores o materias que son consideradas como nocivas. Usualmente el remedio es frecuentemente concebido como si participara de la misma naturaleza que el mal que provocó la enfermedad, de tal manera que se agrava el malestar, provocando una crisis saludable de la que surgirá la curación. En definitiva, nos encontramos con que la crisis llega a su paroxismo, para finalmente provocar la expulsión de los agentes patógenos junto con lo que sirvió como remedio.

Según René Girard en la práctica medicinal actual este mecanismo se sigue efectuando y resulta eficaz. Lo podemos ver con más claridad en el caso de las vacunas y la inmunización. La intervención médica inocula o transmite un poco de la enfermedad, para que el organismo esté sano o en orden, de la misma manera como los ritos en las comunidades primitivas inyectaban algo de violencia precisamente para que la comunidad no caiga en la crisis violenta. Las revacunaciones o refuerzos corresponderían a nuevos modos de protección ritual – sacrificial. En otras palabras, nos encontramos con un pensamiento científico que lejos de ser “original”, viene a ser hijo del pensamiento arcaico.

[editar] La catarsis y el psicoanálisis

Artículo principal: Abreacción

La terapia catártica o método catártico consiste en que el efecto terapéutico buscado es una purga, una descarga adecuada de los efectos patógenos. La cura permite al sujeto evocar e incluso revivir los acontecimientos traumáticos a los que se hayan ligados dichos afectos, y lograr la descarga de éstos por las vías normales, como el llanto.

[editar] La risa como catarsis

Más allá de la comedia que nos hace reír, de manera general la risa es una catarsis por cuanto viene a ser una forma de expulsión o evacuación muy común y natural. Una persona ríe porque de una u otra manera siente que existe una amenaza a su capacidad de controlar su ambiente y a las personas que están en él, y hasta su capacidad de controlar sus propios pensamientos y sus propios deseos. Pero por el contrario, no reirá si dicha amenaza se hace muy real. De esta manera, las condiciones de la risa son contradictorias. Girard afirma que la amenaza debe ser por un lado, abrumadora y, por el otro, equivaler a la nada. En definitiva, para poder reírnos, debemos estar arriba a pesar de encontrarnos constantemente amenazados por quedar abajo.

Para poder reír es necesaria una suficiente separación respecto al objeto de nuestra risa. Esta separación se presenta de distintas maneras: puede ser la separación del escenario en el caso de la comedia, o la separación que brindan las costumbres extranjeras, o el remoto pasado. Esta separación nos permite reír con impunidad y abandono, permite además sentirnos diferenciados de aquella víctima de sacrificio que no es otra cosa que la víctima de nuestra risa.

Sin embargo, hay casos en los que no hay ninguna víctima de sacrificio que suscite nuestra risa y ponga la debida distancia entre nosotros mismos y las fuerzas interpersonales que nos amenazan. Éste es el caso en el que nosotros mismos somos objeto principal de nuestra diversión. Girard se refiere a aquella risa especialmente física, producida por peligros apenas aludidos, por accidentes a los que se ha escapado por un pelo, por curvas cerradas tomadas a velocidades superiores a lo que permitiría la prudencia. Pero además tenemos el caso en el que nosotros somos objeto de nuestra risa cuando nos enfrentamos a peligros simulados; es decir cuando el peligro es reproducido con gran realismo, pero a la vez con un alto grado de seguridad, como en los parques de diversiones.

En cuanto al llanto y la risa, en la praxis moderna esta última es socialmente más aceptada, es decir la risa es la única forma socialmente aceptable de catarsis. Sin embargo, la diferencia entre ambas no es de esencia, sino sólo de grado. A pesar de eso, contrario al sentido común, tenemos un elemento crítico más agudo en la risa antes que en el llanto porque la risa más que las lágrimas parece acercarse más a un paroxismo que se resuelve en verdaderas convulsiones, una experiencia crítica de rechazo y de expulsión.

[editar] Bibliografía

  • GIRARD, René, La violencia y lo sagrado, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1975.
  • GIRARD, René, Literatura, mímesis y antropología, Gedisa, Barcelona, 1984.
  • GIRARD, René, Shakespeare. Los fuegos de la envidia, Barcelona, 1995.
  • ARISTÓTELES, Politeia, Traducción de Manuel Briceño Jáuregui, S.I., Caro y Cuervo, Bogotá, 1989
  • ARISTÓTELES, Poética, Versión, introducción y notas de Juan David García, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1946.
  • LAPLANCHE, Jean – BERTRAND, Jean, Diccionario de psicoanálisis, Labor, Barcelona, 1981.
  • McLEISH, Kenneth, Aristóteles. La poética de Aristóteles, Norma, Bogotá, 1999.
  • NUSSBAUM, Martha, La fragilidad del bien. Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega, Visor. Dis., S.A., 1995.
  • Diccionario Griego – Español, Editorial Bibliográfica Española, Madrid, 1945.

[editar] Enlaces externos

Wikcionario

DOGMA: LA MAYÉUTICA. Mayéutica del griego μαιευτικη, por analogía Maya, una de las pléyades de la mitología griega, es una técnica que consiste en interrogar a una persona para hacerla llegar al conocimiento no conceptualizado. La mayéutica se basa en la dialéctica, la cual supone la idea de que la verdad está oculta en la mente de cada ser humano.

Mayéutica

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Mayéutica del griego μαιευτικη, por analogía Maya, una de las pléyades de la mitología griega, es una técnica que consiste en interrogar a una persona para hacerla llegar al conocimiento no conceptualizado. La mayéutica se basa en la dialéctica, la cual supone la idea de que la verdad está oculta en la mente de cada ser humano.

La técnica consiste en preguntar al interlocutor acerca de algo (un problema, por ejemplo) y luego se procede a debatir la respuesta dada por medio del establecimiento de conceptos generales. El debate lleva al interlocutor a un concepto nuevo desarrollado a partir del anterior. Por lo general la mayéutica suele confundirse con la ironía o método socrático y se atribuye a Sócrates.[1]

La invención de este método del conocimiento se remonta al siglo IV a.C y se atribuye por lo general al Socrates histórico en referencia a la obra Teeteto de Platón. Pero el sócrates histórico empleó la llamada ironía socrática para hacer comprender al interlocutor que lo que se cree saber no está en lo que se pensaba como creencia y que su conocimiento estaba basado en prejuicios. La mayéutica, contrariamente a la ironía, se apoya sobre una teoría de la reminiscencia. Es decir, si la ironía parte de la idea que el conocimiento del interlocutor se basa en prejuicios, la mayéutica cree que el conocimiento se encuentra latente de manera natural en la conciencia y que es necesario descubrirlo. Este proceso de descubrimiento del propio conocimiento se conoce como dialéctica y es de carácter inductivo.

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Etimología [editar]

Mayéutica es una simple palabra griega (μαιευτικη) dicha "maieutike" y que traduce obstetricia, es decir, la que se ocupa del parto o embarazo.[2]

Posible origen [editar]

Artículo principal: Diálogo "Teeteto" de Platón

Los únicos documentos que atribuyen la invención de la mayéutica a Sócrates son los diálogos de Platón El banquete y Teeteto. Por lo tanto, no está históricamente demostrado que Sócrates haya sido el inventor de la misma.

Su tema fundamental es la pregunta: ¿Qué es el conocimiento?. Teeteto, un joven estudiante de matemática y ciencias afines, propone tres definiciones que son rechazadas por Sócrates. El saber no puede ser definido ni como percepción, ni como opinión verdadera, ni tampoco como una explicación acompañada de opinión verdadera. Sócrates rebate estos argumentos desde un punto de vista crítico, es decir sólo cuestiona lo que propone Teeteto a través de preguntas y no formula un concepto de lo que es conocimiento.

De este diálogo proviene una definición tradicional del conocimiento, la que lo considera como creencia verdadera justificada.

Técnicas: mayéutica e ironía socrática [editar]

Esta técnica, es una evolución de los conocimientos técnicos del orfismo los cuales se basan en la creencia de la Teoría de la reminiscencia y la práctica de la catarsis, especialmente desarrollada en Pitágoras.

La mayéutica consiste en la creencia de que existe un conocimiento que se acumula en la conciencia por la tradición y la experiencia de generaciones pasadas. Por lo tanto, en la mayéutica el individuo es invitado a descubrir la verdad que se encuentra en él latente sin haberla hecho conciente, mientras que la ironía, históricamente creada por Sócrates, combate en el individuo lo erróneo de lo que cree saber y tiene como verdad, siendo falso.

La ironía se dirige a aquellas personas que pretenden saber, pero que en realidad son ignorantes, mientras que la mayéutica se dirige al que se cree un ignorante sin serlo.

Presentada por Sócrates [editar]

En filosofía el concepto de mayéutica es erróneamente ligado al personaje histórico de Sócrates.

El primer texto de Platón (en orden cronológico) que relaciona la mayéutica al personaje Sócrates es El banquete. Sócrates, que repite las palabras de la sacerdotisa Diotima, dice que el alma de cada hombre está embarazada y que quiere dar a luz. Sin embargo, este parto no puede llevarse a cabo, dice la hermosa Diotima. Es precisamente el papel del filósofo el de ayudar dar a luz al alma (el "partero") y esta luz es la Belleza que se define como el λóγος. De este parto viene la palabra "mayéutica, que traduce "la partera".

El segundo diálogo platónico para comprender la mayéutica puesta en el personaje de Sócrates es el Teeteto en donde Sócrates es presentado como un "partero de espíritus".[3]

En la educación [editar]

Mayéutica como método del conocimiento, ha sido especialmente importante en educación, pues compara al filósofo con el educador como el de una partera que porta a la luz al niño.[4] La mayéutica emplea el diálogo como instrumento diálecto para llegar al conocimiento.

La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades. En la escuela socrática el discípulo busca el conocimiento a través del diálogo con el maestro.

Otras disciplinas y ciencias se han inspirado en el método mayéutico. En el siglo XX Jacques Lacan ha entendido al psicoanálisis principalmente como un método mayéutico mediante en el cual el analista (psicoanalista) favorece que el analizante ("paciente") encuentre su propio proceso, pues este es considerado como quien es en verdad el que tiene (inconscientemente) el saber de lo que le afecta. En tal caso el analista estimula al analizante para que pueda hacer consciente lo que es inconsciente.

La Mayéutica y el Coaching [editar]

El arte de la mayéutica implica la teoría platónica de la reminiscencia pues al considerar al discípulo competente para encontrar dentro de sí la verdad debe suponer que el alma de aquél la ha debido conocer en algún momento antes de hacerse ignorante. Por eso el Coaching rescata esta metodología al servicio del descubrir maneras efectivas de accionar. De acuerdo a las referencias filosóficas del Coaching desarrolladas por diferentes escritores encontramos una importante referencia a la mayéutica de Sócrates. Filósofos como Rafael Echeverría, o escritores como Leonardo Ravier, Fred Kofman entre otros, se han referido directamente a la Mayéutica Socrática como la base metodológica de la disciplina del Coaching. Esteban Pinotti, en su libro Coaching para Empresas, explica al respecto: “Partiendo de que el Coaching es un proceso de evolución personal, es una experiencia que trasciende lo intelectual. Va mas allá del universo de ideas que hacen del coaching una mera técnica para incrementar y potenciar las competencias del cliente. Más allá de sus fundamentos, el Coaching es una práctica educativa de vanguardia cuya pedagogía está inspirada en la que utilizara Sócrates en sus Diálogos. Los procesos de Coaching incorporan una novedosa manera de recrear la mayéutica socrática.”

El coaching entiende por Mayéutica al Método socrático de enseñanza basado en el diálogo entre maestro y discípulo con la intención de llegar al conocimiento de la esencia o rasgos universales de las cosas. Su origen del griego maieutiké (arte de las comadronas, arte de ayudar a procrear). La mayéutica es el método filosófico de investigación y enseñanza propuesto por Sócrates. En un pasaje del Teetetes de Platón dice Sócrates que practica un arte parecido al de su madre Fenaretes, que era comadrona: “Mi arte mayéutica tiene las mismas características generales que el arte [de las comadronas]. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y no a las mujeres, y en que vigila las almas, y no los cuerpos, en su trabajo de parto. Lo mejor del arte que practico es, sin embargo, que permite saber si lo que engendra la reflexión del joven es una apariencia engañosa o un fruto verdadero”. Consiste esencialmente en emplear el diálogo para llegar al conocimiento. Aunque Sócrates nunca sistematizó la mayéutica, seguramente es correcto destacar las siguientes fases en este método: • en un primer momento se plantea una cuestión que, en el caso del uso que Sócrates hizo de este método, podía expresarse con preguntas del siguiente tipo ¿qué es la virtud?, ¿qué es la ciencia?, ¿en qué consiste la belleza?; • en un segundo momento el interlocutor da una respuesta, respuesta inmediatamente discutida o rebatida por el maestro; a continuación se sigue una discusión sobre el tema que sume al interlocutor en confusión; este momento de confusión e incomodidad por no ver claro algo que antes del diálogo se creía saber perfectamente es condición necesaria para el aprendizaje, y Sócrates lo identifica con los dolores que siente la parturienta antes de dar a luz; tras este momento de confusión, la intención del método mayéutico es elevarse progresivamente a definiciones cada vez más generales y precisas de la cuestión que se investiga (la belleza, la ciencia, la virtud); la discusión concluiría cuando el alumno, gracias a la ayuda del maestro, consigue alcanzar el conocimiento preciso, universal y estricto de la realidad que se investiga (aunque en muchos diálogos de Platón no se alcanza este ideal y la discusión queda abierta e inconclusa). La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen; Sócrates, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber.

 

Método mayéutico [editar]

La mayéutica se integra necesariamente a la ironía socrática, la cual es la primera fase de depuración del pensamiento de prejuicios.

Los elementos básicos del diálogo socrático son la pregunta, la respuesta, el debate y la conclusión. Entre estos elementos está la idea inicial que puede ser errática o ignorada y la idea final que es a la cual se llega por medio del discernimiento intelectual.

En este sentido se pueden determinar tres fases dentro de la escuela socrática:

  • La ironía socrática: En esta, el estudiante responde sin pensar mucho en lo que dice. Por lo general, el estudiante o discípulo piensa que lo que cree es cierto, pero en realidad no ha tenido tiempo de desarrollar un pensamiento objetivo acerca de lo que cree. Esto corresponde a lo que se conoce en filosofía como el prejuicio. El filósofo debate la idea que tiene el discípulo por medio de preguntas, hasta que el discípulo descubra que lo que pensaba era errado o incompleto.
  • La mayéutica: Esta se pone en el segundo nivel del proceso socrático. Libre del prejuicio, el discípulo es invitado a continuar el diálogo para descubrir de manera profunda la coherencia de la verdad. Se parte de la idea que el conocimiento se encuentra latente en la conciencia humana y que es necesario hacerlo nacer, parirlo (partera = mayéutica).
  • Alétheia: Del griego ἀλήθεια que traduce "Verdadero", es la fase de conclusión en la cual el estudiante se hace dueño de la verdad que ha descubierto.[5] Alétheia traduce literalmente "el no estar oculto", "lo que es evidente".

Referencias [editar]

Notas [editar]

  1. «Mayeutica». Historia de la Filosofía. Consultado el 15 febrero de 2009. «La mayéutica es el método filosófico de investigación y enseñanza propuesto por Sócrates.»
  2. «Etimología de mayéutica». Etimologías de Chile. Consultado el 14 de febrero de 2009.
  3. Teeteto 149a.
  4. «Mayéutica, método socrático de enseñanza basado en el diálogo entre maestro y discípulo con la intención de llegar al conocimiento de la esencia o rasgos universales de las cosas.». e-torredebabel.com. Consultado el 14 de febrero de 2009. «“Mi arte mayéutica tiene las mismas características generales que el arte [de las comadronas]. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y no a las mujeres, y en que vigila las almas, y no los cuerpos, en su trabajo de parto. Lo mejor del arte que practico es, sin embargo, que permite saber si lo que engendra la reflexión del joven es una apariencia engañosa o un fruto verdadero”. (Teeteto)»
  5. Nancy Rosado Camacho. «Destreaza de pensamiento crítico.». Universidad Interamericana de Puerto Rico. Consultado el 14 de febrero de 2009.

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

DOGMA: TEORÍA DE LA REMINISCENCIA DE PLATÓN. La teoría de la reminiscencia es el complemento de la teoría socrática del conocimiento y de la enseñanza. Conocer es recordar, ésta es la premisa básica de la teoría de la reminiscencia. Aunque postulada por un filósofo anterior, Platón la introduce en su filosofía. Para éste, la enseñanza consiste en recordar lo que el alma sabía cuando habitaba en el mundo inteligible de las ideas antes de caer a la caverna, es decir, al mundo sensible y quedar encerrada en el cuerpo. Para conseguir este propósito, Platón hace especial hincapié en el cultivo de la dialéctica

Teoría de la reminiscencia

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La teoría de la reminiscencia es el complemento de la teoría socrática del conocimiento y de la enseñanza.

Conocer es recordar, ésta es la premisa básica de la teoría de la reminiscencia. Aunque postulada por un filósofo anterior, Platón la introduce en su filosofía. Para éste, la enseñanza consiste en recordar lo que el alma sabía cuando habitaba en el mundo inteligible de las ideas antes de caer a la caverna, es decir, al mundo sensible y quedar encerrada en el cuerpo. Para conseguir este propósito, Platón hace especial hincapié en el cultivo de la dialéctica.

La teoría está basada en la premisa según la cual los conocimientos ya existen en el Alma de cualquier humano, por lo tanto lo único que se debe hacer es recordar por medio de la Mayéutica.La mayéutica consiste esencialmente en emplear el diálogo para llegar al conocimiento.

Seguramente Platón no defendía este punto de vista respecto a la adquisición de conocimientos particulares, sino de los dotados de universalidad y necesidad, tales como las matemáticas, que no pueden explicarse a partir de la experiencia empírica o perceptiva.

Cuando se conoce una verdad de este tipo, en realidad no se está aprendiendo nada nuevo, nuestra alma recuerda una verdad a la que tuvo acceso antes de reencarnarse, cuando vivía en el Mundo de las Ideas.

Por eso Platón diferencia el cuerpo del alma; en ésta se encuentran las ideas antes del nacimiento. Al nacer, queda atrapada en el cuerpo y pierde la memoria de su vida anterior, olvidando dicho conocimiento. Así que sólo se puede recordar lo aprendido gracias a las preguntas del filósofo, cuya enseñanza se basa, no en introducir un conocimiento en la mente, sino en sacar a relucir un conocimiento olvidado.

Fundamentos [editar]

La Teoría la Reminiscencia parte de la problemática sobre la adquisición de conocimiento, que consiste en estudiar cómo se adquiere un conocimiento, y se garantiza que sea verídico. A pesar de que todo lo que el hombre ve, oye y siente se podría considerar como un conocimiento, la veracidad de éste no puede garantizarse, porque no todos los hombres sienten de la misma forma, y lo que para uno es, por ejemplo, caliente, para otro es tibio, y así sucesivamente. Es por eso que resulta imposible basar la teoría únicamente en las sensaciones, a pesar de ser lo más evidente en un principio. Frente a este problema, Platón se remite a las matemáticas en las que, sin necesidad de sentir, se puede hacer proposiciones totalmente verdaderas, y descubre además que al hacer un cálculo matemático, se obtiene el resultado a partir de... uno mismo.

Ésta constatación, según la cual la verdad no parece salir del mundo exterior sino de la razón propia, muestra cómo la mente parece producir información común a todos los humanos, por ejemplo cuando se hace operaciones matemáticas, mientras que las sensaciones parecen producir información individual, que no sirve para crear un conocimiento verdadero. Por lo anterior, a pesar de la tendencia a creer que se obtiene el conocimiento a partir del mundo exterior, el conocimiento verdadero debe provenir de la mente.

Dada tal necesidad, es necesario considerar la forma en que la mente provee conocimiento. Como obviamente Platón no deseaba limitar su teoría a las matemáticas, sino extenderla también al conocimiento acerca de objetos reales, se ve en la difícil tarea de idear una forma en la que la mente concibe los objetos del mundo exterior sin tener contacto con ellos.

Y esa forma consiste en darle de cierta manera un alma a los objetos, equipararlos de una existencia inmaterial que, al igual que nuestra mente, sea propicia al conocimiento verdadero, ya que puede ser generalizada. Tal existencia inmaterial es la forma del objeto. Así, todos los objetos de una misma clase (p. ej. todas las manzanas) se derivan de una misma forma (la manzaneidad), que al ser de la misma naturaleza que la mente se puede conocer, y conociéndola, es posible conocer cualquier objeto derivado de ella (las manzanas).

Todas estas formas se encuentran en el mundo de las formas, o de las ideas, en el cual también, según Platón, se encuentran las almas antes de encarnarse en cuerpos y nacer. Es por eso que, según él, todo el conocimiento proporcionado por las formas de las cosas se encuentra en el alma del hombre, pero sólo al contacto con las instancias de las formas, es decir, los objetos concretos, es capaz de recordarlas.

El Mito del Carro Alado [editar]

Platón utiliza esta alegoría para descubrir las partes del Alma y el afán humano por el conocimiento y el Ser.

Consiste en que el Alma está formada por un caballo Blanco (tendencias positivas, bueno, hermoso) se localiza en el pecho; otro negro (tendencias negativas, malo, feo) se encuentra en el vientre y por último el Auriga (la parte racional) y se encuentra en la cabeza.

El Alma es una fuerza natural que mantiene unidos al carro y su Auriga (sostenidos por alas). La fuerza del ala consiste en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose hacia el lugar en donde habitan los dioses. Lo divino es hermoso, sabio, bueno y hace crecer las alas, las alimenta. En cambio lo malo, vergonzoso y feo hace que se consuman y perezcan.

Si el Auriga controla a los caballos, se elevará y contemplará el Mundo de las Ideas, si por el contrario no lo hace, los caballos se rebelan; no podrá elevarse y caerá en el mundo de las cosas, el Mundo Sensible. Esta Alma acabará en un cuerpo aprisionado con el anhelo de retornar a su mundo original.

Para conseguirlo requerirá hacer nacer las alas: ¿Cómo lo hará?...A través del amor, el anhelo de alcanzar la belleza, y la Justicia. Cuando el Alma alcanza todas sus virtudes "fortaleza+sabiduría+templanza" éstas le llevarán al Bien "La Cúspide". Con ello hará que le vuelvan a crecer las alas, se elevará y volverá al Mundo de las Ideas

DOGMA: LA DIALÉCTICA. Dialéctica (del griego διαλεκτική (τέχνη), dialektiké (téchne), literalmente: „técnica de la conversación“; con igual significado al latín „(ars) dialectica“) es un término usado generalmente de forma impropia. En general designa un método de conversación o argumentación, esto es, lo que actualmente se llama lógica. Desde el siglo XVIII el término adquiere un nuevo significado: la teoría de los contrapuestos en las cosas o en los conceptos, así como la detección y superación de estos contrapuestos. De manera más esquemática puede definirse la dialéctica como el discurso en el que se contrapone una determinada concepción o tradición, entendida como tesis, y la muestra de los problemas y contradicciónes, entendida como antítesis. De esta confrontación surge, en un tercer momento llamado síntesis, una resolución o una nueva comprensión del problema. Este esquema general puede concretarse como la contraposición entre concepto y cosa en la teoría del conocimiento, a la contraposición entre los diferentes participantes en una discusión y a contraposiciones reales en la naturaleza o en la sociedad, entre otras.

Dialéctica

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Dialéctica (del griego διαλεκτική (τέχνη), dialektiké (téchne), literalmente: „técnica de la conversación“; con igual significado al latín „(ars) dialectica“) es un término usado generalmente de forma impropia. En general designa un método de conversación o argumentación, esto es, lo que actualmente se llama lógica. Desde el siglo XVIII el término adquiere un nuevo significado: la teoría de los contrapuestos en las cosas o en los conceptos, así como la detección y superación de estos contrapuestos. De manera más esquemática puede definirse la dialéctica como el discurso en el que se contrapone una determinada concepción o tradición, entendida como tesis, y la muestra de los problemas y contradicciónes, entendida como antítesis. De esta confrontación surge, en un tercer momento llamado síntesis, una resolución o una nueva comprensión del problema. Este esquema general puede concretarse como la contraposición entre concepto y cosa en la teoría del conocimiento, a la contraposición entre los diferentes participantes en una discusión y a contraposiciones reales en la naturaleza o en la sociedad, entre otras.

El término adquiere un significado no circunscrito al ámbito de la retórica gracias, fundamentalmente, a los escritos del filósofo alemán G.W.F. Hegel. En la época en que escribe una de sus grandes obras (Fenomenología del espíritu, 1808) el mundo parece haberse puesto en movimiento, transformando de forma visible lo que había durado siglos. Se trata de los primeros momentos del modo de producción capitalista que, a diferencia de los anteriores, se basa primordialmente en la circulación de las mercancías y del dinero. Entonces el viejo problema filosófico del cambio se agudiza: ¿cómo entender racionalmente que una cosa pueda cambiar de apariencia y seguir siendo la misma cosa? Hegel concibe la realidad como formada por opuestos que, en el conflicto inevitable que surge, engendran nuevos conceptos que, en contacto con la realidad, entran en contraposición siempre con algo. Este esquema es el que permite explicar el cambio manteniendo la identidad de cada elemento, a pesar de que el conjunto haya cambiado.

Con el mismo proceder Karl Marx analizará la realidad social y, claramente en sus escritos a partir de 1842, la entenderá como una realidad conflictiva debido a la contraposición de intereses materiales incompatibles. Así dirá, en el Manifiesto comunista (1848), que "toda la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases"; esto es: la confrontación entre clases sociales es el motor del cambio histórico.

En el siglo XX el filósofo alemán Theodor W. Adorno titulará Dialéctica negativa (1966) una de sus obras capitales. Esta obra se inicia con una afirmación provocativa: "La formulación dialéctica negativa atenta contra la tradición". Se refiere Adorno a que en la dialéctica de Platón o en la de Hegel el resultado del movimiento de contraposición es la afirmación de algo, mientras que lo que él pretende es subrayar el carácter inconcluso de cualquier momento del movimiento de contraposición, tanto a nivel social como cultural.

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Historia [editar]

Dialéctica espontánea en la antigüedad [editar]

Para el hinduismo, la diversidad de cosas y eventos contradictorios que nos rodean, no son sino diferentes manifestaciones del todo, llamado Brahman. Así, a los diversos aspectos de lo Divino, dieron en la India antigua distintos nombres de variados dioses que no son más que reflejos de una única realidad última, de manera que, por ejemplo, la fuerza destructora y la fuerza creadora son dos manifestaciones de esa misma realidad.

La dialéctica como método: Platón y Aristóteles [editar]

Uno de los primeros ejemplos de aplicación del método dialéctico lo ofrecen los Diálogos del filósofo griego Platón, quien además reflexiona sobre el funcionamiento y el alcance de este procedimiento, notablemente en sus obras Gorgias, República VI y Teeteto.

En los diálogos platónicos tempranos, el procedimiento permite someter a examen cierto conjunto de creencias que mantiene determinado individuo. A partir de los diálogos medios, su alcance se amplía, para poner a prueba hipótesis o teorías con las que no necesariamente alguien está comprometido. El examen usualmente lo lleva a cabo Sócrates, quien dirige a su interlocutor una serie de preguntas para explorar si hay inconsistencias entre sus dichos. Estas preguntas son, pues, críticas y comprometedoras, y puede considerarse que equivalen a objeciones; pues naturalmente, una teoría que muestra ser contradictoria no podría aceptarse como verdadera (Vg., ha sido refutada). Por otra parte, en muchos diálogos de Platón puede constatarse cómo los interlocutores de Sócrates se defienden de sus objeciones; en ocasiones es el propio Sócrates quien responde a sus críticas anteriores. El procedimiento de preguntas y respuestas da lugar así a una discusión o controversia racional, cuyo resultado es a menudo la refutación de las ideas que se examinan. En cualquier caso, mediante la detección y eliminación de errores, el procedimiento tiende a la identificación de la verdad -o al menos, de lo que racionalmente puede aceptarse como tal. La refutación (en griego: elenchô) se convierte en un método de prueba (Vlastos, G. Socratic Studies, Cap. 1)

Casi todos los filósofos presocráticos habían escrito como profetas iluminados, sin pensar siquiera en dar alguna prueba de la validez de sus puntos de vista (M. Détienne). Una excepción importante es Zenón de Elea, quien introduce en la filosofía la idea de refutar racionalmente las teorías de sus adversarios, mostrando que conducen a paradojas. Este es el antecedente del que parten Sócrates y Platón, el último de los cuales lleva la idea un paso más lejos. Es notable que en el Parménides Platón haya utilizado el procedimiento de preguntas comprometedoras, para poner a prueba teorías de su propia factura (concretamente, la teoría metafísica de las Formas), convirtiéndose así en el primer filósofo que practica la autocrítica. Tal vez Platón intenta mostrar así cuánto más le interesa la búsqueda de la verdad, que la defensa de sus posiciones. En todo caso, la dialéctica (i.e., la controversia, y más fundamentalmente, la exposición a la crítica) queda perfilada por él como un procedimiento de investigación. A este gesto del clásico puede atribuirse el que la filosofía sea hoy un campo de investigación académica, y no una rama de la mitología o de la literatura fantástica.

Para Aristóteles, la búsqueda de la base filosófica de la ciencia (y de la propia filosofía) requiere un ejercicio dialéctico. En la Metafísica, Libro Γ (o IV), Cap. 4, Aristóteles explica por qué la búsqueda de una prueba de los "principios" debe hacerse mediante una demostración refutativa, y en cambio sería imposible dar de ellos una "demostración" (vg., una prueba positiva de ellos). Aristóteles también trata de la dialéctica en los Tópicos.

Esta clase de justificaciones o pruebas, que la actividad dialéctica permite conseguir según los clásicos, sólo pueden desarrollarse gracias a la confrontación de puntos de vista opuestos. Sin embargo, a partir de la Ilustración se difundió ampliamente, aunque al parecer sin discusión de por medio, un juicio contrario, de David Hume, quien en la Investigación sobre el Entendimiento Humano § 4, afirma sin más que todo razonamiento humano es inductivo (en sus términos, "probable", o "moral") o deductivo ("demostrativo"); por tanto, no dialéctico sino monoléctico. Es decir que según Hume, toda prueba científica o filosófica debe ser construíble en su integridad desde un único punto de vista. Esta idea no ha sido suficientemente discutida, y puede considerarse como una hipótesis, tanto como la idea contraria.

Además de la propia confrontación de ideas, un par de conceptos o reglas lógicas distinguen a los argumentos dialécticos de los monolécticos. Son 1) la argumentación ex concessis, según la cual es lícito razonar a partir de los presupuestos o premisas del antagonista, sin que en suma, haga falta justificarlas (al menos, no de cara a ese mismo contrario). Y por otra parte 2), la noción de la carga de la prueba, que atribuye a uno de los debatientes en particular, el deber de iniciar la argumentación, dando un respaldo prima facie razonable a su tesis. Si el interesado lo consigue, con ello transfiere a su adversario la obligación (o carga) de responder, argumentando en contra suya. Cualquiera de los debatientes que deje de atender satisfactoriamente esta obligación cuando le corresponde, por ese hecho resulta derrotado en la polémica. En Occidente, la carga de la prueba inicial corresponde al que propone novedades, y desde luego a quien cuestiona los usos y las creencias tradicionales o generalmente aceptadas. Una máxima del derecho romano prescribe: "el que afirma, prueba".

Parece que a los estoicos se debe el uso posterior (concretamente, medieval) del término, con el que 'Dialéctica' pasa a referirse al conjunto de la lógica, que por lo demás los estoicos cultivaron como estudio del razonamiento deductivo (por tanto, monoléctico). Junto con la Gramática y la Retórica, la Dialéctica constituye el Trivium medieval.

Dialéctica de la filosofía clásica alemana [editar]

Para Inmanuel Kant la sensibilidad tiene como formas a priori el espacio y el tiempo y la razón humana tiene, también anteriores a toda experiencia, un conjunto de categorías para concebir los objetos, siempre que haya fenómenos sobre los cuales ellas puedan actuar. Cuando tal cosa no ocurre, como en el caso de los objetos denominados "metafísicos", el entendimiento deriva en las llamadas antinomias, en las cuales puede demostrarse como verdadera tanto una posición como la contraria, hay argumentos en favor y en contra de las tesis y de sus respectivas antítesis. La solución no puede ser dogmática sino crítica de la razón pura, distinguiendo la "cosa en sí" del mundo fenomenológico, que no existe independientemente de nuestras representaciones.

Para Johann Gottlieb Fichte del yo, del sujeto se deriva todo y de acuerdo con los principios lógicos de la identidad y negación, al afirmarse el yo engendra por oposición el "no yo" y ambos están subordinados a un principio de unidad total. Así como el yo entra en contradicción consigo mismo y posiciona el no yo, elimina esta oposición mediante la limitación de ambos y fluye un proceso infinito y que se formula en la tríada dialéctica: tesis, antítesis y síntesis.

El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel aplica el término dialéctica a su sistema filosófico y a su lógica centrada en el devenir, la contradicción y el cambio, que sustituye los principios de identidad y no contradicción, por los de la transformación incesante de las cosas y la unidad de los contrarios. Hegel pensaba que la evolución de la Idea se produce a través de un proceso dialéctico, es decir, un concepto se enfrenta a su opuesto y como resultado de este conflicto, se alza un tercero, la síntesis. La síntesis se encuentra más cargada de verdad que los dos anteriores opuestos. La obra de Hegel se basa en la concepción idealista de una mente universal que, a través de la evolución, aspira a llegar al más alto límite de autoconciencia y de libertad.

El filósofo alemán Karl Marx aplicaba el concepto de dialéctica a los procesos sociales y económicos. El llamado materialismo dialéctico de Marx es con frecuencia considerado como una revisión del sistema hegeliano. Este proponía una solución a un problema generalizado de extremos económicos por medio de los tres conceptos: tesis, antítesis y síntesis. La primera era la fuente del problema en este la propiedad del capital concentrada en la clase burguesa. La segunda la clase proletaria creadora del valor con su trabajo y despojada de todo medio de producción. Estas dos darán como síntesis el comunismo, la propiedad social de los medios de producción.

La dialéctica de Hegel [editar]

El acto mismo del conocimiento es la introducción de la contradicción. El principio del tercero excluido, algo o es A o no es A, es la proposición que quiere rechazar la contradicción y al hacerlo incurre precisamente en contradicción: A debe ser +A ó -A, con lo cual ya queda introducido el tercer término, A que no es ni + ni - y por lo mismo es +A y -A. Una cosa es ella misma y no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se transforma ella misma en otra cosa. Esto significa la superación de la lógica formal y el establecimiento de la lógica dialéctica.

Todas las cosas son contradictorias en sí mismas y ello es profundo y plenamente esencial. La identidad es la determinación de lo simple inmediato y estático, mientras que la contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad, el principio de todo automovimiento y solamente aquello que encierra una contradicción se mueve.

La imaginación corriente capta la identidad, la diferencia y la contradicción, pero no la transición de lo uno a lo otro, que es lo más importante, cómo lo uno se convierte en lo otro.

Causa y efecto son momentos de la dependencia recíproca universal, de la conexión y concatenación recíproca de los acontecimientos, eslabones en la cadena del desarrollo de la materia y la sociedad: la misma cosa se presenta primero como causa y luego como efecto. Es necesario hacer conciencia de la intercausalidad, de las leyes de conexión universal objetiva, de la lucha y la unidad de los contrarios y de las transiciones y las transformaciones de la naturaleza y la sociedad. La totalidad, de todos los aspectos del fenómeno, de la realidad, de los fenómenos y de sus relaciones recíprocas, de eso está compuesta la verdad.

La realidad es la unidad de la esencia y la existencia. La esencia no está detrás o más allá del fenómeno, sino que por lo mismo que la esencia existe, la esencia se concreta en el fenómeno. La existencia es la unidad inmediata del ser y la reflexión. Posibilidad y accidentalidad son momentos de la realidad puestos como formas que constituyen la exterioridad de lo real y por tanto son cuestión que afecta el contenido, porque en la realidad se reúne esta exterioridad con la interioridad en un movimiento único y se convierte en necesidad y así lo necesario es mediado por un cúmulo de circunstancias o condiciones.

La cantidad se transforma en cualidad y los cambios se interconectan y provocan los unos con los otros. Las matemáticas no han logrado justificar estas operaciones que se basan en la transición, porque la transición no es de naturaleza matemática o formal, sino dialéctica.

Las determinaciones lógicas anteriormente expuestas, las determinaciones del ser y la esencia, no son meras determinaciones del pensamiento. La lógica del concepto se entiende ordinariamente como ciencia solamente formal, pero si las formas lógicas del concepto fueran recipientes muertos, pasivos, de representaciones y pensamientos, su conocimiento sería superfluo; pero en realidad son como formas del concepto, el espíritu vivo de lo real y por tanto se requiere indagar la verdad de estas formas y su conexión necesaria.

El método del conocimiento no es una forma meramente exterior, sino que es alma y concepto del contenido. Por lo que se refiere a la naturaleza del concepto el análisis es lo primero, porque debe elevar la materia dada a la forma de abstracciones universales, las cuales luego mediante el método sintético son puestas como definiciones. El análisis resuelve el dato concreto, aísla sus diferencias y les da forma de universalidad o, deja lo concreto como fundamento y por medio de la abstracción de las particularidades que aparentan ser inesenciales, pone de relieve un universal concreto o la fuerza y la ley general. Esta universalidad también es determinada mediante la síntesis del concepto en sus formas, en definiciones.

La actividad humana une lo subjetivo con lo objetivo. El fin subjetivo se vincula con la objetividad exterior a él, a través de un medio que es la unidad de ambos, esto es la actividad conforme al fin. Así, con sus herramientas el hombre posee poder sobre la naturaleza exterior, aunque en lo que respecta a sus fines se encuentra con frecuencia sometido a ella.

Dialéctica materialista [editar]

Artículo principal: Materialismo dialéctico

La más simple e influyente formulación del materialismo dialéctico se halla en Engels, que creyó con ello no desviarse de Marx o, en todo caso, creyó completar a Marx. La formulación de Engels se ha incorporado al marxismo calificado de «ortodoxo». Esto no quiere decir que sólo los marxistas «ortodoxos» sean materialistas dialécticos. Es posible sostener el materialismo dialéctico dentro de formas de marxismo «no ortodoxo» –cuando menos no ortodoxo respecto al marxismo ortodoxo aludido–. Ello puede ocurrir de varios modos, entre los cuales sobresalen dos: como un intento de suplementar y sistematizar el marxismo en forma distinta del conglomerado hoy tradicional «Marx-Engels-Lenin», o «marxismo-leninismo»; o bien como una posibilidad para el futuro, cuando se haya «absorbido» por completo la razón analítica y positiva que se supone caracteriza aún las ciencias y éstas puedan constituirse dialécticamente, o materialística-dialécticamente.

Engels desarrolló el materialismo dialéctico en la obra "La transformación de las ciencias por el Sr. Dühring" (Herrn Dühring Umwälzung der Wissenschaften, 1878; publicada como una serie de artículos en Vorwärts, 1877), conocida con el nombre de Anti-Dühring, y también en una serie de [2148] manuscritos procedentes de 1873-1883 y publicados por vez primera en 1925 con el nombre Dialektik der Natur (hay posteriores ediciones, más fidedignas; trad. esp. con introducción por Manuel Sacristán). Aunque Engels se opuso al idealismo, incluyendo el idealismo de Hegel, encontró en este autor apoyo para una «filosofía de la Naturaleza» que descartara y superara el materialismo mecanicista, característico de gran parte de la física (mecánica) moderna y en particular de las interpretaciones filosóficas de la ciencia moderna que proliferaron en el siglo XIX por obra de Ludwig Büchner y otros autores. Este materialismo es, según Engels, superficial y no tiene en cuenta que los modelos mecánicos no se aplican a nuevos desarrollos científicos, tales como los habidos en química y en biología, y especialmente tal como se manifiestan en la teoría de la evolución de las especies. El materialismo «vulgar» mecanicista no tiene tampoco en cuenta el carácter práctico del conocimiento y el hecho de que las ciencias no son independientes de las condiciones sociales y de las posibilidades de revolucionar la sociedad.

Mientras el materialismo mecanicista se apoya en la idea de que el mundo está compuesto de cosas y, en último término, de partículas materiales que se combinan entre sí de un modo «inerte», el materialismo dialéctico afirma que los fenómenos materiales son procesos. Hegel tuvo razón en insistir en el carácter global y dialéctico de los cambios en los procesos naturales, pero erró en hacer de estos cambios manifestaciones del «Espíritu». Hay que «invertir» la idea hegeliana y colocar en la base la materia en cuanto que se desarrolla dialécticamente. La dialéctica de la Naturaleza procede según las tres grandes leyes dialécticas: ley del paso de la cantidad a la cualidad, ley de la interpenetración de los contrarios (u opuestos) y ley de la negación de la negación. Negar que hay contradicciones en la Naturaleza es, según Engels, mantener una posición metafísica; lo cierto es que el movimiento mismo está lleno de contradicciones. Son contradicciones «objetivas» y no «subjetivas». Sin la constante lucha de los opuestos no pueden explicarse los cambios.

El carácter de lucha y oposición de contrarios es, según Engels, universal. Se manifiesta no sólo en la sociedad y en la Naturaleza, sino también en la matemática. La negación de la negación se manifiesta en que de un germen procede una planta que florece y muere, produciendo otro germen que vuelve a florecer. También se manifiesta en que la negación de una cantidad negativa da una positiva. El materialismo dialéctico no es, según Engels, contrario a los resultados de las ciencias; por el contrario, explica, justifica y sintetiza estos resultados.

En la Dialéctica de la Naturaleza, Engels se manifestó en desacuerdo con considerar la necesidad o lo necesario como lo único interesante desde el punto de vista científico y el azar o lo casual como indiferente para la ciencia, pues así "cesa toda ciencia, ya que ésta debe precisamente investigar lo que no conocemos". Consideró que la metafísica está cautiva de la contraposición que media entre casualidad y necesidad y no entiende cómo lo casual es necesario y lo necesario, al mismo tiempo, casual. "El determinismo, que pasa del materialismo francés a las ciencias naturales, trata de resolver el problema de lo casual pura y simplemente negándolo. Según esta concepción, en la naturaleza reina sencillamente la necesidad directa". En cambio, Darwin fundamentó la necesidad de la evolución, sobre "la más amplia base de casualidad". La naturaleza se ha desenvuelto "más o menos accidentalmente, pero con la necesidad que es también inherente a la casualidad". Actualmente podría verse en las matemáticas de las probabilidades, una confirmación de esta visión dialéctica, en sus especificidades para las ciencias naturales y para las ciencias sociales.

A despecho del ejemplo citado en la matemática se ha preguntado a menudo hasta qué punto las ciencias formales, y específicamente la lógica, son dialécticas y están sometidas a las leyes enunciadas por el materialismo dialéctico. Engels se expresó al respecto de un modo un tanto ambivalente, pues mientras las leyes de referencia tienen, a su entender, un alcance verdaderamente universal, por otro lado las leyes dialécticas mismas constituyen un elemento invariable. Puesto que la lógica misma es dialéctica, parece que no cabe preguntar si la propia lógica dialéctica es o no dialéctica; no parece que se pueda negar la lógica dialéctica por otra lógica no dialéctica. Por otro lado, la negación de la negación de esta lógica dialéctica daría una lógica dialéctica supuestamente «superior». Son muchas las discusiones sobre la autonomía o heteronomía de la lógica formal dentro del materialismo dialéctico.

Muchos autores después de Engels han seguido a este autor en el camino del materialismo dialéctico, si bien han modificado éste de varios modos. Tal sucede con Lenin, con quien se inicia una tradición de materialismo dialéctico llamada «marxista-leninista». Para él la dialéctica es la doctrina del desarrollo en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo.

Lenin insistió inicialmente menos que Engels en la noción de «materia» como realidad sometida a cambios de acuerdo con un proceso dialéctico, porque le interesaba defender el realismo materialista contra el idealismo y el fenomenismo de los que seguían a autores como Mach y Avenarius. En Materialismo y empiriocriticismo, de 1909, Lenin equiparó la realidad material con la realidad del mundo real «externo», reflejado por la conciencia, la cual «copia» este mundo mediante las percepciones. Éstas no son símbolos o cifras, sino reflejos de «la realidad (material) misma». Esto no quiere decir que las percepciones, o las sensaciones, describan el mundo real físico tal como éste es. El verdadero conocimiento de este mundo es el conocimiento científico, pero la percepción no es incompatible con este conocimiento. El materialismo dialéctico y la epistemología «realista» y «científica» que lo acompaña es, según Lenin, la doctrina que debe adoptarse para luchar en favor del comunismo. Esto parece convertir el materialismo dialéctico en una ideología cuya verdad depende de la situación histórica. El materialismo dialéctico es, en suma, «partidista». Sin embargo, este partidismo no puede equipararse al de las ideologías no proletarias y no revolucionarias; si es una ideología, es una que contribuye a traer al mundo la «teoría verdadera», que es la que corresponde a la sociedad sin clases.

En las discusiones entre los materialistas dialécticos ha surgido con frecuencia el problema de si, y hasta qué punto, hay que destacar el aspecto materialista o el dialéctico. En escritos posteriores al citado antes, y especialmente en los Cuadernos filosóficos (1915), Lenin subrayó considerablemente el aspecto dialéctico y, con ello, lo que interpretó como el verdadero método hegeliano, pero ello no equivale aún a dejar de lado el materialismo, sin el cual se desembocaría en un idealismo:

"La dialéctica como conocimiento vivo, multilateral (con el número de aspectos siempre en aumento), de innumerables matices en el modo de abordar, de aproximarse a la realidad (con un sistema filosófico qué, de cada matiz, se desarrolla en un todo): he aquí el contenido inconmensurablemente rico, en comparación con el materialismo 'metafísico', cuya desgracia principal es la de no ser capaz de aplicar la dialéctica a la 'Teoría de Reflejo', al proceso y desarrollo del conocimiento."

Así, mientras la dialéctica en el materialismo dialéctico pone de relieve aspectos «idealistas» y «hegelianos», el materialismo en la misma doctrina pone de relieve, o puede terminar por poner excesivamente de relieve, aspectos puramente «mecanicistas» o «superficiales». El equilibrio entre dialéctica y materialismo en el materialismo dialéctico es por ello uno de los desiderata de muchos de los autores adheridos a esta tendencia.

En ocasiones se ha procurado resolver el conflicto entre los dos componentes del materialismo dialéctico acentuándose los aspectos «prácticos». Así sucede, por ejemplo, con el maoísmo y con varías tendencias políticas más interesadas en la realización de un programa que en discutir las bases filosóficas subyacentes en el mismo. Mao escribió en 1937 el ensayo Sobre la Contradicción, que además de partir de la universalidad de la contradicción y las particularidades de cada contradicción, se centra en determinar la contradicción principal y el aspecto principal de una contradicción, así como el antagonismo, la lucha y la identidad de contrarios, de manera que los militantes revolucionarios tuvieran un manual de lógica para la solución de los problemas políticos concretos.

La crítica de Sartre [editar]

La Crítica de la razón dialéctica, del filósofo francés Jean-Paul Sartre, fue publicada en 1960 con el título original de Critique de la raison dialectique (précédé de Questions de méthode).

En ella, Sartre se preguntaba cómo constituir una antropología estructural e histórica, que no sacrifique la concreción del objeto estudiado en un sistema fijo de conceptos. Subrayaba entonces que sólo la antropología marxista puede servir para tal propósito, pero con la condición de que ésta se fundamente en la comprensión de lo humano que supone el existencialismo, la dialéctica fenomenológica del Ser y la Nada. No obstante, si el materialismo histórico de Karl Marx es cierto, entonces la historia es dialéctica, una totalización: ¿pero hay una razón dialéctica? ¿O bien la racionalidad positivista de las ciencias es suficiente para estudiar al hombre y a la existencia humana? Estas son las preguntas fundamentales planteadas por Sartre en Crítica de la razón dialéctica. Aunque el "ejercicio dialéctico" entendido a la manera clásica, como aquello que pertenece a un debate o controversia, no fue el objeto de su estudio, Sartre fue ante todo un polemista y un defensor de la importancia de la confrontación de opiniones como condición del conocimiento y de las transformaciones conscientes de la vida y la sociedad.

Bibliografía [editar]

Referencias [editar]

Véase también [editar]

DOGMA: LA IDEA DEL BIEN. Según Platón, la Idea de Bien es la idea suprema de su Teoría de las Formas. Platón nos presenta la Idea de Bien como el objeto más adecuado para el alma y causa de la realidad, perfección y verdad de las cosas. La importancia y funciones que Platón concede en su filosofía a la Idea de Bien es tal que muchos autores la han identificado con Dios. La consecuencia de ello es que todas las cosas, especialmente el hombre, aspiran a la comprensión de un modo u otro de dicha idea. Se trata del mayor grado de conocimiento al que puede ascender el alma en el proceso de la dialéctica.

Idea de Bien

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Según Platón, la Idea de Bien es la idea suprema de su Teoría de las Formas. Platón nos presenta la Idea de Bien como el objeto más adecuado para el alma y causa de la realidad, perfección y verdad de las cosas. La importancia y funciones que Platón concede en su filosofía a la Idea de Bien es tal que muchos autores la han identificado con Dios. La consecuencia de ello es que todas las cosas, especialmente el hombre, aspiran a la comprensión de un modo u otro de dicha idea. Se trata del mayor grado de conocimiento al que puede ascender el alma en el proceso de la dialéctica.

En el mito de la caverna la Idea del Bien se representa con la metáfora del Sol. Para llegar a él el ser deberá seguir ascendiendo de idea en idea, al principio el ser se sentirá deslumbrado por el Sol. A dicha idea solo se llegará mediante el uso exclusivo de la razón.

DOGMA: MATERIALISMO VS IDEALISMO: PLATÓN. EL MITO DE LA CAVERNA. La Alegoría de la caverna —también conocida por el nombre de Mito de la caverna— está mucho más cerca de ser una alegoría que de un mito. Es la más célebre alegoría de la historia de la filosofía[1] junto con la del Carro alado.[2] Fama debida, sin duda, a la utilidad de estos mitos para que, a propósito de su narración, se expliquen las partes más importantes del pensamiento platónico.

Alegoría de la caverna

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La Alegoría de la caverna —también conocida por el nombre de Mito de la caverna— está mucho más cerca de ser una alegoría que de un mito. Es la más célebre alegoría de la historia de la filosofía[1] junto con la del Carro alado.[2] Fama debida, sin duda, a la utilidad de estos mitos para que, a propósito de su narración, se expliquen las partes más importantes del pensamiento platónico.

Se trata de una explicación metafórica, realizada por el filósofo griego Platón al principio del VII libro de La República, sobre la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento.[3] En ella Platón explica su teoría de cómo con cuatro tipos de conocimiento podemos captar la existencia de los dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo inteligible (sólo alcanzable mediante el uso exclusivo de la razón).

En este diálogo participan: Sócrates, Adimanto, Alcibíades, Aristófanes, Callicles, Glaucón, Gorgias, Hippias, Pitágoras, Parménides, Theaetetus, Thrasymachus y Timeo de Locri.

Contenido

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Descripción [editar]

Recreación del mito. Se observa como el prisionero sólo puede observar proyecciones del mundo que son meras apariencias de las esencias.

Platón describió[4] en su alegoría de la caverna una vivienda cavernosa, en la cual se encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de cercanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al mundo, a la naturaleza. Por el pasillo del muro circulan hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.

Estos hombres encadenados no pueden considerar otra cosa verdadera que las sombras de los objetos. Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados en tomar únicamente por ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus espaldas.

Continúa la narración contando cómo uno de estos hombres es liberado y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando, de este modo, una nueva realidad. Una realidad más profunda y completa ya que ésta es causa y fundamento de la primera que está compuesta sólo de apariencias sensibles. Una vez que ha asumido el hombre esta nueva situación, es obligado nuevamente a encaminarse hacia fuera de la caverna a través de una áspera y escarpada subida, apreciando una nueva realidad exterior (hombres, árboles, lagos, astros, etc. identificados con el mundo inteligible) fundamento de las anteriores realidades, para que a continuación vuelva a ser obligado a ver directamente "el Sol y lo que le es propio",[5] metáfora que encarna la idea de Bien.

La alegoría acaba al hacer entrar, de nuevo, al prisionero al interior de la caverna para que retome su lugar en ella y dando cuenta de cómo se reirían de él sus antiguos compañeros por su ascensión hacia el conocimiento. El motivo de la burla sería afirmar que sus ojos se han estropeado al verse ahora cegado por el paso de la claridad del Sol a la oscuridad de la cueva.

Interpretación esotérica [editar]

La interpretación de la Alegoría de la caverna hay que buscarla muy al final del libro VI y en el libro VII de La República de Platón, una interpretación que es puramente epistemológica, no en vano comienza la historia con estas palabras:

-Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o falta de ella, se encuentra nuestra naturaleza.[6]

Pero bajo su sentido epistemológico esconde connotaciones propias de la metafísica[7] platónica, así como de su política dado que La República es un tratado político.

La metafísica subyacente en la alegoría [editar]

Nada más terminar la narración del mito nos cuenta Platón, por boca de Sócrates, a qué representa cada una de las imágenes que se exponen en él.[8] Corresponde a las sombras y a los hombres que las producen el mundo que percibimos por los sentidos o Mundo sensible; y la hoguera al Sol que todo lo ilumina y nos permite ver. La ascensión al exterior de la cueva figura el ascenso al mundo inteligible, mundo en el que se encuentra la idea de Bien[9] representada por el Sol.

Ambos mundos son reales, pero el inteligible posee más entidad siendo fundamento de todo lo sensible. Pertenecen a este mundo las esencias o ideas y, de entre ellas, la idea de Bien es fundamento de todas las demás ideas y por ende de lo sensible.

Pero, con todo, esta explicación que nos da Platón no es más que una nota al margen de lo que esta alegoría pretende dar a entender. Eso sí, es necesaria para entender el camino del alma hacia el mundo inteligible.[10]

La epistemología subyacente en la alegoría [editar]

Se trata de la parte central de la narración, pero antes de exponerla es preciso contextualizar la epistemología de Platón. Tanto Heráclito como Parménides habían comenzado dos caminos opuestos para avanzar hacia el conocimiento de la realidad, el primero atendiendo a lo mudable,[11] el segundo a lo eterno e imperecedero. Y fue el propio Parménides el que puso nombre a ambos: vía de la opinión y vía de la verdad, respectivamente. Platón, dialéctico él, conjugará ambas vías, si bien dando más importancia y validez a la parmenidea. A estos autores hay que mirar para entender lo que se esconde tras el Mito de la caverna.

Según Platón, a cada tipo de realidad le corresponde un tipo de conocimiento apropiado, y éstos a su vez se subdividen en otros dos tipos distintos, cada cual más cierto[12] cuanto mejor aprehenden lo inteligible. Así, para conocer el mundo sensible disponemos de la opinión, que siendo conocimiento es un saber que puede contener error, y que viene a coincidir con la vía abierta por Heráclito. Por otra parte, para conocer el mundo inteligible contamos con la ciencia que nos proporciona un conocimiento cierto de la realidad, camino propuesto por Parménides. La opinión o δόξα, como ya ha sido dicho, se divide a su vez en dos subtipos de conocimiento: la imaginación o εἲκασια; y la creencia o πίστις. A su vez, para el conocimiento del mundo inteligible, la ciencia o ἒπιστέμη se divide a su vez en pensamiento o διάωοια que capta las esencias y la razón o νόησις que capta la idea de Bien.[13]

De este modo, el conocimiento adquirido por la contemplación de las sombras se identificaría con la fiabilidad del conocimiento que proporciona la imaginación, similar a tomar con una certeza más allá de lo deseable a imágenes reflejadas en espejos, o a imágenes pintadas o esculpidas, o incluso a la misma alegoría de la caverna. La visión de los hombres que caminan por la cueva mostrando objetos y la hoguera misma con la creencia, similar a tomar con una certeza más allá de lo deseable el conocimiento adquirido por la mera observación de la naturaleza en la que todo es mutable. La contemplación del mundo exterior a la cueva representa al pensamiento, el paso al conocimiento del mundo inteligible en el que se encuentran las esencias o oὒσία, un conocimiento que deja de ser una opinión con posibilidad de error, para ser un conocimiento cierto, acorde con la realidad ya que todas las cosas sensibles son imágenes de sus propias esencias. Y por fin, el conocimiento adquirido con la contemplación del Sol representa el conocimiento que se obtiene con la contemplación de la idea de Bien o razón. Se trata de un conocimiento que supera al mismo pensamiento tanto en cuanto que el que lo posee conoce todas las esencias del mundo inteligible porque se fundan en ella y, a través de ellas, todas las realidades del mundo sensible, mientras que el que sólo usa del pensamiento, sólo conoce las esencias que va descubriendo en su pensar.

La educación subyacente en la alegoría [editar]

Dado que La República es un tratado político cabría esperar que tras la alegoría se escondiera una mayor referencia a la teoría política de Platón que a la epistemología y a la educación, pero no es así aunque algo de política tenga.

La importancia que Platón concede a la educación en vistas a una correcta organización de la Polis hace que dedique una muy importante cantidad de páginas a este tema en La República. Platón llega incluso a diseñar en ella un programa de estudios para tal fin basado en los grados del conocimiento descritos anteriormente.

Es el proceso de formación y educación del rey-filósofo lo que está encarnando todo ese periplo a través de los grados del conocimiento que realiza el protagonista de la historia. Una formación a cargo de los más sabios que han de iniciar todos los ciudadanos y que completarán en la medida de que estén capacitados para el conocimiento.

Pero, como alegoría que es, no tiene perfecta correspondencia con el pensamiento de Platón. Por ejemplo, el personaje es continuamente obligado a ascender en los grados de conocimiento porque, como dice el propio Platón al terminar de narrar la alegoría, el saber es costoso y no suele hacerse de buena gana,[14] mientras que más adelante, ya terminado el mito, Platón señala que no es deseable usar la fuerza para que los niños aprendan.[15]

En la política platónica no hay tal obligación externa encaminada a que los hombres asciendan en los grados de conocimiento, nadie ha de ser arrastrado tal y como narra la alegoría. Si acaso, la única obligación de la que habla Platón en su política es de una obligación moral de todos los ciudadanos para que asuman con responsabilidad el deber de educarse lo mejor que puedan conforme a su capacidad por mor del mejor bien de la polis. Un bien que consiste en ser dirigida rectamente, es decir, conforme a razón.

Los propios alumnos, guiados por maestros mediante el uso de la dialéctica, irán alcanzando por sí sólos los distintos grados de conocimiento hasta el límite que la capacidad de cada uno de ellos determine.

La política subyacente en la alegoría [editar]

Las connotaciones políticas que este mito tiene son secundarias o indirectas. De todas las obligaciones a la que es sometido el prisionero de la alegoría, la única que realmente se mantiene en la teoría política platónica es la de que tanto el personaje de ella como el sabio han de ser obligados igualmente a abandonar la contemplación del mundo inteligible para dirigir a sus conciudadanos[16] debido a que ese regreso para asumir el gobierno de la Polis aleja al sabio de la mayor felicidad: el seguir contemplando la idea de Bien. Esta obligación es más interna que externa, su fuerza reside en la responsabilidad que tiene el sabio de cara a la Polis para que ésta alcance su bien,[9] esto es, para que todos los habitantes se guíen conforme a la razón al ser dirigidos por el sabio.

Con todo Platón es consciente de que muy pocos son capaces de llegar al más alto grado de conocimiento. Ello le llevará a proponer que también han de desempeñar la función de gobernar, en un gobierno que es temporal y rotatorio, los que más hayan accedido al mundo inteligible por medio del pensamiento.[17] El motivo de la rotación es limitar en el tiempo la función de gobernar para no hacer más gravosa aún la obligación de desatender el estudio y contemplación de las esencias al hacerla perdurar excesivamente en el tiempo.

Interpretaciones exotéricas [editar]

Como a casi todo texto alegórico, a la Alegoría de la caverna no le faltan interpretaciones que han sido dadas al margen de la que le dio su autor en la Academia. El motivo principal que lo causa es el hecho de que casi toda la obra de Platón conservada[18] es de carácter exotérico, es decir, destinada a los no miembros de la Academia y por tanto asequible al gran público. Esto determinó que Platón dotara a su obra de una extraordinaria belleza literaria por las imágenes propuestas, pero con poca precisión conceptual en muchas de sus partes. El quedarse sólo en la lectura de la alegoría sin atender a las explicaciones que de él nos dio su autor, ha dado lugar a todo tipo de interpretaciones.[19]

Este tipo de alegoría, en la que pone de manifiesto cómo los humanos podemos engañarnos a nosotros mismos o forzados por poderes fácticos, es repetida durante la historia por muchos filósofos u otros autores, como Calderón de la Barca con La vida es sueño. Ejemplos más modernos pueden ser el libro La Invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares, Un mundo feliz, de (Huxley, 1932), la trilogía cinematográfica Matrix o El show de Truman, o el libro La Caverna (1998) de José Saramago.

Referencias [editar]

  1. Cfr. Caverna de Platón. Diccionario de filosofía. Dtor: Ferrater Mora (1979)
  2. Platón. Fedro. 254e y ss.
  3. Cfr. Platón. La República. 514a.
  4. Op. Cit. 514a - 517a.
  5. Platón. La República 516b. Madrid: CEPC (1997). Traducción de José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano.
  6. Op. Cit 514a. Traducción de José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano.
  7. Esta palabra será creada unos años más tarde de la muerte de Platón, pero, dado que nos estamos refiriendo al mismo tipo de saber al que Teofrasto nombró por primera vez, es corriente este uso anacrónico.
  8. Cfr. La República 517a - c. También en Ibid 532a - b.
  9. a b La idea de Bien está completamente desprovista de todo sentido ético, para el mundo griego el bien estaba referido a lo metafísico-teleológico, en términos actuales sería equivalente a lo útil. Cfr. en GUTHRIE. Historia de la Filosofía Griega. Madrid: Gredos (1990), Vol. IV, pág. 497 y ss.
  10. Cfr. Jaeger. Paideia. Madrid: FCE (2004) pág. 693
  11. En realidad no todo era mudable, Heráclito halló un principio que todo lo regía, con lo que no se distanciaría tanto de la epistemología parmenidea.
  12. Ninguno es falso, sino más o menos válidos.
  13. Cfr. La República 511d - e. También en 533a y ss.
  14. Cfr. Ibid 517b.
  15. Cfr. Ibid 537a.
  16. Cfr. Ibid 540b.
  17. Cfr. Jaeger. Paideia. Madrid: FCE (2004) pág. 665.
  18. La excepción son sus cartas conservadas.
  19. Véase supra el ejemplo dado en La política subyacente en la alegoría

Bibliografía [editar]

  • Platón (1997). La República. CEPC. Madrid.
  • Guthrie, W. K. G. (1990). Historia de la Filosofía Griega (vol. IV). Gredos. Madrid.
  • Jaeger, W. W. (2004). Paideia: los ideales de la cultura griega.. FCE. Madrid.
  • Ferrater Mora, J. (1979). Diccionario de Filosofía. Alianza Editorial. Barcelona.

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

DOGMA: EPICURO. Epicuro y la felicidad.

DOGMA: EPICURO. Según Epicuro la sensación es la base de todo el conocimiento y se produce cuando las imágenes que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos. Ante cada sensación el ser humano reacciona con placer o con dolor, dando lugar a los sentimientos, que son la base de la moral. Cuando las sensaciones se repiten numerosas veces se graban en la memoria y forman así lo que Epicuro denomina las "ideas generales" .

Características generales

1.

La filosofía de Epicuro puede ser claramente dividida en tres partes, la Canónica, que se ocupa de los criterios por los cuales llegamos a distinguir lo verdadero de lo falso, la Física, el estudio de la naturaleza, y la Ética, que supone la culminación del sistema y a la cual se subordinan las dos primeras partes.

2.

Antes de examinar cada una de estas partes podemos afirmar que la filosofía de Epicuro, en líneas generales, se caracteriza por situarse en el lado opuesto a la filosofía platónica: afirma que no hay más que una realidad, el mundo sensible, niega la inmortalidad del alma y afirma que ésta, al igual que todo lo demás, está formada por átomos, afirma el hedonismo en la teoría ética y como modo de vida y rechaza el interés por la política y, frente a la reestructuración de la sociedad que, afirmaba Platón, era el objetivo del filósofo, prefiere un estilo de vida sencillo y autosuficiente encaminado a la felicidad en el que la amistad juega un papel fundamental.

Veamos ahora con más detalle cada una de las partes de la filosofía de Epicuro:

A) La canónica.

1.

La canónica es la parte de la filosofía que examina la forma en la que conocemos y la manera de distinguir lo verdadero de lo falso.

Según Epicuro la sensación es la base de todo el conocimiento y se produce cuando las imágenes que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos. Ante cada sensación el ser humano reacciona con placer o con dolor, dando lugar a los sentimientos, que son la base de la moral. Cuando las sensaciones se repiten numerosas veces se graban en la memoria y forman así lo que Epicuro denomina las "ideas generales" (diferentes a las platónicas).

Para que las sensaciones constituyan una base adecuada, sin embargo, deben estar dotadas de la suficiente claridad, al igual que las ideas, o de otro modo nos conducirán al error.

2.

Diógenes Laercio, además de las sensaciones, los sentimientos y las ideas generales, menciona un cuarto proceso de conocimiento: las proyecciones imaginativas, por las cuales podemos concebir o inferir la existencia de elementos como los átomos, aunque éstos no sean captados por los sentidos.

Todos esos aspectos, sin embargo, son sólo los principios que rigen nuestro modo de conocer la realidad. El resultado de su aplicación nos lleva a concluir la concepción de la naturaleza que se detalla en la física, segunda parte de la filosofía epicúrea.


B) La física.

1.

Según la física de Epicuro toda la realidad está formada por dos elementos fundamentales. De un lado los átomos, que tienen forma, extensión y peso, y de otro el vacío, que no es sino el espacio en el cual se mueven esos átomos.

Las distintas cosas que hay en el mundo son fruto de las distintas combinaciones de átomos. El ser humano, de la misma forma, no es sino un compuesto de átomos. Incluso el alma está formada por un tipo especial de átomos, más sutiles que los que forman el cuerpo, pero no por ello deja el alma de ser material. Debido a ello, cuando el cuerpo muere, el alma muere con él.

2.

Con respecto a la totalidad de la realidad Epicuro afirma que ésta, como los átomos que la forman, es eterna. No hay un origen a partir del caos o un momento inicial. Tal y como leemos en la Carta a Herodoto: "Desde luego el todo fue siempre tal como ahora es, y siempre será igual."

Toda esta concepción atomista procede claramente de Demócrito, pero Epicuro no duda en modificar la filosofía de aquel cuando le conviene, pues no quiere aceptar el determinismo que el atomismo conllevaba en su forma original. Por ello introduce un elemento de azar en el movimiento de los átomos, una desviación de la cadena de las causas y efectos con lo que la libertad queda asegurada.

3.

Este interés por parte de Epicuro en salvaguardar la libertad es fruto de la consideración de la ética como la culminación de todo el sistema filosófico al cual se han de subordinar las restantes partes. Estas son importantes tan sólo en la medida en que son necesarias para la ética, tercera y última división de la filosofía.

C) La ética.

La ética, como ya se ha dicho, es la culminación del sistema filosófico de Epicuro: la filosofía como el modo de lograr la felicidad, basada en la autonomía o autarkeia y la tranquilidad del ánimo o ataraxia. En la medida en la que la felicidad es el objetivo de todo ser humano, la filosofía es una actividad que cualquier persona, independientemente de sus características (edad, condición social, etc.) puede y debe realizar.

C1) Lo que se debe evitar

1.

Para exponer la ética de Epicuro podemos fijarnos en dos grandes bloques. Por un lado todo aquello que su filosofía pretende evitar, que es, en definitiva, el miedo en sus diversos modos y maneras, y por otro lado, aquello que se persigue por considerarse bueno y valioso.

La lucha contra las diversos miedos que atenazan y paralizan al ser humano es parte fundamental de la filosofía de Epicuro; no en vano, ésta ha sido designada como el "tetrafármaco" o medicina contra los cuatro miedos más generales y significativos: el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, el miedo al dolor y el miedo al fracaso en la búsqueda del bien:

1a. - El miedo a los dioses

es absurdo, nos dice Epicuro, pues éstos en nada intervienen en los asuntos humanos y no se mueven por la ira ni la cólera ni tantos otros sentimientos que comúnmente se les atribuyen. Por el contrario, los dioses deberían ser un modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues viven en armonía mutua manteniendo entre ellos relaciones de amistad.

1b. - El miedo a la muerte

es igualmente absurdo e irracional. Es un temor que se produce por dos motivos: o bien la imaginación nos lleva a pensar que existen cosas terribles tras la muerte o bien es fruto de la consideración de que yo, como individuo, voy a dejar de existir para siempre. Ambas pensamientos, sin embargo, son infundados. Por un lado Epicuro es un materialista, y lo único a lo que le concede una vida eterna es a los mismos átomos, pero no al producto formado por las combinaciones entre ellos.

Por otro lado la muerte no es un mal.

Siendo como es la pérdida de la capacidad de sentir, Epicuro afirma: "La muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta nosotros ya no somos". No siendo un mal en el momento en el que se presenta, menos daño puede hacer mientras estamos vivos y sólo la presentimos. En ese caso es el temor y la angustia que produce la fuente del sufrimiento, y no la muerte. Deberá ser el razonamiento el que nos muestre lo infundado de tal temor. La actitud del sabio es la de vivir razonablemente en lugar de desperdiciar el tiempo que tenemos anhelando un tiempo de vida infinito que nunca lograremos alcanzar:

"El recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo infinito, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible, en efecto, hay en el vivir para quien ha comprendido que nada temible hay en el no vivir."

1c. - El miedo al dolor

es otro de los objetos de ataque de Epicuro. Se trata de un miedo infundado ya que todo dolor es en realidad fácilmente soportable. Si se trata de un dolo intenso su duración será breve sin duda, mientras que si el dolor es prolongado, su intensidad será leve y podrá ser fácilmente sobrellevado.

1d. - Finalmente el miedo al fracaso

en la búsqueda del bien y de la felicidad en la vida está relacionado con el ideal de autonomía del sabio epicúreo. Quien considera que la felicidad depende de factores externos equivoca su juicio y se somete a cosas que están fuera de su control, como la opinión de los demás, las recompensas externas, etc. Por el contrario, gozando de la autonomía propia del sabio, es posible para cada uno lograr un estado de ánimo equilibrado y gozoso con muy pocos medios (no debe olvidarse que la mayoría de las filosofías helenísticas surgen como respuesta a un mundo en continuo cambio y conflicto y pretenden proporcionar al individuo la coherencia e independencia que la polis clásica había perdido).

 Dibujo coloreado de vasos griegos

C1) Lo que se debe perseguir

Con respecto a aquello que la filosofía de Epicuro considera bueno y valioso no puede ensalzarse lo suficiente el placer y la amistad.

1.

En la búsqueda del placer es necesario distinguir aquellos deseos que son naturales y necesarios (como el placer de calmar el hambre o la sed), de aquellos que son naturales y no necesarios (como el placer de seguir comiendo y bebiendo aunque el hambre y la sed hayan sido satisfechos), y también de aquellos que no son ni naturales ni necesarios (como el placer de obtener glorias, honor, etc.). Epicuro siempre sostuvo la importancia de distinguir entre los placeres aquellos que eran verdaderamente beneficiosos de aquellos que podían generar una dependencia y que terminaban por causar insatisfacción, bien porque fuesen irrealizables o bien porque eliminaban la autonomía del individuo. "Reboso de placer en el cuerpo cuando dispongo de pan y agua, y escupo sobre los placeres de la abundancia, no por sí mismos, sino por las molestias que los acompañan."

2.

Finalmente Epicuro exalta la amistad entre los seres humanos como una de las mayores virtudes y uno de los mejores placeres de los que se puede gozar. La amistad proporciona un apoyo en un mundo hostil y extraño. Es una ayuda no tanto por lo que los amigos hagan efectivamente por uno, como por el hecho de saber que podamos contar con ellos, en caso de ser necesario. La amistad llevó a Epicuro a fundar su propia escuela entendida como un lugar de encuentro, de disfrute, de diálogo y de estudio así como de recuerdo gozoso de los amigos que ya han desaparecido.

3.

La clave del modo de vida epicúreo, de tener que ser resumida en tres palabras, vendría a ser: gozar, saber y compartir. Esos tres factores, como nos muestran las palabras de Epicuro, están íntimamente relacionados: Gozar el placer de estar vivo, saber discernir lo que es verdaderamente valioso, y compartir en la amistad tanto la vida como el conocimiento.

"De todos los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de una vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad."

 

Obtenido de http://www.webdianoia.com/helenismo/epicuro_fil.htm