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Arqueología

ARQUEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA: El origen del hombre - National Geographic - Español parte 4 y 5 de 5

ARQUEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA: El origen del hombre - National Geographic - Español parte 1, 2 y 3 de 5.

ARQUEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA: Los primeros Homo sapiens.

ARQUEOLOGÍA: EL OSO DE LAS CAVERNAS. El origen de los úrsidos está estrechamente relacionado con el de los cánidos (perros, lobos, zorros, entre otros); tanto así que, para algunos autores, ambos grupos deberían constituir una sola familia taxonómica. Esto es debido a que la divergencia entre úrsidos y cánidos es relativamente reciente a escala de la evolución de los mamíferos, y esta debió ocurrir, según la mayoría de los especialistas, hace unos 25-20 millones de años, a fines de del Oligoceno e inicios del Mioceno. Aunque la historia evolutiva de los osos es relativamente corta, ésta no ha sido menos interesante que la de otros grupos animales.

Los osos son grandes mamíferos pertenecientes a la familia Ursidae del orden Carnívora; esta familia agrupa tanto a las especies de oso fósiles como a las existentes en la actualidad.

 

 

El origen de los úrsidos está estrechamente relacionado con el de los cánidos (perros, lobos, zorros, entre otros); tanto así que, para algunos autores, ambos grupos deberían constituir una sola familia taxonómica. Esto es debido a que la divergencia entre úrsidos y cánidos es relativamente reciente a escala de la evolución de los mamíferos, y esta debió ocurrir, según la mayoría de los especialistas, hace unos 25-20 millones de años, a fines de del Oligoceno e inicios del Mioceno. Aunque la historia evolutiva de los osos es relativamente corta, ésta no ha sido menos interesante que la de otros grupos animales.

 

La mayoría de los primeros parientes de los osos actuales, pertenecientes a las subfamilias Hemicyoninae (literalmente “medio perros”) y Agriotheriinae, se extinguieron respectivamente a inicios y a finales del Plioceno, tras haberse dispersado por Eurasia, África y Norteamérica (Kurtén 1966).

 

A pesar de la amplia discusión científica sobre la clasificación taxonómica de los osos, algunos investigadores como McLellan & Reiner (1994) han considerado oportuno dividirlos en cinco (5) subfamilias: Hemicyoninae, Agriotheriinae, Tremarctinae, Ursinae y Ailuropodinae, de las cuales existen 8 especies vivientes en la actualidad pertenecientes a las tres (3) últimas de estas.

 

La historia evolutiva de los osos está aun lejos de ser bien conocida e indudablemente, cambiará en la medida que nuevas evidencias estén disponibles. No obstante, varias hipótesis filogenéticas, utilizando sólo datos genéticos, han sido postuladas en los últimos años por investigadores como O’Brien et al. (1991), Talbot &  Shields (1996) y Waits et al. (1999). Claro está, que en este tipo de análisis solo han sido consideradas las especies vivientes, debido a la imposibilidad momentánea de realizar estudios genéticos en las especies fósiles.

 

LA SUBFAMILIA TREMARCTINAE: osos de hocico corto y osos de anteojos.

Los osos de la subfamilia Tremarctinae Merriam & Stock 1925, presentan una distribución exclusivamente americana. Su origen se remonta probablemente durante Mioceno en América del Norte, a partir de algún representante de la subfamilia Agriotheriinae proveniente de Eurasia (Kurtén 1966). El género más antiguo conocido es Plionarctos Frick, 1926, que data del Mioceno Medio y Plioceno. Este género fue descrito en base a un material muy pobre, compuesto por tres piezas dentales halladas en la localidad de Edén, al sur de California, Estados Unidos de Norteamérica. El paleontólogo Björn Kurtén (op. cit.) consideró a Plionarctos como el ancestro común de los otros cuatro (4) géneros de la subfamilia, a decir:

 

1. Arctodus Leidy 1854,

2. Arctotherium Bravard 1857,

3. Pararctotherium Ameghino 1904 y

4. Tremarctos Gervais 1855.

 

Sin embargo, estudios más recientes sugieren que Plionarctos estaría más emparentado con el género Tremarctos y ambos a su vez con Arctodus, Arctotherium y Pararctotherium, que conforman el grupo de los “osos de hocico corto” (Soibelzon 1999, 2000, MS).

 

Los osos de hocico corto del género Arctodus eran verdaderos gigantes y vivieron en Norteamérica, especialmente durante el Pleistoceno, aunque no es descartable una dispersión más al sur.

 

Si bien fueron descritas varias especies dentro de este género, actualmente solo dos (2) son reconocidas (Kurtén 1967): Arctodus pristinus Leidy, 1854 y Arctodus simus Cope, 1879.

 

 

 

Los registros fósiles de Arctodus pristinus han sido localizados al Sur de los Estados Unidos de Norteamérica, especialmente en el estado de Florida, y en México, perteneciendo al Plioceno y Pleistoceno. En líneas generales, estos osos fueron de un tamaño menor al de la otra especie del género y se sospecha que eran de hábitos predominantemente herbívoros (Emslie 1995).

 

 

Por su parte Arctodus simus, registrado durante el Pleistoceno, ocupó particularmente el occidente norteamericano. En un estudio de la paleodieta de esta especie, en base a isótopos de nitrógeno y carbono, los investigadores Bocherens et al. (1995) confirmaron los que otros autores habían sospechado: A. simus fue un gran carnívoro. Esto corrobora también lo sugerido por Kurtén (1967) en función a una supuesta convergencia de la forma de la cabeza de este oso, similar a la de los felinos, y sus piernas muy largas. Es así como se considera que A. simus fue un gran corredor, lo que lo convierte en el más grande depredador del continente americano durante su época (McLellan & Reiner 1994).

 

Estos osos gigantes, cuyo peso debió superar la media tonelada, desaparecieron hace poco más de 10.000 años, debido a causas no bien documentadas aun, entre las que se cuentan, la competencia con otros depredadores, como los osos negros y osos pardos con quienes superpusieron sus áreas de dominio durante un largo período (Emslie & Czaplewski 1985); la presunta  sobrecacería ejercida por los “paleoindios” de la cultura Clovis (McLellan & Reiner op. cit.), así como el efecto de los cambios climáticos de la época, ocasionados por las glaciaciones que produjeron la extinción masiva de fines del Pleistoceno.

 

 

 

LOS OSOS EN AMÉRICA DEL SUR.

 

El subcontinente Sudamericano se mantuvo aislado durante la mayor parte de la Era del Cenozoico. Este aislamiento finalizó hace unos 2.5 millones de años con la desaparición de la barrera marina que existía entre el noroeste de Colombia y el sur de Panamá (Webb 1985). Luego del levantamiento del Istmo de Panamá, puente natural que unió a Norte, Centro y Sudamérica, se produjo un evento de intercambio faunístico conocido como el “Gran Intercambio Biótico Americano” (Webb op. cit.). El mayor número de las familias de mamíferos carnívoros arribaron a Sudamérica durante este proceso. En este sentido, los prociónidos son considerados los “heraldos” (segun Webb 1976) del Gran Intercambio Biótico, ya que arribaron al sur tempranamente con respecto a los otros carnívoros que hoy habitan en la región.

 

En América del Sur, donde no existían hasta ese momento carnívoros placentarios, los inmigrantes holárticos experimentaron una gran radiación adaptativa que resultó en la aparición de nuevos géneros y especies. Así fue como los osos de la subfamilia Tremarctinae se diversificaron en Sudamérica durante el Ensenadense (*) (Pleistoceno Inferior a Medio), desplazando probablemente del nicho de omnívoros a los prociónidos del género Chapalmalania, unos grandes mapaches parecidos al panda gigante, que habían ingresado a este subcontinente durante el Huayqueriense (*) (Mioceno Superior) y Plioceno Inferior (Bond 1986; Soibelzon & Bond 1998; Yerena 1987). Con la excepción de una especie, estos animales se extinguieron a finales del Lujanense (*) (Pleistoceno Superior).

 

(*) Edad de Mamíferos Fósiles de Sudamérica.

 

No hay, hasta el momento, restos fósiles de Tremarctinos que prueben su presencia durante el Holoceno en América del Sur. El único sobreviviente, el oso frontino (Tremarctos ornatus), vive actualmente en la cordillera andina, pero no se tiene certeza sobre la participación o no de esta especie en el Gran Intercambio Biótico Americano ya que, hasta el momento, no ha sido registrada en estado fósil en ninguna parte de América. Esto es llamativo ya que la otra especie del género (T. floridanus), se registra en América del Norte desde el Plioceno hasta el Pleistoceno Superior, en el límite con el Holoceno, y recientemente fue encontrada en Centroamérica (Miller 2000).

 

Como se mencionó antes, los osos experimentaron una radiación adaptativa en América del Sur, que dio origen a por lo menos dos (2) géneros: Arctotherium y Pararctotherium, que incluyen a cuatro (4) especies. Anteriormente, los fósiles de osos encontrados en América del Sur habían sido incluidos por algunos autores en el género Arctodus (Kurtén 1967, Perea & Ubilla 1998, McLellan & Reiner 1994), pero hoy se reconoce la validez de Arctotherium y Pararctotherium, independientes de Arctodus (Soibelzon 2000, Soibelzon et al. 2000).

 

Al igual que los Arctodus norteamericanos, sus parientes sudamericanos presentan dimorfismo sexual, especialmente en relación al tamaño corporal, lo que ciertamente provocó la descripción de una gran cantidad de especies basadas principalmente en diferencias de este tipo.

 

Especies de osos reconocidas para América del Sur:

Arctotherium latidens Bravard, 1857, se registra para el Ensenadense (Pleistoceno Inferior a Medio) de Argentina y Bolivia. Estos osos fueron los más grandes que habitaron en América del Sur, similares en talla al Arctodus simus, pero de hábitos omnívoros y ocupando ambientes de climas cálidos y húmedos. Es probable que su extinción, ocurrida a fines del Ensenadense, haya sido causada por los fuertes cambios ambientales en el Pleistoceno Medio, momento en el que comienza a aparecer notoriamente Pararctotherium en los registros fósiles (Soibelzon & Bond 1998).

 

 

 

A pesar que desde 1857 fueron descritas más de cinco (5) especies dentro del género Arctotherium, actualmente se solo considera la validez de Arctotherium latidens (Soibelzon et al. 2000).

 

El género Pararctotherium se registra para el Bonaerense y Lujanense (Pleistoceno Medio a Superior) de Argentina, Bolivia, Brasil, Uruguay, Chile y probablemente Venezuela. En este último país, fueron encontrados restos fósiles de osos en dos localidades y fueron identificados como “Arctodus brasiliensis” (Mondolfi 1971, Yerena 1987). Hoy cabría suponer que dichos fósiles pertenezcan al género Pararctotherium.

 

 

 

Los Pararctotherium fueron osos de tamaño mediano, asociados a ambientes de climas fríos, secos y hábitats abiertos característicos de Pleistoceno glacial. Se reconocen tres (3) especies: Pararctotherium enectum Ameghino, 1904, P. pamparum Ameghino, 1904 y P. brasiliense (Lund, 1840) (Soibelzon et al. 2000). Se diferencian del género Arctotherium por ser más pequeños, presentar bulas timpánicas infladas y una región frontal abultada. Es posible que su extinción haya sucedido en tiempos muy recientes, a inicios del Holoceno, debido a los fuertes cambios climáticos de la época (Soibelzon & Bond 1998, Soibelzon et al. 2001).

 

 

 

 

EL ENIGMA SOBRE EL ORIGEN DEL OSO FRONTINO.

Se sabe que el género Tremarctos tuvo su origen en Norteamérica (Kurtén 1966), y como señalamos anteriormente está más relacionado con Arctodus que con los géneros sudamericanos (Soibelzon 1999). Incluso, podría ser una línea evolutiva independiente a partir de Plionarctos (Yerena 1987).

 

Los fósiles de Tremarctos han sido datados desde el Plioceno Superior hasta el Holoceno en Norte y Centroamérica (EU, México y Belice) (Kurtén 1966, Miller 2000), y todos pertenecen a la especie: Tremarctos floridanus Gidley, 1928. Este oso constituye una especie hermana del actual oso frontino, Tremarctos ornatus (Cuvier, 1825) y no su antepasado, como fue sugerido por algunos autores.

 

T. floridanus era un oso de tamaño mediano, similar al actual oso pardo (Ursus arctos) y se considera el reemplazo ecológico y temporal del Arctodus pristinus, con quien compartió áreas de la actual Florida (EU) a principios del Pleistoceno (Emslie 1995). Asimismo, se le asume convergente del oso de las cavernas europeo (Ursus spelaeus) (Kurtén 1966, Yerena 1987), por lo que debió vivir en cuevas y haber sido de hábitos predominantemente herbívoros (Bocherens et al. 1995).

 

 

 

La causa de su extinción, ocurrida hace unos 8 mil años, como en otros casos no debió de ser simple, y probablemente tuvo que ver con una mezcla de modificaciones climáticas y competencia con otros géneros de osos, con los que habían convivido al menos los dos últimos millones de años.

 

No existen registros fósiles asignables a T. ornatus, aunque se asume que ingresó a Sudamérica a fines del Pleistoceno e inicios del Holoceno, ya que han aparecido algunos restos del mismo en yacimientos arqueológicos de Colombia, donde se le reporta una antigüedad no muy precisa, pero cerca al límite entre estas dos épocas (Peña & Pinto 1996), en el Perú, con una antigüedad no mayor a los 1500 a.c. (Flores 1975) y en Ecuador (Wing 1986).

 

Esta especie logró adaptarse a los hábitats montañosos de la Cordillera de Los Andes y hoy representa el único "oso verdadero" de Sudamérica y a la vez, único representante viviente de la Subfamilia Tremarctinae.

 

Valga como reflexión final que la evolución de las especies es un proceso continuo del que sólo llegamos a atisbar, en el transcurso de una vida humana, un breve instante de una larga sucesión. Esperemos tener la suerte de que, a lo largo de nuestra existencia, no veamos desaparecer ante nosotros a los últimos osos sudamericanos.

 

 


REFERENCIAS CONSULTADAS Y RECOMENDADAS.

 

BOCHERENS, H., EMSLIE, S., BILLIOU, D. & A. MARIOTTI. 1995. Stable isotopes (C13, N15) and paleodiet of giant short-faced bear (Arctodus simus). C. R. Acad. Sci. Paris, t320. Série Iia, p. 779 a 784.

 

EMSLIE, S. 1995. The fossil record of Arctodus pristinus (Ursidae: Tremarctinae) in Florida. Bull. Florida Mus. Nat. Hist. 37, Pt II (15): 501-514.

 

EMSLIE, S. & N. CZAPLEWSKI, 1985. A new record of giant short-faced bear (Arctodus simus), from western North America with re-evaluation of its paleobiology. Contributions in Science, Natural History Museum of Los Angeles 3711: 1-12.

 

FLORES, Y. 1975. Excavaciones en el Mirador: Pacopampa. Seminario de Historia Rural Andina. Lima, Perú.

 

FRICK, C. 1926. An American tertiary bears: Plionarctos, new genus. En: The Hemicyoninae. Bull. Amer. Mus. of Natural History, 56 (1): 111-116.

 

KURTÉN, B. 1966. Pleistocene bears of North America. 1. Genus Tremarctos: spectacled bears. Acta Zool. Fennica, 115: 1-120.

 

KURTÉN, B. 1967. Pleistocene bears of North America. 2. Genus Arctodus: short-faced bears. Acta Zool. Fennica, 117: 1-60.

 

KURTÉN, B. & E. ANDERSON. 1980. Association of Ursus arctos and Arctodus simus (Mammalia: Ursidae) in the late Pleistocene of Wyoming. Breviora, 426: 1-6.

 

McLELLAN, B. & D. REINER. 1994. A review of bear evolution. Int. Conf. Bear Res. and Manage., 9 (1): 85-96.

 

MILLER, T. 2000. En el interior de Chiquibul, la caverna más grande de Centroamérica. National Geographic Magazine (Edición en Español), 6(4): 54-71, Abril.

 

MONDOLFI, E. 1971. El oso frontino (Tremarctos ornatus). Defensa de la Naturaleza, 1(2): 31-35.

 

O’BRIEN S. J., R. E. BENVENISTE, W. G. NASH, J. S. MARTENSON, M. A. EICHELBERGER, D. E. WILDT, M. BUSH, R. K. WAYNE & D. GOLDMAN. 1991. Molecular Biology and Evolutionary Theory: The Giant Panda’s Closest Relatives. Pp: 225-250, In: L. Warren & H. Koprowski (Eds.). New perspectives on Evolution. Wiley-Liss, Inc., New York.

 

PEREA, D. & M. UBILLA. 1998. South American fossil bears (Ursidae, Tremarctinae). VII Congreso Argentino de Paleontología y Bioestratigrafía (Bahía Blanca), Octubre.

 

PEÑA, L. & PINTO, M. 1996. Mamíferos más comunes de sitios Precerámicos de la sabana de Bogotá. Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Colección Julio Carrizosa Valenzuela N° 6. Santa Fé de Bogotá. 83 pp.

 

SOIBELZON, L. 2000. Nueva evidencia sobre la relación filogenética entre los osos pleistocenos de América del Sur y del Norte. Rev. Cuaternario y Cien. Ambien., 1: 45-50.

 

SOIBELZON, L. 1999. South and North American Pleistocene Bears: the value of the premasseteric fossa. En: Libro de Resúmenes del Congreso Evolución Neotropical del Cenozoico. La Paz, 19 - 22 de Mayo de 1999.

 

SOIBELZON, L., M. BOND & E. SOIBELZON. 2000. The systematic identity of the type of Arctotherium bonariensis Gervais, 1852 (Ursidae: Tremarctinae), Ameghiniana, 37 (4), Suplemento de resúmenes.

 

SOIBELZON L. & M. BOND, 1998. Los Ursidae (Mammalia: Carnivora) fósiles de la Argentina. Actas del X Congreso Latinoamericano de Geología y VI Congreso Nacional de Geología Económica, Vol. I: 275-279.

 

SOIBELZON, L., TONNI, E. P. & BOND, M. 2001. Arctotherium latidens (Ursidae, Tremarctinae) en el Pleistoceno de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Comentarios Sistemáticos y Bioestratigráficos. Proceedings of XII Congreso Latinoamericano de Geología y III Congreso Uruguayo de Geología.

SOIBELZON, L. (MS en preparación). Los Ursidae fósiles de la República Argentina: Aspectos Sistemáticos y Paleoecológicos. Tesis Doctoral.

 

TALBOT S. L. & G. F. SHIELDS. 1996. A Phylogeny of the Bears (Ursidae) Inferred from Complete Sequences of Three Mitocondrial Genes. Molecular Phylogenetics and Evolution, 5(3): 567-575.

 

WAITS, L. P., J. SULLIVAN, S. O’BRIEN & R. H. WARD. 1999. Rapid Radiation events in the Family Ursidae Indicated by Likelihood Phylogenetic estimation from Multiple Fragments of mtDNA. Molecular Phylogenetics and Evolution, 13 (1): 82-92.

 

WEBB S. D. 1976. Mammalian Faunal Dynamics of the Great American Interchange. Paleobiology, 2: 216-234.

 

WING, E. 1986. Domestication of Andean Mammals. Pp: 246-264, en: Vuilleumier, F. & M. Monasterio (Eds). High Altitude Tropical Biogeography. Oxford University Press. 649 pp.

 

YERENA, E. 1987. Distribución pasada y contemporánea de los úrsidos en América del Sur. Seminario EA-7154, Dpto. de Estudios Ambientales. Universidad Simón Bolívar. Caracas, Venezuela.

 

Obtenido de http://www.cecalc.ula.ve/BIOINFORMATICA/oso/evol_contenido.htm

 

ARQUEOLOGÍA: "EL LEÓN DE LAS CAVERNAS". El león de las cavernas (Panthera leo spelaea) es probablemente el mayor felino que haya existido, sólo ligeramente superado por el dientes de sable Suramericano (Smilodon populator) con el que compartía la misma estatura (alrededor de 1,20 m) pero el Smilodon poseía una estructura física más corpulenta, musculosa y por lo tanto fue más pesado; también fue superado por su antepasado del Pleistoceno Temprano y Medio el (Panthera leo fossilis) con aproximadamente 1,25 m de altura al hombro y sobre todo por el león americano (Panthera leo atrox) que alcanzó una altura cercana al 1.30 m. Se hallaba difundido desde las Islas Britanicas en Occidente hasta el Turkestán en Oriente.

Panthera leo spelaea

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León de las cavernas
Hoehlenloewe CaveLion hharder.jpg
Reconstrucción artística
Estado de conservación
Extinto en época prehistórica desde c. 8000 a. C.
Clasificación científica
Reino:Animalia
Filo:Chordata
Clase:Mammalia
Orden:Carnivora
Familia:Felidae
Subfamilia:Panthera
Género:Panthera
Especie:P. leo
Subespecie:P. leo spelaea
Nombre trinomial
Panthera leo spelaea
Goldfuss, 1810

El león de las cavernas (Panthera leo spelaea) es probablemente el mayor felino que haya existido, sólo ligeramente superado por el dientes de sable Suramericano (Smilodon populator) con el que compartía la misma estatura (alrededor de 1,20 m) pero el Smilodon poseía una estructura física más corpulenta, musculosa y por lo tanto fue más pesado; también fue superado por su antepasado del Pleistoceno Temprano y Medio el (Panthera leo fossilis) con aproximadamente 1,25 m de altura al hombro y sobre todo por el león americano (Panthera leo atrox) que alcanzó una altura cercana al 1.30 m. Se hallaba difundido desde las Islas Britanicas en Occidente hasta el Turkestán en Oriente.

Su taxonomía ha sido muy debatida, pudo ser una especie diferente (Panthera spelaea), según algunos una clase de (tigre) (Panthera tigris spelaea), pero está muy extendida la opinión reciente de que era una raza geográfica (lo que en otros términos es llamado en taxonomía una subespecie) del león moderno (Panthera leo spelaea), que es la que se utilizará en este artículo. Los estudios de ADN han probado, finalmente, que el de las cavernas era un auténtico león, aunque no estaba emparentado con ninguna subespecie actual en especial.

También es muy discutido su aspecto en vida. Es posible que los machos no hayan tenido melena, o la hayan tenido muy pequeña y primitiva, pues no se han encontrado en los dibujos del arte paleolítico algo que muestre una melena abundante como la de los leones modernos, aunque es posible que se hayan representado solo a las hembras, que son más visibles ya que son las que realizan la caza. Tampoco es claro si poseían alguna clase de manchado difuminado sobre su pelaje o parte de este o tenían una coloración completamente uniforme. Otras diferencias con los leones modernos incluyen un hocico más corto, orejas más pequeñas y un tamaño mucho mayor; se piensa que los machos podían llegar a ser muy grandes con un tamaño de hasta 1,22 m de altura a los hombros y 323 kg.

Con el nombre de "león de las cavernas" (aunque de forma mucho menos frecuente) es también conocido el (Panthera leo atrox), especie o subespecie de león que habría evolucionado de leones cavernarios que llegaron a América del Norte hace aproximadamente 80.000 años, expandiéndose tan al sur como México. Por el número de fósiles encontrados, se entiende que fueron igual de comunes que los otros grandes depredadores de la época, como los dientes de sable (Smilodon, Homotherium), los osos pardos, negros y de hocico corto (Arctodus), lo que le permitió sostener gran competencia con aquellos depredadores, probablemente debido a la cacería de grandes presas y la existencia de áreas de caza despejadas o con poca vegetación; sólo fueron superados en número por los lobos gigantes (Canis dirus) y lobos grises (Canis lupus). Su alimentación, como en el león de las cavernas se basaba en la abundante megafauna americana, principalmente caballos, bisontes, camellos y ocasionalmente de jóvenes mamuts, mastodontes y megaterios. Los leones americanos parecen ser bastante parecidos a los de las cavernas; medían un 25% más que los leones modernos y llegaban a pesar más 360 kg, lo que le convierte en el felino más grande conocido. Además del tamaño, se da el caso de que los leones americanos tenían el cerebro más grande en relación al resto del cuerpo de todos los felinos vivos o extintos.

Según datos paleontológicos los leones en general descienden de una subespecie llamada "león primitivo" o Panthera leo fossilis, que habría aparecido en Tanzania hace 3 millones de años, más o menos por la misma época en que aparecían los tigres en el oriente asiático (y a su vez descendientes de la pantera primitiva, Panthera gombaszoegensis, antepasado común de tigres, leones, jaguares y leopardos que vivió en Eurasia hace 4,5 millones de años), de hecho este león parece tener características tigrinas en su cráneo, pero no es claro si es por su primitivismo o como algunos suponen por una supuesta relación más cercana a estos, que incluiría que fuesen una subespecie de tigre (tema muy discutido y poco claro). En cualquier caso, este animal apareció hace 900.000 años en Europa y habría, a partir de allí, derivado en el león de las cavernas, el león del nordeste chino (Panthera leo youngi) y en el león americano, hace alrededor de 400.000 a 300.000 años.

Los leones de las cavernas desaparecieron hace unos 10.000 años, al término del Pleistoceno, junto con los osos de las cavernas (Ursus spelaeus) y como con muchos otros animales de la época se debate si se debe a la cacería humana o la desaparición de sus presas habituales por el cambio climático.

Enlaces externos [editar]

ARQUEOLOGÍA, GEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA: Monstruos de la Edad de Hielo (4 de 5). 2 formidables bestias de la Edad de Hielo, el oso de hocico corto y el león de las cavernas.

ARQUEOLOGÍA, GEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA: Monstruos de la Edad de Hielo (1 de 5). 2 formidables bestias de la Edad de Hielo, el oso de hocico corto y el león de las cavernas.

ARQUEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA: EL HOMBRE DE CROMAGNON - Cap.4 y 5. El Hombre de Cro-Magnon se asoció desde su descubrimiento a la industria lítica denominada Auriñaciense (Modo 4) que fue identificada pocos años antes. No obstante, esta asociación no se considera ...

Hombre de Cro-Magnon

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Cráneo de un hombre de Cro-Magnon
Cráneo de una mujer de Cro-Magnon
Para otros usos de este término, véase República Cromañón.

El Hombre de Cro-Magnon es el nombre con el cual se suele designar al tipo humano correspondiente a ciertos es de

(es decir, la especie humana actual), en especial los asociados a las cuevas de Europa en las que se encontraron pinturas rupestres. Suele castellanizarse y abreviarse como cromañón, sobre todo para su uso en plural (cromañones). Cro-Magnon es la denominación local de una cueva francesa en la que se hallaron los fósiles a partir de los que se tipificó el grupo. Su datación (40.000 y 10.000 años de antigüedad) se toma como el hito que da comienzo al Paleolítico superior desde el punto de vista antropológico, mientras que el límite moderno no lo marca la aparición de ninguna modificación física, sino ambiental y cultural: el fin de la última glaciación y el comienzo del actual periodo interglacial (periodo geológico Holoceno), con los periodos culturales denominados Mesolítico y el Neolítico.

El uso del concepto "hombre de Cro-magnon" como alternativo a otras denominaciones está abandonado por los prehistoriadores y paleontólogos en la actualidad, aunque puede encontrarse su uso en las publicaciones, normalmente como sinónimo de "homo sapiens" en el paleolítico, sin más precisiones.

Los primeros hombres modernos europeos se agrupaban hasta hace poco en dos variedades: la raza de Cro-Magnon, más robusta, y la variedad de Combe Capel, Brno o Predmost, más grácil. En realidad, esta dicotomía pretendía justificar el binomio cultural Auriñaciense-Perigordiense y hoy en día se ha abandonado, estando sólo generalizado el uso del término cromañones para los hombres modernos paleolíticos. Variedades más tardías (hombre de Grimaldi o de Chancelade) tampoco parecen tener diferencias somáticas que justifiquen una completa diferenciación poblacional de tipo racial.

No obstante, durante mucho tiempo se popularizó la errónea identificación de esos tres tipos humanos con las tres divisiones raciales o razas humanas de la antropología clásica: Cro-Magnon con la raza blanca o caucasoide, Grimaldi con la raza negra o negroide y Chancelade con los esquimales o raza amarilla o mongoloide.[2]

Contenido

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[editar] Descubrimiento

El geólogo Louis Lartet descubrió los primeros cinco esqueletos en marzo de 1868 en la cueva de Cro-Magnon (cerca de Les Eyzies de Tayac-Sireuil, Dordogne, Francia), lugar del que obtienen su nombre.

[editar] Antropología física

Del estudio por Broca, Quatrefages, Hamy y Lartet de los restos de la cueva de Cro-Magnon (tres adultos varones, una mujer y un feto) se derivó una descripción que incluía como rasgos destacados una elevada altura -uno de los varones medía 1,80 m-, mentón prominente y gran capacidad craneal (1.590 cc). Además

el cráneo alargado, la frente alta y la bóveda más elevada que los Neanderthales, las protuberancias supraorbitarias bien marcadas, pero no en burlete ni en torus, la cara ancha, la nariz estrecha, apreciable prognatismo, órbitas bajas y rectangulares, y mandíbula robusta con mentón prominente. Las tibias muy aplanadas transversalmente (platicnemia).

[editar] Cultura material

El Hombre de Cro-Magnon se asoció desde su descubrimiento a la industria lítica denominada Auriñaciense (Modo 4) que fue identificada pocos años antes. No obstante, esta asociación no se considera en la actualidad de un modo muy estricto.

[editar] Forma de vida

Vivía en cuevas y temporalmente en campamentos al aire libre. Sin que pueda considerárseles sedentarios, posiblemente mantenían un lugar preferente de residencia, que ocasionalmente abandonarían para trasladarse a otro. La forma de vida era cazadora-recolectora. Cazaba en grupo; los animales grandes, con trampas; y los pequeños, con piedras y saetas. Las mujeres recolectaban frutos.

[editar] Neandertales y cromañones

La relación que pudo tener el hombre de Cro-magnon con el Hombre de Neanderthal durante las primeras etapas del Paleolítico Superior en Europa, zona en la que hubo poblaciones de ambas especies durante un breve periodo -hasta hace unos 29.000 años, o incluso unos 27.000 años en el sur de la Península Ibérica-, ha sido objeto de muchas especulaciones -si el contacto fue más o menos violento, si era posible la hibridación[4] -, aunque lo único cierto es que el neandertal se extinguió. Sus diferencias morfológicas suelen interpretarse como una adaptación a un clima frío en los neanderthales y una acusada neotenia en los cromañones. Se ha apuntado también la posibilidad de que los cromañones dispusieran de una mayor capacidad para el lenguaje (tanto del aparato fonador como cerebral, para el pensamiento simbólico), con las implicaciones que esto tendría para la vida social.[5]

[editar] Enlaces externos

[editar] Referencias

[editar] Notas

  1. El Homo sapiens en artehistoria
  2. Los procesos de hominización en El Rincón del Vago. Véase también en:Color terminology for race (terminología de colores para las razas humanas) en la wikipedia en inglés.
  3. José Manuel Reverte ComaNeoantropinos, en la página web del Museo de Antropología Médico-Forense Paleopatología y Criminalística
  4. Los análisis del ADN comparativos hasta ahora no han dado resultados concluyentes Inconsistencias en el análisis de ADN Neanderthal; Henry GeeEl análisis de ADN neandertal indica que no es antepasado del hombre actual. El hallazgo apoya la teoría de un origen africano reciente de la humanidad El País, 7/11/1997 ; Neandertales y humanos modernos comparten el 99,5% de su ADN ABC, 15/11/2006 Secuencian por primera vez el ADN de neandertales ibéricos, Terra, 15-02-2005
  5. Juan Luis Arsuaga (1999) El collar del neandertal 2ª edición, 2002 Barcelona: Plaza y Janés ISBN 84-8450-327-5