FILOSOFÍA22: I CHING. TAMBIÉN ESTABA PENSANDO EN NUMERAR LAS PALABRAS Y LAS LETRAS, EL I CHING HACE ESTO...INCLUSO PIENSO QUE PUEDE ESTAR UN POCO AMPLIADO. ESTUDIELO CON DETALLE.La filosofía del I Ching supone un universo regido por el principio del cambio y la relación dialéctica entre los opuestos. Nunca presenta una situación en la que no esté incluido el principio contrario al rector del signo, que conducirá a un nuevo estado. Los cambios se suceden de manera cíclica, como las estaciones del año, lo cual muestra claramente el concepto taoísta del yin y yang.
I Ching
Este artículo se refiere a un libro oracular chino, para otros usos véase: I Ching (cómic).El I Ching, Yijing o I King (en chino tradicional: 易經; en chino simplificado: 易经; en pinyin: yì jīng) es un libro oracular chino cuyos primeros textos se suponen escritos hacia el 1200 a. C. Es uno de los Cinco Clásicos confucianos.
El término i ching significa ‘libro de las mutaciones’. El texto fue aumentado durante la dinastía Chou y posteriormente por comentaristas de la escuela de Confucio, pero su contenido original es de procedencia taoísta, y no confucianista. Se cree que describe la situación presente de quien lo consulta y predice el modo en que se resolverá en el futuro si se adopta ante ella la posición correcta. Es un libro adivinatorio y también un libro moral, a la vez que por su estructura y simbología es un libro filosófico y cosmogónico.
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[editar] Fundamentación
La filosofía del I Ching supone un universo regido por el principio del cambio y la relación dialéctica entre los opuestos. Nunca presenta una situación en la que no esté incluido el principio contrario al rector del signo, que conducirá a un nuevo estado. Los cambios se suceden de manera cíclica, como las estaciones del año, lo cual muestra claramente el concepto taoísta del yin y yang.
En su aspecto cosmogónico, el I Ching describe un universo en el que la energía creadora proviene del cielo, en tanto la tierra es receptora y fecundadora de esa energía primaria.
En cierto modo el I Ching considera el cambio como la única realidad existente, el ser. En Occidente se identifica el ser con aquello que mantiene unidas la forma (principio inmaterial) y la materia (principio material) y le da la virtud formal a la forma. Para el I Ching, la materia es sólo una manifestación pasajera de un principio más profundo.
Los comentarios de Zhou y principalmente los de la escuela confuciana añaden un principio moral que debe presidir la conducta del sujeto que aspire a ser «noble». Esta filosofía moral se inspira en la naturaleza y las formas en que ésta procede, de manera que las figuras del I Ching encuentran su correlato en la vida política y se comportan como metáforas de la conducta correcta.
En el I Ching se advierte un sistema de numeración binario, a la vez geométrico y aritmético, en el que una línea continua es a la vez todos los números impares, y una quebrada, los pares. Los trazos de los hexagramas se construyen de abajo hacia arriba, al contrario de la escritura china posterior, que se construye de arriba a abajo.
[editar] Historia
Antes de que se escribieran los primeros comentarios del I Ching durante la dinastía Zhou, hace más de 3000 años, era una práctica frecuente en la corte y en la clase ilustrada consultar el futuro mediante tallos de milenrama, también llamada aquilea. Existían desde los tiempos del emperador Fu-Hi imágenes asignadas al resultado de la consulta.
Tres son las fuentes reconocidas de las versiones actuales del libro:
- el texto del mítico Fu-Hi (por lo menos del 2400 a. C.);
- los del rey Wen y su hijo el duque de Zhou (hacia el 1100 a. C.) y
- los de Confucio y sus discípulos (500 a. C.)
A esos textos se adicionaron comentarios de hechiceros y de la escuela del yin-yang, que en épocas recientes fueron descartados por los estudiosos.
Aunque, en rigor, la lectura mediante el sistema del yin y el yang (principio femenino y principio masculino) es posible, los estudiosos prefirieron no tenerla en cuenta, para conservar la pureza arcaica del libro. Con el mismo criterio se pueden descartar los comentarios confucianos, pero la autoridad de Confucio es muy fuerte en la cultura china como para pasarlos por alto.
Este libro llegó a Europa en el siglo XIX con sus consiguientes intentos de traducción (por ejemplo la de Charles de Harlez, publicada en Bruselas en 1889). Siglos antes, Athanasius Kircher había obtenido una tabla con los signos del I Ching pero, completamente ignorante de su sentido original los interpretó como una forma de lenguaje abstracto universal.1 La relativa difusión de su obra propagó el conocimiento del I Ching en occidente, pero desde una perspectiva esotérica que distorsionaba su significación. Por tanto, se suele afirmar que esta práctica fue desconocida en Europa hasta hace poco más de un siglo. Uno de los mayores especialistas occidentales en el I Ching fue el misionero y sinólogo alemán Richard Wilhelm, quien publicó una versión del libro en 1923. Una nueva versión, publicada en 1948, llevaba un prólogo del psiquiatra suizo Carl Jung, autor de la teoría del inconsciente colectivo. La versión de Wilhelm presenta el libro en tres grandes secciones, con los textos más antiguos en la primera y reservando la segunda y la tercera para Las diez alas o comentarios de la escuela confuciana. Esta traducción alemana fue a su vez traducida en 1949 al inglés y en 1950 al italiano.
Al margen de las numerosas leyendas que existen en torno al origen del I Ching, los únicos datos fiables, lo sitúan hacia el siglo XI a. C., cuando el rey Wen, desarrolló un sistema de ideas basado en 64 hexagramas, al que llamó I, que se traduce por lagarto y también por fácil, y que simboliza la rapidez y la facilidad en el cambio.
Tras la muerte del rey Wen, su hijo el duque de Zhou continuó el desarrollo del sistema de ideas elaborado por su padre, e introdujo el concepto de relación entre los opuestos y de «acción y reacción», definiendo las 6 líneas de cada uno de los hexagramas.
Por tanto, no es hasta el siglo VIII a. C. cuando definitivamente surge el Chou Í o Los cambios de Chou, libro compuesto por los 64 hexagramas y sus correspondientes líneas.
A partir de este momento, el Chouí comienza a ser cada vez más conocido y su uso se extiende tanto con fines adivinatorios, como éticos y filosóficos.
Posteriormente, en torno al siglo VI a. C. surgen dos de las principales corrientes de pensamiento de la cultura china, representadas por:
- Lao Tse, autor del Tao Te King, principal texto de la filosofía taoísta, y
- Confucio, que proponía la ética y la moral como las vías más eficaces para alcanzar el bienestar humano y social.
Entre los siglos V y III a. C., el confucianismo comienza a extenderse a todos los niveles sociales y se establecen numerosas escuelas de seguidores de sus ideas.
Durante los siglos III y II a. C., algunos miembros de las escuelas de Confucio, escribieron una serie de textos, tratados o apéndices que se conocen como Las Diez Alas, y que contienen aportaciones sobre la interpretación de los hexagramas del rey Wen, de las líneas del duque de Chou, de la simbología y las imágenes, del concepto del cambio, de los trigramas, de la secuencia de los hexagramas y de su asociación por pares.
Finalmente, al unir el Chou Í (‘los cambios de Chou’) junto con los textos o tratados que forman Las Diez Alas, es cuando surge el I Ching (o ‘libro de los cambios’) tal y como lo conocemos en la actualidad.
[editar] Usos
Experimentar el I Ching es intentar comprender cómo se generan y se producen los cambios en nuestras circunstancias y en nosotros mismos. Este milenario tratado de leyes universales, cuyo origen se remonta a más de 3000 años de antigüedad, nos indica la dirección natural o de menor resistencia al cambio que presenta la situación en la que nos encontramos.
La posibilidad de descubrir y desenmascarar las contradicciones que se esconden tras las apariencias y llegar a comprender los cambios que se producen en nuestra vida, es principalmente lo que nos ofrece el I Ching a través de la estructura de ideas representadas en los diferentes símbolos y hexagramas y de las relaciones que se establecen entre las mismas.
Si consiguiésemos comprender de antemano las posibles consecuencias de una determinada idea, palabra, hecho o actitud, algunos podrían creer que están adivinando el futuro, aunque realmente, se trataría de una simple previsión, resultado de la comprensión de la relación que existe entre los acontecimientos.
[editar] Medios de consulta
[editar] Tallos de milenrama
Jing Fang (77-37 a. C.), tras años de investigación del I Ching y sus teorías, estableció una correspondencia entre las líneas de los 64 hexagramas con los ciclos del sistema sexagesimal, es decir que a cada línea de cada hexagrama le asignó un valor expresado en un tronco celeste y una rama terrestre. Posteriormente surgió una nueva forma de adivinación en la que la interpretación del hexagrama se realizaba en función de los troncos celestes y ramas terrestres de sus líneas, proceso al que se denominó «ensamblaje» del hexagrama. Se utilizan 50 varillas de milenrama o aquilea, dejando una aparte se van dividiendo de una manera determinada en grupos las demás. Es un sistema que asegura el azar de los resultados, en el que sólo intervendrá la energía de quien consulta sobre las varillas.
[editar] Monedas
Debido a que el método de las varillas prolongaba el tiempo de la consulta, los tallos de milenrama fueron remplazados por tres monedas, a cuyas caras se les otorga un número par y otro impar. La suma de los números de cada tirada da una cifra, que si es par representa una línea quebrada, y si es impar una línea entera, con las que finalmente se dibujan los trigramas y los hexagramas. Posteriormente hubo también practicantes del I Ching que adaptaron esta forma de consulta para utilizarla con la interpretación original de hexagramas y líneas propia del oráculo de Zhou.
Este sistema presenta un juego de probabilidades más sencillo que con el método de los tallos de aquilea: hay iguales probabilidades con las monedas de sacar líneas quebradas o enteras en movimiento, cosa más complicada que con las ramas.
[editar] Otros medios
Las tabletas, por ejemplo, pero que son más complicadas de conseguir.
[editar] Estructura de interpretación
[editar] Líneas simples
La división al azar y el recuento de los tallos era una compleja operación que se reducía a números, los que a su vez representaban líneas quebradas o líneas enteras, según fueran pares o impares.
Con cada tirada de monedas se consigue una línea quebrada o continua. Se deben apuntar de una en una de abajo hacia arriba.
[editar] Trigramas
Tres líneas trazadas sobre papel constituyen un trigrama. El trigrama tiene asociados toda una variedad de significados, en la tabla se resumen los más usuales.
Debemos continuar con las hojas de milenrama o tirando las monedas hasta conseguir dos trigramas, uno sobre otro. Estos dos trigramas constituyen un hexagrama.
[editar] Hexagramas
Combinando los ochos trigramas básicos se forman los 64 hexagramas. Una vez se han obtenido los dos trigramas, se busca el número que resulta de la combinación de ambos en el orden correcto. La columna de la izquierda representa el primer trigrama, el de la parte inferior en el hexagrama; por otro lado la fila de arriba representa el segundo trigrama que en el hexagrama está situado en la parte superior (La formación de los trigramas y del hexagrama es desde abajo hacia arriba). Este número nos lleva al hexagrama concreto formado por ambos trigramas, y a partir del cual se obtendrá la interpretación de la respuesta del oráculo.
1 | 11 | 34 | 5 | 26 | 9 | 14 | 43 | |
12 | 2 | 16 | 8 | 23 | 20 | 35 | 45 | |
25 | 24 | 51 | 3 | 27 | 42 | 21 | 17 | |
6 | 7 | 40 | 29 | 4 | 59 | 64 | 47 | |
33 | 15 | 62 | 39 | 52 | 53 | 56 | 31 | |
44 | 46 | 32 | 48 | 18 | 57 | 50 | 28 | |
13 | 36 | 55 | 63 | 22 | 37 | 30 | 49 | |
10 | 19 | 54 | 60 | 41 | 61 | 38 | 58 |
Una imagen más completa de los 64 hexagramas puede contemplarse en la siguiente tabla:
[editar] Véase también
[editar] Referencias
- ↑ Su interpretación anticipaba en cierto modo el establecimiento del código binario como lenguaje universal contemporáneo, vid. ECO, Umberto; "La búsqueda de la lengua perfecta", pág. 165 y ss., edición online aquí [1].
[editar] Bibliografía
- Wilhelm, Richard (1960). I Ching. El libro de las mutaciones. Traducción de D. J. Vogelmann. Prólogo de Carl Gustav Jung. Barcelona: Edhasa. ISBN 978-84-350-1902-6.
- Elorduy, Carmelo (1983). El libro de los cambios (I Ching). Primera versión directa del chino al español. Madrid: Editora Nacional. ISBN 978-84-276-0643-2.
- Vila, Jordi & Galvany, Albert (2006). Yijing. El libro de los cambios. Con el comentario de Wang Bi. Segunda versión directa del chino al español. Segunda edición. Vilaür: Ediciones Atalanta. ISBN 978-84-934625-9-8.
- Jung, Carl Gustav (2008). Obra completa. Volumen 11. Acerca de la psicología de la religión occidental y de la religión oriental. 16. Prólogo al «I Ching». Madrid: Trotta. ISBN 978-84-8164-902-4 / ISBN 978-84-8164-907-9.
- – (2007). Obra completa. Volumen 15. Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia. 5. En memoria de Richard Wilhelm. Tercera edición. Madrid: Trotta. ISBN 978-84-8164-300-8 / ISBN 978-84-8164-342-8.
[editar] Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre I Ching.
- El I Ching comentado por Hermann Hesse
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