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Aproximación a la Magia, Brujería y Hechicería

Esoterismo - Artículos

  • Magia y Religión
  • Principios de la Magia Simpática
  • Magia Negra o Goecia y Magia Blanca o Teurgia
  • Brujería
  • Hechicería
  • Lo que dice la Escritura
  • El Hechizo de la Cultura Moderna
  • Un Nivel Superficial de Satanismo
  • Elementos Anticristianos
  • ¿Fantasía u Ocultismo?
  • Conclusión
  • Satanismo en Internet

Podemos afirmar que no existe sociedad en la geografía mundial en donde no se den creencias o prácticas mágicas. En un sentido amplio la magia es el arte de producir en la naturaleza cosas que no están en el poder de los hombres, empleando ciertas ceremonias. Como veremos, no necesariamente intervendrá el demonio pero se está en el filo del cuchillo.

Magia proviene del latín magus que significa el arte de realizar hechos sorprendentes y extraordinarios. Así, para algunos la llamada magia blanca o también llamada natural, emplea causas naturales para provocar efectos con apariencia de sobrenaturales o maravillosos. Aquí cabría la llamada prestidigitación e ilusionismo que mediante recursos de trucos y artificios, más o menos espectaculares, nos hacen tomar por cierto lo que no es sino una apariencia. En cambio, la llamada magia negra se vale del auxilio del demonio para realizar, asimismo, hechos asombrosos que están fuera de lo ordinario.

Magia y Religión

Algunos sociólogos y psicólogos pretenden encontrar un origen común para la religión y para la magia. Sin embargo, existen marcadas diferencias entre una y otra. No obstante, para tranquilidad de psicólogos y sociólogos y para clarificarles su mente es bueno formular una distinción inicial. En el acto religioso se impetra el favor de la Divinidad mediante oraciones y sacrificios en una actitud de humilde sumisión, donde el verdadero orante pide pero al mismo tiempo se somete al arbitrio de Dios. Lo respeta y lo teme; tiene fe y esperanza; pide pero no exige. En contraste, en la práctica mágica sucede todo lo contrario. No hay sacrificio, no hay actitud de sumisión sino un acto de voluntad. Y si se evoca a un espíritu o demonio, el conjuro tiende a obligarlo a conceder aquello que se busca. Además, el acto mágico es secreto, se consuma mayormente en tinieblas y lejos de los espectadores, y casi siempre con la participación de los llamados iniciados, puesto que las fórmulas no están al alcance de todos y generalmente no van por escrito sino que se transmiten en forma oral.

Según J. Maxwell “puede aplicarse la magia al dominio de las fuerzas de la naturaleza, o en su caso, a seres preternaturales, genios, demonios o espíritus En el primer caso se trata de la magia propiamente dicho, en el segundo caso estamos en presencia de las llamadas ciencias ocultas” (P. 9 ob. cit. Los Demonios y las Brujas. J. L. Pagano. Ediciones de la Universidad Católica Argentina).

Principios de la Magia Simpática

Según James George Frazer son dos los principios que caracterizan lo que él denomina la magia simpática: primero, que lo semejante produce lo semejante, o que los efectos se asemejan a las causas; y segundo, que las cosas que una vez estuvieron en contacto se actúan recíprocamente a distancia, aún después de haberse interrumpido el contacto físico. Del principio de semejanza se desprende que el mago puede producir el efecto buscado con solo imitarlo; de lo otro, que todo lo que haga con una cosa afectará a la persona con la que esa cosa estuvo en contacto (La Rama Dorada p. 33 ídem p. 96).

No olvidemos que estas concepciones primitivas no se apoyan en ningún principio científico ni en ningún tipo de especulación racional. El mago no se maneja con atracciones sino que aplica un arte que establece minuciosamente los pasos a realizar para que se concrete la operación mágica. Si este fracasa y no se obtiene el resultado, es necesario comenzar de nuevo, pues parece evidente que se omitió algo o no se cumplió exactamente con el ritual.

Dentro del criterio de que lo semejante produce lo semejante, pone Frazer por ejemplo la práctica, extensamente difundida, de pretender dañar a un enemigo atacando su imagen. Cabe señalar que el uso de la muñeca a la que se le clava alfileres y se quema, está muy difundido hoy en el vudú americano.

En síntesis podemos decir que el mago entiende que su actuar de determinada manera provocará un cierto resultado: esto hago para que ocurra tal cosa. En ese supuesto estamos en presencia de una actividad, de una acción positiva. Por su parte, en el caso del tabú es lo contrario, la actitud es negativa, de abstención. No realizo esto para que no se produzca tal resultado.

Dentro de los principios de la llamada magia simpática por la acción de una cosa sobre otra con la que estuvo en contacto, vemos que ha existido en distintas partes la convicción de que los pedazos de uñas, cabellos, saliva, dientes, etc. en poder de un hechicero, permiten dañar con toda eficacia a la persona a la que pertenecieron.

Magia Negra o Goecia y Magia Blanca o Teurgia

Ahora bien, podemos distinguir también la magia evocatoria de la natural. En la primera se cumplen ciertos ritos para convocar la aparición de un espíritu o demonio al cual se le va a requerir la realización de un determinado acto. En la natural se procura obtener los resultados sin la intervención de seres preternaturales, basándose en los principios ya analizados de la magia simpática.

En cuanto a la distinción entre magia blanca que se equipararía con la natural, y la magia negra que incluye la evocatoria, San Agustín (La Ciudad de Dios, libro X, c. 9) es categórico al rechazarla, afirmando que quienes diferencian la teurgia – blanca – de la goecia – negra – pretenden que entre los que se entregan al estudio de las artes ilícitas, unos son reprensibles: aquellos que el pueblo llama maléficos o hechiceros, por que dicen pertenecer a la goecia, y en cambio otros, más loables se dedican sólo a la teurgia. Pero es indudable que unos y otros están sujetos y entregados a los falsos y engañosos ritos de los demonios.

Uno de los grandes pueblos que practicaron la magia fueron aquellos que florecieron a las orillas del Río Nilo, en los famosos centros de los misterios de Heliópolis, Hermópolis y Abidos, profusamente versados en la ciencia esotérica y en posesión de todos los recursos de la magia. Por ejemplo, en el libro del Éxodo, ya anteriormente habíamos citado cómo Yahvé ordenó a Moisés que cuando el Faraón requiriera la realización de un portento, le dijera a Aarón que tomara su cayado y lo arrojara delante del Faraón y el cayado en ese instante se convirtió en serpiente. Del mismo modo el Faraón llamó a sus sabios y encantadores, los magos de Egipto, y cada uno convirtió su báculo también en serpiente, aunque la de Aarón devoró a las otras. Vuelven a aparecer estos magos también con motivo de las plagas, y ellos convierten las aguas del río y los estanques en sangre, y luego también multiplican las ranas (7, 9 y 14 – 16). Como vemos, actos de magia pura.

Brujería

A diferencia de la magia, la brujería es intervención diabólica plena. Un mago podrá decir que no quiere tratos con el demonio; pero la bruja, como tal, no puede negarlo porque la esencia de la brujería está en íntima relación con los demonios. Así por ejemplo una curandera, una adivinadora o quien tira las cartas o el Tarot pudiera horrorizarse cuando se le impute que sus acciones se deben al demonio; en cambio, el verdadero brujo o bruja si lo niega, miente rotundamente.

Así pues el brujo o bruja es una persona que conociendo la Ley de Dios, trata de establecer mediante determinados procedimientos un pacto con el Diablo. También podemos decir que la bruja es una mujer que según creencias corrientes, realiza actos extraordinarios por haber hecho un pacto con el Diablo. Así como en la astrología, la quiromancia (el arte adivinatorio) y la observación de los augurios (los que entienden el canto y el vuelo de las aves) dependen de una invocación tácita de los demonios; en la brujería se constituye un crimen diferente, porque sus intenciones son siempre malignas y se apoyan en la alianza con Satanás. Mientras que el hechicero y el adivino invocan la ayuda del demonio, la bruja se somete a él por completo, en cuerpo y alma.

Por tanto, resumimos diciendo que la característica de la brujería requiere un expreso pacto diabólico con total sumisión del brujo en esta vida, y además entrega su alma en la futura. Estamos en presencia de un pacto bilateral de consecuencias recíprocas: por un lado la subordinación definitiva de la bruja al Diablo; por el otro, el otorgamiento por parte de éste de ciertos poderes al brujo(a), por un lapso determinado para realizar actos extraordinarios, casi siempre destinados a producir un daño, o un beneficio a favor de alguien pero, casi siempre, en detrimento de un tercero.

Hechicería

Finalmente, la magia adopta otro término en ciertos pueblos y tribus con el nombre de hechicería, cuyos agentes son los hechiceros. Los objetos de que se sirven se denominan fetiches, palabra tomada del portugués que significa hechizo, y suelen escogerse de todos los reinos de la naturaleza, ya sean piedras, maderas, plantas o animales.

Para que el hechizo tenga fuerza debe haber sido previamente encantado y conjurado por medio de fórmulas rituales, a fin de que habite en él la presencia oculta de un espíritu.

Para ampliar un poco las prácticas mágicas, citaremos al sapientísimo teólogo de la España Visigoda, San Isidoro de Sevilla, que entre otros libros publicó su ópera magna Etimologías, verdadera y monumental enciclopedia donde reunió y clasificó todos los conocimientos de su época, mediante un trabajo de investigación minucioso y exhaustivo. Es Menéndez y Pelayo quien lo menciona (Historia de los Heterodoxos Españoles. Tomo II p. 242) por haber estudiado la extensión de las prácticas mágicas de su tiempo y por la clasificación que hace de las ciencias ocultas:

Magos o maléficos: los que conturban los elementos, trastornan las mentes humanas y, sin veneno, por la sola fuerza de los conjuros, causan la muerte.

Nigromantes: los que aparentan resucitar los muertos e interrogarlos. Animan los cadáveres con la transfusión de sangre, mezclada de agua, porque los demonios aman mucho la sangre.

Hidromantes: evocan con el agua las sombras, imágenes o fantasmas de los demonios y de los muertos. Hay quien dice que este género de adivinanzas procede de los persas.

Adivinos: llamados así porque se fingen poseídos por la divinidad (divini).

Encantadores: los que se valen de palabras y de conjuros.

Augures o auspices: los que entienden el canto y vuelo de las aves.

Pitonisos: llamados así por Pitio Apolo, inventor de la adivinación. Recordemos que la profetisa de Apolo era llamada pythia o pitonisa.

Astrólogos: los que presagian por los astros. Genéricamente también se les decía caldeos por haber tenido origen entre ellos este arte.

Horóscopos: los que especulan la hora del nacimiento del hombre.

Sortílegos: los que con falsa apariencia de religión echan suerte.

Lo que dice la Escritura

La Sagrada Escritura es muy clara en relación con todas estas prácticas mágicas. Después de haber entregado Yahvé a Moisés las Tablas de la Ley, donde estaban inscritos los Diez Mandamientos, le dictó una gran cantidad de normas complementarias para regular la vida de la comunidad, entre las que se encuentran numerosas disposiciones penales. Entre ellas se recomienda:

No dejarás con vida a la hechicera” (Ex 22, 17). Esta sentencia es reiterada en el Levítico (20, 27): “Todo hombre o mujer que se dedique a la nigromancia, a la adivinación, sea lapidado y muerto; caiga su sangre sobre ellos”, e insiste (20, 31) en que no debe consultarse a los nigromantes ni recurrir a los adivinos.

En el Deuteronomio (18, 10, 12) se recomienda “que no haya en medio de ti quien sacrifique en el juego a su hijo o a su hija, ni quien practique la adivinación, ni quien consulte a espectros o espíritus, ni quien interrogue a los muertos. Pues todo ello es abominable a los ojos de Yahvé”.

Samuel afirma que la desobediencia es un pecado de hechicería (15, 23) y en el mismo libro (23, 3 – 19) se narra que el Rey Saúl, después de haber expulsado a los nigromantes y tras la muerte del profeta, recurre a la pitonisa de Endor que realiza un verdadero acto de necromancia evocando la sombra de Samuel, quien se presenta y anuncia la ruina al monarca. El Eclesiástico (3, 34, 5) advierte que la adivinación y los augurios son vanidad, lo mismo que los sueños engañosos. Isaías (3, 3) alude al hábil hechicero y al sabio encantador y condena a Babilonia (47, 12) por recurrir a encantamientos y sortilegios.

Jeremías (27, 9) recomienda no hacer caso a profetas, adivinos, soñadores, agoreros y magos. A su vez, Ezequiel (13, 17 – 23) arremete contra las falsas profetisas que seducen al pueblo y esclaviza sus almas con visiones y presagios mentirosos.

El libro de Daniel refiere que el Rey Nabucodonosor (2, 1 – 45) intrigado por un sueño misterioso, llamó a los hechiceros y astrólogos caldeos para que se lo interpretaran y como no pudieron, los hizo ejecutar nombrando en su lugar al profeta que más tarde en el festín de Baltasar descifraría las misteriosas palabras mene, tequel y parsin – contado, pesado y dividido – que una mano escribiera en la pared de la sala donde se celebraba el convite. También Miqueas juzga severamente a los hechiceros (3, 5).

Tampoco faltan en el Nuevo Testamento las alusiones a la magia. En los Hechos de lo Apóstoles (8, 9 – 11) se menciona a Simón el Mago – de él derivaría después el sustantivo simonía, que designa el comercio ilícito de las cosas sagradas – quien tenía asombrada a la gente de Samaria porque durante bastante tiempo los había embelesado con su magia. Cuando San Pablo atraviesa la Isla de Pafos, encuentra un mago llamado Bar Jesús o Elimas quien se le opone y pretende apartar de la fe al procónsul Sergio Paulo. Pero el Apóstol lo increpa, diciéndole: “Tú, repleto de todo engaño y de toda maldad, hijo del Diablo, enemigo de toda justicia, ¿no acabarás de torcer los rectos caminos del Señor? Pues ahora, mira la mano del Señor sobre ti. Te quedarás ciego y no verás el sol hasta un tiempo determinado. Al instante cayeron sobre él oscuridad y tinieblas y daba vueltas buscando quién le llevase de la mano” (Hechos 13, 6 – 11).

En Éfeso, Pablo predicó y realizó algunos milagros, a resultas de lo cual muchos que habían practicado la magia reunieron sus libros y los quemaron públicamente, calculándose el precio de estas obras en 50,000 monedas de plata (Hechos 19, 13 – 19). El mismo Apóstol de los gentiles cuando enumera las obras de la carne en su lucha contra el espíritu, menciona la hechicería (Gal 5, 20).

Así pues, es más que claro que estos actos de magia y hechicería están estrechamente ligados al poder de las tinieblas, y no se diga ya desde luego la brujería. Ahora bien, la literatura moderna se empeña en presentarnos libros ligados a estas prácticas que van ejerciendo una fascinación cautivadora en sus lectores, por más que está comprobado su fundamento en el mundo del ocultismo y, por ende, de desastrosas consecuencias para quienes lo practican y se vinculan a estas prácticas, quedando a merced entera del demonio e incluso de ser poseídos, pues es una de las principales causas de posesión diabólica, como lo veremos más adelante.

Asimismo, uno de los principales fenómenos de la magia y hechicería impresa en la literatura es, sin duda alguna, la saga de Harry Potter.

El Hechizo de la Cultura Moderna

La serie de Harry Potter está comprometida hasta la médula en enseñar ocultismo, hechizos, todo tipo de magia, los cuales son practicados exhaustivamente por Harry Potter y sus colegas. Hacen hechizos, preparan pociones, hablan con supuestos espíritus de muertos y hacen predicciones.

Los libros de Harry Potter constituyen una saga de 7 volúmenes, dirigidos originalmente a niños, pero que han resultado de interés para jóvenes y adultos. Harry Potter y la Piedra Filosofal, La Cámara Secreta, El Prisionero de Askabán, El Cáliz de Fuego, La Orden del Fénix, El Príncipe Mestizo o El Misterio del Príncipe son los libros escritos por la escritora británica Joanne K Rowling, los que han sido traducidos ya a más de 50 idiomas y 130 millones de copias vendidas en el mundo. Para darnos una idea sobre el boom de este tipo de literatura, en amazon.com existen más de 1,200 libros sobre brujería. Más de la mitad de los niños entre 6 y 17 años han leído por lo menos un libro de Harry Potter.

La historia del brujo viene seduciendo a los niños, tanto en la identificación con este héroe hechicero como en la práctica de la hechicería propiamente dicha. Por ejemplo, el presidente del club “amigos de la magia”, en Berlín, Alemania, Eberhard Barmann, reportó que “cada vez se reciben más y más llamados de abuelos y padres, ya que quieren saber dónde es que sus nietos o hijos pueden aprender a hacer hechizos”. Existen cientos de miles de testimonios – si no es que millones – del estruendoso impacto que han causado estos libros en los niños y en los jóvenes y que sería largo citar ahora. Pero haremos una rápida lectura de lo que se esconde detrás de esta literatura. Asumimos que la historia fundamental ya se conoce, pero recordemos que en el primer libro de Harry Potter y la Piedra Filosofal, se presenta a Harry como un bebé huérfano de padre y madre. Los lectores rápidamente saben que Harry sobrevivió a un ataque del brujo malo de la serie: Lord Voldemort (un brujo tan temible que la mayoría de los hechiceros evita pronunciar su nombre, y apenas usan expresiones como “aquél que no se debe nombrar” o sea “el innombrable”, término tan usado por cierto en la política mexicana). Pese a haber matado a los padres de Harry que eran “brujos buenos”, Voldemort misteriosamente falló en su objetivo de matar al bebé, dejando una cicatriz en la frente de Harry, la cual él esconde por detrás de sus negros cabellos. En la secuencia, Voldemort pierde la mayoría de sus poderes. Ese acontecimiento transformó al infante Harry en una celebridad en el mundo de la brujería. El caso es que el bebé fue rescatado por un “grupo de hechiceros buenos” y colocado en la entrada de la casa de su tío, un “muggle”, en un suburbio de Londres. “Muggle” es una palabra inventada por la autora para designar a aquél que no es brujo, y en la traducción al español se dejó la misma palabra. Al ser dejado en la residencia del Tío Valter Dursley, Harry llega acompañado de una profecía: “Él va a ser famoso un día, toda una leyenda. No me sorprendería si el día de hoy fuese conocido en el futuro como el día de Harry Potter. Van a escribir libros sobre Harry. Todos los niños del mundo van a conocer el nombre de él” (Harry Potter y la Piedra Filosofal. JK Rowling).

Forzado a dormir en un armario oscuro bajo la escalera, Potter es atormentado por los siguientes 10 años por sus parientes y esconden de Harry su verdadera identidad.

Cuando Harry cumple 11 años, lo cual acontece pronto en el primer libro, su vida cambia radicalmente. Potter aprende el verdadero origen de la cicatriz en forma de rayo, la causa de la muerte de sus padres, y sobre su rescate para la casa de los tíos “muggle”. Entonces se registra en Hogwarts (la traducción es verruga de jabalí), una escuela de magia y brujería, fundada hacía más de 1,000 años. Con Hogwarts como escenario principal, Harry demuestra lealtad para con sus amigos de escuela y parte con valentía para sus batallas con el malvado Lord Voldemort.

Los primeros 4 libros, sin excepción, transmiten la misma enseñanza: “La brujería buena es siempre más atrayente que la mala” y “los brujos buenos siempre triunfan sobre los malos”.

Al llegar a la escuela de Hogwarts, Harry conoce al benevolente director Albo Dumbledore. Albo (del latín blanco) y Dumbledore (nomenclatura antigua del inglés británico para bumblebee, o sea, abeja grande. Interview with J Rowling). Si Lord Voldemort es el lado escabroso de la fuerza, Albo Dumbledore es lo opuesto. Dumbledore es asistido por brujos bien acreditados y practicantes de las poderosas fuerzas ocultas, inclusive varios “animagos”: hechiceros que pueden transformarse en animales.

Vale la pena mencionar ahora cómo los alumnos de la primera serie deben conseguir, antes de llegar a la escuela, el siguiente material escolar: uniforme: tres conjuntos de ropas comunes de trabajo (negra), un sombrero puntiagudo (negro) para uso diario, un par de guantes protectores (de cuero de dragón o similar), una capa de invierno (negra con cerramientos plateados). Libros: El Libro del Padrón de Hechizos, Historia de la Magia, Teoría de la Magia, Guía de Transfiguración para Principiantes, Mil Hierbas y Pociones Mágicas, Bebidas y Pociones Mágicas, Animales Fantásticos en su Hábitat, Las Fuerzas de las Tinieblas: Una Guía de Autoprotección. Y otros equipamientos: una varita mágica, una olla, un conjunto de frascos, un telescopio, una balanza de platos. Los alumnos pueden llevar incluso un animal que a ellos les simpatice: un búho, o un gato o un sapo (La Piedra Filosofal). El dinero de los brujos, para realizar las compras, está guardado en el Banco Gringotts, en el subsuelo de Londres, que es administrado por duendes, obviamente, y tiene cofres de seguridad guardados por dragones (ídem).

En el programa están incluidas clases de Transfiguración, Adivinación, Hierbología, Defensa contra las Artes de las Tinieblas, Artimancia, Historia de la Magia, Trato de las Criaturas Mágicas, Pociones, Estudio de las Ruinas Antiguas, Lecciones de Vuelo con Escoba, y Hechizos, entre otros. La planificación anual de la disciplina de la adivinación para los alumnos de la tercera serie consta de: Lectura de Hojas de Té, Abordaje a la Quiromancia, Estudio de la Bola de Cristal y los Presagios del Fuego.

Los alumnos de la cuarta serie, en la materia de Adivinación, ya estudian Astrología: “Quiero un análisis detallado del modo en que los movimientos de los planetas les afectará el próximo mes, teniendo en cuenta su mapa personal (…) les dice la Profesora Sibila Trelawney”. En la secuencia, la profesora distribuye entre los alumnos un mapa circular, donde cada uno “intentó dibujar la posición de los planetas a la hora de su nacimiento”.

Estos mismos alumnos de la cuarta serie, en la primera clase de Artes de las Tinieblas aprendieron las “maldiciones imperdonables” (son hechizos ilegales que los brujos malos utilizan): la “maldición imperious” que ejerce control total sobre su presa, la “maldición cruciatus” hace que la víctima se retuerza con un fuerte dolor. La “maldición avada kedhavra” que mata a su víctima. Estos estudiantes terminan sabiendo también que solamente una persona del mundo sobrevivirá la maldición avada kedhavra, el niño Harry Potter.

Durante las vacaciones los alumnos escriben redacciones tales como: la quema de las brujas en el siglo XIV fue totalmente innecesaria (El Prisionero de Azkabán). Finalmente, Hogwarts tiene una serie de locales ocultos: salones de clase de mazmorras, salón de adivinación, una siniestra cámara secreta, un gran salón principal iluminado por millares  de velas que flotan en el aire y con un techo hechizado que imita los movimientos celestes (La Piedra Filosofal).

Cuando los niños leen los primeros cuatro libros, sin siquiera percibirlo ya han pasado por toda una iniciación a la brujería de altos vuelos semejante a la de Harry Potter. Es decir, quedan psicológicamente preparados para la hora del asalto final del poder de las tinieblas que será cuando venga el engañoso y esotérico reino del Anticristo.

Ahora bien, en la serie cinematográfica de Star Wars se nos habla de la fuerza impersonal, en el caso de Harry Potter sucede exactamente lo mismo. La influencia del taoísmo es notoria pues sólo existe una “fuerza”, que puede ser manipulada para el bien o por el mal, por lo que el bien y el mal provienen de la misma fuente y tendrían un solo origen. La serie de Harry Potter resalta el bien y el mal, como si ambos fuesen uno. Como dice el profesor de defensa contra las Artes de las Tinieblas de Harry Potter: “No existe el bien ni el mal, solo existe el poder” (La Piedra Filosofal). Es interesante porque de acuerdo como se descubre en los libros, algunos de los poderes mágicos de Potter fueron transferidos del temible Voldemort, directamente para el niño Harry, por haber intentado matarlo cuando era niño. Es como si la carga mala de Voldemort hubiese sido drenada para Potter. De esta manera los libros sugieren, igual que algunas religiones orientales, que la única diferencia entre el bien y el mal es la dirección en que uno use la “fuerza impersonal”. Esta ética de la “fuerza” que opera en Harry Potter, como hemos dicho, ha sido heredada del taoísmo y asimilada grandemente por la New Age, de la que hablaremos más adelante. El taoísmo afirma que todas las vidas interactúan en dos lados opuestos, hasta que finalmente se funden. La armonía sólo existe si nutrimos y convivimos con esta polaridad: luz y tinieblas, masculino y femenino, bien y mal. Esto da origen al relativismo moderno aplicado a la ética. Por ejemplo, si una persona decide ser homosexual, bisexual, monógama o polígama o lo que sea, todo está bien. El patrón moral de la Sagrada Escritura es simplemente ignorado en el momento en que el hombre se sienta en su propio trono de supuesta sabiduría. Así muchos mensajes actuales de películas y libros transmiten la doctrina de que “somos uno con el universo” y que tenemos que confiar en la “fuerza”.

Un Nivel Superficial de Satanismo

La atracción que ejerce la serie de Harry Potter queda ligada invariablemente a una inclinación hacia el demonio, precedida por una inclinación mental y emocional hacia el mal.

Para explicar esto citamos a un escritor cristiano Bob Larson, en su libro La Seducción de la Juventud Norteamericana donde dice lo siguiente:

La atracción hacia el mal nunca se da de la noche a la mañana. Es algo gradual que crece lentamente dentro del ser humano. Comienza con un ingenuo interés por preparar pociones, practicar conjuros, ver películas de terror, leer literatura de historias perversas, usar ropas negras y pintar el cuarto de negro. Luego sigue la secuencia: coleccionar puñales, calderas, máscaras horripilantes (como las que se venden en Halloween en cada puesto de la esquina), pentagramas, serpientes, sapos, fascinación por la música heavy metal y la búsqueda por contactar una entidad invisible poderosa. Luego viene el cambio de humor y el aislamiento a las personas íntimas. Con ese ritmo, el individuo está a punto de zambullirse de lleno en el satanismo más denso, usando drogas y rituales funestos.

Libros como los de Harry Potter que instigan al despertar del ocultismo están clasificados dentro de lo que Mark Bubeck cataloga como “nivel superficial de involucramiento satánico”. Este nivel superficial de involucramiento satánico se transforma en un centro de reclutamiento para niveles superiores. El interés de los jóvenes del mundo oculto está vinculado a los símbolos de Satanás, los tatuajes, los pentagramas, y las cruces invertidas, sesiones, levitación, experiencias con la tabla ouija y otros accesorios de ocultismo son practicados por jóvenes y sus compañeros”.

Por tanto, la brujería adolescente de Potter conduce a los niños y jóvenes a caminar por arenas movedizas en lo espiritual y a colocar la cabeza en la boca del lobo, sumergiéndose sin protección en las profundidades del mar del ocultismo.

Elementos Anticristianos

No solamente estamos en presencia de claras expresiones de orden ocultista, sino que la trama de Harry Potter también expresa en varias ocasiones elementos totalmente anticristianos que permiten identificar al verdadero autor invisible de las tramas. Por ejemplo “la sangre del unicornio asesinado” es una enredada, distorsionada y pervertida analogía con Cristo (el Cordero asesinado) y con Su Sangre redentora. El unicornio es presentado como un animal indefenso, puro y bello (igual que Cristo, el Cordero presentado en la Biblia). Matar al unicornio es un crimen monstruoso, pero el beber su sangre (analogía y perversión de la Eucaristía) conduce a una vida maldita.

Por otro lado, el individuo representado por el 666 es el Señor Nicolás Flame (Flame es igual a llama), presentado como el personaje más generoso y noble de toda la novela, al final del primer libro y de la película, es elevado a las alturas de la oblación personal, cuando a la edad de 666 años decide dar su vida por la salvación del mundo, al acordar con su amigo Dumbledore, director de la escuela, que se destruya la “piedra filosofal”. Es decir, el símbolo de la bestia del Apocalipsis (Capítulo XIII) es presentado como el salvador de la humanidad para Harry y sus compañeros de escuela y para los lectores y espectadores de esta saga.

La palabra “transfiguración” para los cristianos significa el misterio de la transfiguración del Señor en el Monte Tabor, presentado en la Sagrada Escritura como el momento sublime en que Jesucristo se transfigura ante Pedro, Santiago y Juan, mostrándoles el esplendor de su Divinidad. En el primer libro y en la película esta palabra es rebajada, tergiversada y pervertida al ser usada para describir la magia de cambiar un objeto por otro. Sin embargo, aunque en el inglés original la palabra usada es transfiguración, en la traducción al español se usó la palabra transformación.

Otro ejemplo lo encontramos en el cuarto volumen, Harry Potter y el Cáliz de Fuego, donde la fantasía de las aventuras no encuentra límites y el grado de lo preternatural diabólico se va acentuando cada vez más, culminando con una cena de la reencarnación del Lord Voldemort. En una acción horrible, durante la noche y en un cementerio, el brujo maléfico readquiere su cuerpo entero a partir de un elixir. Los ingredientes son huesos retirados de la tumba de su padre, carne de la mano de cola de gusano (mutilada en el acto), y la sangre retirada de las venas de Harry Potter, que, amarrado en una piedra sepulcral, asiste impotente a la escena, en tanto que la serpiente nagini, igualmente servidora y compañera inseparable de Voldemort se arrastra emocionada en torno del sepulcro. Todo no es sino un rito en el cual las palabras presentan una fuerte analogía con las de la Consagración de la Santa Misa. Así pues, el lector entra entonces en un universo de fealdad, hechicería, magia, esoterismo, pintado al detalle y propuesto a la imaginación tan impresionable de los niños. En el tomo IV el punto culminante es la descripción sin equívoco de un ritual satánico, que incluye la matanza de un niño, profanación de difuntos y cementerios, y un sacrificio sangriento y blasfemias.

El mundo de Harry Potter es esencialmente gnóstico. Los poderes sobrenaturales no le pertenecen a Dios sino que son facultades humanas que un grupo selecto ha sabido utilizar gracias a un conocimiento y entrenamiento especial. Este conocimiento del poder mágico, según Harry Potter, debe ser escondido de la gente ordinaria que no entiende estas cosas y por eso las temen y las rechazan. No se trata solamente de magia, sino que hace popular la tendencia pagana moderna de exaltar la magia, la hechicería y la brujería, convirtiéndolas en el centro del interés y el camino para resolver problemas y todo tipo de dificultades en la vida ordinaria.

Sin embargo, de acuerdo con la enseñanza católica no existen hechiceros o magos buenos. Sólo hay una clase de espíritus buenos, los ángeles; no existen otra clase de espíritus malos salvo los demonios. En realidad la “magia blanca”, como se ha dicho ya, es todo tipo de encantamiento realizado sin una apelación directa al demonio, y la “magia negra” se realiza cuando hay una dependencia explícita de Satanás. No obstante, el Padre Gabriel Amorth en su libro “Habla un Exorcista”, no hace diferencia esencial entre la magia “blanca” y la magia “negra”. Toda forma de brujería es practicada recurriendo en  forma ya directa o indirecta al demonio mismo.

Asimismo este conocido exorcista de la Diócesis de Roma dice que la práctica de la magia está fuertemente vinculada a la posesión  diabólica o satánica. Desde luego no estamos hablando de esconder monedas detrás de la oreja u otros trucos de prestidigitación, sino que en la mayoría de los casos de posesión diabólica, dice el Padre Amorth, los posesos han practicado alguna forma de magia.

Como se sabe, la magia rechaza el orden fundamental de la creación. En el primer libro de Samuel 15, 23, “como pecado de hechicería es la rebeldía”. Y la magia, utilizada para ejercer un maleficio,  se conoce como hechicería. Respecto a los maleficios y otros hechizos nos referiremos a ellos cuando toquemos el tema de la posesión diabólica.

En la Escritura, reiteradamente, como ya lo hemos venido mencionando, se prohíbe las práctica de la brujería y hechicería o consulta de muertos o adivinos, como Deuteronomio 18, 9-12; Levítico 19, 31; Gálatas 5, 19-21; II Reyes 21, 6; II Crónicas 33, 6; Hechos 13, 6-12, entre otros.

¿Fantasía u Ocultismo?

Se objeta que los libros de Harry Potter son mera fantasía, sin embargo, ¿cómo distinguir entre cuentos de fantasía inofensivos y los cuentos con influencia ocultista?

La fantasía presenta un mundo irreal que no se limita por las leyes de la naturaleza. Aunque en la superficie la fantasía es irreal, en el fondo, si el autor es cristiano, respetará el orden moral establecido por Dios sobre el universo, distinguiendo entre el bien y el mal, como es el caso del Señor de los Anillos (Tolkien) o Los Cuentos de Narnia (C. S. Lewis). En contraste a la fantasía sana, los cuentos de influencia pagana tienen un mensaje que no corresponde al orden moral establecido por Dios. Llega a ser ocultismo cuando, como Lucifer, desprecia el mundo existente y pretende crear un mundo nuevo muy diferente al ideal divino (como el caso de Harry Potter). El ocultismo desprecia a Dios, pero abunda en lo preternatural, promoviendo prácticas mágicas y poderes ocultos que lo reemplazan.

Conclusión

Es una realidad que el éxito de Harry Potter es impresionante, por lo que debemos sospechar que la Sra. Rowling hace magia o al menos ha encontrado la piedra filosofal. Pero sin ahondar en este hechizo que pudiera ser obra de la ingeniería del marketing, el fenómeno Potter amenaza con provocar una profunda transformación cultural similar a la de los Beattles en los 60’s, grupo que mediante una comprobada vinculación con prácticas satánicas, logró realizar una revolución profunda. La droga, el amor libre, el ecologismo, el pacifismo y la disolución de los principios morales básicos del mundo occidental son hoy valores aceptados mayoritariamente. Hoy podemos afirmar que hay una era pre y post Beatles y los instrumentos de penetración fueron sus canciones, muchas de las cuales tienen todavía hoy una apariencia inocua y hasta suenan agradablemente. No nos extrañaría pues que la Sra. Rowling, que se codea con el mundo preternatural, con toda comodidad alcance también un título de nobleza. El problema está en que el 19 de octubre del 2000, la Sra. Rowling declaró a un periodista del London Times lo siguiente: “Estos libros ayudan a los niños a entender que ese frágil y débil hijo de Dios no es más que una broma que aún tiene 7 vidas, como los gatos, pero que será humillado, aniquilado, cuando venga el gran diluvio.”

A través del “diluvio de fuego”, la Sra. Rowling aludió indudablemente a su cuarto volumen, de 652 páginas: Harry Potter y el Cáliz de Fuego. De hecho en ese tomo Satanás se va a encarnar, como ya se dijo anteriormente, tomando materia ósea de un muerto, carne de un viviente y sangre de Harry Potter.

El mundo de horrores propuesto a decenas de millones de lectores de Harry Potter en los cinco continentes de la tierra es un mundo dominado por la magia, habitados por seres que parecen brotados de una mente alucinada, en la cual, por así decirlo, todos los sentidos son agredidos por lo monstruoso. La obra de la escritora J. Rowling toma así un carácter, como hemos dicho, de iniciación en los misterios de la hechicería, de la magia y del ocultismo, en cuanto puerta de acceso a este mundo nuevo anticristiano, que no es otra cosa sino una prefiguración del reino del demonio y del reino del Anticristo, que será por cierto un gran mago y extraordinario hechicero y prestidigitador que hará falsos milagros y prodigios engañosos para confundir, si fuera posible, a los mismo elegidos (II Tes II, 9-11)  y todo en base a un reino de tinieblas con apariencia de bien, tal y como lo sugiere Harry Potter.

A la serie de aventuras de Harry Potter que presenta la magia y toda clase de hechicería y adivinación como algo normal, inocuo y aún apetecible le aplica la condena hecha por el profeta Isaías (5, 20): “Hay de los que llaman al mal bien y al bien mal; que dan oscuridad por luz y luz por oscuridad.”

Así, la saga de Harry Potter es sin duda otro signo de los tiempos que prepara al mundo al reino del Anticristo.

No queremos dejar de mencionar lo que el Padre Amorth, según publicó el 3 de enero de 2002 la CW News, que en una entrevista con la agencia italiana de noticias ANSA dijo: “Tras Harry Potter se esconde la firma del rey de las tinieblas, el Demonio”. Explicó que los libros de Rowling contienen innumerables referencias positivas a la magia, el arte satánico.

Satanismo en Internet

La red es otro puente de contacto con la magia y satanismo. Hoy por ejemplo cualquiera puede encontrar páginas desde la astrología hasta la cartomancia; del New Age a los amuletos; desde brujería hasta espiritismo.

Ahora bien, si tecleamos la palabra Satán inmediatamente aparecerá un número ilimitado de páginas con los temas que nos interesan. Esta página estará llena de símbolos esotéricos. Contiene información que explica cómo ponerse en contacto con la organización. En otra página encontramos una serie de direcciones de satánicos y una invitación a tener un diálogo directo con ellos. Más aún, se puede obtener un catálogo completo de los objetos necesarios para celebrar una “misa negra”. Se pueden adquirir vía e-mail. Pero lo más grave es que se puede hacer un “pacto con el Diablo”. Se puede vender el alma al Diablo, a la manera de Fausto, a través de la propia computadora. En una página dice: “Ya no son necesarios los rituales complicados para hacer un pacto faustiano. Satanás está en línea”.

Y de esta manera el hombre se mete a un mundo de locura y vinculación con el mundo diabólico. Está abierta pues una puerta al satanismo que tiene una importantísima base de información de todo tipo y del nivel más alto de satanismo, espiritismo y brujería.

Nuestro siguiente capítulo abordará aguas más profundas de Satanás, muy en boga hoy en día: el esoterismo y el ocultismo.

2 comentarios

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