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HISTORIA5: LOS ÚLTIMOS Y LAS PRIMERAS HADAS NACEN EN GEMATISTA: SON LOS DOCTORES DE LA LEY. OTROS DOCTORES DE LA LEY NACEN EN POTASSIUM Y URANIO. ¿SABE USTED A QUE CONSTELACIÓN CORRESPONDE SU PARTIDA DE NACIMIENTO? A LA INNOSUT, A LA CLEREVET, A LA BERINGER... (TOLTÉCTL. TOLTÉCATL. Término náhuatl cuyo significado es “artista”. El arte en México Antiguo podemos conocerlo a través de la arqueología, y de los textos. Nuestro acercamiento en este artículo es a través de estos últimos.)

JESÚS ENTRE LOS DOCTORES DE LA LEY.

Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:

TOLTÉCATL. Término náhuatl cuyo significado es “artista”. El arte en México Antiguo podemos conocerlo a través de la arqueología, y de los textos. Nuestro acercamiento en este artículo es a través de estos últimos.

            Los tlamatinime concebían su arte a través del método flores y cantos como aplicable simbólicamente al universo y a la vida entera. Esta concepción refiere su origen a los toltecas y persistía en el siglo XV y principios del XVI en Texcoco, Chalco y Huexotzinco. Difiere de visión mística-guerrera.

            Sobre este tema hay varios aspectos a considerar: el origen histórico del arte, la descripción del artista, predestinación y características personales, y las diversas clases de artistas.

            En cuanto al origen, tuvieron conciencia de que eran herederos de la cultura antigua de los toltecas y ellos pretendían ser nuevos toltecas: “Muchas huellas de lo que hicieron y que allí dejaron todavía están allí, se ven, las no terminadas, las llamadas columnas de serpientes... Y también se ve el monte de los toltecas, y allí están las pirámides toltecas...” (Textos de los Informantes de Sahagún, fol. 172 r). La descripción del ideal de la antigua cultura nos explica el porqué toltécatl significó artista. “Los toltecas eran gente experimentada, todas sus obras eran buenas, todas rectas, todas bien hechas, todas admirables (...) Estos toltecas eran ciertamente sabios, solían dialogar con su propio corazón...” (Textos de los Informantes de Sahagún, fol. 172 v – 176 r).

            En cuanto a la figura del artista la describen así:

 

Tolteca: artista, discípulo, abundante, múltiple, inquieto. El verdadero artista: capaz, se adiestra, es hábil; dialoga con su corazón, encuentra las cosas con su mente. El verdadero artista todo lo saca de su corazón; obra con deleite, hace las cosas con calma, con tiento, obra como tolteca, compone cosas, obra hábilmente, crea; arregla las cosas, las hace atildadas, hace que se ajusten. El torpe artista: obra al azar, se burla de la gente, opaca las cosas, pasa por encima del rostro de las cosas, obra sin cuidado, defrauda a las personas, es un ladrón (Códice Matritense de la Real Academia, fol. 175 v).

 

            La predestinación se manifestaba en dos formas: por una parte debía tener una personalidad bien definida, es decir, ser dueño de un rostro y un corazón, para esto debía acudir a los centros educativos: las cuicacalli o casas de canto o a los calmecac, hilera de casas; por otra parte, haber nacido en un día favorable para los artistas según el calendario adivinatorio; esto suponía cierta capacidad innata. Así pues, el artista debía tomar en cuenta su destino, hacerse digno de él, amonestarse a sí mismo y aprender a dialogar con su propio corazón (moyolnonotzani), porque de lo contrario todo lo perdería.

 

El que nacía en esas fechas (Ce Xóchitl: Uno Flor...), fuese noble o puro plebeyo, llegaba a ser amante del canto, divertidor, comediante, artista. Tomaba esto en cuenta, merecía su bienestar y su dicha (...) en tanto que tomaba en cuenta su destino, o sea, (...) se amonestaba a sí mismo, y se hacía digno de ello. Pero el que no se percataba de esto, si lo tenía en nada, despreciaba su destino (...) por esto acaba con su felicidad, la pierde (No la merece). Se coloca por encima de los rostros ajenos (...) se engríe, se vuelve petulante (...) necio y disoluto su rostro y su corazón (...) (Cantares Mexicanos, fol. 300).

 

            Por último, existían diversas clases de artistas: artistas de las plumas, pintores, alfareros, orfebres, gematistas, poetas y cantores. El amantécatl o artista de las plumas “Amantécatl: el artista de las plumas. Íntegro: dueño de su rostro (...) de un corazón (...) hábil, dueño de sí, de él es humanizar el querer de la gente. Hace trabajos de plumas, las escoge, las ordena, las pinta de diversos colores, las junta una con otras” (Códice Matritense de la Real Academia, fol. l 16 r). El Tlahcuilo, pintor o el que escribe pintando, era de suma importancia para los náhuas, pues pintaba los códices y los murales, conocía y transmitía por medio de la palabra y el hacer las diversas formas de escritura, los símbolos de la mitología y la tradición. Sabía de religión, costumbres, leyes, geografía, medida, historia, plantas y animales; maestro del conocimiento, sabio y artista era a la vez pintor y escritor: “El pintor: la tinta negra y roja, creador de cosas con el agua negra (...) entendido, Dios en su corazón, diviniza con su corazón a las cosas, dialoga con su propio corazón. Conoce los colores, los aplica, sombrea; dibuja los pies, las caras, traza las sombras, logra un perfecto acabado” (Códice Matritense de la Real Academia, fol. l 17 v). El zuquichiuhqui o alfarero es “El que da un ser al barro (...) pone esmero en las cosas, enseña al barro a mentir, dialoga con su propio corazón, hace vivir a las cosas, las crea, todo lo conoce como si fuera un tolteca, hace hábiles sus manos” (Códice Matritense de la Real Academia, fol. 124 r). El teocuitlapitzqui u orfebre buscaba la representación simbólica y dinámica de la vida, pues al crear una figura iba en pos de una imagen de la vida en movimiento: “Aquí se dice cómo hacían algo los fundidores de metales preciosos (...) Se toma cualquier cosa, que se quiera ejecutar, tal como es su realidad y su apariencia, así se dispondrá” (Códice Matritense de la Real Academia, fol. 44 v). El tlatecqui o gematista: “El gematista está dialogando con las cosas (...) Pule y bruñe las piedras preciosas, las lima con arena fina, les saca luz (...) hace con ellas mosaicos (...)” (Códice Matritense de la Real Academia, fol. 116). El cuicani o cantor: “El cantor, el que alza la voz; de sonido claro y bueno (...) Compone cantos, los crea, los forja (...) de voz educada, recta (...) Canta sereno, tranquiliza a la gente (...)” (Cantares mexicanos, fol. 68 r). El cuicapicqui o poeta: “Comienzo ya aquí, ya puedo entonar el canto (...) han estallado, se han abierto las palabras y las flores. Oíd con atención mi canto: ladrón de cantares, corazón mío, ¿dónde los hallarás? Eres un menesteroso. Como de una pintura, toma bien lo negro y rojo (el saber) y así tal vez dejes de ser indigente” (Cantares Mexicanos, fol. 118).

            Con todo lo que hemos señalado, vemos que el buscador de flores y cantos aprenderá a dialogar con su propio corazón (moyolnonotzani), luchará por introducir a la divinidad en su corazón (yoltéotl) para que su pensamiento y acción lo lleven a endiosar las cosas (tlayoltehuiani), es decir, crear en cuanto toltécatl las obras de arte, y en cuanto sabio penetrar por la vía de las flores y los cantos en los secretos del saber. El artista siempre tenía presente al pueblo, pues pretendía “humanizar el corazón de la gente”, “hacer sabios sus rostros” y ayudarles a descubrir su verdad o raíz en la tierra y de este modo dar sentido a su vida. El arte del México Antiguo era un medio de integración del pueblo con los antiguos ideales de la religión y la cultura. Era la presentación plástica de las grandes doctrinas, transfiguradas en símbolos e incorporadas a elementos materiales.

 

            Escalona, Enrique. Tlacuilo, Videodocumental, Estudios Churubusco-Azteca y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México, MCMLXXXVII. Garibay Kintana, Ángel Ma. Poesía Náhuatl I, Romances de los Señores de la Nueva España. Manuscrito de Juan Bautista Pomar, Tezcoco 1582, UNAM, México, 1993, (1964), p. XXII. “Cantares Mexicanos”, folios 68 r, l 18, 300 y “Códice Matritense de la Real Academia”, folios 44 v, l 16, l 17 v, 124 r, 175 v, en León Portilla, Miguel. Los Antiguos Mexicanos a través de sus crónicas y cantares, Fondo de Cultura Económica, México, 1983, (1961), pp. 162, 166-173. “Textos de los Informantes de Sahagún”, vol. VIII, folios 116 r, 172 r, 172 v – 176 r, en León Portilla, Miguel. La Filosofía Náhuatl estudiada en sus fuentes, UNAM, México, 1983, (1956), pp. 259-272.

 

            (Véase: In ixtli in yóllotl, In xóchitl in cuicatl, Neltiliztli, Tlamatiliztli, Tlamatinime).

Obtenido de http://www.ccydel.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/toltecatl.htm

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