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Filosofía14

FILOSOFÍA14: EL TAO. Hay un flujo en el universo que se llama Dao, o Tao. El Dao fluye lentamente, pero nunca para y es increíblemente poderoso, manteniendo las cosas del universo en orden y equilibrio. Se manifiesta a través de cambios de estaciones, ciclos vitales o mutaciones de poder u orden. El Dao es la ley de todo. Si sigues el Dao te haces uno. Además, conviene comprender el qi (término chino para vapor, aliento o energía), porque el qi y el Dao van de la mano, ya que el qi es la energía que circula en el universo, por lo que se puede decir que el Dao es flujo de qi.

Tao

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Para otros usos de este término, véase Tao (desambiguación).
Taijitu: el Taiji constituido por el Yin y Yang.

Tao (chino simplificado y tradicional: 道, pinyin: Dào/i) alude al significado más importante en la antigua filosofía china. Se podría traducir como el camino, la vía, el método, la dirección o el curso principal, en su versión japonesa se le llama .

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[editar] Fundamentación

En la antigua China esta palabra se comenzó a utilizar de forma habitual con un significado más espiritual y filosófico para hacer referencia al Camino de la Naturaleza o Camino de los Cielos. Las enseñanzas de sabios como Lao-Tsé y Confucio predicaban el abandono de nuestro propio camino para seguir, en su lugar, el Gran Camino.

El significado del 道 depende del contexto y puede referirse a un término filosófico, cosmológico, religioso, moral, racional, de conocimiento, de gusto, de verdad o de deber.

El sinograma que representa al Tao es un antiguo ideograma que consta de dos partes :
首 (shǒu) 'cabeza' y
辶 (辵 chuò) 'ir'

Sinograma del Tao.

En efecto, la parte superior representa a un rostro o cabeza y la parte inferior representa a un ser humano corriendo, en conjunto tal asociación ha significado camino o marcha (iter).

El Tao es el tema principal del Taoísmo, pero el confucionismo también lo emplea como El Camino o noble camino de conducta, pero de un modo diferente.

Tanto su significado religioso como filosófico pueden verse desde dos puntos de vista:

  1. doctrinal o de discurso, forma coloquial de llamar a la ideología del Tao basada netamente en los diferentes textos taoístas, siendo el principal de éstos el Tao Te King de Lao-Tsé.
  2. el Gran Tao, fuente de orientación de todo proceso del universo más allá de que existe y no existe y anterior al espacio y el tiempo. El Tao es el principio que ordena tras el incesante flujo de cambio, siendo así el origen de todo. Debido a esto, también es la constante que abarca todos los aspectos de la realidad, por lo que en este sentido se lo puede comparar con el concepto de Totalidad de la filosofía occidental, aunque en occidente se lo ha personificado con representaciones teístas como dios (incluso en lo referente a la santísima trinidad), o con el concepto griego del logos o el hindú de Dharma.

En ambos casos, el concepto totalizador del Tao resulta servir para definir el llamado Orden Natural que el Taoísmo propone como el funcionamiento armónico de la naturaleza, siendo así el Tao el ejemplo a seguir que los taoístas toman para aplicarlo a los diferentes aspectos de la vida.

La primera referencia al Tao, aparece en el Tao Te Ching de Lao-Tsé, en el que no se define concretamente lo que es y cuyo carácter metafísico fue único en la China de entonces. Sus enseñanzas, y las de su sucesor Chuang-Tsé, constituyen el Taoísmo.

[editar] Características del Tao

Hay un flujo en el universo que se llama Dao, o Tao. El Dao fluye lentamente, pero nunca para y es increíblemente poderoso, manteniendo las cosas del universo en orden y equilibrio. Se manifiesta a través de cambios de estaciones, ciclos vitales o mutaciones de poder u orden. El Dao es la ley de todo. Si sigues el Dao te haces uno. Además, conviene comprender el qi (término chino para vapor, aliento o energía), porque el qi y el Dao van de la mano, ya que el qi es la energía que circula en el universo, por lo que se puede decir que el Dao es flujo de qi.

El concepto del Tao se basa en aceptar que la única constante en el universo es el cambio y que debemos aceptar este hecho y estar en armonía con ello. El cambio es el flujo constante del ser al no ser, de lo posible a lo real, yin a yang, femenino a masculino. El símbolo del Tao, llamado Taijitu, está constituido por el yin y el yang confluyendo en un círculo.

[editar] Tao en el Dao De Jing

Véase también: Tao Te Ching

Existen numerosas traducciones de las que escogemos la de Iñaki Preciado Idoeta:[1]

El Tao que puede expresarseno es el Tao permanente.El nombre que puede nombrarseno es el nombre permanente.El no-ser es principio del Cielo y de la Tierra;el ser, de los infinitos seres es madre.Por eso con el permanente no-serse contempla la esencia escondida (del Tao);con el permanente serse contemplan meros indicios del Tao.Estos dos (no-ser y ser) tienen el mismo origenaunque diferentes nombres;tanto al uno como al otro puedes llamarlos misterio.Misterio de los misteriosllave de toda mudanza.
Lao Tse, Tao Te Ching

[editar] Véase también

[editar] Referencias

  1. Lao Tse (2006). Tao Te Ching. Los libros del Tao. Madrid: Editorial Trotta. pp. 383. ISBN 978-84-8164-835-5. 

[editar] Bibliografía

  • Lao Tse (2006 (2ª edición 2010)). Tao Te Ching: Los libros del Tao. Traducción directa del chino a cargo de Iñaki Preciado Idoeta. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 84-8164-835-3. 
  • — (2009). Tao Te King. Edición de Richard Wilhelm. Barcelona: Editorial Sirio. ISBN 978-84-7808-625-2. 
  • — (1996). Tao te king. Libro del curso y de la virtud. Traducción directa del chino a cargo de Anne Hélène Suárez. Madrid: Ediciones Siruela. ISBN 84-7844-427-0. 
  • Lie Yukou (1987 (4ª edición 2008)). Lie Zi. El libro de la perfecta vacuidad. Traducción directa del chino, introducción y notas a cargo de Iñaki Preciado Idoeta. Barcelona: Editorial Kairós. ISBN 978-84-7245-336-4. 
  • Maspero, Henry (2000). El taoísmo y las religiones chinas. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 84-8164-308-4. 
  • Vila, Jordi & Galvany, Albery (2006 [2ª edición]). Yijing. El libro de los cambios. Con el comentario de Wang Bi. Primera versión directa del chino que se traduce al español. Vilaür: Ediciones Atalanta. ISBN 84-934625-9-4. 
  • Watts, Alan (2006 (9ª edición)). El camino del Tao. Barcelona: Editorial Kairós. ISBN 978-84-7245-082-0. 
  • Wilhelm, R (1960/2007 [32ª edición]). I Ching. El Libro de las Mutaciones. Prólogo de C. G. Jung. Barcelona: Edhasa. ISBN 84-350-1902-0. 
  • Zhuang Zi (1996 (3ª edición 2007)). Zhuang Zi. «Maestro Chuang Tsé». Traducción del chino a cargo de Iñaki Preciado Idoeta. Barcelona: Editorial Kairós. ISBN 978-84-7245-335-7. 
  • — (1998 [2ª edición 2005]). Los capítulos interiores de Zhuang Zi. Primera versión en castellano de los siete capítulos iniciales y presumiblemente los únicos auténticos. Traducción directa del chino a cargo de Pilar González España y Jean Claude Pastor-Ferrer. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 84-8164-239-8. 

[editar] Enlaces externos

[editar] Traducciones

[editar] Páginas sobre el Tao

FILOSOFÍA14: ¿CÓMO PUDO AFECTAR TODO LO QUE SUCEDIÓ AL YIN Y AL YANG COMO FUERZAS ACTIVAS QUE CONSTITUYEN EL GRAN PRINCIPIO DEL ORDEN UNIVERSAL LLAMADO TAO?, SIN DUDA TODO ESTO CALIFICADO POR ALGUNOS COMO "CRECIMIENTO ESPIRITUAL" TUVO SU PARTE TRASCENDENTAL ( De mucha importancia o gravedad por sus posibles consecuencias)Y METAFÍSICA (Parte de la filosofía que trata de la esencia del ser y la realidad,de sus manifestaciones,propiedades,principios y causas primeras/ 5.Razonamiento profundo sobre cualquier materia./ Oscuro y difícil de comprender) ¿CREE QUE HAY OTRAS MATERIAS DIFICILES DE COMPRENDER A PARTE DE LA "ONTOLOGIA" (Parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales). COMO COMENTABAMOS AQUÍ TODOS LOS PROBLEMAS DEBEN DE SER LOS RELATIVOS A PROBLEMAS EXISTENCIALES, AUNQUE EL MUNDO DE LA GENIALIDAD CREA NUEVOS PROBLEMAS, EN EL MUNDO DEL INTELECTO... ¿CÓMO PUDO INTERVENIR EL "GRAN PRINCIPIO DEL ORDEN UNIVERSAL" O "TAO" EN TODO ESTO?

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yang

  1. m. En el taoísmo, fuerza activa o masculina que se complementa con su opuesto, el yin, para constituir el Gran Principio del orden universal llamado Tao.
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yin 
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yin

  1. m. En el taoísmo, fuerza pasiva o femenina que se complementa con su opuesto, el yang, para constituir el Gran Principio del orden universal llamado Tao.

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FILOSOFÍA14: ¿QUÉ PUEDE IMPEDIR ENTRAR EN UNA SENDA DE "PROSPERIDAD"? ¿UN DESATINO TAL VEZ? ¿QUÉ SE LES OCURRE?, BASADOS EN SU EXPERIENCIA TAMBIÉN.

 

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prosperidad

  • progreso, bienestar, expansión, auge, éxito, fortuna, suerte, felicidad
    • Antónimos: decadencia, desgracia
  •  


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auge - avance - bendición - bienaventuranza - bonanza - boom - comodidad - ventura - enriquecimiento - felicidad - industrialización - mejoraDiccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:

prosperidad

  1. f. Bienestar,mejora de la situación económica o social.
  2. Éxito o desarrollo favorable de alguna cosa:
    todos los años nos desea paz y prosperidad en su tarjeta de felicitación.

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desatino

  1. m. Falta de tino:
    el desatino de su lanzamiento le costó la medalla.
  2. Locura, disparate, barbaridad:
    no apruebo tus desatinos.


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desatinar

  1. tr. Fallar el tiro o la puntería:
    desatiné tres bolas.
  2. intr. No acertar, no tener tino:
    ha desatinado todos sus pronósticos.
  3. intr. Decir o hacer desatinos:
    desatina tanto que van a internarle.


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enormidad 
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desatino

  • desacierto, disparate, dislate, despropósito, necedad, barbaridad, equivocación, error, yerro, absurdo, locura
    • Antónimos: acierto
  •  

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desatinar

  • desbarrar, disparatar, errar, equivocarse
    • Antónimos: acertar, razonar


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FILOSOFÍA14: ¿HAN RAZONADO TODO ESTO? ¿LA VIOLENCIA EN LA TELEVISIÓN Y EN EL CINE? A MI, EN PRINCIPIO, ME PARECE "ABERRANTE" Y "NO LÓGICO" O "NORMAL". TAMBIÉN CREO QUE LA LÓGICA ESTÁ RELACIONADA CON EL PODER Y LA MAGIA DE LAS PALABRAS. ME GUSTARÍA TENER OTRO IDIOMA CON MÁS VOCABULARIO Y CON MÁS RAZONAMIENTO PARA PODER ESTUDIARLO. EN PRINCIPIO SE ME HACE "ABERRANTE". ¿CÓMO OCURRE EN SU IDIOMA? ¿QUÉ PIENSA USTED DE TODO ESTO?

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aberrante

  1. adj. Que se aparta o desvía de lo considerado normal o lógico:
    tu conducta aberrante nos abochornó.
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aberrante

  • anormal, inusual, monstruoso


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aberrante.

(Del ant. part. act. de aberrar).

 

1. adj. Dicho de una cosa: Que se desvía o aparta de lo normal o usual.



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FILOSOFÍA14: ¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE: OBJETIVO, FIN O IDEAL? EL OBJETIVO ES TU FIN Y TU FIN DEBERÍA DE SER TU IDEAL, ¿CIERTO? ¿CÓMO OCURRE EN SU IDIOMA?

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objetivo

  • imparcial, desinteresado, desapasionado, neutral, ecuánime, justo
    • Antónimos: subjetivo, parcial
  •  
  • meta, finalidad, propósito, intención, fin, deseo, ideal, destino
  • lente, visor, teleobjetivo, zoom


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aplomado - asunto - ideal - justo - desapasionado - deseo - designio - diana - ecuánime - efecto - efectos - fin - finalidad - imparcial - intención - meta - mira - neutral - norte - objeto - plan - propósito - realista - sentido - sesgado - sujeto - tendencioso - visor
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fin

  • término, final, terminación, remate, consumación, conclusión, desenlace
    • Antónimos: principio, comienzo, origen
  •  
  • intención, propósito, finalidad, objeto, objetivo


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fin

  1. m. Término, remate, extremo o consumación de una cosa:
    fin del capítulo.
  2. Objeto, motivo, finalidad:
    su fin era ganar la carrera.
  3. fin de fiesta Actuación extra que se hace una vez finalizado un espectáculo:
    la soprano cantó otra canción como fin de fiesta.
  4. col. Final desagradable de una conversación o de un asunto:
    como fin de fiesta, acabaron pegándose.
  5. fin de semana Periodo de descanso semanal, que normalmente comprende el sábado y el domingo:
    pasa los fines de semana en su casa de la sierra.
  6. fin último Objetivo para cuya consecución el que actúa emplea todos los medios y esfuerzos:
    su fin último esta semana es terminar el cuadro.
  7. a fin de loc. conjunt. final. Con objeto de;
    para.
    ♦ Se usa con el verbo en infinitivo:
    a fin de averiguar la verdad.
  8. a fin de cuentas loc. adv. En definitiva:
    a fin de cuentas ha aprobado.
  9. a fin de que loc. conjunt. final. Con objeto de que;
    para que.
    ♦ Se usa con el verbo en subjuntivo:
    a fin de que duermas.
  10. a fin o a fines de un periodo de tiempo loc. adv. En los últimos días o momentos de ese periodo de tiempo:
    cobramos a fin de mes.
  11. al fin o por fin locs. advs. Por último;
    después de vencidos todos los obstáculos:
    al fin he resuelto el problema.
  12. al fin y a la postre o al fin y al cabo locs. advs. al fin.
  13. dar fin a una cosa loc. Acabarla:
    su insistencia dio fin a mi paciencia.
  14. loc. Morir:
    un accidente dio fin a su vida.
  15. en fin loc. adv. En suma, en resumidas cuentas:
    en fin, que es un sinvergüenza.

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ideal

  1. adj. De la idea o relativo a ella.
  2. Que no es real, sino que está solo en la mente:
    los meridianos terrestres son líneas ideales.
  3. Excelente, perfecto:
     esta casa es ideal para nosotros.
  4. m. Prototipo, modelo de perfección:
    Amadís representó el ideal del caballero.
  5. Conjunto de convicciones o creencias. Más en pl.:
    luchó por sus ideales hasta el final.


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amor - arma - arquetipo - asignatura - biblia - canon - causa - color - deserción - efigie - esfera - ideal - iluminado - imaginar - imago - jauja - lugar - mero - platónico - príncipe - prosa - sex symbol - superego - superhombreDiccionario de sinónimos y antónimos © 2005 Espasa-Calpe:

ideal

  • conceptual, mental, imaginario, irreal, inmaterial, utópico, puro, sublime, perfecto, excelente, magnífico, maravilloso, genial
    • Antónimos: real, normal
  • prototipo, modelo, arquetipo, ejemplar, dechado
  • aspiración, ambición, objetivo, meta, ilusión, deseo
  • creencias, ideario, ideas, principios, credo


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FILOSOFÍA14: ¿CÓMO PUEDE COMENZAR O EMPEZAR UNA COSA QUE NO SEA PERFECTA? ¿TIENE CAUSA, RAZÓN U ORÍGEN? EN PRINCIPIO SE ME PRESENTA COMO OBVIO AUNQUE NO SE RAZONARLO MUCHO...

QUE NO TIENE PRINCIPIO ES LO QUE PIENSO...

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principio

  • iniciación, inicio, nacimiento, génesis, albor, comienzo, umbral, arranque, preámbulo, entrada
    • Antónimos: fin
  •  
  • germen, base, causa, origen, razón, motivo
  • fundamento, tesis, reglamento, regla, razonamiento


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principiar

  • comenzar, iniciar, inaugurar, emprender, estrenar, encabezar, establecer
    • Antónimos: finalizar, acabar


'PRINCIPIO' también aparece en estas entradas

arranque - axioma - brote - causalidad - celaje - cepa - cesación - cimiento - comienzo - desencadenamiento - elemento - embrión - encabezamiento - fuente - génesis - incoación - iniciación - inicio - introducción - manantial - materia - máxima - postulado - procedencia - raíz - semilla - semillas - sustancia - umbral - venero - vivero

 

FILOSOFÍA14: EL DETERMINISMO. SI ALGÚN DÍA SE DESCUBRIES ESTO, SE PODRÍA LLEGAR A SABER SI LA EVOLUCIÓN EN EL TIEMPO ESTÁ PREDETERMINADA O NO Y ENTENDER EL AZAR Y LA CAUSALIDAD COMO EL ORÍGEN DEL DETERMINISMO (LA RELACIÓN CAUSA Y EFECTO BASÁNDONOS EN LO ACERTADO...). El determinismo científico es un paradigma científico que considera que a pesar de la complejidad del mundo y su impredictibilidad práctica el mundo físico evoluciona en el tiempo según principios o reglas totalmente predeterminadas y el azar es sólo un efecto aparente.

Determinismo científico

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El determinismo científico es un paradigma científico que considera que a pesar de la complejidad del mundo y su impredictibilidad práctica el mundo físico evoluciona en el tiempo según principios o reglas totalmente predeterminadas y el azar es sólo un efecto aparente.

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[editar] Introducción

Antes de hablar de determinismo científico es aconsejable hacer unas distinciones previas para no perderse en la complejidad del problema. Así, se deberá distinguir entre determinismo en su sentido más amplio, entendido como dimensión ontológica de las cosas, y determinismo científico, que se refiere más bien a la dimensión epistemológica de la ciencia.

En Filosofía, el principio de causalidad, en el que se funda el determinismo, es un principio universal que abarca todos los campos del ser. Bajo su dominio están, tanto el espíritu como la materia. Todo suceso, todo acaecer, está determinado causalmente: todo sucede según una razón o causa suficiente. Esta es la formulación determinista que se expresa por medio del principio de razón suficiente, la expresión más general del principio de causalidad. La causa representa, en el proceso universal del cambio, el momento anterior en el tiempo; el efecto es la secuencia inmediata posterior que acusa todas las propiedades contenidas en la causa: causa aequat effectum (la causa es equivalente al efecto). Debido a esta proporcionalidad existente entre causa y efecto, se cree posible la deducción o la inferencia de un polo de esta ecuación al otro.

En Ciencia reaparece este tipo de causalidad y esta concepción determinista fue adoptada sin reservas. Lo nuevo de la Ciencia es que tal determinismo adquiere también un sentido epistemológico, pues, además de afirmar implícitamente el principio de causalidad, extiende su dominio al fenómeno del conocimiento humano de lo físico. La Filosofía no necesitaba llevar a cabo esta ampliación ya que sus enunciados no exigen verificación y constatación empíricas. Pero la Ciencia, que ha de vérselas continuamente con lo empírico, no puede menos de contar con este aspecto nuevo y, al hacerlo, aplica también el principio de causalidad. Aunque la Ciencia no ha definido nunca el principio de causalidad, se podría formular, más o menos, según lo que un científico clásico entendería por causalidad, de la siguiente manera: todo efecto tiene su causa determinante, y en esta relación de dependencia entre la causa y el efecto no caben ni el azar ni la discontinuidad, por ser de una simplicidad absoluta. La imagen de tal determinación está dada en las ecuaciones matemáticas, donde, dados ciertos valores y sus cálculos, todo sucede con carácter de necesidad.

[editar] El sentido común, la Filosofía y la Ciencia

El hombre prefilosófico y precientífico entiende por causado un suceso, cuando ve en él el resultado de algo anterior en el tiempo que lo produce. El sentido común aprecia, además, regularidades entre sucesos, pero no intenta entresacar estructuras de los mismos. Una piedra puede ser la causa de un tropezón, se pensará comúnmente, pero, de tomar tal suceso por algo causado a admitir en él una determinación, va algo más que la mera evidencia de las cosas, y pertenece, por ello, a un plano más elevado de especulación.

La Filosofía se ha planteado muy seriamente este problema de la determinación y, ya desde la Antigüedad, han aparecido numerosas formulaciones del principio de causalidad o determinación ontológica. «Nada sucede porque sí, sino que todo sucede con razón y por necesidad», decía ya Leucipo (s. V a. C.), siendo esta formulación la que ha pasado a la Filosofía con el nombre de principio de causalidad o principio de razón suficiente. Con ello, la Filosofía identifica los términos razón y causa, dándoles, además, carácter de necesidad. Sin embargo, la Filosofía ha andado y anda todavía dándole vueltas al problema que plantea identificar razón y causa, ya que ambos términos suelen tomarse, con demasiada frecuencia, como incompatibles, al pasar el término razón a ser dominio del espíritu, y referirse el término causalidad más bien al campo de la materia. Es esta dualidad aquel imperium in imperio de que hablaban los racionalistas, que no pudieron solucionar, pero que creían, en principio, soluble. Esto se traduce en el intento de entender el mundo de la materia imponiéndole estructuras racionales; queriendo acercarse a su conocimiento desde planos completamente extraños a la materia, como son la Lógica y la Matemática; intento éste que se funda en un supuesto metafísico: la realidad en sí tiene una constitución racional, regulada y armónica, aunque nuestro conocimiento de ella sea siempre parcial, caótico y relativo; la continuidad y determinación causal son propiedades esenciales de la realidad.

No es otra la concepción que tiene la nuova scienza del mundo físico cuando intenta apresar matemáticamente la realidad. El proceso seguido para conseguirlo es harto conocido: todo fenómeno ha de ser purificado de su materialidad, ha de ser cuantificado y geometrizado de tal modo que sea susceptible de comprensión matemática. Al dar resultado el método, se confirman la creencia filosófica y la evidencia del sentido común de que la realidad física, por ser susceptible de matematización, debe estar constituida por una regularidad fija y predeterminada.

El determinismo científico está dado y aceptado por la Ciencia con su propio método; aquel método que postulaba ya Francis Bacon al decir que había que ir al conocimiento de las cosas por sus causas, con lo que se adelantaba al mismo Laplace, considerado éste como el máximo exponente del determinismo científico, al decir que el conocimiento de las causas lleva consigo el dominio del universo. Pero, con el advenimiento de la Ciencia, acaece algo más que la simple adaptación de concepciones filosóficas anteriores. En la Ciencia tiene lugar y se encarna teórica y prácticamente la separación que estableciera Descartes entre materia y espíritu. Entre el observador y lo observado, entre sujeto y objeto, no hay relación digna de tener en cuenta. Con ello cree la Ciencia haber conseguido su ideal frente a la Filosofía: haber descartado del experimento todo elemento subjetivo; haber construido, así, una teoría objetiva del mundo, por no estar mediatizado su objeto, por dejar expresarse libremente a la realidad.

Antes de proseguir han de tenerse en cuenta dos consideraciones:

  • Todo lo que la Ciencia clásica diga del determinismo se referirá no a la Naturaleza en general, sino a la Naturaleza como objeto de ciencia, que es siempre el resultado de una manipulación y de una selección. La Naturaleza, entendida así, difiere de lo que se entiende comúnmente por naturaleza en Filosofía, por dejar, o pretender dejar, fuera todas aquellas dimensiones que son por naturaleza inobservables y no susceptibles de comprobación teórica o experimental.
  • El objeto de ciencia constituye siempre una pequeña parte de la totalidad del universo y de sus múltiples expresiones. Esta pequeña parte se considera, al momento de estudiarla, como aislada del resto del universo y, aunque no se desconoce la posible relación en que se encuentran todas las cosas, es ésta una dimensión que no contará ni se tendrá muy en cuenta por ser de valor accidental. Por tanto, cuando se afirme en Ciencia que en la Naturaleza rige la determinación, ha de entenderse tal determinación en el sentido, y sólo en el sentido, que le dan los científicos.

La Naturaleza constituida en objeto de ciencia se cree determinada en el sentido de que todas las manifestaciones de la misma, todos los fenómenos, se suponen regidos por leyes fijas que han de ser descubiertas. Pero como lo que aparece en primer lugar no son las leyes, sino los estados de los fenómenos, de aquí que lo que afirma la determinación es que entre los estados distintos de un mismo sistema hay una relación continua de dependencia tal, que unos estados se pueden explicar por los otros.

[editar] El determinismo de la Física

En la descripción de un sistema mecánico clásico se realiza mediante una serie de magnitudes de posición y velocidades (alternativamente momentos lineales) asociadas a cada punto material del sistema y que varían con el tiempo de acuerdo a ciertas leyes. Por simplicidad en esta sección nos restringiremos a sistemas mecánicos con un número finito de grados de libertad. En el caso de los fluidos y otras áreas de la física necesitamos definir funciones sobre regiones continuas, lo cual formalmente equivale a tratarlos como sistemas con un número infinito de grados de libertad.

[editar] El determinismo de la mecánica clásica

Las ecuaciones de movimiento describen las restricciones e interacciones que impone una parte del sistema mecánico sobre la otra y generalmente se pueden representar como ecuaciones diferenciales de segundo orden o como sistema de ecuaciones diferenciales. En este caso las variables posición y cantidad de movimiento son las variables de estado. En el espacio euclídeo tridimensional de n partículas con movimiento no restringido mediante enlaces exteriores tendrá 6n grados de libertad.

La formulación matemática de la mecánica clásica, y otras disciplinas de la física clásica, son tales que el estado de un sistema mecánico queda completamente determinado si se conoce su cantidad de movimiento y posición siendo estas simultáneamente medibles. Indirectamente, este enunciado puede ser reformulado por el principio de causalidad. En este caso se habla de predictibilidad teóricamente infinita: matemáticamente si en un determinado instante se conocieran (con precisión infinita) las posiciones y velocidades de un sistema finito de N partículas teóricamente pueden ser conocidas las posiciones y velocidades futuras, ya que en principio existen las funciones vectoriales

displaystyle{vec{r}_i=vec{r}_i(t;vec{r}_{i,0},vec{v}_{i,0}}_{i=1}^N

que proporcionan las posiciones de las partículas en cualquier instante de tiempo. Estas funciones se obtienen de unas ecuaciones generales denominadas ecuaciones de movimiento que se manifiestan de forma diferencial relacionando magnitudes y sus derivadas. Las funciones

displaystyle{vec{r_i}(t)}_{i=1}^N

se obtienen por integración, una vez conocida la naturaleza física del problema y las condiciones iniciales.

Ahora bien el objetivo habitual de las aplicaciones de la mecánica clásica no es precisar el estado de un sistema sin más, sino además, partiendo de un estado dado, predecir y definir unívocamente cualquier estado posterior del mismo sistema. En esto consiste el determinismo clásico.


La mecánica clásica ha podido defender durante mucho tiempo este tipo de determinismo apoyándose en sus éxitos. Lo que para Newton era todavía un supuesto implícito, se convierte con Laplace en doctrina, seguro de estar ante el método único capaz de descubrir la realidad tal cual es:

«Debemos considerar - decía Laplace- el estado presente del Universo como el efecto del estado anterior y como la causa del estado que le siga. Una inteligencia que conociera todas las fuerzas que actúan en la Naturaleza en un instante dado y las posiciones momentáneas de todas las cosas del universo, sería capaz de abarcar en una sola fórmula los movimientos de los cuerpos más grandes y de los átomos más livianos del mundo, siempre que su intelecto fuera suficientemente poderoso como para someter a análisis todos los datos; para ella nada sería incierto, y tanto el futuro como el pasado estarían presentes a sus ojos»
Laplace

Esta fe en el método y en sus resultados y la consiguiente aceptación de la determinación de los sucesos naturales no pudo ser destruida ni por la teoría de Maxwell, que tiene que explicar fenómenos donde sólo ayudan las leyes estadísticas, ni por la teoría de la Relatividad de Einstein en la que ya no queda fuera del sistema estudiado el observador, pero que su intromisión no supone una perturbación esencial de las leyes determinantes de lo real.

[editar] La crisis del determinismo clásico

Muchos son los trabajos publicados referentes al tema de la crisis del determinismo, sin especificar que lo que estaba en crisis no era el determinismo en general, sino el concepto de determinismo que imperaba en la Ciencia. Al querer defender, por ejemplo, el determinismo que resulta de admitir el principio de causalidad, han pretendido ciertos filósofos y científicos asegurar posiciones en realidad no atacadas por la Ciencia moderna, que sigue siendo fiel a sus límites y que habla, como la clásica, únicamente de su objeto. No es, pues, el principio de causalidad lo que está en crisis, sino el objeto mismo de la Ciencia al verse enriquecido por dimensiones, hasta ahora no tenidas en cuenta, y salir de su aislamiento. Por consiguiente, el defender el indeterminismo en la Ciencia no implica la defensa de la libertad o de conceptos semejantes. La Ciencia moderna, representada aquí por la Física cuántica, no pretende resolver problemas del espíritu, como son la libertad o el destino humano; su innovación consiste, precisamente, en desligarse cada vez más de los supuestos metafísicos de que partía la Ciencia clásica, devolviendo las cosas a su sitio y procurando no eliminar lados del problema, sino acatarlos tal cual se presentan.

[editar] El indeterminismo de la mecánica cuántica

Aunque existen diversas interpretaciones de la Mecánica cuántica la mayoría de ellas aceptan que existe uno o varios factores aleatorios intrínsecos en la teoría por los cuales no existiría determinismo como en el caso de la mecánica clásica. En especial, en la reducción o colapso de la función de onda relacionado con el problema de la medida se cree que podría ser un proceso donde interviene el azar de manera insoslayable. Recientemente han aparecido trabajos que sugieren que la mecánica cuántica podría ser determinista,[1] [2] [3] sin embargo, esta posición no es la preferida actualmente en mecánica cuántica.

Las complicaciones relacionadas con el problema de la medida, el entrelazamiento cuántico, el teorema de Kochen-Specker y otros resultados paradójicos desde el punto de vista clásico, han llevado a algunos pensadores y físicos a trabajar en un modelo de ciencia en el que no se asuma directamente que sus fórmulas sean el reflejo exacto de lo real, ni que asuma que el mundo es tal cual se le muestra en el experimento. La mecánica clásica admitía, prácticamente, dos componentes epistemológicos:

  • la relación existente entre los datos empíricos y los postulados de la teoría, que, por creerse en principio y por aproximación adecuados, no creaban mayores problemas;
  • la interpretación a dar al concepto de probabilidad (concepto que tiene que admitir de mal grado), que se resuelve aplicando la teoría del error, según la cual el experimento (que da valores promedios) se interpreta como un caso límite, donde, a pesar de todas las imperfecciones de experimentación y observación puede aparecer comprobada la teoría.

Pero olvidaba un tercer componente al pretender aislar el objeto en cuestión; esto es, olvidaba la repercusión del experimento en el objeto estudiado. La novedad de la Mecánica cuántica consiste, principalmente, en tener en cuenta este componente, dándole importancia capital.

El observador entra ya, con la teoría de la Relatividad, a formar parte del sistema en cuestión. Pero Einstein no quiso jamás reconocer que ese «estar dentro» modificara lo más mínimo el pensar tradicional determinista de la Ciencia, según el cual el objeto es independiente de la observación.

Si el determinismo clásico está dado con la definición de estado mecánico, lo cual no deja de ser una convención, el indeterminismo científico consistirá en negar la posibilidad de tal definición, por no contener en sí todos los parámetros que realmente toman parte en un fenómeno. Pero, además, negará que tal definición sea posible tal como se hace en la Ciencia clásica, porque tampoco se podrán precisar simultáneamente las llamadas «variables de estado».

El indeterminismo se basa en el hecho siguiente: existe una constante universal, que es la constante de Planck, que marca un límite donde los errores ya no son ni despreciables ni eliminables. Por lo mismo, cuando se trata de precisar la posición y la cantidad de movimiento de un electrón (que por su magnitud se halla dentro de aquel campo microscópico donde se hace relevante tal constante), se cae en la gran paradoja de querer definir el estado de un sistema con conceptos clásicos, siendo así que los valores obtenidos no pueden reflejar jamás ni la posición ni la cantidad de movimientos originarias, porque al observarlo se actúa decisivamente sobre el electrón modificando tanto su posición como su cantidad de movimiento. Ya no vale decir ni suponer lo que sucede entre dos actos de observación del "mismo sistema". La inobservabilidad se convierte en principio o, mejor dicho, lo que sucede entre dos observaciones, que son siempre observaciones de perturbaciones, sólo se puede suponer mediante un cálculo de probabilidades. De aquí que ya no valgan los conceptos clásicos para describir lo realmente observado en el experimento. Heisenberg dice que los símbolos matemáticos, al bajarse al campo del átomo, no representan lo dado, sino lo posible; el mundo físico objetivo en el tiempo y en el espacio no existe; lo que es (o que es objeto de ciencia), el paso de potencia a acto, sucede durante el acto de observación científica, y lo que sucede entre dos observaciones no lo puede decir jamás la experiencia; lo que sucede entre dos observaciones sólo lo puede decir la teoría. Esto, que lo admitía también el determinista empedernido Einstein, se convierte en lema intrínseco para la Mecánica cuántica que llega a poder establecer el principio de inseguridad o indeterminación (de Heisenberg) que supone lo siguiente: el producto de las indeterminaciones para posición y cantidad de movimiento no puede ser menor que el quantum de acción de Planck. Es, por tanto, impredecible la posición, por ejemplo, de un electrón en el futuro, partiendo de un dato inicial de su posición que se sabe es el resultado de una perturbación. El objeto de ciencia, cuando se trata del microcosmos, es indeterminado e indeterminable, lo cual no implica que la aparición del electrón en un lugar determinado no tenga su causa. La cosa no sería tan grave si quedara ahí. Pero resulta que tal imprecisión e inseguridad no concierne sólo al experimento, sino que está incorporada a la parte teórica. En ésta, queda incluida una dimensión estadística que no se puede eliminar.

¿Quiere esto decir que la realidad sea indeterminada en el sentido de que reine el azar? No habrá científico serio que se atreva a decir tal cosa. Sus teorías no le dan pie para poder hacer tal afirmación. Descontando lo que decía De Broglie, que en la Ciencia se trabaja como si hubiese un determinismo estricto, se podrá decir, finalmente, que el principio de indeterminación sólo asegura algo respecto al modo de conocimiento que se tiene del mundo físico, y que el principio de causalidad, de existir, jamás podrá ser demostrado ni derrocado, tanto desde los datos proporcionados por un experimento, como desde las teorías que tratan de interpretar tales datos.

[editar] Referencias

[editar] Bibliografía

  • R. SAUMELLS, Determinismo científico
  • L. DE BROGLIE, Continuidad y discontinuidad en Física moderna, Madrid 1957
  • D. GARCIA, La noción de causa, efecto y causalidad en las ciencias físicas modernas, «Seminario de Filosofía de la Universidad de Barcelona», 287-338
  • W. HEISENBERG, E. SCHRÖDINGER y P. A. M. DIRAC, Die moderne Erschiitterung der Atomtheorie, Leipzig 1934
  • W. HEISENBERG, Physik und Philosophie, Francfort-Berlín 1963
  • W. HEISENBERG, Der Teil und das Ganze, Munich 1969
  • P. MUÑOZ, Causalidad filosófica y determinismo científico, «Gregorianum» XXVII,3, Roma 1946, 384-417
  • J. PEMARTÍN, Espacio, tiempo, causalidad, «Rev. de Filosofía» 6-7 (1943) 579-592
  • J. MARTIN GARCIA, Dinámica de Sistemas
  • I. PUIG, Materia y energía, Buenos Aires 1943
  • M. PLANCK, Kausalgesetz und Willensfreiheit, Berlín 1923
  • R. PANIKER, Ontonomía de la Ciencia, Madrid 1961
  • E. NICOL, Los principios de la ciencia, México 1965

[editar] Véase también

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FILOSOFÍA14: ¿CASUALIDAD O CAUSALIDAD? ESTO DE RELACIÓN CAUSA-EFECTO, PARECE CASI PROPIO DE LA MAGIA (Arte, técnica o ciencia oculta con que se pretende producir fenómenos extraordinarios, contrarios a las leyes naturales, valiéndose de ciertos actos o palabras o con la intervención de espíritus o genios), ¿NO LE PARECE? En física, el término causalidad describe la relación entre causas y efectos, y es fundamental en todas las ciencias naturales, especialmente en física. En términos generales, la causalidad puede ser estudiada desde varias perspectivas: la filosófica, la de la computación y la estadística.

¿Casualidad o Causalidad?

Delia Steinberg Guzmán

La angustia y el temor que producen tener que enfrentarse a ciertas realidades desagradables, han hecho que los hombres comparen la vida con un juego de azar: nada está relacionado con nada, todo es una simple casualidad, donde algunos salen ganando y otros perdiendo. Y así, en esta "lotería de la vida", apostamos cada mañana por nuestra suerte y lloramos por las noches cuando la fortuna no nos ha favorecido.

¿Casualidad o Causalidad?

A los propios defectos de falta de voluntad, indiferencia y cobardía psicológica, se añade la disculpa fácil de un "mundo malo y cruel", contre el que el hombre nada puede hacer.

El resultado aparece claramente: si vivimos en un desorden cósmico, donde los acontecimientos siguen la única ley de la casualidad, ¿para qué preocuparse por nada? La ciencia y el arte -por no hablar del rito religioso- se reducen entonces a las "cábalas" necesarias para rasguñar alguna parte de la suerte que la vida distribuye caprichosamente. Y ante los fracasos, jamás hay responsabilidad personal: la vida cruel y la casualidad son los culpables de la situación, y la conciencia humana se enquista más y más en la disculpa de la impotencia ante el destino.

NUEVA ACRÓPOLIS propone cambiar el concepto de casualidad por el de causalidad, mucho más certero y comprobable en la Naturaleza entera. Un juego de causas y efectos iría, pues, relacionando los hechos de modo que la existencia sería una larta cadena, donde cada eslabón tiene su sentido propio y de unión, tanto con el eslabón que le precede como con el que le sigue.

No hay hechos casuales. Todo viene de algo y se dirige hacia alguna parte. La ciencia, inteligentemente, busca el "por qué" de los fenómenos que nos rodean. Hay explicaciones para el día y la noche, para las distintas estaciones del año, para el milagro de la germinación de una semilla, para la gestación de la vida física, para el rumbo de los ríos hacia el mar, para las nubes que se agrupan y luego se disuelven en gotas de lluvia...

Pero cuando se topa con el misterio, cuando faltan las explicaciones, y cuando es pobre nuestra comprensión, se prefiere la muletilla de la casualidad inestable, antes que conceder la presencia latente de una ley causal que aún debemos desentrañar.

Cada uno de nuestros actos tiene una razón. Cada gesto, cada sonrisa, cada lágrima, cada impulso de valor, cada sensación de fuerza interior, cada sentimiento de compasión y amor, vienen de semillas de sus mismas naturalezas. Y cada uno de nuestros actos, también genera un efecto que será igualmente de la misma naturaleza, en lógica concordia. El Amor viene del Amor y genera Amor; el odio viene del odio y genera odio.

Sin casualidades, y con causalidades, somos responsables de nuestros propios destinos.

Y tras el Ideal Acropolitano de un Mundo Nuevo y Mejor, debemos asumir el compromiso de un Hombre Nuevo y Mejor, conciente y capaz de construirse día a día en ese sentido superior.

Obtenido de http://www.nueva-acropolis.es/cultura/sociologia/Casualidad_causalidad.htm