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HISTORIA21: COLEGIO MAYOR. Colegio mayor o colegio universitario es una institución propia de la universidad, que históricamente era una parte esencial de ella. Son similares a las residencias universitarias, pero se diferencian de ellas en que en los colegios mayores, además de alojamiento, se ofrecen actividades culturales, académicas, religiosas o deportivas. En la actualidad están desprovistos de funciones docentes e investigadoras, en la mayoría de los casos, que han quedado circunscritas a las facultades y escuelas universitarias.

Colegio mayor

De Wikipedia, la enciclopedia libre
COLEGIO MAYOR DE SAN BARTOLOMÉ DE BOGOTÁ.
Patio del Colegio Mayor de Santiago el Zebedeo, en Salamanca.

Colegio mayor o colegio universitario es una institución propia de la universidad, que históricamente era una parte esencial de ella. Son similares a las residencias universitarias, pero se diferencian de ellas en que en los colegios mayores, además de alojamiento, se ofrecen actividades culturales, académicas, religiosas o deportivas. En la actualidad están desprovistos de funciones docentes e investigadoras, en la mayoría de los casos, que han quedado circunscritas a las facultades y escuelas universitarias.

Contenido

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[editar] Historia

Históricamente, especialmente en las universidades españolas desde la Baja Edad Media hasta fines del XVIII, un Colegio Mayor era una institución que daba formación universitaria de grados mayores (licenciatura y doctorado), además de dar alojamiento a los estudiantes. A veces eran una especie de prolongación de una Universidad y otras fueron el germen de una Universidad. A menudo eran fundaciones de mecenas con un fin muy determinado (p.e. el Colegio Mayor de Santiago el Zebedeo, de Salamanca fue creado por el arzobispo de Santiago de Compostela, Alonso de Fonseca, para los estudiantes gallegos).

Funcionaban con una gran autonomía; los profesores iban a dar clases en ellos, aunque luego los colegiales debían rendir examen en la Universidad. Los propios colegiales regían su Colegio en los aspectos administrativos y económicos y nombraban rector de entre ellos. Los estudiantes de los colegios más renombrados presumían durante toda su vida de haber pertenecido a ellos.

En la España del siglo XVII no había más que seis Colegios Mayores; cuatro en Salamanca: los de San Bartolomé o Colegio Viejo, (1401), de Cuenca (1500), de Santiago el Zebedeo (1519) y de Oviedo (1521); uno en Valladolid: el de Santa Cruz (1482) y otro en Alcalá de Henares: el de San Ildefonso (1499).

También existían los Colegios Menores (o simplemente Colegios), donde se daba el grado menor: bachiller; que por entonces ya servía para ejercer una profesión.

En San Ildefonso, los estudiantes podían ser becarios porcionistas cuyos estudios eran pagados por alguna institución o por miembros de la alta nobleza, en ocasiones en condición de asistentes de los jóvenes miembros de esas casas nobles que acudían a estudiar. Ambos tenían que hacer frente a ocho cursos de un año de duración cada uno (estudios de artes, derecho canónico, teología).[1]

Fundados y dotados por clérigos de alto rango, los colegios estaban originalmente destinados a los estudiantes de mérito pero de origen modesto. Los colegios mayores se apartaron de su destino inicial a medida que las plazas que ofertaban fueron monopolizadas por los hijos de la élite política española (aristocracia, nobleza y letrados), fenómeno que alcanzó una rigidez total a partir de mediados del siglo XVII. En un contexto de multiplicación de los títulos y escasez de cargos a desempeñar, estos últimos se aseguraron, por cooptación, el acceso a los colegios de mayor prestigio, la mejor opción como trampolín para acceder a brillantes carreras en las funciones más elevadas de los medios eclesiásticos o en los consejos y audiencias. Para un sistema pujante de clientelismo y patronaje, los colegios mayores se convirtieron en "una máquina formidable de reproducción de los servidores reales entre los hijos de los letrados",[2] contribuyendo a una extensa captación de cargos y al cierre del aparato del Estado. De esta forma, estos letrados representaban el 57,9 % de los miembros del Consejo de Castilla con Felipe II (1578-1598-1621), el 68,5 % con Felipe IV (1605-1621-1665) y el 72,5 % con Carlos II (1661-1665-1700). De tal hecho nació sin duda el mote de Colegio Mayor que se aplicaba irónicamente a esa institución.[3]

Los Colegios Mayores en España fueron suprimidos temporalmente como consecuencia de las reformas ilustradas, en 1798.

[editar] Colegios en las universidades de la América Española

[editar] Los Colegios mayores en la actualidad

Colegio Mayor Universitario Pedro Cerbuna de la Universidad de Zaragoza, ejemplo de colegio mayor contemporáneo, usado como residencia estudiantil.

Actualmente, los Colegios Mayores son centros que proporcionan alojamiento y promueven la formación de los estudiantes universitarios. Frecuentemente el centro se encuentra integrado en una organización universitaria, pero otras veces son autónomos.

Hoy en día se entiende se diferencia un Colegio Mayor de una Residencia de Estudiantes en que en el primero la organización de actividades formativas, culturales, deportivas e incluso gran peso de la organización del mismo recae sobre los mismos residentes, considerandose necesario este tipo de gestión interna para la formación y capacitación de los colegiales.

Los colegios mayores están situados normalmente en las inmediaciones del campus. En general, suelen ofrecer una serie de servicios demandados por los estudiantes universitarios, desde el alojamiento y la manutención hasta lavandería y biblioteca, pasando por cine, conciertos, excursiones o deportes.

En Latinoamérica estas instituciones tienen la denominación de Residencia Universitaria, mucho más adecuada por su función actual, puesto que no se dan clases en su recinto (no son Colegios). También reciben los nombres de pensionado o pensión universitaria.

[editar] Referencias

  1. Michel Cassan (dir), Les sociétés anglaise, espagnole et française au XVIIe, CNED/SEDES, 2007, p. 276
  2. Michel Cassan (dir), op.cit., p. 280
  3. Michel Cassan (dir), Ibid

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