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CULTURA5: FERNANDO DE ROJAS, AUTOR DE "LA CELESTINA" O TRAGICOMEDIA DE CALISTO Y MELIBEA (SIGLO XVI). La Celestina es el nombre con el que se conoce desde el siglo XVI a la obra titulada primero Comedia de Calisto y Melibea y después Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida casi en su totalidad al bachiller Fernando de Rojas. Es una obra de transición entre la Edad Media y el Renacimiento escrita durante el reinado de los Reyes Católicos y cuya primera edición conocida data de 1499. Constituye una de las bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro modernos.

Fernando de Rojas

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Fernando de Rojas, (La Puebla de Montalbán, Toledo, 1470 - Talavera de la Reina, Toledo, 1541), dramaturgo español, autor de La Celestina, considerada una de las obras cumbre de la historia de la literatura española y la más importante sin duda en la transición entre la Edad Media y el Renacimiento.

Portada de La Celestina en su versión definitiva de Tragicomedia.

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Biografía [editar]

Nació en La Puebla de Montalbán (Toledo), hacia 1470, en el seno de una familia de judíos conversos que reaparece en posteriores procesos inquisitoriales por mantener el judaísmo a escondidas de la Inquisición. De Rojas ayudó a miembros de su familia, los llamados marranos o criptojudíos, Anusim en la literatura rabínica, afectados por las persecuciones de la Inquisición. Su familia habría sido perseguida y él mismo ha aparecido en documentos como acusado por la Inquisición, documentos que demuestran que fue el autor de La Celestina.

Estudió leyes en la Universidad de Salamanca, según él mismo afirma en La carta del autor a un su amigo, que precede el texto de su obra. Parece documentado que hacia 1496-97 habría obtenido su grado de Bachiller en Leyes.

Hoy día no se duda de que sea el autor de La Celestina, que habría escrito con pocos más años que su protagonista, Calisto, que cuenta con veintitrés. Fernando de Rojas rondaría los veinticinco. El autor reveló su nombre y lugar de nacimiento en un famoso acróstico al principio de la segunda edición del año 1500. No se le conoce ninguna otra obra ni es mencionado por ninguno de sus contemporáneos.

Se le sabe establecido en la localidad de Talavera de la Reina, población de la que algunos autores piensan que fue alcalde[1] y casado allí. Su condición de converso influye en el argumento de su obra, que a decir de la mayoría de los críticos es obra de alguien de esta condición: se ha dicho que la ausencia de fe firme justificaría el pesimismo de La Celestina y la falta de esperanza patente en su dramático final.

Murió en 1541 en Talavera de la Reina, entre el 3 y el 8 de abril. Se conserva su testamento, fechado ese día 3, muy detallado, que ha sido el deleite de los críticos al poder estudiar su abundante biblioteca. Dejó los libros de derecho a su hijo, que también fue abogado, y los de literatura profana a su esposa. En el inventario de su biblioteca, y eso es lo extraño, solo figura un ejemplar de La Celestina (cuando murió había al menos 32 ediciones de la obra) y ninguno de la Segunda comedia de La Celestina y de la Tercera parte de la tragicomedia de Celestina, publicadas en vida de Rojas.

Véase también [editar]

Notas [editar]

Bibliografía [editar]

  • Alan Deyermond: Historia de la literatura española I. Ariel. Barcelona, 1979.
  • Francisco Rico: Historia y crítica de la literatura española. Edad Media I. Crítica. Barcelona, 1979.
  • María Rosa Lida de Malkiel: La originalidad artística de La Celestina. Eudeba. Buenos Aires, 1962.

Enlaces externos [editar]

CULTURA5: ALCAHUETAS Y BRUJAS. LA TRAGICOMEDIA DE "LA CELESTINA" DE FERNANDO DE ROJAS. La Celestina es el nombre con el que se conoce desde el siglo XVI a la obra titulada primero Comedia de Calisto y Melibea y después Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida casi en su totalidad al bachiller Fernando de Rojas. Es una obra de transición entre la Edad Media y el Renacimiento escrita durante el reinado de los Reyes Católicos y cuya primera edición conocida data de 1499. Constituye una de las bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro modernos.

La Celestina

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La Celestina, una de las obras capitales de la literatura española. Primera edición de la Comedia de Calisto y Melibea, incunable impreso por Fadrique Alemán de Basilea en Burgos en 1499, fol. 1r.


LA CELESTINA SEGÚN PICASSO. Pablo Ruiz PicassoMálaga, 25 de octubre de 1881 - † Mougins, Francia, 8 de abril de 1973), conocido como Pablo Picasso, fue un pintor y escultor español, creador, junto con Georges Braque y Juan Gris, del movimiento cubista. (n.




La Celestina es el nombre con el que se conoce desde el siglo XVI a la obra titulada primero Comedia de Calisto y Melibea y después Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida casi en su totalidad al bachiller Fernando de Rojas. Es una obra de transición entre la Edad Media y el Renacimiento escrita durante el reinado de los Reyes Católicos y cuya primera edición conocida data de 1499. Constituye una de las bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro modernos.

Existen dos versiones de la obra: la Comedia (1499, 16 actos) y la Tragicomedia (1502, 21 actos). La crítica tradicional ha debatido profusamente el género de La Celestina, dudando si clasificarla como obra dramática o como novela. La crítica actual coincide en señalar su carácter de obra híbrida y su concepción como diálogo puro, quizá para ser recitado por un solo lector impostando las voces de los distintos personajes ante un auditorio poco numeroso. Sus logros estéticos y artísticos, la caracterización psicológica de los personajes —especialmente la tercera, Celestina, cuyo antecedente original se encuentra en Ovidio—, la novedad artística con respecto a la comedia humanística, en la que parece inspirarse, y la falta de antecedentes y de continuadores a su altura en la literatura occidental, han hecho de La Celestina una de las obras cumbre de la literatura española y universal.

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Contexto histórico y social

La Celestina se escribe durante el reinado de los Reyes Católicos, cuyo matrimonio se celebra en 1469 y alcanza hasta 1504, año de la muerte de Isabel la Católica. En 1492 se produce el descubrimiento de América, la conquista de Granada y la expulsión de los judíos, tres hechos de gran significado en la historia de España. Es también el año en que Antonio de Nebrija publica la primera gramática de la lengua castellana, publicación que, junto a la actividad docente del propio Nebrija en Salamanca, propicia la irrupción del Humanismo en España. Así, convencionalmente y a efectos didácticos, se sitúa en este año, 1492, el comienzo de la transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Es, precisamente, en la década de los noventa del cuatrocientos cuando aparecen las primeras ediciones de la Comedia de Calisto y Melibea.

La unificación de todos los territorios de la Península Ibérica, excepto Portugal, en un único reino y en una única religión, la cristiana, se produce en este periodo. Sánchez Albornoz resalta la importancia de ser cristiano viejo, en una sociedad que está prevenida frente a los miembros de las otras dos religiones: judíos y musulmanes, e incluso llega al rechazo frontal. Se desconfía de los conversos (cristianos que antes eran judíos o con antepasados de esa religión), que han de ocultar su condición. Finalmente, serán expulsados los miembros de esas religiones del reino y la Inquisición perseguirá, incluso hasta a la muerte, a los sospechosos de practicar otras religiones.

Ediciones

La primera cuestión en el estudio de esta obra capital es el gran número de ediciones existentes en sus primeros años, el hecho de tratarse de una obra que se amplía, de 16 a 21 actos, y el que en la bibliografía consultada encontramos diferentes teorías que consideran unas ediciones anteriores o posteriores a su fecha oficial. Existen dos versiones principales de la obra, la que llamaremos Comedia, que cuenta con 16 actos, y la que llamaremos Tragicomedia, que cuenta con 21.

La Comedia

Aunque se sospecha que pudiera haber habido una edición anterior, se considera actualmente que la edición príncipe de la Comedia fue la publicada en Burgos por el impresor Fadrique de Basilea en 1499, con el título probable de Comedia de Calisto y Melibea y conservada en la Hispanic Society de Nueva York. Sin embargo, algunos estudiosos han puesto en duda la fecha de esta edición, retrasándola y haciendo de la de Toledo de 1500 la edición príncipe. El problema de la edición de Burgos es que carece de la primera hoja, por lo que se supone el hecho de que, como las otras conservadas, llevaría el título de Comedia.

La Comedia cuenta con 16 actos y, a partir de la edición de Toledo, con unas coplas reales con versos acrósticos en que se puede leer "El bachiller Fernando de Rojas acabó la Comedia de Calisto y Melibea e fue nascido en la Puebla de Montalbán". Esta edición de 1500 incluye la carta prólogo, los versos antedichos, el íncipit y el argumento. Al faltar la primera hoja se ha sugerido que la edición de Burgos también pudiera incluirlos, pero sin fundamento.

El éxito de la obra fue inmediato, lo que propició otras ediciones, tal vez alguna perdida, y en 1501 la obra se publica en Sevilla con una nueva edición, la cual también lleva el título de Comedia de Calisto y Melibea, lo cual parece argumentar también a favor de que ese sea el nombre de la edición de 1499. Como las dos anteriores, tiene dieciséis actos, y como de las dos anteriores, sólo se conserva un único ejemplar, aunque en bastante buen estado.

La Tragicomedia

En 1502 apareció una nueva edición titulada Tragicomedia de Calisto y Melibea con cinco actos más antes del acto final, 21 en total, el llamado Tratado de Centurio porque en él aparece este personaje, así como un prólogo en que se explica que la obra se inspira en la máxima de Heráclito "todas las cosas son criadas a manera de contienda o batalla", es decir, "la guerra o discordia es el padre de todas las cosas", concepción dialéctica de la vida que se imprime en la obra, en la que se detestan siervos y señores, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, ingenuos y avispados, e incluso el mismo lenguaje batalla consigo mismo, contraponiéndose un estilo elevado y latinizante a otro bajo, coloquial y aun vulgar. De esta Tragicomedia existen 6 ediciones en ese mismo año 1502, destacando la de Sevilla de Jacobo Cromberger, aunque hay otras tres en esa misma ciudad, una en Salamanca y otra en Toledo.

El éxito fue tal que del periodo que va de 1499 a 1634 se han conservado 109 ediciones en España, a las que hay que sumar 24 de su traducción al francés, 19 en italiano, dos en alemán, una en latín clásico y otra en hebreo.

Pero no triunfó el título, pues ni por Comedia, ni por Tragicomedia fue nunca tan conocida como por La Celestina, y así podemos ver que se refieren a ella desde principios del siglo XVI Juan de Valdés o Juan Luis Vives.

Autoría

Aunque el autor es Fernando de Rojas, existe cierta controversia en este punto, en parte inducida por el mismo autor. La obra no va firmada y Fernando de Rojas es el nombre que encontramos en el acróstico de los versos preliminares a la obra, a los que acompaña la carta donde se dice que hacia 1497 encontró el primer acto y el comienzo del segundo mientras estudiaba leyes en Salamanca y, al haberle gustado mucho y no conocer el final de la historia, añadió quince más hasta concluirla (se refiere, claro está, a la primera versión, la Comedia). El primer problema de autoría sería, siguiendo a Rojas, el de encontrar al autor de ese primer acto; se cree que dicho primer acto es un manuscrito que se ha hallado en el Palacio Real y que se denomina Celestina de Palacio. El continuador afirma que algunos atribuían este primer acto a Juan de Mena y otros a Rodrigo de Cota.

Estas atribuciones probables que hace Fernando de Rojas son problemáticas. Mena fue descartado por la crítica casi de inmediato, porque su fama en Salamanca habría sacado a la luz esa autoría de inmediato, lo cual indica que puede ser un recurso de Rojas para llamar la atención sobre la obra usando un nombre de prestigio. Al descubrirse unos escritos de Mena en prosa latinizante, se quiso volver sobre esta pista, que no parece probable.

Algo más creíble es la posibilidad de Rodrigo de Cota y se han visto conexiones entre La Celestina y su Diálogo entre el Amor y un Viejo si bien el tema amoroso se trata en ambas obras de forma muy distinta. En todo caso, la posibilidad no pasa de ahí, pues nada la fundamenta.

El problema llegó a ser más grave, pues en el siglo XIX llegó a negarse la existencia de Rojas, queriendo buscar otras atribuciones, pero autores de principios del siglo XX (Serrano y Sanz en 1902 y Del Valle Lersundi en 1929) demostraron que se trataba de una persona real, presentando documentos que demostraban su existencia y su autoría.

Menéndez Pelayo tomó algunas de estas dudas (entre los que las planteaban había gente de la talla de Leandro Fernández de Moratín o Blanco White) y descreyó de las afirmaciones de Rojas, pensando que serían fruto de la timidez o de un tópico literario convencional que acaso encubriría la necesidad de separarse de una obra algo licenciosa compuesta en su juventud, barajando también la posibilidad de que fuese un judío converso, que temería a la Inquisición; para ello se basó en la unidad de estilo, lo que justificaba la existencia de un único autor. Otros, que consideran que ese primer acto sería de verdad anónimo y todo lo demás de Fernando de Rojas, prueban su afirmación alegando diferencias en las fuentes, en las estructuras sintácticas y en los rasgos de estilo de ambos textos. Sin embargo, otra autoridad, cual es Alan D. Deyermond, se inclina por pensar que esas diferencias, realmente existentes, serían fruto del paso del tiempo. Pero aún hay opiniones más diversas, pues hay quienes creen que Rojas es autor solamente de los 5 actos añadidos en la Tragicomedia, el llamado Tratado de Centurio, o incluso al revés, el Tratado de Centurio sería fruto de una composición colectiva por parte de una reunión de humanistas amigos.

Estos problemas de atribución han llegado también a los textos que acompañan la obra (carta, prólogo o íncipit, versos acrósticos y argumentos). La carta, el prólogo y los versos acrósticos se atribuyen, por lo general, al humanista Alonso de Proaza, si bien María Rosa Lida piensa que son de Rojas.

Género literario

El género de La Celestina es una cuestión polémica, que surge ya en el siglo XVIII cuando el problema del género se plantea. La inflexible preceptiva neoclásica apremiaba a encajar la obra en un modelo preexistente, pero los férreos moldes de los géneros dieciochescos imposibilitan ese propósito, lo que deterioró su consideración entre los idealizantes escritores del Neoclasicismo, como Moratín, que la llamó «novela dramática» para denotar la mezcla de géneros y la originalidad de la obra. Otro crítico y escritor, éste de la Renaixença catalana, Buenaventura Carlos Aribau, la llamó «novela dialogada».

Portada de la La Celestina.

Se resistían a encajarla en el drama. El hecho es que se trata de un texto totalmente dialogado, cuya extensión y saltos temporales y sobre todo espaciales, hacían irrepresentable en su momento y la destinaban a la lectura en voz alta, como era costumbre en la época; sin embargo, esto no quita que para el lector de la época de Rojas se tratara de un texto dramático. Ya entrado el siglo XX y con extensos medios escenográficos, la obra pudo representarse íntegra o resumida, si bien no es una obra concebida para la representación sobre un escenario, sino para una lectura dramática.

Marcelino Menéndez Pelayo se debatía en sus Orígenes de la novela, a fines del XIX, en la contradicción de considerarla drama por ser todo en ella activo y nada narrativo, o no hacerlo, a causa de su excesiva longitud, su obscenidad y su estructura, donde la acción es escasa y la escenografía nula. En todo caso, Menéndez Pelayo no duda del influjo que la obra produce sobre la novela posterior por su realismo, tanto ambiental como psicológico. Desde la perspectiva moderna, sin embargo, estas objeciones que plantea son de escasa relevancia: la duración es una convención más comercial que literaria y la obscenidad es algo opinable y más propio del momento político en que Pelayo escribió que del de la obra o la época actual. Es más, su estructura no es muy diferente de la de muchas obras de ese momento e incluso posteriores, cuando en los Siglos de Oro el teatro en España alcanzó su máximo esplendor. Sencillamente, Menéndez Pelayo era víctima de sus prejuicios clasicistas y de su formación católica, que hacían prevaricar con frecuencia sus juicios estéticos.

Críticos posteriores, como Alan Deyermond a fines del siglo XX, recuperaron la denominación de Aribau de novela dialogada, viendo en La Celestina uno de los precursores de la novela moderna y con ella del Quijote, primera obra que merece esta consideración.

Hoy en día, aunque son mayoría los que la ven como una obra dramática, se reconoce la imposibilidad de reducir la cuestión a un esquema simplista. Es cierto que la acción es escasa; el ritmo, lento; los parlamentos, largos y los monólogos, minuciosos; pero no es la única obra dramática de su extensión ni con sus mutaciones escénicas. María Rosa Lida habló de teatro para no ser representado.

El uso del tiempo es típico de lo que será la novela, aunque no exclusivo de ella. Stephen Gilman y Asensio no dudan en separar el tiempo implícito del tiempo explícito. Si bien hay un tiempo explícito en el que se desarrolla la acción, de forma continua y lineal, también hay un tiempo implícito, más largo, que se hace necesario para entender lo que sucede.

Gilman resuelve la cuestión calificando la obra como agenérica; principalmente por contener diálogo puro, es para él algo distinto y anterior a la cristalización de la novela y el drama tal y como hoy los concebimos.

Pero Lida apunta en 1962 una idea ya sugerida por Menéndez Pelayo y es considerarla comedia humanística. Hay que señalar la comedia humanística como género subyacente a la constitución de La Celestina por varios motivos, como el ser hecha para la lectura, con argumento simple y desarrollo lento, la concepción del tiempo y del lugar, ser en prosa, el manejo del diálogo como estructura clave, la división en actos y el interés por lo pintoresco.

Sin embargo, no podemos hablar de comedia humanista propiamente dicha por dos motivos principales: el no estar escrita en latín y, sobre todo, el final trágico, heredado según Deyermond de la novela sentimental. Además el uso que se hace del diálogo no se había dado hasta entonces. La novela y el teatro modernos, que hacen un uso similar del diálogo están aún por crear; vemos un uso del diálogo en el que los personajes toman vida y se van creando. Gilman opina que fue La Celestina quien dio la base a Cervantes para usarla en los diálogos del Quijote.

Es también destacable el uso del aparte (no acotado), los monólogos y la ironía, cuyas raíces provienen de la "comedia" latina de Terencio, autor que a menudo se usaba como libro de texto. Como en la comedia elegíaca hay un papel activo de la amada y un ambiente coetáneo.

De todo lo dicho se deduce que una reducción simplista está fuera de lugar. Aunque se tiende a considerarla como obra dramática, en realidad ningún género literario se adecua por sí solo a las características de la obra.

Fuentes

Fernando de Rojas era un gran lector, como testimonia el inventario de los libros que poseyó (los cuales se incluyen en su testamento). Las fuentes de su magna obra no son populares, sino cultas; sin embargo, no hay que menospreciar, como se suele hacer habitualmente, la experiencia vital del autor como abogado, que posiblemente le puso en contacto con el mundo criminal.

Entre las fuentes cultas hay que distinguir primero las obras con las que La Celestina posee sólo coincidencias fortuitas (Museo, Teócrito o Safo). Muchos autores citados no lo son directamente, sino que sus palabras llegan a través de fuentes indirectas o por imitadores y comentadores (Menandro, EpicuroHeráclito). Un ejemplo de esto es el tema de la imperfección de la mujer, el cual puede venir de Aristóteles, pero que es a su vez un tópico literariocarpe diem, que aparece también en la obra. Por otra parte, el personaje de la lena (tercera o alcahueta) es muy habitual en el Ars amandi de Ovidio y en clásicos como Séneca, Plauto y Terencio. o medieval tan frecuente como el

Sí es determinante y fundamental en la obra de Rojas la obra filosófica del humanista Francesco Petrarca, y en concreto el De remediis utriusque Fortunae, que aparece citado 99 veces y que el autor conocía a través del Index o extracto de sus obras.

Por otra parte, y en cuanto al argumento de la obra, existían los precedentes de Paulus (1390) de Pier Paolo Vergerio, la Commedia Poliscena de Leonardo Bruni, la Historia duobus amantibus del cardenal Enea Silvio Piccolomini (una obra erótica del que luego sería papa), y la Elegia di madonna Fiammeta de Giovanni Boccaccio, además de comedias humanísticas en latín de la Edad Media como el Pamphilus.

En cuanto a las huellas castellanas, encontramos a los dos arciprestes: Alfonso Martínez de Toledo y Juan Ruiz (posiblemente el Libro de buen amor no lo conoció directamente, sino que tendría comunidad de fuentes en el Pamphilus), la Crónica General, el Tristán de Leonís, la Cárcel de amor y las obras de Juan de Mena, Jorge Manrique, y Juan del Encina.

Estructura

Hemos de señalar, para comenzar, que la división externa de la obra en actos no tiene un verdadero significado estructural. Atendiendo a la acción, sin embargo, podemos decir que se divide en dos partes .

  • Prólogo: encuentro de Calisto y Melibea en la escena I.
  • Primera parte: intervención de Celestina y los criados y muerte de éstos. Primera noche de amor.
  • Segunda parte: tema de la venganza. Segunda noche de amor. Muerte de Calisto, suicidio de Melibea. Llanto de Pleberio.

La crítica medievalista María Rosa Lida de Malkiel señala la estricta y cuidada motivación de toda la trama en un plano realista, así como la relación causa-efecto de los acontecimientos. La escena inicial es desconcertante, pero dota a la obra del carácter dramático necesario para este primer encuentro y para el violento rechazo que conlleva. Su función es la de desencadenante. Pocos son los hechos que escapan de esta relación causa-efecto para sorprender al lector o a los personajes.

El esquema de la acción es el de una serie de consecuencias encadenadas (relaciones de causa-efecto) que corresponden al patrón estructural de la «cuenta presentada» de Georg Lukács, según la cual más tarde o más temprano hay que pagar por nuestros actos.

La repetición de motivos trae la simetría que ordena la obra. Esto se funde con otro principio de ordenación aún más poderoso: la anticipación del fin. Todos los símbolos parciales se ordenan hacia el desenlace final.

Otro crítico, Morón habla de una línea estructural:

  • acto I.................pecado
  • actos II-XIV........pérdida de la hacienda
  • actos XV-XVIII.....fama
  • acto XIX.............vida y alma
  • actos XX-XXI.......recapitulación

Con los 5 actos añadidos, quedan más profundamente motivados el carácter de Melibea y la muerte de Calisto.

Lo que subyace en la estructura de La Celestina para Humberto López Morales es una novela amatoria de tono caballeresco y simbólico en el primer acto (tópico del joven que, persiguiendo un ave encuentra a una bella joven) sobre la cual Rojas trabaja una concepción diametralmente opuesta, cambiando hacia un tono de realismo psicológico y un ambiente burgués de tintes muy concretos.

Ejes temáticos

Los temas de la obra (que señalan y marcan los prólogos, en vistas a orientar la interpretación de la obra en su tiempo) los declara el mismo titulillo introductorio:

Compuesta en reprensión de los locos enamorados que, vencidos de su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dicen ser su Dios, asimismo hecha en aviso de los engaños de las alcahuetas e malos e lisonjeros sirvientes.

De lo cual se deduce su fin educativo de atacar el loco amor o apetito de lo material (amor a la carne, amor al oro) y la corrupción que trastorna el orden social humano y divino. Sin embargo, subyace una temática filosófica expresa en el segundo prólogo de la obra, y extraída de las obras filosóficas de Francesco Petrarca que tanto leyó el autor, quien, como abogado, tenía una concepción muy litigiosa del mundo: Todas las cosas ser criadas a manera de contienda o batalla...: el mundo de los señores se contrasta con el de los siervos, el de los viejos con el de los jóvenes, el masculino con el femenino, el idealismo con el materialismo y el lenguaje mismo popular con el culto.

A esto se reducen los temas principales: el amor, la muerte y la codicia (distintas versiones según los personajes). El tema del amor es el eje determinante de la obra y suscita el comportamiento de todos los personajes, los dos únicos personajes que no resultan víctimas del amor son Pleberio y Alisa (los padres de Melibea). El modo de presentar el amor en "La Celestina" es complejo, ambiguo y a veces contrario a las ideas tradicionales recibidas por los jóvenes. Esta obra pone en tela de juicio los valores sociales propios de la literatura amorosa tradicional, donde se mantenía una separación de clase social. En esta tradición a la clase alta se le atribuía el refinamiento y las doctrinas, frente al amor que las capas bajas eran incapaces de experimentar. El tema del amor es tratado de formas distintas: El primer tipo de amor que encontramos es el amor cortés del que se hace una parodia en la obra. Calisto no tiene en absoluto la paciencia del amante cortesano, ni guarda el secreto de sus relaciones amorosas, y la divinización de Melibea le lleva hiperbólicamente a convertirla en "su Dios". En realidad, la relación amorosa entre Calisto y Melibea más parece propia del amor romántico y apasionado que del amor cortés. Todo parece indicar que se trata de una concepción estética del amor. El amor de Sempronio y Pármeno por Elicia y Areusa está claro que procura el goce físico.

Calisto y Melibea utilizan un lenguaje más ideal y literario, que suele ser una muestra del lenguaje amoroso que durará hasta el siglo XVIII, e incluso se podría interpretar como una burla de dicho lenguaje que solo sirve para encubrir intenciones y deseos concretos. Otro tipo de amor que se trata en "La Celestina" es el llamado "loco amor": este amor apasionado no se distinguía de la lujuria y era una manifestación auténtica de la locura. Calisto posee una locura real, y sus actuaciones y palabras exhiben un personaje con todas las características de un loco de verdad. Melibea, una vez admite la pasión amorosa para con Calisto, también se comporta como persona loca y no vacila en poner en peligro tanto su fama como la de sus padres, introduciendo a su amante de noche en su huerto y desechando todas las moralidades propias de una muchacha de estirpe aristocrática. El último tipo de amor sería el "amor como sexualidad". En este tipo de amor es Celestina la que, basándose en lo que ha aprendido a lo largo de su vida dedicada al amor ilícito, es la encargada de proferir juicios y consejos relacionados con amor y sexualidad. Para la vieja, amor y acto sexual son términos intercambiables. Celestina pasa por alto la doctrina ortodoxa, porque piensa que la idea de las finezas del amor cortés son meros gestos hipócritas, mediante los cuales hombres y mujeres aparentan una sensibilidad por las cosas amorosas. La sexualidad no es cosa privada. Así, la vieja quiere asistir de testigo al acto sexual entre Pármeno y Areusa, y Melibea, ya loca de amor, no halla inconveniente en que su criada Lucrecia esté presente en el huerto mientras hace el amor con Calisto. Las trágicas consecuencias de este amor confirman la interpretación moral de la obra. Francisco José Herrera señala que, como motor, la codicia y la avaricia sustituye en los personajes de clase baja a la furia amorosa de los de la clase alta.

En cuanto al tema de la magia, hay opiniones contrapuestas en cuanto a su importancia dentro de la obra. Para Lida De Malkiel es una nota de la época un tanto ingenua a la que no hay que dar más importancia. Sin embargo, para autores como Petriconi, Maravall o Russel tiene una función importante en el desarrollo, alcanzando la categoría de elemento integral; Celestina cree en la eficacia de sus artes y la pasión de Melibea es producto de los conjuros de Celestina. Asensio y Gilman niegan la existencia del 'tiempo implícito' al decir que el cambio psicológico de Melibea se produce por las malas artes de Celestina. La intención de Rojas sería alertar contra este mundo, real y activo en su tiempo.

Argumento

La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón suyo, pidiéndole su amor. Esta lo rechaza, pero ya es tarde, ha caído violentamente enamorado de Melibea.

Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia.

El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca.

Mediante sus habilidades dialécticas y la promesa de conseguir el favor de alguna de sus pupilas, Celestina se atrae la voluntad de Pármeno; y mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus habilidades dialécticas, logra asimismo que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina recibe una cadena de oro, que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual se van presos y son ajusticiados.

Las prostitutas Elicia y Areúsa, que han perdido a Celestina y a sus amantes, traman que el fanfarrón Centurio asesine a Calisto, pero este en realidad solo armará un alboroto. Mientras, Calisto y Melibea gozan de su amor, pero al oír la agitación en la calle y creyendo que sus criados están en peligro, Calisto salta el muro de la casa de su amada, cae y se mata. Desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, quien lamenta la muerte de su hija.

Personajes

Hace Rojas un poderoso trazo de sus personajes, que aparecen ante el lector dotados de vida, con profundidad psicológica, son seres humanos con una caracterización interna excepcional, lo que los aleja de los 'tipos' tan usuales en la literatura medieval y del momento.

Sin embargo, algunos críticos sólo han visto en ellos alegorías extratextuales.

Lida de Malkiel habla de objetividad; así, distintos personajes juzgan a otro de diferente manera. En cuanto a las contradicciones de conducta se dan porque Rojas ha humanizado a sus personajes.

Un rasgo común de todos los personajes (tanto en el mundo de los señores como en el de los criados) es su individualismo, su egoísmo, su falta de altruismo. Pero no se acartonan, sufren cambios en ocasiones. El tema de la codicia ha sido tratado por Francisco José Herrera en un artículo sobre la ganancia en materia celestinesca (es decir, en todas las obras del ciclo de La Celestina, incluyendo imitaciones, continuaciones...), donde señala que el motivo que mueve a las alcahuetas y a los criados es 'la avaricia y la rapiña' respectivamente, frente a los motivos de los señores, que serían la furia amorosa y la defensa del honor familiar y social. El provecho privado de los personajes de clase baja, sustituye en fuerza y presencia al amor en la clase alta.

Fernando de Rojas gusta de crear los personajes en parejas para ayudarse a construir el carácter de cada uno por medio de relaciones de complementariedad y oposición. Así, se constituyen a lo largo de la obra dos grupos de personajes opuestos, los siervos y los señores, y en ambos grupos los personajes se agrupan por parejas: Pármeno y Sempronio, Tristán y Sosia, Elicia y Areusa, en el mundo de los siervos; Calisto y Melibea, Pleberio y Alisa, en el mundo de los señores. Solamente Celestina y Lucrecia no tienen correspondencia, pero es porque su oposición es vertebral en la historia: Celestina constituye el elemento catalizador de la tragedia, al representar el desenfreno vital, mientras que Lucrecia, criada de Melibea, representa el extremo de toda represión. En ese sentido, el personaje del bribón Centurio añadido a la segunda versión de la obra resulta un añadido poco funcional, aunque tiene algo que ver en los desórdenes que llaman la atención de Calisto y hacen que se mate.

Celestina

Celestina es el personaje más sugestivo de la obra, hasta el punto de que acabó por darle título; es un personaje pintoresco y vívido, es hedonista, avara y vital. Conoce a fondo la psicología del resto de los personajes, haciendo que incluso los reticentes con sus planes cedan a ellos. Sus móviles son la codicia, el apetito sexual (que sacia facilitando e incluso presenciando) y amor al poder psicológico. Representa un elemento subversivo dentro de la sociedad: se siente comprometida a propagar y facilitar el goce sexual. En cuanto a la magia, ver el apartado de los temas. Se inspira en el personaje de la alcahueta que ya había aparecido en las comedias romanas de Plauto y a lo largo de la Edad Media en obras como el Libro de Buen AmorJuan Ruiz, Arcipreste de Hita (el personaje conocido como Urraca la Trotaconventos) y en obras latinas e italianas como la Historia duobus amantibusEnea Silvio Piccolomini o la Elegía de madonna Fiammeta de Giovanni Boccaccio. Su lenguaje parece salido del Corbacho de Alfonso Martínez de Toledo y de las Coplas de Rodrigo de Reinosa. Antaño fue una meretriz, ahora se dedica a concertar discretamente citas amorosas a quien se lo pide al mismo tiempo que utiliza su casa para que las prostitutas Elicia y Areusa puedan ejercer su oficio. Utiliza para penetrar en las casas el artificio de vender afeites, hierbas, ovillos y adornos para las mozas; como alcahueta considera estar haciendo un oficio útil y como tal tiene su orgullo profesional. Le gusta el vino y es diabólicamente inteligente y utiliza su experiencia para manipular psicológicamente a los demás, pero sin embargo nubla su entendimiento el defecto de la codicia. Además es una bruja y hechicera que hace un pacto con Plutón, máscara pagana que encubre en realidad al demonio, y en la Tragicomedia las adiciones de Rojas subrayan este hecho. de de

Calisto

Calisto arrodillado ante Melibea.

Calisto es un joven de la alta sociedad a quien solamente le preocupa satisfacer sus deseos, atropellando a quien sea para conseguirlo. Su cinismo le hace despreciar la sinceridad de su criado Pármeno cuando este le advierte de los peligros que corre. En Calisto no se observan verdaderas crisis, es una persona realmente egoísta. Es el personaje más cargado de literatura, más voluntariamente artificioso. Encarna el 'loco amor', del que es víctima: figura trágica y antiheroica. Tras la escena primera (rechazo de Melibea a Calisto) se da el amor ilícito, no se insinúa el matrimonio y se recurre a la alcahueta. Esto, según autores, sería porque él es cristiano viejo y ella no. No obstante, Lida de Malkiel señala que el casamiento entre cristianos nuevos y viejos siempre fue lícito. No es posible saber la intención del autor o si esta 'ilicitud' se debe a estos motivos, lo que sí es indudable es que los cristianos nuevos no estaban muy bien vistos en esa época y en posteriores. Otra teoría sería la de Otis H. Green, que piensa que la negativa inicial responde al ideal del amor cortés, si bien Calisto no respetará las reglas, lo que provocará una suerte de 'castigo poético'. En todo caso, cabe recordar que el amor ilícito o escondido se encuentra muy arraigado en la lírica popular peninsular. Enamorado absorbido por su pasión para satisfacerla. Sus criados ridiculizan la afectación de su lenguaje.

Melibea

Melibea es una mujer vehemente, que pasa de la resistencia a la absoluta entrega a Calisto sin apenas tránsito de duda; en ella la represión aparece como forzada y antinatural; se siente esclava de una hipocresía que se le ha inculcado desde pequeña en su casa. En la obra se intenta hacerla víctima de una pasión cegadora inculcada por el hechizo de Celestina. Actúa regida por su conciencia social. Lo que ella cuida es su externo concepto del honor: no hay pudor personal ni sujeciones morales. Su pasión es más real y menos literaria que la de Calisto; sería la lujuria más que el amor el motor de sus acciones, si pensamos que no es la magia la que la hace cambiar de opinión respecto a Calisto, pensaremos que todo es un 'plan' de Melibea en el que él hace los gastos y Celestina se esfuerza para que sea ella la que disfrute. Lo único que le saldría mal es la muerte de Calisto, que la deja en una delicada posición moral. Finalmente se suicida.

Pármeno

Pármeno es seguramente el personaje más trágico de la obra, porque es corrompido por todos los demás personajes. Al ser hijo de Claudina, maestra y antaño compañera de Celestina, intenta advertir a su señor de los peligros que le pueden venir; pero es humillado por éste. Su lealtad termina de derrumbarse al ser seducido por una de las pupilas de Celestina, que ha de sufragar con unos medios de los que carece de forma que se ve obligado a participar en la corrupción de su señor al mismo tiempo que se corrompe él mismo. La pasión material del amor que acaba de descubrir le ciega y ya sólo pretende aprovecharse de la pasión de Calisto al igual que su compañero, el más cínico Sempronio. Tiene cierto paralelismo con Melibea, quien también se niega en principio a seguir la corriente corruptora.

Sempronio

Sempronio hace tiempo ya que ha perdido cualquier ideal sobre los amos a los que sirve y solamente pretende aprovecharse de ellos con egoísmo y codicia. Mantiene una relación con una de las prostitutas de Celestina, que a su vez le engaña, y es el dueño de la idea de aprovecharse de Calisto para poder mantener su pasión a costa de la de su señor, en él se ve la ruptura de los lazos feudales amo-señor.

Elicia y Areusa

Las prostitutas Elicia y Areusa odian en el fondo a los hombres y a las aficionadas como Melibea; son rencorosas, envidian a Melibea y pretenden que Centurio vengue la muerte de sus amantes, los criados de Calisto. Una tiene clientela fija y casa, la otra, menos experimentada, todavía no. Elicia sólo busca el placer con despreocupación de lo que pasa a su alrededor y de lo que no sea placentero; no le preocupa ni su pasado ni su futuro. Sólo la muerte de Celestina la hace volver a la realidad. Areúsa presenta una conciencia de sí misma más acusada. La venganza que trama junto a Elicia no es realmente por la muerte de sus amantes, sino más bien por el desamparo en el que quedan y por el odio que sienten por la clase social alta (envidia y rabia).

Padres de Melibea

Alisa es la madre de Melibea y no posee una verdadera relación con su hija; se limita a especular sobre su matrimonio sin haberle consultado apenas.


Pleberio es el padre demasiado ocupado que ama a su única hija y ve cómo su vida pierde todo sentido al suicidarse ésta, por lo cual declama el planto final de la obra, un lamento por el poder del amor donde sufre por la soledad y esterilidad a la que le ha condenado el destino tras tanto esfuerzo sin fruto.

Tiempo y espacio

Tiempo

Hay dos órdenes de tiempo (como se ha comentado): explícito e implícito. Primer salto temporal implícito: para Asensio, entre la escena-prólogo y la siguiente han pasado unos días, en los que se fermenta la pasión de Calisto y éste acude a Celestina. Esto haría también verosímil la evolución psicológica de Melibea. A esto seguirían tres días de acción ininterrumpida.

Segundo salto temporal: se da entre los actos XV y XVI, entre los que pasaría un mes. Tras esto, todo transcurre en un día y medio.

Este manejo del tiempo lleva a Lida a decir que la representación no es sino una selección. Sin embargo, hay autores que niegan la existencia de ese tiempo implícito, aduciendo la evolución de Melibea a la magia de Celestina y dándole a este elemento (como vimos en el apartado de los temas) gran importancia estructural.

Espacio

El macroespacio de la obra es evidentemente urbano, que se va configurando a través de los diálogos de los personajes con sus calles, plazas, iglesias... dando incluso nombres concretos. Se han barajado los nombres de algunas ciudades como marco espacial de la obra, pero no existen referencias suficientes e inequívocas al respecto, con lo que se asume que Rojas creó como marco una ciudad arquetípica. Hay muchos escenarios, que cambian rápidamente, pasando de un lugar a otro, llegando incluso a simultanearse dos espacios (en el acto 12 se simultanea el diálogo de Calisto y Melibea con el de Pármeno y Sempronio. Resalta la domesticidad: la acción principal tiene lugar en tres casas (la de Melibea, la de Calisto y la de Celestina). Es de destacar la función principal del huerto de Melibea en lo que supone la primera dramatización de la naturaleza en la literatura española. El espacio es, en fin, vital, dinámico, múltiple y hasta simultáneo.

Intención de la obra

Hay tres temas principales en la obra, ambos señalados por el propio autor: la corrupción, a fin de prevenir "contra los malos y lisonjeros sirvientes" que degradan a sus amos; la prevención contra el loco amor o el blasfemo amor cortés, que hace que los amantes crean "que sus amadas son su dios" y un tema más profundo, dramático y filosófico, según el cual la vida humana es una constante y feroz lucha entre opuestos: jóvenes contra viejos, inocencia contra corrupción, ignorantes contra sabios, pobres contra ricos, siervos contra señores, mujeres contra hombres, el bien contra el mal... y viceversa. Cada valor engendra dentro de sí su vicio... y viceversa. El reverso del amor como una fuerza destructiva es uno de los aspectos de esta visión filosófica de que es muestra la obra, cuya intención es moralizante: el crudo naturalismo de que hace gala sólo era soportable según los criterios de la época con un desenlace en que los culpables fuesen debidamente castigados, y así mueren en el desenlace Celestina, Melibea, Calisto y los criados Pármeno y Sempronio, envueltos en esa trama de corrupción. Sin embargo, su intención ha sido muy debatida en un abanico que va desde esta finalidad moralizante (todos los personajes mueren por sus pecados) a otra crítica (la sociedad es la causa de las muertes).

Hay un misterio sin resolver en la trama: ¿cómo es que dos jóvenes de buena familia no intentan el casamiento? Efectivamente no hay en la trama enfrentamientos familiares previos, como en Romeo y Julieta, ni referencias al problema de los bandos, que desde siglos antes enfrentaba en SalamancaMaría Mercedes Carranza, sospechaba que una razón podría ser que Melibea fuese de familia conversa, y su nombre lo delatase y lo hiciera comprensible para los contemporáneos. a dos familias. La poetisa colombiana

En esta obra se muestran las características de una Edad Media que se está terminando, para dar paso al Renacimiento. Se aprecia en:

  • Los sirvientes: en la Edad Media los sirvientes trabajaban para su señor a cambio de la manutención y defensa, pero en La Celestina le exigen a Calisto que les pague.
  • Calisto: los nobles en la Edad Media surgieron para defender al pueblo llano, pero Calisto no tiene el ejercicio de las armas, limitándose a una vida de ocio. La defensa está encargada al rey y al ejército. Por lo que los nobles ya no son necesarios.
  • El resurgimiento del comercio: esto se demuestra en el lamento del padre de Melibea. Basa sus riquezas en cosas materiales y no en la propiedad de terreno, una de las características de la Edad Media.
    "¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirí honras? ¿Para quién planté árboles? ¿Para quién fabriqué navíos?".
    Fernando de Rojas, La Celestina.color

La obra da un sinfín de sugerencias, con lo que, como hemos ido viendo pueden hacerse interpretaciones muy diversas de los diferentes aspectos. En cuanto a la intención, podemos ver algunas teorías:

Tesis de la intención moral

Esta tesis ha sido sostenida por Marcel Bataillon, que piensa que la moral cristiana domina toda la obra, la moralidad contra el 'loco amor' y sus funestas consecuencias. Niega el carácter realista de la obra para destacar su condición didáctica (éste es uno de los puntos débiles de esta teoría). Para Alborg, Rojas comunica la gran lección sin moralizar jamás expresamente. Mostraría además una parte de la sociedad de la que hay que huir: alcahuetas y meretrices, así como a los malos criados. Esta tesis cree las palabras de Rojas literalmente y piensa que su intención de advertir no es fingida: ni un recurso ni una excusa que le proteja de la censura o la Inquisición.

Tesis de la intención artística

Sostenida por Lida de Malkiel, quien no niega el fondo moralista, pero una fábula moral no contendría personajes y caracteres, sino personificaciones ejemplares, tipos. Para ella es, ante todo, fruto de una voluntad artística que habría sido la clave para su éxito ya que para Lida la intención didáctica pasó desapercibida a los lectores. Además no da importancia al origen converso del autor.

Tesis ecléctica

Defendida por Otis H. Green, quien admite la intención moral e intenta explicar lo que tiene de artístico. Nada, para él, imposibilita un amor lícito; es el pecado lo que lleva aparejado el final trágico. Rojas habría partido del esquema del amor cortés, cuya ruptura traerá consigo la tragedia. Esta tesis hace hincapié en lo que de amor cortés hay en La Celestina.

Tesis existencialista

Sostenida por autores como Américo Castro o Gilman, que piensan (como en la tesis del judaísmo) que La Celestina es fruto del origen converso de Rojas. Lo que sí es comúnmente aceptado de esta teoría es el pesimismo de Rojas, no hay más que ver el final mortal de los personajes principales; el amor es mentira, engaño, la única realidad es la muerte. Gilman va más allá y afirma que la existencia de cada personaje está en función del diálogo y no son las acciones, sino las palabras, las que tienen verdadero significado; la postura vital de Rojas no es de moralista ni de satírico, sino de irónico descreído. Escribió una obra a modo de catarsis, de liberación personal. Gilman piensa que el autor ve la Fortuna como un universo hostil, si bien Deyermond cree que esta opinión es un anacronismo y prefiere ver la acción inexorable de un destino. Esta tesis emparentaría la obra con las Danzas de la muerte, obras medievales en las que la muerte aparecería como poder igualador pues ante ella ni reyes ni plebeyos son más importantes.

Tesis del judaísmo

Sostenida por Marcelino Menéndez Pelayo, quien ve en La Celestina un escepticismo religioso y moral que contradice los principios ortodoxos afirmados por Rojas. La tesis ha sido aplicada a diversos pasajes y problemas concretos. Melibea sería hija de converso, por lo que existía imposibilidad de una relación 'normal'. Américo Castro, por su parte, ve La Celestina como contienda literaria de castas (su teoría tiene concomitancias con Gilman). Sin embargo, Deyermond piensa que el autor era un converso de tercera generación, con lo que no se puede explicar el pesimismo como fruto de una conversión traumática.

Tesis de la crítica social

Sostenida por Maravall, quien ve a los protagonistas a la luz de las transformaciones de la sociedad coetánea. Calisto representaría el nuevo estilo de vida de la clase ociosa, mientras Sempronio y Pármeno simbolizan la ruptura de los lazos feudales. Según esta teoría Rojas estaría próximo a la burguesía mercantil. Se daría el conflicto, ya señalado, entre el 'querer ser' y el 'tener que ser', que atrapa a todos los personajes.

Otras tesis filosóficas

Existen otras tesis, como la de Alcalá, que ve en la obra un neoepicureísmo que siente la vida como una pasión inútil. Se da una visión esperpéntica de la realidad, una parodia del mundo. Otros autores ven en la obra un neoestoicismo platónico.

Estilo

Se cultivan en la obra dos estilos enfrentados: por un lado el culto, donde domina el hipérbaton, la sintaxis latinizante, el homoioteleuton, el léxico preñado de cultismos, las metáforas, el párrafo largo y henchido de subordinación y las citas grecolatinas; y por el otro, el popular, menos afectado, de frase corta, preñado de diminutivos, de refranes y frases hechas, en tono coloquial y con frecuentes exclamaciones. Abundan además las geminacionescultismo y de palabra patrimonial), los paralelismos y las antítesis. Se hace un inteligente uso del aparte y del monólogo, y se colige que la obra estaba destinada a ser leída de forma declamada más que a ser representada. (a veces antitéticas, a veces sinonímicas de

Los rasgos cultos no se prodigan con la pedantería de épocas anteriores. Se utiliza un lenguaje llano al que las necesidades del diálogo dan dramatismo y variedad.

Lida de Malkiel señala la mesura en el uso del estilo popular, así como las variadas formas de diálogo, ajustadas siempre a la acción y a las situaciones, convirtiéndose en elementos de caracterización de los personajes.

Las modalidades de diálogo más importantes son las réplicas breves, que reflejan naturalidad y modernidad. Abunda también el diálogo oratorio. Por otra parte destaca el uso del 'aparte', tanto el advertido como el no advertido por los demás personajes. En cuanto al monólogo, no son muchos, pero sí extensos y distribuidos de forma equilibrada, siendo importantes para revelar conflictos interiores y dibujar caracteres; en los monólogos resalta la abundancia de apóstrofes e interrogaciones.

Se ha criticado el exceso de erudición, si bien Deyermond piensa que el uso de ejemplos y sentencias no atenta contra el realismo de la obra, pues es rasgo del habla usual de la época.

Es muy importante tanto el uso de imágenes como la ironía. También destaca la simetría de personajes.

Influencia

La obra, de un realismo descarnado, impresionó a sus contemporáneos y fue reeditada continuamente a lo largo del siglo XVI, traducida a todas las lenguas cultas y continuada por otros autores (Feliciano de Silva con su Segunda Celestina, 1534; Gaspar Gómez de Toledo con su Tercera parte de la tragicomedia de Celestina 1536; La tercera Celestina o Tragicomedia de Lisandro y Roselia, llamada Elicia y por otro nombre cuarta obra y tercera CelestinaSancho de Muñón, 1542, en que el papel de Celestina se da a la meretriz y amante de Sempronio Elicia; la Tragedia Policiana de Sebastián Hernández, en que la protagonista es Claudina, difunta madre de Pármeno; Pedro Hurtado de la Vera; Juan Rodríguez, etc.), creando el llamado género celestinesco; Pedro Manuel Jiménez de Urrea puso en verso el primer acto con el título de Égloga de la Tragicomedia de Calisto y Melibea y Juan Sedeño la versificó de forma completa. (Salamanca, 1542) de

Hay huellas celestinescas en la Comedia Hipólita y la Comedia Serafina, así como en la Comedia Florinea de Juan Rodríguez Florián (1554); en la Comedia Himenea de Bartolomé Torres Naharro, en dos comedias llamadas Tesorina y Vidriana de Jaime de Huete (publicadas entre 1528 y 1535) y en diversas obras de Juan de la Cueva o en el escritor portugués Jorge Ferreira de Vasconcelos; también en Égloga de Fileno y Zambardo de Juan del Encina.

Pedro Calderón de la Barca escribió una comedia, Celestina, que no se ha conservado. El influjo de La Celestina se dejó sentir de forma subterránea en la novela picaresca, y en La tía fingida y el Quijote de Miguel de Cervantes, así como en muchas obras del siglo XVI (por ejemplo, en La lozana andaluza de Francisco Delicado) y XVII, desde El caballero de Olmedo, El anzuelo de Fenisa, El arenal de Sevilla y El rufián Castrucho o La Dorotea de Félix Lope de Vega a La segunda Celestina de Agustín de Salazar y Torres. Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, por otra parte, escribió asimismo su novela La hija de la Celestina (Zaragoza, 1612). Incluso pudo llegar a influir directamente sobre Shakespeare y su Romeo y Julieta, especialmente en el personaje de la nodriza.

Programa del estreno de la adaptación musical de Pedrell. Biblioteca de Cataluña

Más allá de la influencia en la literatura española de los siglos siguientes, lo cierto es que La Celestina es una de las obras cumbres de nuestra literatura y su influjo ha contribuido a forjar el carácter de nuestro teatro, nuestra novela y, en general, de la creación artística en castellano.

En 1921, se hizo un estreno fragmentario de la adaptación musical de Felip Pedrell en el Palacio de la Música Catalana.

Filmografía

Véase también

Bibliografía

  • Arellano, Ignacio (ed.); Usunáriz, Jesús M. (ed.). El mundo social y cultural de La Celestina. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana-Vervuert, 2003. 273-94.
  • Deyermond, Alan: Historia de la literatura española I. Ariel. Barcelona, 1979.
  • Canet, José Luis: La filosofía moral y La Celestina. Insula. Revista de Ciencias y Letras, 1999 SEPT; (633)
  • Gilman, Stephen: La Celestina: arte y estructura. Taurus. Madrid, 1974.
  • Gilman, Stephen: Diálogo y estilo en La Celestina. Nueva Revista de Filología Hispánica. VII (1953), 461‑469.
  • Gilman, Stephen: La España de Fernando de Rojas. Taurus, Madrid, 1978.
  • Lida de Malkiel, María Rosa: La originalidad artística de La Celestina. Eudeba. Buenos Aires, 1962.
  • Rico, Francisco: Historia y crítica de la literatura española. Edad Media I. Crítica. Barcelona, 1979.
  • Sánchez, Ángel. «Mercantilismo, sociedad y algunos personajes de Celestina». Torre de Papel 4.3 (1994): 59-71.
  • Snow, Joseph T. Fernando de Rojas, ¿autor de ‘Celestina’?. Letras 40-41 (1999-2000): 152-57.

Enlaces externos

Ediciones en línea

Bibliografía en línea

CULTURA5: BRUJAS. "EL AQUELARRE". Un aquelarre (del euskera akelarre, "aker" = macho cabrío; "larre" = campo) es el lugar donde las brujas (sorginak en euskera) celebran sus reuniones y sus rituales. Aunque la palabra viene del euskera se ha asimilado en castellano y por extensión se refiere a cualquier reunión de brujas y brujos.

Aquelarre

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Para otros usos de este término, véase Aquelarre (desambiguación).
Aquelarre, cuadro de Francisco GoyaMuseo Lázaro Galdiano, Madrid). (

Un aquelarre (del euskera akelarre, "aker" = macho cabrío; "larre" = campo) es el lugar donde las brujas (sorginak en euskera) celebran sus reuniones y sus rituales. Aunque la palabra viene del euskera se ha asimilado en castellano y por extensión se refiere a cualquier reunión de brujas y brujos.

Se cree que en estas celebraciones las cohortes de brujas solían venerar a un macho cabrío negro, que tras horas de cánticos y ofrendas orgiásticasSatán, con el fin de obtener riquezas y poderes sobrenaturales. podrían abrir un portal infernal en el centro del campo o cosechal para ofrendar culto y consulta a

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Historia [editar]

Desde un punto de vista antropológico, los aquelarres son reminiscencias de ritos paganos (ver bacantes y culto céltico) que se celebraban de forma clandestina al no estar admitidos por las autoridades religiosas de la época.[1]

Era frecuente el uso de alucinógenos para alcanzar el éxtasis durante el rito. Como no se podían calibrar con exactitud las dosis cuando una cantidad letal estaba muy cercana a la dosis de uso hacía muy peligroso administrarlas por vía oral. Por ello algunas sustancias se aplicaban en forma de ungüento por vía vaginal o rectal, lo que podría haber dado origen a algunas leyendas sobre el carácter sexual de las reuniones de brujas o el uso de calderos para la preparación de pócimas. La aplicación de estos alucinógenos sobre la mucosa de la vagina con una especie de "pincelitos" pudo dar origen a la imagen que representa a las brujas con una palo entre las piernas o bien una escoba. Por otro lado, muchos sapos son venenosos por contacto y su piel también es alucinógena, por ello también forman parte de la imaginería vinculada al mundo de la brujería. Algo similar sucede con algunas setas venenosas, como la amanita muscaria.

Lugares donde se realizaban aquelarres [editar]

Referencias [editar]

  1. La prohibición de la magia antisocial se encuentra ya en la Ley de las XII Tablas (Tabula VIII). En la época de Sila se promulgó la Lex Cornelia de Sicariis et Veneficiis, que insiste en esta prohibición. Es interesante el hecho de que el delito de brujería (maleficium) se relaciona con el de envenenamiento (veneficium), sin duda porque en ambos se manipulaban drogas nocivas.

Véase también [editar]

CULTURA5: LA CAZA DE BRUJAS. La caza de brujas es la búsqueda de brujas o evidencias de brujería, que llevaba a acusar a la persona afectada de brujería, a un juicio y finalmente a una condena. Muchas culturas, tanto antiguas como modernas, han reaccionado de forma puntual a las acusaciones de brujería con miedo supersticioso y han castigado, o incluso asesinado, a los presuntos o presuntas practicantes.

Caza de brujas

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Para la persecución de intelectuales y políticos en EE.UU. durante la década de 1950, véase Macarthismo.
Hoja relatando la quema de una bruja que en 1531, con ayuda del Demonio, quemó la ciudad de Schiltach.

La caza de brujas es la búsqueda de brujas o evidencias de brujería, que llevaba a acusar a la persona afectada de brujería, a un juicio y finalmente a una condena. Muchas culturas, tanto antiguas como modernas, han reaccionado de forma puntual a las acusaciones de brujería con miedo supersticioso y han castigado, o incluso asesinado, a los presuntos o presuntas practicantes.

La caza de brujas como fenómeno generalizado es característica de la Europa Central a inicios de la Época Moderna. Base para la persecución masiva de mujeres (puntualmente también menores y hombres e incluso animales) por la Iglesia y sobre todo por la justicia civil, fue la idea, extendida entre teólogos y juristas, de una conspiración del Demonio para acabar con la Cristiandad.

Las cazas de brujas todavía ocurren en la actualidad y suelen clasificarse dentro del llamado pánico moral. De forma general, el término ha llegado a denotar la persecución de un enemigo percibido (habitualmente un grupo social no conformista) de forma extremadamente sesgada e independiente de la inocencia o culpabilidad real.

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Antecedentes [editar]

La Antigüedad [editar]

La creencia en magos se puede documentar en las grandes culturas del pasado. Las artes mágicas eran observadas de cerca en la época y a menudo se temía que fueran magia negra. Tanto en el Código de Hammurabi (la prueba del agua) de Babilonia como en el Antiguo Egipto se castigaba a los magos. Sin embargo nunca llegó a una persecución masiva de presuntas brujas, como se realizaría más tarde a comienzos de la Época Moderna.

La Biblia, sobre todo el Antiguo Testamento, prohíbe la magia: «No realizaréis adivinación ni magia» (Levítico 19,26; Deuteronomio 10,10). Además llama a la persecución de la magia: «Los magos no los dejarás vivir» (Éxodo 22,17). Esta formulación fue traducida, de forma gramaticalmente correcta, más tarde por Lutero como «Las magas no las dejarás vivir». Pero brujas, en el sentido moderno, no aparecen en la Biblia, lo que no evitó que los teóricos de la brujería usaran estas menciones como prueba de su existencia y para su condena.

En otros lugares de la Biblia, encuentros con magos y adivinadores se relatan de forma algo más positiva. El rey Saúl busca consejo en la Bruja de EndorI Samuel 28,5-25), a pesar de que él mismo había prohibido la adivinación, por su desesperación ante los filisteos. En cambio, los Reyes Magos que rinden homenaje al niño Jesús (Evangelio de Mateo 2,1-2), no son realmente hechiceros o adivinos; el original griego utiliza la palabra magi, que en ese entonces designaba más bien a sabios y científicos, más que a brujos. (

La Iglesia primitiva en general no participa de estas persecuciones. Sin embargo existen casos aislados, como el martirio de la filósofa neoplatónicaHipatia por una turba cristiana en el año 415, confundida en su ignorancia ante los vastos conocimientos de la filósofa[cita requerida]. Este hecho fue condenado oficialmente por la Iglesia como una gran vergüenza. No había entonces una persecución explícita, aunque ya la Iglesia primitiva rechazaba las prácticas y el pensamiento de las brujas como una superstición (Canon episcopi).

La Edad Media [editar]

Los germanos antes de su conversión al cristianismo conocían la quema de los magos que realizaban encantamientos perjudiciales. Sin embargo en la Baja Edad Media carolingia no hubo caza de brujas. De hecho, el Concilio de Paderborn del año 785 castigaba tanto la creencia en brujas como su persecución:[1]

Quien, cegado por el Demonio, cree como los paganos que alguien es una bruja y come a personas, y la queme por ello o deja comer su carne por otros, será castigado a pena de muerte.

Carlomagno lo validó con una ley, probablemente relacionada con las prácticas paganas de los sajones contra las que el rey luchaba en la década de los años 80 del siglo VIII.

En Alemania, las primeras pruebas de la existencia de la palabra bruja, Hexe, aparecen en los Frevelbüchern (leyes) de la ciudad de Schaffhausen de finales del siglo XIV (1368/87) como ha demostrado Oliver Landolt. En Lucerna aparece la palabra por primera vez en 1402.

Inquisición [editar]

Las primeras condenas de brujas se realizan en el siglo XIII, con la aparición de la Inquisición, cuya actividad principal no es la brujería, sino los herejes.

La brujería no resultaba inicialmente un peligro tan grande como las demás herejías medievales. La cuestión aparece aclarada en las instrucciones del Papa Alejandro IV del 20 de enero de 1260 a los inquisidores, de forma que las brujas no deben ser perseguidas de forma activa, sino sólo bajo denuncia. Los procesos contra brujas deberán ser relegados sin falta tiempo: la lucha contra las herejías tiene prioridad. Más tarde, la Inquisición incluso condenaría los procesos a brujas.

La caza de brujas en la Europa moderna [editar]

Vuelo de las brujas de Vaud. Miniatura en un manuscrito de Martin Le France, Le champion des dames, 1451.

La llamada caza de brujas por excelencia se realizó a comienzos de la Época Moderna sobre todo en Europa Central. Se basaban en la denuncia a supuestos seguidores de la llamada ciencia de las brujas. En la persecución de 1450 – 1750 (con un máximo entre 1550 y 1650) se trataba sólo en parte de una acción eclesiástica contra la herejía, principalmente se trataba de un fenómeno de histeria colectiva contra la magia y la brujería, que convirtió la magia en un delito y tuvo como consecuencia recriminaciones, denuncias, procesos públicos en masa y ejecuciones.

Investigaciones recientes muestran que frecuentemente se sospechaba de brujería en mujeres viejas y en los socialmente más débiles. A menudo bastaban rumores o denuncias para poner en marcha la maquinaria judicial, que llevaba a conseguir confesiones falsas a través de la tortura.

De parte de las iglesias católica y protestante hubo críticas aisladas a la caza de brujas: Johannes Brenz, Johann Matthäus Meyfart, Anton Praetorius, Friedrich von Spee.

La imagen de la bruja [editar]

A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la bruja, que tiene su principal origen en la asociación de la brujería con el culto al Diablo (demoniolatría) y, por lo tanto, con la idolatría (adoración de dioses) y la herejía (desviación de la ortodoxia). Si en fechas anteriores los principales interesados en el castigo de los delitos de brujería habían sido los propios convecinos de las brujas, que sufrían directamente sus supuestas acciones maléficas, una vez que se estableció la relación de la brujería con el culto diabólico pasó a ser un asunto de interés directo tanto para la Iglesia, encargada de mantener la ortodoxia, como para las autoridades civiles.

Aunque el primer proceso por brujería en que están documentadas acusaciones de asociación con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny, Irlanda, en 1324-1325,[2] solo hacia 1420-1430 puede considerarse suficientemente consolidada la imagen de la bruja presente en la inmensa mayoría de las "cazas de brujas" de la Edad Moderna en Europa. Aunque existen variantes regionales, pueden ser descritas una serie de características básicas, reiteradas tanto en las actas de los juicios como en la abundante literatura culta sobre el tema que se escribió en Europa durante los siglos XV, XVI y XVII.

Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el diablo. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección detenida del mismo podía permitir su identificación como hechicera.[3] Mediante el pacto, la bruja se comprometía a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales. Entre estos poderes estaba, lógicamente, la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas como a elementos de la naturaleza; en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se consideraba también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales (preferentemente lobos). No todos los teólogos de la época creyeron en la realidad física de los vuelos y metamorfosis de brujas: algunos los atribuían a ilusiones o ensueños inducidos por el Diablo.

Según estas creencias, las brujas acudían en determinadas fechas a reuniones nocturnas denominadas "aquelarres", o más generalmente "sabbats", a las que se desplazaban en ocasiones por medios ordinarios y otras veces de forma sobrenatural. En los aquelarres tenían lugar ceremonias que eran básicamente una inversión sacrílega de aspectos de la liturgia cristiana, reinaba la promiscuidad sexual, y se realizaban actividades repulsivas (las acusaciones más frecuentes eran las de infanticidio y canibalismo infantil). El Diablo (descrito de muy diferentes formas: a veces con forma humana, pero también frecuentemente de macho cabrío u otro animal), era adorado por las brujas (con ceremonias como el llamado "osculum infame"), y a veces se unía sexualmente a ellas.

No todos los sospechosos de brujería eran mujeres (hubo un significativo porcentaje de hombres procesados y ejecutados por delitos de brujería), pero se consideraba a la mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja. El concepto de brujería en la Edad Moderna tiene un fuerte carácter misógino.

Este estereotipo negativo de la bruja tiene estrechos puntos de contacto con las imágenes igualmente negativas adjudicadas históricamente a herejes y a judíos. Muy revelador es el nombre de "sabbat" (el sábado hebreo) para designar las reuniones de brujas.

De gran significado era la idea de una confabulación de brujas. De la transformación de prejuicios que se había tendido contra los judíos durante siglos, se formó la imagen de una «Synagoga Satanae», Sinagoga de Satanás, que más tarde se llamaría sabat de las brujas o aquelarre. Se pensaba que se trataba de una reunión orgiástica en la que se escarnecía a Dios y a su Iglesia. La misma existencia de la Cristiandad estaría amenazada por esta secta de brujas.

Portada del Malleus maleficarum en una edición de 1669

Este concepto de brujería se difundió por toda Europa mediante una serie de tratados de demonología y manuales para inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el siglo XVII. El primero en alcanzar gran repercusión, gracias a la reciente invención de la imprenta, fue el Malleus Maleficarum ("Martillo de las brujas", en latín), un tratado filosófico-escolástico desapasionado y racional publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris, en latín) y Jacob Sprenger. El libro no solo afirmaba la realidad de la existencia de las brujas, conforme a la imagen antes mencionada,[4] sino que afirmaba que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía: «Hairesis maxima est opera maleficarum non credere» (La mayor herejía es no creer en la obra de las brujas). El Malleus llegaría a ser el manual más utilizado en la caza de brujas en los estados católicos del Sacro Imperio Romano Germánico, a pesar de que constaba en el Index de libros prohibidos por la Iglesia Católica.

Gran importancia tuvo también el Tractatus de Hereticis et Sortilegiis, publicado en 1524 por Paulus Grillandus.

La bula Summis desiderantes [editar]

La bula papal contra las brujas redactada por Heinrich Institoris en 1484 y firmada por el Papa Inocencio VIII, la Summis desiderantes, sólo tuvo una influencia duradera en los territorios católicos, pero fue apoyada y aceptada por las demás iglesias occidentales: luteranos, reformados, anglicanos y puritanos. Sólo las iglesias orientales no participaron en la caza de brujas.

La posición de Lutero frente a la caza de brujas [editar]

Lutero y Calvino estaban convencidos de la posibilidad del pacto con el Diablo, de tener sexo con el Demonio y de la magia negra, y apoyaba la persecución judicial de magos y brujas.

La afirmación del Antiguo Testamento «las magas no deberás dejarlas con vida» tenía toda validez para Lutero. La cuestión está clara en su prédica del 6 de mayo de 1526 sobre la frase en la que muestra su profundo rechazo al mal de la brujería y justifica el implacable enjuiciamiento de las mujeres sospechosas:[5]

Es una ley muy justa, que las brujas sean muertas, porque producen muchos daños, lo que ha sido ignorado hasta el presente, pueden robar leche, mantequilla y todo de una casa... Pueden encantar a niños... También pueden generar misteriosas enfermedades en la rodilla, que el cuerpo se consuma... Daños los producen a cuerpo y alma, dan pociones y encantamientos, para generar odio, amor, tormentas y destrozos en las casas, en el campo, que nadie puede curar... Las magas deben ser ajusticiadas, porque son ladronas, rompedoras de matrimonios, bandidos, asesinas... Dañan de muchas formas. Así que deben ser ajusticiadas, no sólo por los daños, sino también por que tratan con Satanás

Lutero era un claro partidario de la pena de muerte para la magia negra, con un fuerte acento misógino. En su prédica del 6 de mayo de 1526, Lutero afirma cinco veces «deben ser ajusticiadas».[6] Sin embargo, Lutero no era un cazador de brujas celoso.

Innumerables teólogos, predicadores y juristas luteranos se refirieron más tarde a las contundentes afirmaciones de Lutero. Hasta la actualidad existen referencias a la brujería y a la magia en el Pequeño Catecismo de Lutero y en Catecismo reformado de Heidelberg.

Desarrollo de los procesos [editar]

La persecución de las brujas se realizaba, al contrario que en el caso de la Inquisición, por juzgados civiles y en muchos casos por denuncias populares. Un ejemplo conocido es el de la madre de Johannes Kepler, que fue denunciada por brujería por una vecina en 1615 a causa de un disputa entre ambas. Estuvo presa más de un año, amenazada de tortura, pero fue finalmente liberada gracias a los esfuerzos del hijo.

Los procesos en caso de brujería se hacían según el siguiente sistema:

Prueba del agua, portda del escrito de Hermann Neuwalt, Helmstedt 1581
  1. Acusación. A menudo precedía a la acusación una fase de rumores que podía durar años. La acusación podía ser debida a una denuncia de una bruja que ya había sido detenida, posiblemente bajo tortura. Rara vez se permitía a las presuntas brujas una defensa.
  2. Detención. Las cárceles, en el sentido moderno, todavía no existían, por lo que se mantenía a los presos en mazmorras o torres. Las llamadas torres de brujas que todavía se conocen en muchos lugares, no eran exclusivamente para brujas, sino eran para todo tipo de prisioneros. A menudo eran simples torres de las murallas de la ciudad.
  3. Interrogatorio. Normalmente se distinguían tres fases: el interrogatorio por las buenas, el interrogatorio con explicación y muestra de los instrumentos de tortura y el interrogatorio doloroso, en la que se empleaba la tortura. En los casos de procesos a brujas, la limitación a una hora no era respetada, ya que se trataba de crimen exceptum (crímenes excepcionales), lo que exigía una dureza especial. A menudo se empleaban las empulgueras, la rueda, el potro y la bota española. Tampoco se respetaba la regla habitual de que sólo se podía torturar a un preso tres veces y, si hasta ese momento no se había producido una confesión, liberar al preso. En el Malleus maleficarum se recomendaba declarar la retoma ilegal de la tortura son pruebas nuevas como una continuación.
  4. Pruebas a las brujas. Los procesos oficiales no prevían las pruebas de brujas, de hecho estaba prohibido su uso. Sin embargo muchos tribunales en diversos lugares emplearon este elemento. La valoración de las pruebas era tan distinta como su empleo. A veces se empleaban como prueba fuerte, a veces como prueba débil. Las siguientes son las más conocidas:
    • Prueba del agua (judicium aquae, también llamada baño de la bruja), de la que existían dos variantes. Con agua caliente, la bruja debía sacar un objeto del agua hirviendo. Con agua fría, se descendía a la bruja atada a un pozo y si se hundía resultaba inocente (proceso en el que podía morir ahogada).
    • Prueba del fuego (empleada rara vez) agrupa a diversas pruebas en las que la bruja tenía que andar sobre o transportar hierro candente o meter la mano en el fuego.
    • Prueba de la aguja. Si se encontraba una marca del Demonio, se pinchaba con un hierro. Si la zona sangraba se consideraba buena señal.
    • Prueba de las lágrimas, puesto que se creía que las brujas no podían llorar.
    • Prueba del peso, porque se afirmaba que una bruja no podía pesar más de 5 kg., ya que tenía que poder flotar (prueba del agua) y volar.
  5. Confesión. A comienzos del Renacimiento, nadie podía ser juzgado sin confesión – lo que también era válido para las brujas. Pero, debido a que se ignoraban las habituales reglas durante la tortura, la probabilidad de obtener una confesión se multiplicaba enormemente con respecto a los procesos normales.
  6. Interrogatorio para obtener cómplices. Ya que según la ciencia de las brujas, las brujas debían encontrarse en aquelarres y por lo tanto una bruja debía conocer a otras. En un segundo interrogatorio se preguntaba a las acusadas por los nombres de otras brujas o brujos, a veces bajo nuevas torturas. Así se alargaba siempre más la lista de sospechosas, ya que, bajo tortura, siempre se acusaba a más personas. El resultado eran procesos en cadena.
  7. Condena.
  8. Ajusticiamiento. Al delito de brujería le correspondía muerte por fuego, es decir, la hoguera, en la que eran quemadas vivas. Como acto piadoso se consideraba el cortar la cabeza o ahogar antes o colgar un saco de pólvora al cuello.

Procesos célebres [editar]

  • En Friul, en el norte de Italia, tuvieron lugar entre los años 1575-1580, varios procesos por brujería a miembros de una secta conocida como los "benandanti", que afirmaban que, mientras dormían, sus espíritus salían a combatir contra las brujas. Los benandanti se consideraban a sí mismos buenos cristianos. Sus prácticas, sin embargo, según su principal estudioso, Carlo Ginzburg, parecen estar relacionadas con antiguos ritos de la fertilidad.

Las víctimas [editar]

El número total de víctimas de la caza de brujas no puede ser establecido de modo completamente fiable, debido a que una gran cantidad de actas de juicios se han perdido, y muchos procesos no se registraron nunca de forma oficial.

Los primeros cálculos que se hicieron eran muy exagerados, tanto porque tomaban literalmente algunas declaraciones de los cazadores de brujas en que se vanagloriaban del número de brujas que habían enviado a la muerte, como por la difusión, gracias a la literatura y luego también al cine, de una imagen del fenómeno que buscaba acentuar su carácter negativo.[7] En la actualidad existe un cierto consenso, basado en las cifras parciales de que se dispone, en que el número total de procesos en Europa para toda la Edad Moderna debió de rondar los 110.000, que habrían producido unas 60.000 ejecuciones.[8]

La cuestión de si las brujas ejecutadas eran o no culpables de los delitos de los que se les acusaba es objeto de debate. Dejando aparte el hecho de que muchos de los delitos que se les achacaban son imposibles según las leyes de la Naturaleza, es posible que cierto número de brujas sí practicaran la magia negra, tomaran parte en reuniones nocturnas y tuvieran una verdadera intención de dañar. No obstante, es muy probable que la mayoría de las víctimas fuera absolutamente inocente de practicar la magia, y su acusación respondiera únicamente al hecho de haber sido delatadas por otros procesados sometidos a tortura, o a la reacción de la comunidad ante un hecho aparentemente inexplicable.[9] Se debate actualmente hasta qué punto algunas de las actividades atribuidas a las brujas, como la asistencia a los aquelarres, tuvieron lugar en realidad, o son producto de la aplicación sistemática de la tortura a los acusados.

La inmensa mayoría de las personas procesadas por brujería fueron mujeres. En la mayoría de las regiones de Europa, la proporción de mujeres sobrepasó el 75%, y en algunas llegó incluso al 90%. Esto se explica en gran medida por el fuerte carácter misógino de muchos de los tratados sobre la brujería escritos en la época (como el antes mencionado Malleus maleficarum), que consideraban a las mujeres moralmente más débiles y presa más fácil para el Diablo. Muchas de estas mujeres eran curanderas, aunque también cocineras y comadronas, así como las encargadas de cuidar niños, fueron objeto de la caza de brujas. Gran parte de ellas eran de edad avanzada, mayores de 50 años, lo que se ajusta al estereotipo tradicional de la bruja. La mayoría de las mujeres acusadas de brujería eran solteras o viudas, y en general pertenecían a los niveles más bajos de la sociedad.

No quiere esto decir que todas las personas ejecutadas en las cazas de brujas se ajustaran a este perfil. Muchos hombres fueron también ajusticiados bajo las mismas acusaciones, y en algunas regiones (en España, por ejemplo) el número de víctimas masculinas y femeninas fue bastante parejo, y en otros (como en Rusia) los hombres fueron mayoría.

En Suiza hubo dos casos en los que se acusó y se llevó ante el juez a grupos de niños. En el primer proceso, los niños no fueron liberados hasta que intervinieron inquisidores de Roma. En el segundo, el tribunal civil obligó a los padres a elegir entre expulsar de casa a los niños y presentar un certificado de su muerte o envenenar ellos mismos a sus hijos. Parece ser que muchos padres efectivamente envenenaron a los hijos.

Sobre todo durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) causó estragos la caza de brujas. La guerra, que se dirigía hacia su punto máximo, había devastado los campos, destruido las casas y decimado a la población. El hambre y las enfermedades cobraban muchas vidas. Precisamente en este tiempo de guerra, mucha gente sospechaba de brujas y las denunciaba ante tribunales.

Una de las últimas mujeres acusadas de brujería fue Anna Schnidenwind, que fue ajusticiada el 24 de abril de 1751 en Endingen am Kaiserstuhl. Posiblemente la última muerte de una bruja en territorio del Sacro Imperio fue en 1756 en Landshut. El 4 de abril de 1775 se procesó a Anna Schwegelin en la colegiata de Kempten en el Allgäu. La sentencia del príncipe abad Honorius von Schreckenstein, al que gracias a un privilegio imperial le correspondía sentenciar en temas religiosos y civiles, no se llevó a cabo por razones desconocidas. En Suiza, la última bruja, Anna Göldin, fue ajusticiada en junio de 1782.

La última muerte documentada de una bruja en Centroeuropa fue en 1793 en la el Gran Ducado de Posen. Pero aun en 1836 una presunta bruja fue sometida a la prueba del agua por los pescadores de la península de Hel. Ya que la bruja no se hundía, la ahogaron a la fuerza.

Distribución geográfica [editar]

Los territorios que sufrieron con mayor intensidad la caza de brujas fueron los sometidos a la autoridad del Sacro Imperio Romano Germánico, para los cuales se barajan cifras de entre 20.000 y 30.000 ejecuciones,[10] lo que supone un altísimo porcentaje del total (alrededor de un 40%). Dentro del Imperio, la persecución se centró fundamentalmente en los estados del sur y del oeste, en una zona de unidades políticas muy fragmentadas, que incluye lugares como Würzburg, Bamberga, Eichstätt, Württemberg y Ellwangen, entre otros. Se trata de estados de pequeño tamaño, que gozaban de una alta autonomía jurisdiccional: un ejemplo muy significativo es la Fürtspropei de Ellwangen, un territorio diminuto en el que fueron ejecutadas 400 personas solo entre los años 1611 y 1618.[11] Los estados de mayor tamaño, como Austria, Baviera o Bohemia, fueron, en cambio, bastante más moderados en la caza de brujas.[12] Un territorio del nordeste de Alemania que sufrió intensamente la persecución de la brujería fue el Ducado de Mecklemburgo, protestante, donde tuvieron lugar aproximadamente 4.000 juicios, que causaron unas 2.000 ejecuciones.[13]

La Confederación Helvética fue otro de los lugares en los que se realizó una caza de brujas particularmente intensa. Se ha calculado que dentro de sus fronteras fueron ejecutadas unas 10.000 brujas.[14] Solo en el cantón de Vaud el número de ejecuciones superó las 3.000 (se trata, además, del lugar de Europa en el que se ha constatado un porcentaje más alto de ejecuciones con respecto al total de procesados (alrededor de un 90%).

La persecución fue también muy intensa en algunos territorios que nominalmente formaban parte del Imperio, pero que en la práctica gozaban de un elevado grado de autonomía: el Ducado de Lorena, el Franco Condado y los Países Bajos. En Lorena, Nicolas Rémy envió a la muerte a 800 brujas entre 1586 y 1595, y a más de 2.000 a lo largo de toda su carrera. En los Países Bajos existen importantes diferencias entre aquella parte del territorio que estaba bajo dominio español, en la que la caza de brujas alcanzó bastante intensidad, y los Países Bajos independientes, donde se practicó con bastante más moderación.

En Francia, el número de ejecuciones, con ser elevado, fue significativamente menor que en los territorios del Imperio, aun cuando la población del país galo era solo ligeramente menor que la del Imperio. Levack sugiere una cifra de alrededor de 4.000 ejecuciones para los territorios efectivamente sometidos a la autoridad real,[15] de las cuales la mayoría tuvieron lugar en la fase inicial de la caza de brujas, durante el siglo XVI. Debe tenerse en cuenta que en Francia las zonas más afectadas por la caza de brujas fueron regiones periféricas que se distinguían también por su resistencia al centralismo de la monarquía absoluta, lo cual se ha explicado de dos formas: bien porque la caza de brujas fue un modo de consolidar el poder central, bien porque la mayor independencia de estos territorios con respecto a la autoridad estatal posibilitó una mayor libertad en la actuación de los tribunales locales.[16]

En las Islas Británicas (Inglaterra, Escocia e Irlanda) y en las colonias inglesas de América la caza de brujas conoció una intensidad bastante menor que en los territorios alemanes. Su incidencia fue bastante menor que en los territorios centroeuropeos, e incluso que en Francia. Para el conjunto de estos territorios, las cifras oscilan entre las 1.500 y las 2.500 ejecuciones. Debe destacarse, sin embargo, el caso particular de Escocia, donde hubo dos grandes cazas de brujas en los períodos 1590-1592 y 1661-1662. En Irlanda apenas hubo persecuciones. En cuanto a las colonias americanas, solo en Nueva Inglaterra puede hablarse de una auténtica caza de brujas, ya que en el resto de las colonias apenas hubo ejecuciones o no se produjeron en absoluto. La mitad de las 234 víctimas[17] en Nueva Inglaterra corresponde al año 1692, fecha de los conocidos juicios de Salem.

Para Escandinavia, Levack calculado un número total de alrededor de 5.000 procesos, de los cuales habrían resultado entre 1.700 y 2.000 ejecuciones.[18] La parte del león corresponde a Dinamarca, donde hubo, según los cálculos más fidedignos, un total de 2.000 procesos y unas 1.000 ejecuciones.[19] Bastante menor fue la cifra de ejecuciones en Suecia (unas 300), Noruega[20] (sobre 350) y Finlandia (115),[21] que en la época formaba parte de Suecia. La incidencia de la caza de brujas en Escandinavia fue bastante menor que la que tuvo en Centroeuropa; es bastante superior, en cambio, a la de los territorios británicos, si tenemos en cuenta que en los países escandinavos la población era algo menos de la mitad que en éstos.

En el este de Europa, el fenómeno de la caza de brujas fue bastante tardío (la mayor parte de los procesos tuvo lugar en el último tercio del siglo XVII y el primer cuarto del XVIII). En líneas generales, puede decirse que la mayoría de los procesos tuvo lugar en zonas fronterizas con Alemania, o con una importante población alemana. La inmensa mayoría de las cazas de brujas de los países del este de Europa se concentró en Polonia. Aunque los procesos de Polonia no están todavía bien estudiados, algunos especialistas han cifrado las ejecuciones en 10.000,[22] de las cuales la mayoría corresponden a la parte occidental del reino, con una fuerte influencia de Alemania, por lo que Levack se inclina a considerar la caza de brujas en Polonia como una extensión tardía de la alemana. En Hungría hubo un total aproximado de 1.500 procesos, de los cuales al menos 450 terminaron en ejecuciones.[23] La mayor parte de los procesos se llevaron a cabo en el siglo XVIII. En cuanto a Rusia, la persecución de la brujería parece haberse desarrollado al margen de las teorías predominantes en Europa acerca de la asociación de las brujas con el Diablo, y el número de víctimas no parece haber sido tan elevado. Algo similar ocurrió en Transilvania y en las regiones de Valaquia y Moldavia, entonces bajo el dominio del Imperio otomano. En líneas generales, puede decirse que en el Este de Europa la incidencia de la caza de brujas fue bastante menor en los territorios de religión ortodoxa. En los territorios europeos del Imperio Otomano, a excepción de los casos antes citados de Valaquia y Moldavia, no se llevaron a cabo cazas de brujas.

Si exceptuamos estos últimos, la zona de Europa en la que hubo menos ejecuciones por brujería fue la región mediterránea. Si se excluyen las regiones alpinas de lengua italiana, entre Italia, España y Portugal (incluyendo los territorios ultramarinos en América de estos últimos) la cifra es muy baja: alrededor de 500.[24] Esto no quiere decir que la brujería no se persiguiese en estos territorios: el número de procesos fue bastante elevado, pero el porcentaje de ejecuciones sobre personas encausadas fue muy bajo. Esto significa que en los países mediterráneos los procesos de brujería fue tratada con bastante templanza, a diferencia de lo que ocurrió en otros lugares de Europa. La mayoría de los delitos juzgados en España, por ejemplo, fueron castigados con penas menores. Destaca especialmente la templanza con que la Inquisición llevó a cabo estos juicios, ya que la proporción de ejecuciones en procesos juzgados por los tribunales inquisitoriales es bastante menor que la de los juzgados por tribunales civiles. Además, en España no llegaron a existir cazas masivas, con la posible excepción de los procesos de Zugarramurdi (1610), en los que fue precisamente la Inquisición la que extinguió la psicosis que se había desencandenado por la intervención de los tribunales ordinarios.

La lucha contra la caza de brujas [editar]

Las críticas a la caza de brujas comenzaron prácticamente al mismo tiempo que las persecuciones de la Édad Moderna. Al principio había sobre todo recelos por parte de los jueces y la administración por la creación de un sistema de juicios extraordinarios paralelo a los órganos jurídicos estatales.

La crítica contra la superstición que representaba la creencia en brujas apareció más tarde. Anterior a la Ilustración fue el jesuita Friedrich Spee von Langenfeld, catedrático en la Universidad Alma Ernestina en Rinteln, que escribió Cautio Criminalis en 1631. Fue el más influyente, aunque no el único, entre los que atacaron los procesos de brujas. Su libro era la respuesta a la obra estándar de la teoría de la brujería Processus juridicus contra sagas et veneficos, escrita por su colega en la universidad Hermann Goehausen en 1630.

El cura reformado Anton Praetorius, predicador en la corte del Príncipe en Birstein, se comprometió en 1597 con la causa de las brujas y abogó por su liberación. Atacó de tal forma a los torturadores que paralizó el proceso y la última presa que seguía viva fue liberada. Es el único caso documentado en el que un religioso haya conseguido paralizar un proceso y la tortura a una bruja. En las actas aparece en antiguo alemán[25] porque el cura local se ha opuesto de forma contundente que se torture a las mujeres, se ha abandonado esta vez.

Como primero cura reformado, Praetorius publicó bajo el nombre de su hijo Johannes Scultetus en 1598 el libro Von Zauberey vnd Zauberern Gründlicher Bericht (Informe exhaustivo de magia y magos) contra la locura de la caza de brujas y las torturas inhumanas. En 1602 se atrevió a poner su propio nombre en la segunda edición. En 1613 apareció la tercera edición con un prefacio escrito por él.

En 1635, el cura Johann Matthäus Meyfart, catedrático en la facultad de Teología luterana de Érfurt, se opuso a la caza de brujas y a la tortura con su libro Christliche Erinnerung, An Gewaltige Regenten, vnd Gewissenhaffte Praedicanten, wie das abscheuwliche Laster der Hexerey mit Ernst außzurotten, aber in Verfolgung desselbingen auff Cantzeln vnd in Gerichtsheusern sehr bescheidlich zu handeln sey (Recuerdo cristiano a poderosos regentes y predicadores con conciencia de como eliminar en serio la falta de la brujería, pero cuya persecución en cancillerías y juzgados debe ser manejada con modestia).

El Hochnötige Unterthanige Wemütige Klage Der Frommen Unschültigen (Muy necesaria y sumisa lamentación de los piadosos inocentes) de Hermann Löher se editó en 1676, al finalizar la ola más dura de la persecución. Es relevante porque el autor ejerció en las décadas de 1620 y 1630 como voluntario en el sistema de persecución y a través de esa experiencia llegó a oponerse a la caza de las brujas. Por ello da la visión desde dentro del proceso y las luchas de poder que lo acompañan, lo que no se encuentra en textos de otros opositores.

En 1700, cuando los procesos a brujas ya se habían hecho escasos, el estudioso de Halle Christian Thomasius publica sus escritos contra la creencia en brujas. Sin embargo, el conocido médico Friedrich Hoffmann también de Halle estaba convencido todavía a principios del siglo XVIII en la posibilidad de que brujas pudiese causar enfermedades con encantamentos, en relación a los poderes sobrenaturales que les daba el Demonio.

Historiografía [editar]

La caza de brujas ha sido tratada una y otra vez tanto en los círculos de historiadores como en los políticos.

Durante el Kulturkampf (lucha cultural) de los prusianos se acusó a la iglesia católica como única culpable de la persecución de las brujas y se daba como número de muertos 9 millones, cifra a todas luces exagerada.

Durante el Tercer Reich, la NSDAP y otros estamentos estimulaban los estudios sobre la brujería. Se intentaba convertir a las brujas en representantes de la primitiva religión germana, que había sido atacada por la Iglesia. Pero, sobre todo en las SS, se formó un núcleo de oposición, para el que las brujas eran Volksschädlinge, parásitos sociales, que habían sido eliminadas por una liga de hombres con la que se identificaban ellos mismos.

Bajo el manto del feminismo se trató el tema de forma intensa en la década de 1980. En el siglo XXI, el estudio histórico se centra principalmente en la historia local y regional del fenómeno.

La caza de brujas en la actualidad [editar]

También en regiones no cristianas o que han sido cristianizadas recientemente aparece una y otra vez la persecución de brujas, la brujería o de la magia.

Han saltado a la actualidad los casos de los niños brujos del Congo. En el norte de Sudáfrica, sobre todo en regiones de religiones tradicionales, se acusa cada año a cientos de hombres y mujeres de brujería, personas que son a menudo asesinadas por las masas enfurecidas. En Tanzania se acusa cada año a cientos de mujeres de brujería, que son asesinadas o mutiladas. El caso también se da en Kenia.[26] En algunos estados africanos existen incluso leyes específicas contra la brujería.

También se conocen casos de caza de brujas en América del Sur.

En México y en algunos otros países Latinoamericanos el término "Cacería de Brujas" se utiliza de manera coloquial y popular al referirse a la especial observación de una o varias personas con el fin de detallar sus actividades con el objetivo de mostrar alguna falla referente a alguna temática en particular, sin que esto signifique algún tipo de actividad en brujería. El uso de este término se debe a la influencia norteamericana referente al Macarthismo.

Referencias [editar]

  1. Traducción propia de la cita de Soldan/Heppe:[]er vom Teufel verblendet nach Weise der Heiden glaubt, es sei jemand eine Hexe und fresse Menschen, und diese Person deshalb verbrennt oder ihr Fleisch durch andere essen lässt, der soll mit dem Tode bestraft werden."
  2. Levack, p. 70.
  3. La creencia en la marca de la bruja se desarrolló tardíamente, a partir del siglo XVI, y fundamentalmente en el ámbito protestante (ref: Levack, p. 80)
  4. Al tratarse de un libro relativamente temprano, algunas características propias de la imagen de la bruja no están todavía reflejados en él. No hay referencias, por ejemplo, al osculum infame o a la marca del diablo (ref: Levack, p. 84)
  5. Traducción propia del original alemán: Es ist ein überaus gerechtes Gesetz, dass die Zauberinnen getötet werden, denn sie richten viel Schaden an, was bisweilen ignoriert wird, sie können nämlich Milch, Butter und alles aus einem Haus stehlen… Sie können ein Kind verzaubern… Auch können sie geheimnisvolle Krankheiten im menschlichen Knie erzeugen, dass der Körper verzehrt wird… Schaden fügen sie nämlich an Körpern und Seelen zu, sie verabreichen Tränke und Beschwörungen, um Hass hervorzurufen, Liebe, Unwetter, alle Verwüstungen im Haus, auf dem Acker, über eine Entfernung von einer Meile und mehr machen sie mit ihren Zauberpfeilen Hinkende, dass niemand heilen kann... Die Zauberinnen sollen getötet werden, weil sie Diebe sind, Ehebrecher, Räuber, Mörder… Sie schaden mannigfaltig. Also sollen sie getötet werden, nicht allein weil sie schaden, sondern auch, weil sie Umgang mit dem Satan haben.
  6. Prédica: Predigt 6. Mai 1526, WA 16, 551f.
  7. En 1786 Gottfried Christian Voigt llegó a cifrar nueve millones el número total de brujas ajusticiadas, un dato completamente irreal.
  8. Levack, p. 49
  9. Según Levack (p. 37): "La mayoría de las personas acusadas de brujería no practicó ninguna clase de magia, pero fueron acusadas de provocar daños por medios mágicos cuando alguna desgracia inexplicable golpeaba a uno de sus convecinos o cuando eran mencionadas como cómplices de otras brujas durante alguna gran caza."
  10. La cifra de 20.000 ejecuciones es la calculada por Behringer, en "Erhob sich das ganze Land". Schormann, en Hexenprozesse in Deutschland, p. 71, estima en un mínimo de 30.000 el total de procesamientos (ambos autores citados en Levack, p. 246). Levack sugiere que la cifra pudo ser aún más elevada.
  11. Levack, p. 247
  12. Levack menciona las siguientes cifras: 1.000 ejecuciones en Bohemia, 900 en Austria y unas 300 en Baviera (ref: Levack, p. 248).
  13. HEXENFORSCHUNG archives - February 2006 (#7)
  14. Levack, p. 249. Otros autores (Bader, Hexenprozesse in der Schweiz, pp. 211 ss.)cifran el total de ejecuciones en 5.417.
  15. Levack, p. 253
  16. Levack, p. 252
  17. Si bien la cifra puede parecer insignificante en comparación con la de otros territorios, debe tenerse en cuenta que la población de Nueva Inglaterra en esa época era de unas 100.000 personas, por lo cual el número de ejecuciones por habitante es bastante elevado.
  18. Levack, p. 260.
  19. Henningsen, "Witchcraft in Denmark", citado en Levack, p. 262.
  20. Uno de los casos más célebres de la caza de brujas en Noruega fue el de Anna Pederstotter Absalon, que fue quemada en Bergen en 1590. La historia de este proceso se narra, con bastantes libertades, en la película Dies irae de Carl Theodor Dreyer
  21. Estas cifras están tomadas de este informe de Rita Volmer, y coinciden, grosso modo, con las ofrecidas por Levack (pp. 260-269)
  22. Levack, p. 270
  23. Klaniczay, "Hungary", p. 222. Citado en Levack, p. 274.
  24. Levack, p. 279
  25. Traducción propia del original: „weil der Pfarrer alhie hefftig dawieder gewesen, das man die Weiber peinigte alß ist es dißmahl deßhalben underlaßen worden.“
  26. AFP (21 de mayo de 2008). «11 mujeres quemadas vivas en Kenia acusadas de brujería». ELPAIS.com. Prisacom. Consultado el 2 de mayo de 2008.

Bibliografía [editar]

  • Behringer, Wolfgang: Hexen. Glaube, Verfolgung, Vermarktung. Tercera edición. Beck, Munich 2002, ISBN 3-406-41882-1
  • Beier-de Haan, Rosmarie (Ed.) (2002) Hexenwahn - Ängste der Frühen Neuzeit. Deutsches Historisches Museum, Berlin edición en línea modificada
  • Decker, Rainer: Hexen. Magie, Mythen und die Wahrheit. Darmstadt, Ed. Primus 2004, ISBN 3-89678-247-9
  • Hammes, Manfred: Hexenwahn und Hexenprozesse. Frankfurt, S.Fischer, 1977
  • Hansen, Joseph: Quellen und Untersuchungen zur Geschichte des Hexenwahns und der Hexenforschung im Mittelalter. Mit einer Untersuchung der Geschichte des Wortes Hexe von Johannes Franck. Nachdruck Olms, Hildesheim 1963 (fuente de información básica, pero la representación del desarrollo está anticuada)
  • Levack, Brian P.: La caza de brujas en la Europa moderna. Madrid, Alianza Editorial, 1995. ISBN 84-206-2814-X.

Fuentes históricas [editar]

Ficción [editar]

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

Fuentes [editar]

CULTURA5: BUHONEROS, FAROLEROS, ALCAHUETAS Y BRUJAS. EL AQUELARRE O LA QUEMA DE BRUJAS. Brujería es el conjunto de creencias, conocimientos prácticos y actividades atribuidos a ciertas personas llamadas brujas (existe también la forma masculina, brujos, aunque es menos frecuente) que están supuestamente dotadas de ciertas habilidades mágicas que emplean con diferentes finalidades, la intención positiva o negativa depende de cada persona.[1]

Brujería

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Para otros usos de este término, véase Brujería (desambiguación).

Brujería es el conjunto de creencias, conocimientos prácticos y actividades atribuidos a ciertas personas llamadas brujas (existe también la forma masculina, brujos, aunque es menos frecuente) que están supuestamente dotadas de ciertas habilidades mágicas que emplean con diferentes finalidades, la intención positiva o negativa depende de cada persona.[1]

La creencia en la brujería es común en numerosas culturas desde la más remota antigüedad, y las interpretaciones del fenómeno varían significativamente de una cultura a otra. En el occidente cristiano, la brujería se ha relacionado frecuentemente con la creencia en el Diablo, especialmente durante la Edad Moderna, en que se desató en Europa una obsesión por la brujería que desembocó en numerosos procesos y ejecuciones de brujas (lo que se denomina "caza de brujas"). Algunas teorías[2] relacionan la brujería europea con antiguas religiones paganas de la fertilidad, aunque ninguna de ellas ha podido ser demostrada. Las brujas tienen una gran importancia en el folclore de muchas culturas, y forman parte de la cultura popular.

Si bien éste es el concepto más frecuente del término "bruja", desde el siglo XX el término ha sido reivindicado por sectas ocultistas y religiones neopaganas, como la Wicca, para designar a todas aquellas personas que practican cierto tipo de magia, sea esta maléfica (magia negra) o benéfica (magia blanca), o bien a los adeptos de una determinada religión.

Un uso más extenso del término se emplea para designar, en determinadas sociedades, a los magos o chamanes.

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Terminología: brujería, hechicería, magia [editar]

Aunque en español se utiliza en ocasiones la palabra brujo, en masculino, como sinónimo de mago, con independencia del tipo de magia que practique, el uso más frecuente del término (casi siempre en femenino) hace referencia a las personas que practican la magia negra. Incluso dentro de éstas, Julio Caro Baroja[3] propone diferenciar entre brujas y hechiceras. Las primeras habrían desarrollado su actividad en un ámbito predominantemente rural y habrían sido las principales víctimas de las cazas de brujas en los años 1450-1750. En cambio, las hechiceras, conocidas desde la antigüedad clásica, son personajes fundamentalmente urbanos: un ejemplo característico en la literatura española es la protagonista de La Celestina de Fernando de Rojas.[4] A diferencia de los practicantes de la magia culta, que alcanzó gran desarrollo en el Renacimiento, tanto la bruja rural como la hechicera urbana pertenecían en general a clases sociales marginadas, lo que las hacía más vulnerables a las persecuciones. Se cree que las artes de brujas y hechiceras eran transmitidas oralmente de generación en generación, por lo que todos los testimonios acerca de sus prácticas proceden de autores ajenos y muy a menudo hostiles a ellas.

La palabra española bruja es de etimología dudosa, posiblemente prerromana, del mismo origen que el portugués y gallego bruxa y el catalán bruixa. La primera aparición documentada de la palabra, en su forma bruxa, data de finales del siglo XIII.[5] En 1396 se encuentra la palabra broxa, en aragonés, en las Ordinaciones y Paramientos de Barbastro.[6]

En el País Vasco y en Navarra se utilizó también el término sorguiña (en euskera sorgin), y en Galicia, la voz meiga.

En latín, las brujas eran denominadas maleficae (singular maléfica), término que se utilizó para designarlas en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la edad moderna. Términos aproximadamente equivalentes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, son el inglés witch, el alemán Hexe y el francés sorcière.

Historia [editar]

La Antigüedad clásica [editar]

Circe ofreciendo un brebaje a Ulises, por J. W. Waterhouse.

En las antiguas Grecia y Roma, estaba extendida la creencia en la magia. Existía, sin embargo, una clara distinción entre distintos tipos de magia según su intención. La magia benéfica a menudo se realizaba públicamente, era considerada necesaria e incluso existían funcionarios estatales, como los augures romanos, encargados de esta actividad. En cambio, la magia realizada con fines maléficos era perseguida.[7] Se atribuía generalmente la magia maléfica a hechiceras (en latín maleficae), de las que hay numerosas menciones en numerosos autores clásicos.

Según los textos clásicos, se creía de estas hechiceras que tenían la capacidad de transformarse en animales, que podían volar de noche y que practicaban la magia tanto en provecho propio como por encargo de terceras personas. Se dedicaban preferentemente a la magia erótica, aunque también eran capaces de provocar daños tales como enfermedades o tempestades. Se reunían de noche, y consideraban como sus protectoras e invocaban en sus conjuros a diosas como Hécate, Selene y Diana.[8]

Probablemente las brujas más conocidas de la literatura clásica son dos personajes mitológicos, Circe[9] y Medea. Las habilidades mágicas de ambas residen sobre todo en su dominio de las pócimas o filtros mágicos (phármakon, en griego). Medea, que se presenta a sí misma como adoradora de Hécate,[10] se convirtió en el arquetipo de la hechicería en las literaturas griega y romana. Hay menciones de brujas en las obras de Teócrito, Horacio, Ovidio, Apuleyo, Lucano y Petronio, entre muchos otros. Estos autores hacen especialmente referencia a brujas que realizan magia de tipo erótico.

Relacionada con la creencia grecorromana en las brujas está la figura de la estirge, un animal nocturno que es mitad pájaro mitad ser humano que se alimenta de sangre (y que resulta también un precedente de la moderna figura del vampiro).

Los escritores antiguos fueron a menudo escépticos acerca de las presuntas facultades de las brujas.

La brujería en el Antiguo Testamento [editar]

En el Antiguo Testamento, concretamente en el Éxodo, se prohíbe la brujería, y se establece que debe ser castigada con la pena de muerte: "A la hechicera no la dejarás que viva" (Éxodo 22:18). Es de notar que, al igual que en la Grecia y Roma clásicas, la brujería aparece como una actividad mayoritariamente femenina.

De otras citas bíblicas (Levítico 20:27, Deuteronomio 18:11-12), se desprende que la principal actividad de estas brujas bíblicas era la necromancia o invocación a los muertos. En el Primer Libro de Samuel (1Samuel 28:1-25 se relata la historia de la bruja de Endor, a la que Saúl, contraviniendo sus propias leyes, recurrió para invocar al espíritu de Samuel antes de una guerra con los filisteos.

Brujería y cristianismo [editar]

Si bien la actitud del cristianismo con respecto de algunas prácticas mágicas, tales como la astrología o la alquimia, fue en ciertos momentos ambigua, la condena de la brujería fue explícita e inequívoca desde los comienzos de la religión cristiana. En la Alta Edad Media varias leyes condenaron la brujería, basadas tanto en el ejemplo del derecho romano como en la voluntad de erradicar todas aquellas prácticas relacionadas con el paganismo. Sin embargo, la actitud eclesiástica no parece haber sido demasiado beligerante durante la primera mitad de la Edad Media, como lo atestiguan documentos como el Canon Episcopi.

La situación cambió cuando la Iglesia comenzó a perseguir las herejías cátara y valdense. Ambas concedían una gran importancia al Demonio. Para combatir estas herejías fue creada la Inquisición pontificia en el siglo XIII. En el siglo siguiente comienzan a aparecer en los procesos por brujería las acusaciones de pacto con el Diablo, el primer elemento determinante en el concepto moderno de brujería.

La brujería en Europa durante la Edad Moderna [editar]

El concepto de brujería. Orígenes y desarrollo [editar]

A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la bruja, que tiene su principal origen en la asociación de la brujería con el culto al Diablo (demoniolatría) y, por lo tanto, con la idolatría (adoración de dioses falsos) y la herejía (desviación de la ortodoxia). Aunque el primer proceso por brujería en que están documentadas acusaciones de asociación con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny, Irlanda, en 1324-1325,[11] sólo hacia 1420-1430 puede considerarse consolidado el nuevo concepto de brujería. Existen variantes regionales, pero puede describirse una serie de características básicas, reiteradas tanto en las actas de los juicios como en la abundante literatura culta sobre el tema que se escribió en Europa durante los siglos XV, XVI y XVII.

Las principales características de la bruja, según los teóricos del tema en la época, eran las siguientes:

  1. el vuelo en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos,
  2. encuentros nocturnos con el Diablo y otras brujas en el sabbat o aquelarre,
  3. pactos con el Diablo,
  4. sexo con demonios (en forma de íncubos y súcubos) y
  5. la magia negra.
Portada del Malleus maleficarum en una edición de 1669.

Esta idea de la brujería, predominante en la Edad Moderna y base de las cazas de brujas, era alarmante en la época, ya que se extendió la idea de que las brujas conspiraban para extender el poder del Diablo. La caracterización negativa de las brujas comparte algunas características con el antisemitismoSynagoga Satanae», Sinagoga de Satanás, o «Shabat», para designar las reuniones nocturnas de las brujas), y tiene un fuerte carácter misógino.[12] Aunque no todos los sospechosos de brujería eran mujeres (hubo un significativo porcentaje de hombres procesados y ejecutados por delitos de brujería), se consideraba a la mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja. (expresiones como «

La definición de la brujería como adoración al Diablo se difundió por toda Europa mediante una serie de tratados de demonología y manuales para inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el siglo XVII. El primero en alcanzar gran repercusión fue el Malleus Maleficarumlatín), un tratado filosófico-escolástico publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris, en latín) y Jacob Sprenger. El libro no sólo afirmaba la realidad de la existencia de las brujas, conforme a la imagen antes mencionada,[13]Hairesis maxima est opera maleficarum non credere» (La mayor herejía es no creer en la obra de las brujas). ("Martillo de las brujas", en sino que afirmaba que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía: «

Tanto el Malleus como otros muchos libros que se publicaron en la época constituyeron el fundamento de la caza de brujas que se dio en toda EuropaEdad Moderna, especialmente en los siglos XVI y XVII, y que causó la muerte, según los cálculos más fidedignos, de unas 60.000 personas. durante la

Pacto con el Diablo [editar]

Artículo principal: Pacto con el Diablo

Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el Diablo. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección detenida del mismo podía permitir su identificación como hechicera.[14] Mediante el pacto, la bruja se comprometía a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales, entre los que estaba la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas como a elementos de la naturaleza; en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se consideraba también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales (preferentemente lobos).

La supuesta capacidad de volar también se asienta sobre algunos informes remitidos por los inquisidores a Felipe II tras su misión en Galicia. Tanto Felipe II como sus antecesores solicitaron a la Santa Inquisición investigaciones sobre la veracidad de las leyendas populares en lo que a la capacidad de volar se refiere. En los primeros informes se afirmaba no haber encontrado nada que pudiera confirmar las historias populares, pero las investigaciones posteriores cambiaron radicalmente y en los siguientes escritos los inquisidores afirmaron haber visto volar a las brujas y salir por las chimeneas con sus escobas.[15]

El aquelarre [editar]

Artículo principal: Aquelarre

Se creía que las brujas celebraban reuniones nocturnas en las que adoraban al Demonio. Estas reuniones reciben diversos nombres en la época, aunque predominan dos: sabbat y aquelarre. La primera de estas denominaciones es casi con seguridad[16] una referencia antisemita, cuya razón de ser es la analogía entre los ritos y crímenes atribuidos a las brujas y los que según la acusación popular cometían los judíos. La palabra aquelarre, en cambio, procede del euskera aker (macho cabrío) y larre (campo), en referencia al lugar en que se practicaban dichas reuniones.

El aquelarre. Ilustración del libro de Anton Praetorius.

Según se creía, en los aquelarres se realizaban ritos que suponían una inversión sacrílega de los cristianos. Entre ellos estaban, por ejemplo, la recitación del Credo al revés, la consagración de una hostia negra, que podía estar hecha de diferentes sustancias, o la bendición con hisopo negro.[17]antropofagia) y a una gran promiscuidad sexual. Una acusación muy común era la del infanticidio, o los sacrificios humanos en general. Además, casi todos los documentos de la época hacen referencia a opíparos banquetes (con frecuencia también a la

La principal finalidad de los aquelarres era, sin embargo, siempre según lo considerado cierto en la época, la adoración colectiva del Diablo, quien se personaba en las reuniones en forma humana o animal (macho cabrío, gato negro, etc). El ritual que simbolizaba esta adoración consistía generalmente en besar el ano del Diablo (osculum infame). En estas reuniones, el Diablo imponía también supuestamente su marca a las brujas, y les proporcionaba drogas mágicas para realizar sus hechizos.

Se creía que los aquelarres se celebraban en lugares apartados, generalmente en zonas boscosas. Algunos de los más célebres escenarios de aquelarres fueron las cuevas de Zugarramurdi (Navarra) y Las Güixas (cerca de Villanúa, en la provincia de Huesca) en España, el monte BrockenFausto de Goethe), en Alemania, Carnac en Francia; el nogal de Benevento y el paso de Tonale, en Italia. Se creía también que algunos aquelarres se celebraban en lugares muy lejanos de la residencia de las supuestas brujas, que debían por tanto hacer uso de sus poderes sobrenaturales para desplazarse volando: por ejemplo, se acusó a algunas brujas del País Vasco francés de asistir a aquelarres en Terranova. (mencionado en el

Algunas fechas se consideraban también especialmente propicias para la celebración de aquelarres, aunque varían según las regiones. Una de ellas era la noche del 30 de abril al 1 de mayo, conocida como la noche de Walpurgis.

El vuelo [editar]

¡Linda maestra! (Goya).

Se atribuía a las brujas la capacidad de desplazarse volando a los aquelarres. Esta creencia se remonta, al menos, a la Antigüedad clásica, aunque a menudo fue vista con escepticismo (por ejemplo, en el Canon episcopi se afirma la absoluta falsedad de esta idea). Los procedimientos empleados para volar varían según los diferentes testimonios: en el Canon episcopi, por ejemplo, se hace referencia a la creencia de que las brujas se desplazaban en animales voladores. Sin embargo, el medio de locomoción más frecuente, y que como tal ha perdurado en la imagen actual de la bruja, es la escoba.

El simbolismo de la escoba se ha interpretado de diversas formas. Para algunos autores se trata de un símbolo fálico[cita requerida], lo que se relacionaría con la supuesta promiscuidad sexual de las brujas. Otras teorías mencionan que la escoba pudo haber sido utilizada para administrarse determinadas drogas. En cualquier caso, llama la atención al tratarse de un objeto relacionado casi exclusivamente con la mujer.

Con respecto a los vuelos de las brujas, las opiniones de los teólogos de la épasca estuvieron muy divididas. Para algunos, tenían lugar físicamente, en tanto que otros consideraban que se trataba de ensueños inducidos por el Diablo. Modernamente se han relacionado con el consumo de ciertas drogasbeleño, la belladona y el estramonio. conocidas en la Europa rural, tales como el

La metamorfosis [editar]

  • La cultura popular del norte de Europa atribuye a las brujas la transformación preferente en un gato negro.

Prácticas mágicas [editar]

Se acusaba a las brujas de la realización de hechizos mediante la magia negra, esto es, con fines maléficos. Mediante estos hechizos, lograban supuestamente hacer morir o enfermar a otras personas o al ganado, o desencadenar fenómenos meteorológicos que arruinaban las cosechas.

Interpretaciones de la brujería [editar]

Teoría del origen pagano [editar]

Una de las interpretaciones que más arraigo han conseguido en medios neopaganos, es la que hace a las brujas representantes de antiguos cultos paganos, anteriores al Cristianismo, que sus perseguidores habrían identificado, errónea o malintencionadamente, con la adoración al Diablo. La principal defensora de esta teoría fue la inglesa Margaret Murray, que la expuso en tres libros: The Witch-cult in Western Europe (1921), God of the WitchesThe Divine King in England (1954). Según Murray, la brujería deriva de una antigua religión neolítica, en la que se practicaban sacrificios humanos (en gran medida, las teorías de Murray están influenciadas por la obra clásica de James George Frazer, La rama dorada). (1933) y

Según esta teoría, las "noches de brujas"" o sabbat corresponderían a las épocas del año en que, en el neolítico, se realizaban Ritos de Fertilidad para lograr que la naturaleza no muriera en el invierno y concediera buenas cosechas en el verano, el 31 de julio y el 1 de febrero. De este modo, la brujería permanecía subterráneamente ligada a las "religiones panteístas", concretamente de influencias germánicas y celtas. Estas reuniones serían el residuo de los ritos femeninos griegos y romanos al dios Baco y otros ritos de origen Tracio. Y las denominadas brujas serían las herederas de las sacerdotisas Bacantes tras la entrada del Cristianismo. El Macho cabrío parece corresponder más al "dios de la fertilidad" Pan y los "sátiros".

El punto de vista de Murray sobre la brujería resultó muy atractivo por el destacado papel que concedía a la mujer y a su sexualidad, y por lo que implicaba de resistencia contra la opresión de la Iglesia. Durante los años 30, surgió en el Reino Unido un movimiento de recuperación de la brujería, en gran medida basado en las teorías de Murray. Tuvo también una gran influencia en Gerald Gardner, autor del que puede considerarse el texto fundacional de la Wicca, Witchcraft Today (1954), cuyo prólogo fue escrito por Murray.

Las tesis de Murray, que gozaron de amplio crédito hasta la década de 1960, son hoy muy cuestionadas,[18] ya que se basan en fuentes poco dignas de crédito (las confesiones de las propias brujas, a menudo realizadas bajo tortura).

La caza de brujas [editar]

Artículo principal: Caza de brujas

Entre los siglos XV y XVIII se dio una persecución particularmente intensa de la brujería, conocida como caza de brujas. Esta persecución afectó a la práctica totalidad del territorio europeo, si bien fue particularmente intensa en Centroeuropa, en los estados semiindependientes bajo la autoridad nominal del Sacro Imperio Romano Germánico, y en la Confederación Helvética. Los estudiosos actuales del tema dan una cifra aproximada de 110.000 procesos y 60.000 ejecuciones, a pesar de que cálculos anteriores arojaban cifras mucho más elevadas.

La caza de brujas tiene su origen en la Inquisición, tribunal creado por el Papado para perseguir la herejía, pero que a partir del siglo XIV comenzó a prestar atención al fenómeno de la brujería. La principal acusación contra las brujas era la de demonolatría, o adoración del Diablo, concretada ya en una obra clásica sobre el tema, el Malleus maleficarum ("Martillo de brujas"). Entre los siglos XVI y XVIII aparecieron numerosas obras de eclesiásticos y juristas acerca de este tema.

Contra lo que suele creerse, la mayor parte de los procesos por brujería los llevaron a cabo tribunales civiles, y la Inquisición solo tuvo un papel preponderante en los primeros años de la caza de brujas. Los procesos tuvieron lugar por igual en países católicos y protestantes. En los territorios de religión ortodoxa, en cambio, las cazas fueron de intensidad mucho menor.

Durante estos procesos, se aplicó con frecuencia la tortura para obtener confesiones, por lo cual los investigadores actuales suelen manifestar cierto escepticismo acerca de lo manifestado en los juicios por brujería.

Algunos procesos se han hecho especialmente célebres, como el de las brujas de Salem, en los Estados Unidos, tema de una célebre obra del dramaturgo Arthur Miller publicada en 1953, que popularizó la expresión "caza de brujas" en relación con la Comisión de Actividades Antiamericanas del senador Joseph McCarthy (la época conocida como "macartismo"). Desde entonces, la expresión "caza de brujas" se aplica metafóricamente a cualquier persecución de tipo ideológico.

En España, la Inquisición dejó de perseguirlas a raíz del proceso contra las brujas de Zugarramurdi (segunda mitad del siglo XVII), en el que los inquisidores se encontraron ante la posibilidad de tener que quemar a varios miles de mujeres si resultaban condenadas. Resolvieron la cuestión declarando que no tenían pacto con el diablo y desde entonces no se quemó a ninguna otra.

En el siglo XVI Anton Praetorius (1560-1613), un pastor y teólogo calvinista alemán, luchó contra la persecución de brujas y la tortura en su obra Gründlicher Bericht, un informe completo acerca de la brujería y las brujas.

La brujería en otras culturas [editar]

Entre las diversas manifestaciones del chamanismo en el norte del continente americano, está el nagualismo (o nahualismo) mexicano, según el cual el brujo o bruja puede transformarse en su animal protector, que puede ser tanto volador como terrestre, doméstico como salvaje. En América del Sur, según la tradición de Chile y algunas zonas de Argentina, la transformación de las brujas era principalmente en aves, aunque también se mencionan otros animales; destaca un tipo de bruja o brujo al que, al igual que los Calcu en la tradición Mapuche, se suponía la capacidad de convertirse en un mítico pájaro conocido como Chonchón. En Perú los chamanes suelen convertirse en animales de granja, como por ejemplo transformarse en cerdo o cabra.

Referente a la forma de vuelo que se les atribuía en el resto del mundo, en México creían en el nahualismo, acto por medio del cual las brujas practicantes de antiguos ritos prehispánicos podían convertirse o metamorfosearse en aves nocturnas como lechuzas o búhos; en el caso de Chilebrujo chilote contaba con un "macuñ" (del mapudungun makuñ: "manto"o "chaleco") hecho con la piel del pecho de un cadáver humano. Igualmente en este país y en Argentina se les atribuía la capacidad del vuelo transformados en aves de "mal agüero" (mala suerte), ejemplo de ello es la leyenda de la Voladora. destacaba la creencia de que el

Las brujas en el folclore europeo [editar]

Su reflejo en la literatura infantil [editar]

Ilustración de «The Lancashire witches» de William Harrison Ainsworth.

La bruja tiene un papel esencial en los cuentos infantiles, como los recopilados por los Hermanos Grimm, en donde es el personaje malvado arquetípico. Las brujas de cuento más famosas son:

  • la madrastra de Blancanieves, que intenta asesinar a ésta con una manzana envenenada;
  • La Baba Yaga del folclore ruso, reflejada en el relato homónimo de Aleksandr Nikolaievich Afanasiev, una vieja bruja que habita en una casa mágica que es capaz de caminar sobre patas de ave;

En la reciente literatura norteamericana también se recoge el mito de la bruja, pero ya no tienen por qué ser malvadas. Así, en El Mago de Oz aparecen dos brujas malvadas y dos bondadosas.

La belleza y la fealdad [editar]

Tradicionalmente se asocia la imagen de la bruja a una mujer anciana, fea y especialmente desagradable. Sin embargo, se creía que entre sus poderes estaba el de poder modificar su aspecto a voluntad, mostrándose como una joven hermosa y deseable. La bruja utilizaría esta apariencia para seducir a los hombres y llevarlos a la perdición.[19]

Brujería en la cultura popular [editar]

En la mayoría de las series de televisión que tratan el tema de la Brujeria, las brujas son presentadas como hermosas, buenas y heroínas. Una de las primeras series televisivas en tocar el tema fue Hechizada, con Elizabeth Montgomery, seguida de series como La peor bruja, Sabrina, la bruja adolescente, Buffy la cazavampiros, Charmed y la británica Hex.

La buena imagen de las brujas también apareció en los comics, una de las más conocidas es Wendy, la brujita buena, quién apareció en los comics de Gasparín. Las brujas buenas también aparecieron en muchos trabajos literarios, siendo particularmente determinante Harry Potter y toda su serie, si bien no es ni la primera ni la última obra literaria que toca el tema de la brujería. H.P. Lovecraft escribió muchos cuentos sobre brujería, generalmente en el estilo clásico grotesco de bruja malvada y fea. También es malvada la Bruja Blanca en la serie literaria cristiana Las crónicas de Narnia, no obstante las brujas son buenas y heroínas valientes que luchan contra un gobierno opresor en la serie de libros La materia oscura que comienza con La brújula dorada. Tanto la serie de Harry Potter, como La brújula dorada y Las crónicas de Narnia han sido llevadas al cine.

La literatura juvenil actual se suele desmarcar de esta visión, más basada en La Celestina, para recrear otro bruja más agradable a la vista, pero igual de peligrosa. Varios dibujantes han representado a las brujas como mujeres jóvenes y dotadas de un enorme atractivo innato. Buenos ejemplos son las numerosas damas que tratan de hechizar, utilizar o contratar a Conan el Bárbaro o la deslumbrante y turgente Reina Bruja de Anubis, que trató de seducir y hechizar al Capitán Trueno y al final, siguiendo la línea de no mostrar a la bruja como un ser malvado, dio su vida por la de la reina Sigrid, para verlos juntos antes de morir.

Películas sobre brujas hay muchas, tanto como villanas en Brujas y Hocus Pocus, glamorosas como en Las Brujas de Eastwick, ó en calidad de heroinas en las versiones filmicas de Harry Potter y La Brújula Dorada. También se tocó el tema desde el punto de vista del teen-drama en Jóvenes Brujas, aunque la película hace una visión negativa de la Brujería, curiosamente la actriz Fairuza Balk, protagonista de la película se convirtió a la Wicca en la vida real tras filmar Jóvenes Brujas.

También se cita a las brujas en varias series anime (dibujo animado japonés) como héroes o villanos dando como ejemplo la serie de anime Soul Eaterdonde los protagonistas de la serie tienen como tarea la misión de eliminar demonios y brujas, confiscando sus almas para el Dios de la Muerte o Shinigami y así evitar el caos que estas causan al mundo y convertir a sus armas en Death Scythe (Guadaña Mortal)un tipo de arma exclusiva para el Shinigami, pero en el mismo anime Soul Eater muestran a una Bruja conocida como Blair, que después de enfrentarse a los protagonistas Soul Eater Evans y Maka Albarn es derrotada y se vuelve parcialmente buena transformándose en su mascota (Ya que esta se transformaba en Gato).

Otra de las historias relacionadas con las brujas en el ambito del anime y el manga es Umineko no Naku Koro ni. Originalmente una Sound Novel, cuenta la historia de Battler Uchiromiya, miembro de la acaudalada familia Uchiromiya que cada año realizan una reunion familiar en su isla privada Rokkenjima. Cuando una serie de macabros asesinatos comienzan a ocurrir en la isla, todos culpan a la maldición de Beatrice La Bruja Dorada, que según cuenta la leyenda había otorgado el capital inicial al patriarca de la familia, sobre el cual este amasó su fortuna. En un par de días todos en la familia, incluyendo a Battler, son asesinados. En una especie de "purgatorio", Battler conoce a la Bruja Dorada Beatrice en persona, la que lo reta a un juego. En este juego de ingenio, Battler debe probar la inexistencia de la magia y de las brujas usando su razonamiento lógico para probar que los asesinatos no fueron cometidos por una bruja usando magia, sino por un humano común y corriente. De no lograr desacreditar la existencia de la magia, los asesinatos en la isla se perpetuarán por toda la eternidad.

Una tercera serie de anime es la de "el cazador de la bruja " [1] (エル・カザド, Eru Kazado?), La historia se desarrolla de México a Perú y narra como Nadie, una cazarrecompensas, encuentra a Ellis, una chica sospechosa del asesinato de un prestigioso físico, de lo cual parece no acordarse. Nadie acepta acompañar a Ellis en su viaje al sur, junto a una misteriosa piedra que guiará su camino, y así encontrar la Ciudad Eterna o "Wiñay Marka". De cerca las sigue L.A, un joven chico que espía a Ellis porque la ama.

A lo largo de la historia Ellis descubrirá los secretos de su pasado junto a Nadie, que también guarda los suyos propios. Mientras, el Proyecto Leviathan continúa en pie presidido por Douglas Rosenberg el cual quiere acabar con las brujas. Cerca de él trabaja Jody Hayward (apodada Blue-Eyes), quien quiere destruir ese proyecto, y contrata a Nadie para proteger a Ellis. En el juego de intrigas también parte Ricardo, que es contratado por Rosenberg, y Lirio, una pequeña niña que no habla y está bajo la protección de Ricardo

Referencias [editar]

  1. Cfr. Lewis, John: Antropología simplificada, SELECTOR, 1985 ISBN 978-968-403-041-1; p. 81: "Brujería es la asociación de sí mismo con poderes sobrenaturales para fines destructivos y antisociales. También se llama magia negra".. Véase también Delgado Ruiz, Manuel:La magia: La realidad encantada, 1992, p. 67: "la magia negra o maléfica,. habitualmente agrupada en sus expresiones bajo el difuso epígrafe de «brujería»"
  2. Han alcanzado gran popularidad las teorías de Margaret Murray, expuestas en tres libros (The Witch Cult in Western Europe, 1921; The God of the Witches, 1933; The Divine King in England, 1954), según las cuales las brujas eran realmente miembros de un culto precristiano, de orígenes prehistóricos. Sin embargo, existen fuertes argumentos contra estas teorías: entre ellos, el hecho de que no hay prueba alguna de que las brujas llegaran realmente a realizar reuniones nocturnas, como se les atribuye generalmente (ref: Levack, La caza de brujas en la Europa moderna, p. 43).
  3. Julio Caro Baroja: Las brujas y su mundo, Madrid: Alianza Editorial, 1968; p. 135.
  4. Esta distinción era además frecuente en la literatura española del Siglo de Oro: en El coloquio de los perros, Cervantes hace decir al perro Berganza (ref:El coloquio de los perros):
    [...] he querido dejar todos los vicios de la hechicería, en que estaba engolfada muchos años había y sólo me he quedado con la curiosidad de ser bruja, que es un vicio dificultosísimo de dejar.
  5. Carmelo Lisón Tolosana, Las brujas en la historia de España, Madrid: Temas de Hoy, 1992, p. 25.
  6. Lisón Tolosana considera que el origen de la palabra puede encontrarse en el área pirenaica. En Gascuña y Béarn era también corriente el uso de una palabra etimológicamente relacionada, brouche. Debe tenerse en cuenta que en esta época el Languedoc y la Corona de Aragón eran áreas culturalmente muy relacionadas (ref: Carmelo Lisón Tolosana, op. cit., pp. 26-28).
  7. La prohibición de la magia antisocial se encuentra ya en la Ley de las XII Tablas (Tabula VIII). En la época de Sila se promulgó la Lex Cornelia de Sicariis et Veneficiis, que insiste en esta prohibición. Es interesante el hecho de que el delito de brujería (maleficium) se relaciona con el de envenenamiento (veneficium), sin duda porque en ambos se manipulaban drogas nocivas.
  8. Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo. Madrid: Alianza Editorial, 1968. Capítulo 2: "La hechicería grecolatina" (pp. 36-63).
  9. En el Canto X de La Odisea, Circe hechiza a los compañeros de Odiseo, transformándolos en cerdos
  10. "No, por la soberana a la que yo venero por encima de todas y a la que he elegido como cómplice, por Hécate, que habita en las profundidades de mi hogar, ninguno de ellos se reirá de causar dolor a mi corazón". (Eurípides, Medea, en Tragedias I. Madrid: Gredos, 2000; p. 87
  11. Levack, p. 70.
  12. Según Norman Cohn, el estereotipo negativo de la bruja tiene estrechos puntos de contacto con las imágenes igualmente negativas adjudicadas históricamente a herejes y a judíos. Para Cohn, el estereotipo puede incluso remontarse a la caracterización negativa que de los cristianos hacían en el siglo II escritores grecolatinos, que también los acusan de antropofagia, infanticidio y promiscuidad sexual (ref: Norman Cohn, Los demonios familiares de Europa).
  13. Al tratarse de un libro relativamente temprano, algunas características propias de la imagen de la bruja no están todavía reflejados en él. No hay referencias, por ejemplo, al osculum infame o a la marca del diablo (ref: Levack, p. 84)
  14. La creencia en la marca de la bruja se desarrolló tardíamente, a partir del siglo XVI, y fundamentalmente en el ámbito protestante (ref: Levack, p. 80)
  15. Como se afirma en el documental La España Herética de TVE.
  16. Aunque se inclina por la citada, Caro Baroja menciona una segunda etimología posible para la palabra: podría derivar de Sabacio, uno de los sobrenombres de Dioniso (ref: Julio Caro Baroja, op. cit., p. 120).
  17. Levack, p. 68.
  18. Margaret Murray: Who Believed Her and Why? (review), por Jenny Gibbons (en inglés)
  19. http://4344.gxp-network.com/members/fantastic-sodomie/10.jpg

Véase también [editar]

Bibliografía [editar]

  • Cardini, Franco: Magia, brujería y superstición en el Occidente medieval. Barcelona: Península, 1982. ISBN 84-297-1803-6.
  • Caro Baroja, Julio: Las brujas y su mundo. Madrid: Alianza Editorial, 1968 (la reedición más reciente de este libro, de 2003, tiene el ISBN 84-206-7777-9).
  • Centini, Massimo: Las brujas en el mundo. Barcelona: De Vecchi, 2002. ISBN 84-315-2911-3
  • Cohn, Norman: Los demonios familiares de Europa. Madrid: Alianza Editorial, 1987. ISBN 84-206-2269-9
  • Levack, Brian P.: La caza de brujas en la Europa moderna. Madrid: Alianza Editorial, 1995. ISBN 84-206-2814-X.
  • Lisón Tolosana, Carmelo: Las brujas en la historia de España. Madrid: Temas de Hoy, 1992. ISBN 84-7880-219-3.
  • Murray, Margaret: El culto de la brujería en Europa occidental. Barcelona: Labor, 1978. ISBN 84-335-2414-3.
  • Tausiet, María: Abracadabra Omnipotens: magia urbana en Zaragoza en la Edad Moderna, Madrid: Siglo XXI, 2007. ISBN 978-84-323-1286-1.

Enlaces externos [editar]

Wikcionario

CULTURA5: SUPERSTICIÓN. Superstición es una creencia de que los individuos pueden alterar el destino o la suerte propia, o de la de otras personas.

Superstición

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Superstición es una creencia de que los individuos pueden alterar el destino o la suerte propia, o de la de otras personas.

"EL AQUELARRE" DE GOYA. Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 30 de marzo de 1746Burdeos, Francia, 15 de abril de 1828) fue un pintor y grabador español. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo. En todas estas facetas desarrolló un estilo que inaugura el Romanticismo. El arte goyesco supone, asimismo, el comienzo de la Pintura contemporánea, y se considera precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX.

Contenido

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La superstición y el método científico [editar]

Imagine que una tribu remota llama a una de estas dos formas buba y a la otra kikí; trate de adivinar cuál es cuál y consulte al final de este artículo (en la sección de notas) para valorar su respuesta[1]
Cartel de la película The Birth of a Nation (‘El nacimiento de una nación’), visión pseudohistórica estadounidense llena de prejuicios, donde aparece la organización del Ku-Klux-Klan.

Las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de manera irracional en el ser humano, pueden estar basadas en tradiciones populares, normalmente relacionadas con el pensamiento mágico. El supersticioso cree que ciertas acciones (voluntarias o no) tales como rezos, ensalmos, conjuros, hechizos, maldiciones u otros rituales, pueden influir de manera trascendental en su vida.

Se consideran supersticiones aquellas disciplinas que la comunidad científica llama pseudociencias, tales como:

Lo que distingue a las supersticiones de la sabiduría y el sentido común es que se afirma una relación causal entre los acontecimientos debido a fuerzas supranormales:

Esta manera de proceder es contraria a la razón, que analiza las relaciones desde las causas inmediatas e intenta descubrir las leyes naturales que rigen las proporciones (o que, sin encontrar relaciones causa-efecto, explica los fenómenos a través de correlaciones, es decir, a través de la frecuencia en la que dos eventos se presentan simultáneamente).

Con el pensamiento de la ciencia moderna, algunas de las pseudociencias dieron paso al nacimiento de ciencias. Es el caso de la astrología de la que surgió la astronomía, de la alquimia surgió la química, etc.

En el pensamiento mágico y la magia se considera posible producir resultados que a la razón resultan contrarios a las leyes naturales conocidas valiéndose de ciertos rituales, en los que intervienen entes considerados en dicha creencia.

La superstición y la psicología [editar]

En el campo de la psicología, se entiende la superstición como el resultado de la manera prejuiciosa de juzgar la información que tiene nuestro cerebro. Un prejuicio cognitivo (del inglés cognitive bias, ‘predisposiciones cognitivas’ o ‘sesgo cognitivo’, en español), es una distorsión cognitiva en el modo en el que los humanos perciben la realidad. Algunos de estos procesos han sido verificados empíricamente en el campo de la psicología, otros están siendo considerados como categorías generales de prejuicios.

En algunas sociedades humanas se aprecia un proceso de decaimiento de las supersticiones. Sin embargo, este proceso no es lineal, como lo demuestra el auge que están teniendo la quiromancia y los exorcismos en Italia y Europa. Para el individuo supersticioso, la superstición cumple un papel positivo de estabilidad para la psiquis, por medio de los mecanismos de defensa. Los actos apotropaicos, como decir «¡Jesús!» tras un estornudo para rechazar la mala suerte, tocar madera, cruzar los dedos o santiguarse, tienen esa función de «curar» la mente.

Otros temas importantes en relación con las supersticiones son: el estudio del llamado pensamiento mágico, de la religión como un tipo de creenciaesquizofrenia como enfermedad mental. supersticiosa (ver más abajo), los trastornos obsesivo-compulsivos y la

Prejuicios cognitivos [editar]

El pensamiento mágico base de la superstición, es una forma de pensar y razonar que genera opiniones carentes de fundamentación lógica robusta o estricta. Creencias carentes de lógica. Suele estar basado en percepciones psíquicas subjetivas del individuo/colectivo, pudiendo haber sido condicionado por otras personas que haya conocido o aceptando de algún modo las teorías de dichos individuos con esas creencias.

En psiquiatría, varias enfermedades mentales y trastornos de personalidad se caracterizan por diversos grados de pensamiento mágico. Se utiliza el llamado método científico para remarcar lo endeble y arbitrario de las convicciones basadas en lo sobrenatural.

Bruce Hood, profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Bristol, llevó a cabo un experimento para demostrar la inutilidad de los esfuerzos por combatir las creencias irracionales, ya que sostiene que el cerebro humano tiende a funcionar de manera supersticiosa. Para demostrar su teoría, el profesor Hood les preguntó a los miembros del público de un festival de ciencias, si estaban dispuestos a probarse una chaqueta azul a cambio de una gratificación de 10 libras esterlinas. Después de que no pocos voluntarios levantasen la mano, dijo entonces que la chaqueta había pertenecido a Fred West, un asesino múltiple. Al oír esto, la mayoría de los voluntarios bajaron la mano como acto apotropaico o de defensa o rechazo del agüero.

En realidad, la chaqueta no había pertenecido a Fred West. El experimento mostró que esta creencia, a personas que se consideran racionales (ya que asisten a un festival de ciencias), les hacía sentirse incómodas.

Escrúpulos similares y creencias comparables, explican, por ejemplo, por qué pocas personas estarían dispuestas a cambiar su anillo de boda por una réplica idéntica. La diferencia entre conceder importancia sentimental a los objetos y creer en la religión, la magia o lo paranormal, es sólo de grado, según el profesor Hood.

Según el profesor Hood, debido a que los humanos operamos intuitivamente, instar a las personas a abandonar su sistema de creencias, no tiene éxito, porque ese componente irracional opera a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias racionales puede erradicarlo, de igual modo que no podemos erradicar un instinto.

Supersticiones y creencias populares [editar]

Existe diferencia entre las supersticiones específicas y las pseudociencias. Las pseudociencias tienen un definido ámbito concreto de creencias donde no cabe todo sino de acuerdo a sus bases. Otra diferencia es que los creyentes de supersticiones pueden ser personas de cualquier tipo raza, status social, región mundial... y no tienen porqué creer en pseudociencias, del mismo modo que un adepto de una pseudociencia no tiene porqué creer en las supersticiones populares.

Existen supersticiones relacionadas con los diferentes ámbitos de la vida del ser humano, desde los acontecimientos importantes para las personas (por ejemplo el matrimonio, la menstruación femenina, la botadura de barcos, el levantarse de la cama), los acontecimientos relacionados con los oficios (por ejemplo: ordeñar en la ganadería), los acontecimientos temporales (por ejemplo: fechas de siembra en la agricultura, el solsticio de la noche de San Juan, las fases de la Luna), los relacionados con objetos o elementos o con procesos: el hierro, por ejemplo, tiene poderes mágicos, protege a su propietario contra las brujas y los malos espíritus.

Hay muchas supersticiones relacionadas con tijeras, cuchillos, espadas, agujas...

Muchos escoceses creían que dormir con un cuchillo bajo la almohada evitaría que las brujas se los llevasen mientras dormían. En muchos países se considera fatídico regalar un arma blanca. El mango del cuchillo, al caer, apunta en la dirección de donde provendrá la buena suerte o los amigos. Si el cuchillo queda con el filo hacia arriba, se espera mala suerte, pues los espíritus se cortarán los pies.

Supersticiones que generarían desgracia [editar]

Gato negro.
  • Doblar la servilleta usada, o guardar una servilleta en su servilletero al final de una comida quebrantará la amistad.
  • Mencionar o formular verbalmente cualquier cosa no deseable o desgraciada (ver maldición).
    • Para contrarrestar la desgracia, inmediatamente se debe tocar madera.
  • Romper un espejo.
  • Pasar debajo de una escalera apoyada contra una pared, la escalera con las superficies del suelo y la pared forman un triángulo, representación de la Trinidad. Por lo tanto, cruzarla era atentar contra dicho dogma, o también representa una puerta de entrada al mundo de los espíritus.
  • Cruzarse con un gato negro.
  • Derramar sal: la sal, en la Antigüedad, representaba riqueza. Al parecer, este mito tiene su origen en el hecho de, una vez que Roma conquista y arrasa con la ciudad de Cartago, los soldados romanos vertieron sal sobre los restos de la ciudad, para que ninguna planta volviera a crecer en ella; o en que en la Antigüedad era común dar paga con la sal, (de ahí surge el salario) lo cual, al derramar este producto era considerado un desprecio hacia el dinero y por ende suponía la futura falta del mismo.
  • Derramar aceite.
  • Poner el pan invertido en la mesa.
  • Limpiar la mesa con papel, y no con un paño de tela, trae pérdidas económicas, porque representa un desprecio al papel moneda.
  • Escuchar el nombre de una persona que transmite «mala suerte» (persona que está «salada», jetattore, un mufa, aojador, gafe, cenizo)
    • Para contrarrestar la maldición, a la persona se la margina y se la menciona como «el/la innombrable».
    • En Argentina los varones se tocan el testículo izquierdo, y las mujeres el pecho izquierdo.
  • Ser víctima de un «trabajo» de vudú o magia negra.
  • Rezar con las piernas cruzadas.
  • Pisar en primer lugar con el pie izquierdo al levantarse de la cama (Véase el artículo zurdo).
  • Casarse o embarcarse un martes 13: en los países anglófonos se refieren al viernes 13.
  • Bautizar a un barco con el mismo nombre que tiene otro barco.
  • Sentarse a comer 13 personas a la mesa, por la Última Cena de Cristo con sus discípulos (ver triscaidecafobia).
  • Estornudar, por temor a perder el alma, sólo durante la Edad Media.
    • El riesgo se minimizaba cuando otra persona respondía de manera apotropaica «¡Jesús!».
  • Abrir un paraguas bajo techo, dentro de una casa.
  • Que se cayeran las tijeras con el pico abierto, o dejarlas a posta abiertas encima de la mesa de alguien, o dejarlas abiertas entre dos o más personas, supuestamente produce riña por el entrechocar de las espadas.
  • Poseer un solo vaso de una colección en la que se han ido rompiendo todos los demás.
  • Mirar fijamente a una persona, mal de ojo o aojamiento, que desde entonces sufre mala salud periódicamente o muere. Esta superstición se documenta desde la época romana.
  • Decir «¡por Dios!» ante cualquier suceso: según el mandamiento de la ley mosaica, no debía tomarse el nombre divino en vano.
  • Cuando una persona se ríe mucho es que le espera alguna desgracia o disgusto.[2]
  • El acostarse del lado del corazón ocasiona malos sueños.[2]
  • Cortarse las uñas en los días que tienen erre (martes, miércoles y viernes) genera padrastros.[2]
  • Matar a las golondrinas: porque una leyenda (no bíblica) dice que le extrajeron las espinas a Cristo en el Calvario.[2]
  • Toparse con un tuerto al salir de casa por la mañana.[2]
  • Que un artista (actor, cantante, músico, etc.) salga al escenario con una prenda amarilla.
  • Que el novio vea a la novia vestida de tal antes de la ceremonia.
  • En México (especialmente en el estado de Jalisco), pisar un mango echado a perder.
  • Cortar muy seguido, usando la tijera, se dice que corta los caminos.
  • Barrer los pies a alguien, dicen que quita la fortuna
    • Para revertir, la persona cuyos pies fueron barridos debe pisar la escoba

Supersticiones contra el mal o contra la mala suerte [editar]

Determinadas acciones son tradicionalmente consideradas como conjuros o actos contra el mal, los malos espíritus, las brujas y la mala suerte, y se realizan para protegerse, desviarlos, evitarlos o rechazarlos:

  • Poseer amuletos u objetos que protegen de la mala suerte o de las brujas, como llevar siempre una castaña recogida el día o la Noche de San Juan, o
  • En Aragón, ponerles pendientes hechos con ramitas de enebro a las ovejas.
  • Echar sal detrás del hombro, para aplacar a los malos espíritus que están tras la persona.
  • Tocar un objeto de madera al oír algo que se considera inauspicioso, pues algunas culturas creen que poseen propiedades mágicas o se puede pedir un deseo.
  • Cuando las ratas abandonan un barco es por que se va a hundir.
  • Cuando lo animales abandonan un lugar es por que viene un desastre.
  • Tener en el hogar un altar con estampitas de santos y vírgenes.
  • Encender una vela a un santo, en una iglesia católica o en el hogar.
  • Hacer una "limpieza" mediante magia blanca con una bruja o curandera.
  • "Tirar el cuerito" es un tipo de masaje shamánico relacionado con la piel de la cintura o el abdomen.
  • Decir «¡Jesús!» cuando se estornuda, ya que se consideraba antaño signo de mal agüero o de mal augurio.
  • Santiguarse al oír algo que proporciona mala suerte.
  • Hacer el conjuro de la taza de agua y las gotas de aceite para evitar el mal de ojo o aojamiento.
  • Golpear ligeramente las copas antes de beber su contenido, espanta a los malos espíritus y evita que entren al momento de abrir la boca.
  • Encontrar un trebol de 4 hojas.
  • Ponerle una cinta roja a los bebes, o en la panza de la mama embarazada.
  • Si se cae azucar, ponerse un poco de la azucar derramada, en la frente que es fortuna
  • Usar la ropa interior al revés, es decir, la parte de afuera hacia adentro, alejando los malos conjuros de brujas.

Supersticiones de buena suerte [editar]

Herradura puesta con el propósito de atraer la buena suerte.
  • Derramar el vino predice buena suerte o trae alegría.
  • Encontrarse por casualidad una herradura con 7 agujeros para los clavos es un buen augurio en Algeciras, o la sola posesión de una herradura.
  • Tener la pata de un conejo, frotarse y acariciarse con ella.
  • El número Siete
  • Para ganar la lotería se debe apoyar el billete en la espalda de un jorobado o en el vientre de una embarazada.
  • Tener amuletos, como una pata de conejo, estampitas de santos, alguna piedra especial o semipreciosa, etc.
  • Tener la bendición de los padres al casarse.
  • La mujer soltera que —durante una fiesta de casamiento— atrape el ramo de la novia cuando ésta realiza el rito de tirarlo violentamente por encima del hombro será la siguiente en casarse (en la Edad Media era primordial que una mujer se casase).
  • Cuando una persona debe pasar una prueba o realizar un examen académico, debe encender (ella misma u otra persona) una o varias velas en su casa o en una iglesia católica.
  • El feng shui chino y el vastu de la arquitectura hindú poseen conceptos parecidos y hasta equivalentes, que analizan qué lugares y fechas son las mejores para construir un edificio o iniciar una empresa o negocio o una relación de pareja.
  • En México se dice cada Viernes Santo hay un aguacate que en vez de carozo contiene un huevo de paloma. Hay que sostener el huevo en la mano y rezar un Padre Nuestro. El huevo se abrirá, y saldrá volando un polluelo, que es el Espíritu Santo. El lugar donde el polluelo se pose estará bendito incorruptiblemente hasta la llegada del Fin del mundo.
  • Pisar excremento que esté en el suelo, da buena suerte durante 7 años.

Supersticiones que auguran el futuro [editar]

  • Cuando a un difunto se le quedan los ojos abiertos es señal de que pronto le seguirá algún individuo de la familia.[2]
  • No deben echarse las cáscaras de los huevos en el fuego, porque se les secará el ano a las gallinas y no pondrán más huevos.[2]
  • Quien duerma en una cama con los pies hacia la calle morirá.[2]
  • Cuando se tira al suelo una cerilla encendida, y ésta no se apaga, es el augurio de una muerte próxima.[2]
  • Una mujer, durante la menstruación, no puede hacer mantequilla, mayonesa, tocar o preparar la leche o productos lácteos, regar las plantas, dar de comer a los animales... la mantequilla o mayonesa no ligarán, la leche se cortará, las plantas se secarán, los animales morirán, especialmente crías o bebés ajenos, o se les estropeará la comida, o se arguellarán. Esta superstición está relacionada con la pureza y la impureza de la mujer, y coincide con supersticiones afines del mundo islámico actual.
  • "Dineros o palos". Si se siente comezón o picazón en la palmas de las manos, es que se va a recibir dinero, o se van a recibir palos.
  • La mujer que siga el vuelo de una mariquita dará con el hombre ideal.
  • Una mariposa que vuela alrededor de una persona augura buenas noticias si es blanca, y malas noticias si es negra.[2]
  • Cuando una pulga pica en el dorso de la mano, es señal de que se va a recibir dinero (en la Edad Media había pulgas en todas las casas).[2]
  • Cuando una persona sueña con toros, es que le tocará la lotería, si es que ha jugado.[2]
  • Cuando a una persona soltera se le barren los pies, no se casa.[2]
  • Pisar accidentalmente el excremento de un animal traerá buena suerte.
  • Todos los 2 de febrero, la estatua de la Virgen María sale en procesión ritual por las calles cercanas al templo. Si vuelve a entrar con la vela encendida, será buen año.[2]
  • Las roscas y roscones, comidas en fechas señaladas, San Valero, Reyes Magos... coincidentes con las fiestas paganas de la siembra, la recolección, la primavera etc., suelen llevar una o dos sorpresas. Una solía ser una moneda o regalo favorable, y la otra, habitualmente desfavorable que trae pagar el roscón consiste generalmente en una semilla de haba, relacionada con el glande masculino.
  • En México, cuando un cuchillo cae y se clava en el suelo, augura la llegada de una visita.
  • En Aragón (España), cuando una persona, sin darse cuenta, se pone una prenda del revés (por ejemplo, la camiseta con la espalda al frente), es que se va a producir una sorpresa, un imprevisto bueno o malo.
  • En Aragón (España), «Soñar con muertos, saber de vivos»: cuando se sueña con personas que han muerto, sobre todo familiares, es que se van a recibir nuevas noticias de, o se va reunir uno con, amigos o parientes.

Religión y superstición [editar]

Casi cada religión posee rituales, ceremonias o ensalmos que pondrían a la persona en relación con las fuerzas espirituales, y que las personas que no pertenecen a esa religión pueden considerar supersticiones, como el degollamiento de una gallina, la señal de la cruz, el bautismo, la misa, etc.

Se acepta que es más probable encontrarse con alguien que profesa una religión supersticioso que con un agnóstico o con un ateo[cita requerida] supersticioso.

La diferencia entre superstición y fe religiosa estriba, en primer lugar, en la manera de comprender globalmente la realidad. En la superstición, la fuerza supranatural que actúa es arbitraria y disgregada de las demás, mientras que una religión tiene un sistema teológico organizado que afirma la existencia de un ser (o varios) o una causalidad superior general, que actúa(n) en el todo. En segundo lugar, de cada religión se deriva, además de la espiritualidad, una moral, mientras que en numerosas supersticiones sólo se condiciona la actuación del individuo hacia la adquisición o pérdida de la suerte o la desgracia. Y en tercer lugar, en muchas religiones, como el cristianismo, no se encuentra contradicción entre la racionalidad, que examina las causas inmediatas, y la creencia religiosa, con la consecuente coexistencia de ambas actitudes.

El cristianismo considera la superstición como contraria al primer mandamiento.[3]

Desde esta perspectiva, se comprende que, según el diccionario de la Real Academia Española, la superstición es una ‘creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón’.

La supersticón no tiene por objeto el conocimiento de la realidad que yace tras dicha creencia, se da por supuesto su veracidad. Su objeto es mantenerse alerta en las situaciones diarias para evitar o incidir en las acciones que conducen de modo oportuno a la base de la creencia. La religión tiene por objeto de un modo básico, adquirir la gracia del ente o entes objeto de adoración a base de cumplir los mandamientos (véase ascética) y rechazar las prohibiciones que dicta su credo.

La inofensiva culebra bastarda.

Algunas religiones y cosmovisiones esotéricas herméticas han considerado los estados de conciencia alterados como una prueba más de la existencia de sus creencias. Su conocimiento parte de premisas y fuentes totalmente diferentes a las de la ciencia, la técnica y la filosofía científicas (de nuestro tiempo). Sería fruto del desarrollo de capacidades en el individuo que trascenderían los límites de la percepción sensorial normal. Mediante técnicas: meditativas, autosugestión, privación del sueño, ayuno, deshidratación, drogas, intoxicaciones... los sujetos experimentan una realidad más allá del umbral de la normalidad y perciben un nivel de realidad diferente y subjetivo a sí mismo.

Orígenes de la idea de superstición [editar]

Etimología del término: la palabra española «superstición» corresponde al verbo latino super-stare (‘permanecer sobre’, que para los romanos tenía el sentido figurado de «ser testigo» o «sobrevivir»). De acuerdo con Cicerón, y después Isidoro de Sevilla,[4] la idea de trascender y perpetuarse a través de la realización constante de rituales subyacía en el uso de esta palabra:

Se llama supersticiosos a quienes rezan u ofrecen sacrificios todos los días para que sus hijos les sobrevivan
Cicerón: De natura deorum (II, 72)

Por otra parte, en la antigua Roma los adivinos eran calificados frecuentemente como superstitiosus, lo que de por sí no habría constituido una valoración necesariamente peyorativa. Pero a veces sí se dio un sentido desfavorable a la palabra y las acciones que designaba, entendidas como una manifestación exagerada, y por tanto superflua y desordenada, de religiosidad. Esta idea resulta más comprensible si se considera que religio, la religión, significaba precisamente lo contrario para los romanos. Según el mismo Cicerón, religio viene de re-legere (‘reagrupar, ordenar’). Por lo mismo, dentro de la preocupación romana de realizar el culto dentro de normas rígidas, una exageración, como hacer sacrificios todos los días, podía llegar a ser entendido como un defecto.[5] Para los romanos, el supersticioso podía llegar a ser o bien un tartufo o una persona afectadamente religiosa.

Evolución del concepto cristiano de superstición [editar]

En las primeras versiones en latín del Nuevo Testamento cristiano se utiliza sólo 3 veces la palabra «superstición», siempre a la manera romana:

  • En Hechos (17.22), sin un sentido peyorativo explícito, cuando san Pablo alaba a los atenienses por tener un altar reservado «al dios desconocido». Entonces, refiriéndose a que son «extremadamente religiosos», los calificó de «quasi supertitiores».
  • En Hechos (25, a. C.19), en un sentido literal y ambiguo, cuando los judíos acusan al mismo Pablo de supersticioso por creer que Jesucristo está vivo (que «ha sobrevivido»), siendo que ya ha fallecido.
  • En Colosenses (2, a. C.21), refiriéndose a una manera afectada de religiosidad, cuando nuevamente Pablo exhorta a sus lectores a dejar el formalismo ritual judío y así no caer «in supertitione».

Pero después de décadas, o incluso siglos, los primeros cristianos comenzaron a cambiar el sentido de la palabra «superstición».

Lactancio: Religión versus superstición [editar]

En el siglo III, Lactancio refutó las etimologías clásicas de Cicerón, buscando interpretaciones más útiles desde el punto de vista cristiano. Para él, religiorelegere (‘reagrupar’ o ‘reordenar’), sino de re-ligare (‘volver a unir’), lo que resultaba muy consonante con el sentido mesiánico y salvífico del cristianismo, que proclama una «nueva alianza» entre la divinidad y el ser humano. El cristianismo era, pues, para Lactancio una religión. ya no viene de

Siguiendo con esta línea argumentativa, el mismo autor cambiaba el significado de la etimología de supertitio. Ésta ahora asimilaba el concepto a idolatría y culto equivocado; superstición equivalía a divinización pagana de los muertos:

...los supersticiosos no son aquellos que esperan que sus hijos les sobrevivan —eso lo esperamos todos—, sino quienes veneran la memoria de los difuntos para que sobreviva a ellos, o incluso aquellos que mediante imágenes de sus padres rinden culto como lo hacen con sus dioses penates...
Lactancio: Institutiones divínae

Para Lactancio, entonces, religión era igual a culto verdadero, mientras que superstición era un falso culto.

Agustín de Hipona: Cristianismo contra superstición [editar]
Según san Agustín, la superstición es pagana y demoníaca.

En el siglo IV Agustín de Hipona volvió a modificar la explicación del significado de la etimología de supertitio, buscando establecer un nuevo concepto más acorde con su situación histórica. Para él, las supersticiones eran las «supervivencias» de la idolatría pagana que subsistían tras el triunfo político y espiritual del cristianismo, producto de la conversión del emperador Constantino. Y, más específicamente, supertición era todo resto de veneración a una criatura —ser creado— fuera éste ídolo, hombre, demonio, animal, planta, astro u objeto.[6]

Es supersticioso aquello instituido por los hombres para crear ídolos y venerarlos o rendir culto a una criatura o parte de una criatura como si se tratase de Dios, o para consultar a los demonios y sellar a través de ciertos acuerdos (pactos) una comunicación con ellos.
Agustín de Hipona: De doctrina christiana

De estas afirmaciones, que fueron retomadas por Tomás de Aquino, proviene el concepto cristiano de superstición vigente durante los siglos siguientes, y aun en el presente. Éste se puede resumir en dos afirmaciones:

  • Toda creencia sobrenatural ajena al cristianismo es superstición.
  • La superstición es una manera de relación con el demonio.

La segunda idea implicaba que, por ejemplo, si el estremecimiento o tembladera de un miembro (un brazo, por ejemplo) era considerado un mal augurio, era porque para el supersticioso era una especie de signo convencional o clave secreta, mediante la cual recibía un mensaje del demonio.[cita requerida]

La nueva definición de superstición se extendió rápidamente.

Como ejemplo de la idea cristiana de que lo no cristiano es supersticioso, ya en el siglo V se encuentran textos eclesiásticos que hablan de las «supersticiones judaicas».[7] Si los judíos no creían en Cristo, sus rituales debían por fuerza ser supersticiosos y mal inspirados.

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

Notas [editar]

  1. En este experimento psicológico ideado por Wolfgang Köhler, se pide al sujeto que diga cuál de estas figuras se llama buba y cuál kikí. Del 95% al 98% de las personas le asigna el nombre kikí a la figura angular de color naranja, y buba a la figura redondeada de color violeta. Se piensa que esto tiene implicaciones en el desarrollo del lenguaje; es decir, que el mecanismo de poner nombres a los objetos no es totalmente arbitrario. Otra explicación sería que la forma redondeada suele recibir el nombre de buba porque los labios adoptan una figura redondeada para producir el sonido. En cambio, los labios adoptan una figura más angulosa al pronunciar kikí. Además, el sonido de las k es más forzado que el de las b. Por otra parte, en el alfabeto romano, las letras b y a tienen un dibujo más redondeado que k e í.
  2. a b c d e f g h i j k l m n Sergio Hernández, «Supersticiones populares», en El folk-lore frexnense y bético-extremeño, 1883-1884 (págs. 135-136). Badajoz y Sevilla: Diputación Provincial y Fundación Antonio Machado.
  3. Catecismo de la Iglesia Católica
  4. Isidoro de Sevilla; Etimologías (X, 244).
  5. Schmitt, Jean-Claude; Historia de la superstición. Barcelona: Crítica, 1992.
  6. Jean-Claude Schmitt: Historia de la superstición. Barcelona: Crítica, 1992.
  7. Estatutos de la Iglesia primitiva. Galia, 475.

CULTURA5: PERSONAJES POPULARES. "EL FAROLERO"

 

farolero, ra.

1. adj. coloq. Vano, ostentoso, amigo de llamar la atención y de hacer lo que no le toca. U. t. c. s.

2. m. Fabricante o vendedor de faroles.

3. m. Encargado de cuidar de los faroles del alumbrado.

meterse alguien a farolero.

1. loc. verb. coloq. meterse en camisa de once varas.



Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Obtenido de http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=farolero

CULTURA5: CAMILO JOSÉ CELA (Padrón, La Coruña, 11 de mayo de 1916 - Madrid, 17 de enero de 2002). CAMILO JOSÉ CELA RETRATA MAGNIFICAMENTE A PERSONAJES POPULARES. UNA DE SUS OBRAS MÁS CONOCIDAS ES "LA COLMENA", ENTRE OTRAS. Camilo José Cela Trulock, primer marqués de Iria Flavia (Padrón, La Coruña, 11 de mayo de 1916 - Madrid, 17 de enero de 2002). Autor enormemente prolífico, novelista, periodista, ensayista, editor de revistas literarias, conferenciante, académico español, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1987 y premio Nobel de Literatura.

Camilo José Cela

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Para el escritor y filósofo del Derecho, hijo de éste, véase Camilo José Cela Conde.
Camilo José Cela Nobel prize medal.svg
Portrait Cela.jpg
Premio Nobel de Literatura en 1989
Nombre Camilo José Cela Trulock
Nacimiento 11 de mayo de 1916
Bandera de España Iria Flavia, España
Defunción 17 de enero de 2002 (85 años)
Bandera de España Madrid, España
Ocupación Escritor
Nacionalidad Española
Período Segunda mitad siglo XX
Género Todos los géneros
Movimientos Tremendista

Camilo José Cela Trulock, primer marqués de Iria Flavia (Padrón, La Coruña, 11 de mayo de 1916 - Madrid, 17 de enero de 2002). Autor enormemente prolífico, novelista, periodista, ensayista, editor de revistas literarias, conferenciante, académico español, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1987 y premio Nobel de Literatura.

Contenido

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Biografía [editar]

Camilo José Cela nació en la localidad gallega de Padrón (provincia de La Coruña), el 11 de mayo de 1916. Su padre (Camilo Cela Fernández) era gallego y su madre inglesa e italiana (Camila Emmanuela Trulock y Bertorini); su sexto apellido es belga, Lafayette.[1] Fue el primogénito de la familia Cela Trulock y bautizado con los nombres de Camilo José Maria Manuel Juan Ramón Francisco Javier de Jerónimo en la Colegiata de Santa María la Mayor de Adina (Sangenjo). En 1925 la familia se instala en Madrid y Camilo cursa estudios en el colegio de los escolapios de Porlier. En 1931 hubo de ser internado en el Sanatorio Antituberculoso de Guadarrama, experiencia que aprovecharía posteriormente para una de sus novelas. Los periodos de reposo que su enfermedad le imponía serían empleados en intensas lecturas de Ortega y Gasset y la colección de autores clásicos españoles de Rivadeneyra, según se cuenta. En 1934 termina sus estudios secundarios en el Instituto de San Isidro e inició la carrera de Medicina. No se ha abundado suficientemente sobre las actividades que nutrieron su acervo intelectual (académicas, influencias, amistades, viajes, idiomas o lecturas) con el que el joven Cela cimentara su erudición. Se sabe que gustaba asistir de oyente a las clases de Literatura Española Contemporánea de Pedro SalinasAlonso Zamora Vicente. También trata a Miguel Hernández y María Zambrano, en cuya casa de la plaza del conde de Barajas conoce en tertulia a Max Aub y otros escritores e intelectuales. en la nueva Facultad de Filosofía y Letras. Allí se hizo amigo del escritor y filólogo

La Guerra Civil estalló mientras él estaba en Madrid, con 20 años y recién convaleciente de tuberculosis. Cela, de ideas conservadoras, pudo escapar a la zona nacional siendo herido en el frente y hospitalizado en Logroño.

Tres margaritas visitaron la sala n.° 5, en una cesta llevaban los regalos.-Soldadito, te voy a condecorar con un escapulario del Sagrado Corazónpara que te preserve de todo mal, mira lo que dice: «Deténte, bala, el Corazón deJesús está conmigo»-.El artillero Camilo se puso pálido, se le escapó todo el color de la cara.-«No, no, muchas gracias, condecore usted a otro, se lo ruego, se lo pidopor favor, yo llevaba uno prendido con un imperdible en la guerrera y aún nohace un mes me lo sacaron por la espalda, se lo digo con todo respeto, señorita,pero para mí que el Sagrado Corazón es gafe»-.Mazurca para dos muertos. pág. 183

Al acabar la guerra demuestra una gran indecisión en sus estudios universitarios y entra a trabajar en una oficina de Industrias Textiles, donde empieza a escribir lo que será "La Familia de Pascual Duarte". «Empecé a sumar acción sobre acción y sangre sobre sangre y aquello me quedó como un petardo».[2]

Ya en los años 50, empezó Cela sus memorias. Trazó entonces un amplio proyecto que llamó "La cucaña". De aquel plan sólo se editó en libro "La rosa"[3] que termina en los recuerdos de infancia. El volumen II se publica en el año 2001[4] abarca parte de la infancia, la adolescencia y juventud del autor.

Casóse en 1944 con María del Rosario Conde Picavea con quien tuvo, dos años después, un hijo Camilo José. Camilo José Cela se divorció de Rosario Conde a finales de los 80 para casarse en 1991 con Marina Castaño, periodista con la que compartió sus últimos años.

Orientado a la literatura y ambicioso, puso en marcha en plena autarquía un mecanismo que el poeta falangista Dionisio Ridruejo definió como "estrategia de la fama, el culto a la personalidad y la voluntad imperativa".

Utilizó para ello una triple estrategia a largo plazo: colaboracionismo político con el Régimen, estilo literario impactante e imagen pública epatante.

Estrategia política [editar]

Cela malvivió de colaboraciones con la prensa en la posguerra. Obtuvo el imprescindible carnet de periodista con el apoyo de Juan Aparicio en 1943.[5][6] Optó y ocupó un puesto en el cuerpo policial de Investigación y Vigilancia del Ministerio de la Gobernación del régimen franquista donde trabajó como censor Fue un delator de opositores al régimen y censor. El periodista Eugenio Suárez, censor confeso, refiere estos primeros años difíciles de Cela. (ver recuadro) durante 1943 y 1944. Sus dos primeras obras literarias fueron, afortunadamente, censuradas, lo que hizo aumentar las expectativas de los lectores.

EXCELENTÍSIMO SEÑOR COMISARIO GENERAL DE INVESTIGACIÓN Y VIGILANCIA.

El que suscribe, Camilo José Cela y Trulock, de 21 años de edad, natural de Padrón (La Coruña) y con domicilio en esta capital, Avenida de la Habana 23 y 24, Bachiller Universitario (Sección de Ciencias) y estudiante del Cuerpo Pericial de Aduanas, declarado Inútil Total para el Servicio Militar por el Tribunal Médico Militar de Logroño en cuya Plaza estuvo prestando servicio como soldado del Regimiento de Infantería de Bailén (nº 24), a V.E. respetuosamente expone:

Que queriendo prestar un servicio a la Patria adecuado a su estado físico, a sus conocimientos y a su buen deseo y voluntad, solicita el ingreso en el Cuerpo de Investigación y Vigilancia.

Que habiendo vivido en Madrid y sin interrupción durante los últimos 13 años, cree poder prestar datos sobre personas y conductas, que pudieran ser de utilidad.

Que el Glorioso Movimiento Nacional se produjo estando el solicitante en Madrid, de donde se pasó con fecha 5 de octubre de 1937, y que por lo mismo cree conocer la actuación de determinados individuos.

Que no tiene carácter de definitiva esta petición, y que se entiende solamente por el tiempo que dure la campaña o incluso para los primeros meses de la paz si en opinión de mis superiores son de utilidad mis servicios.

Que por todo lo expuesto solicita ser destinado a Madrid que es donde cree poder prestar servicios de mayor eficacia, bien entendido que si a juicio de V.E. soy más necesario en cualquier otro lugar, acato con todo entusiasmo y con toda disciplina su decisión.

Dios guarde a V.E. muchos años.

La Coruña a 30 de marzo de 1938. II Año Triunfal.

Fdo. Camilo José Cela

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Conquistado literariamente Madrid, se va a Palma de Mallorca (1954-1989), donde se introduce en el negocio editorial creando en 1956, con Caballero Bonald como secretario de redacción , una revista literaria llamada "Papeles de Son Armadans" (1956-1979) que Cela supo orientar más allá del sectarismo propio de aquellos tiempos apoyando la participación de relevantes escritores del exilio.[7]"Alfaguara" donde se publican sus obras y las de otros muchos autores del momento .[8] A pesar de su mayor estabilidad económica Cela demostró su talante mercantilista y su connivencia interesada con el poder político del tardofranquismo. También creó la editorial

El profesor Ysàs desvela recientemente con documentos cómo personas de renombre de la literatura española, como era ya Camilo José Cela, se ofrecieron a colaborar con el Ministerio de Información en los años de la Transición con el objeto de reconducir, o mejor dicho frenar, la disidencia de otros compañeros.[9] Cela sugiere que algunos intelectuales, disidentes en apariencia, podrían ser sobornados, “domesticados” o convertidos en fieles al sistema. Incluso llegó a sumarse a un grupo de escépticos e inconformistas simulados para poder así espiar sus actividades. Conociendo las dificultades del oficio, entre otros trucos Cela proponía la compra de libros a ciertos autores para favorecerlos, o hacerles contratos de edición en alguna editorial que colaborara con el franquismo, y si era preciso que se crease al efecto, aumentándoles el porcentaje a percibir para ganárselos. Lo peor es que Cela no fue reclutado sino que ofreció, espontáneamente, su asistencia a la dictadura.

Presidió la Sociedad de Amistad España-Israel, constituida en los años 70 con el fin de ayudar al establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países y a fomentar las relaciones culturales, bajo la idea de los elementos constitutivos judíos de la cultura española.

Cela es nombrado Senador en las primeras Cortes Generales de la transición democrática y toma parte activa en la revisión que el Senado efectúa sobre el texto constitucional elaborado en el Congreso de los Diputados. Su enmienda consiste en denominar a la lengua oficial del Estado como "castellano o español". Con el comienzo del año de 1979 y con la convocatoria de nuevas elecciones generales, Cela concluye su etapa de Senador por designación real.

Obra literaria [editar]

En 1938, concluye "Pisando la dudosa luz del día", poemario surrealista, cuando la guerra civil ha estallado ya y Madrid es asediada.

La vida cultural en aquella España imperial de boina y botijo, era de un aburrido letal,[10]Carpetovetónica en expresión de Cela[11] . Pero en 1942 se produjo un acontecimiento de singular importancia literaria: la publicación de La familia de Pascual Duarte, novela que se desarrolla en la Extremadura rural de antes de la Guerra Civil y durante ella y en la que su protagonista cuenta la historia de su vida en la que se presenta la violencia más cruda como única respuesta que conoce a los sinsabores de su existencia. Este libro inaugura un nuevo estilo en la narrativa española, conocido con el término "tremendismo".

A partir de aquí Cela concibe la novelística como un género en libertad: el escritor no debe someterse a ninguna norma, de ahí su voluntad experimental que hace que cada una de sus obras sea diferente y que en cada una ensaye una técnica diferente. Mezclando sabiamente los recursos narrativos de las vanguardias del siglo XX , se convirtió en un artista "rompedor". Cela descubre la infalible fórmula literaria que utilizará en adelante: equilibrada aleación de humor, ternura, horror, desenfado verbal y léxico escatológico.[12] Al contrario de otros autores, Cela explica detenidamente o anuncia, en prólogos, paratextos y entrevistas todo lo que escribe y por qué lo hace.

La colmena, se editó en 1951 en Buenos Aires, ya que la censura había prohibido su publicación en España a causa de sus pasajes eróticos. Durante el mismo franquismo, Manuel Fraga cuando fue Ministro del Interior, autorizó personalmente la primera edición española. La novela nos cuenta retazos de las historias de múltiples personajes que se desarrollan en el Madrid de los primeros años del franquismo. Muchos críticos consideran que esta obra incorpora la literatura española a la novelística moderna. El mismo autor definió esta obra como «esta crónica amarga de un tiempo amargo» en el que el principal protagonista es el «miedo». Está considerada por la critica especializada como la mejor novela española del siglo XX. Fue llevada al cine bajo la dirección de Mario Camus en 1982, en donde el propio Cela participó como guionista y actor.

"Siempre bajo el título genérico de Historias de Venezuela voy anotando datos y escenas para los siguientes libros, aparte del que hoy me ocupa, claro es [La catira], y que podríamos llamar la novela del llano: La flor del frailejón, novela de los Andes, La cachucha y el pumpá, novela de Caracas, Oro chocano, la novela de Guayana, Las inquietudes de un negrito mundano, novela del Caribe, y una última aún sin título definitivo sobre el mundo del petróleo" (...). "Pienso que, si en un plazo de 10 años, lográsemos tener esa panorámica literaria de nuestro -¿por qué va ser más de usted que mío?- complejo y apasionante país, Venezuela se encontraría a la cabeza de todos los temarios novelísticos de cualquier escritor europeo".
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Tenía pactadas con el régimen del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez,[13] a precio de oro y para los siguientes 10 años, una serie de cinco o seis novelas ("Historias de Venezuela") propagandísticas para aquella dictadura. La Catira fue la primera, publicada en 1955. Cela quiso refundar literariamente Venezuela ; incluso se aplicó para crear una nueva lengua, la llanera, que fue una impostura absoluta. Se parecía al español rústico, una lengua barbárica que cortaba las palabras por el final. Cela cobró por La Catira una suma bastante alta para la época: unos tres millones de pesetas, según el testimonio de su hijo en su biografía "Cela, mi padre".[14]

El caso de Cela fue especial. Su encargo se insertó en una ofensiva diplomática para promocionar el perezjimenismo y sus programas de inmigración en el exterior, pero también para vender culturalmente el franquismo. No hay que olvidar que 160.000 españoles se instalaron por entonces en Venezuela. Pero La Catira provocó tal escándalo en los círculos culturales del país que la colaboración entre la dictadura del coronel Pérez Jiménez y el escritor gallego quedó liquidada y no hubo más "Historias de Venezuela". [15] [16]

Camilo Jose Cela-2.jpg

San Camilo 1936 (1969), ambientada, como su título indica (Vísperas, festividad y octava de San Camilo 1936 en Madrid), en la semana precedente al estallido de la guerra civil española está escrita en un monólogo interior continuo. Estilo parecido se encuentra en su obra Cristo versus Arizona1994),una de sus novelas más enigmáticas basada en los sucesos de 1881 del OK Corral, la cual está escrita en una única y larga oración con el uso de un solo punto (el final). Narraciones caóticas, con aparición de cientos de personajes y empleo de técnicas cubistas de fragmentación y collage. (

Fue un viajero incansable que anduvo con la mochila al hombro por las tierras de España. Camilo J. manifiesta su voluntad de recorrer únicamente tierras españolas, no le interesa lo exótico, ni lo lejano.[17] Sus libros de viaje, que incluyen "Viaje a la Alcarria" (1948), el más célebre, y "Del Miño al Bidasoa" (1952), le dieron cierta fama de hombre andariego, fornicador y tragaldabas.[12]

"La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona" (1977) no demasiado conocida para el publico en general, es, sin duda, una de sus obras más divertidas, picantes y recomendables, destacándose que narra un hecho real. Literariamente pertenece al género epistolar: reúne la delirante correspondencia mantenida entre Cela y su amigo y académico Alfonso Canales.[18] Básicamente se comentaban todo suceso extraordinario y normalmente relacionado con la gente común y sus costumbres y hábitos sexuales o estrambóticos en general. Fue llevada al cine con mucho éxito.

"María Sabina. Oratorio dividido en 1 pregón (que se repite) y 5 melopeas". Libreto inspirado en la celebrada mujer de conocimiento mazateca. La primera edición de esta obra fue publicada en la revista "Papeles de Son Armadans", en diciembre de 1967. Se estrenó, con música de Leonardo Balada, en el Carnegie Hall, de Nueva York, el 17 de abril de 1970. Un mes más tarde, el Teatro de la Zarzuela recibía con manifiesta hostilidad de crítica y público esta ópera inscrita en una línea de ruptura que por aquellos tiempos alcanza otra significativa expresión novelística.

Camilo José Cela fue elegido, en febrero de 1957, miembro de la Real Academia Española donde ocupó el sillón Q. Su discurso de presentación tuvo lugar el día 27 de mayo del mismo año. En su discurso, al que respondió Gregorio Marañón, trató de la obra literaria del pintor José Gutiérrez Solana (1886-1945).

La imagen [editar]

Tenía grandes dotes de actor, entre ellas una voz poderosa, una excepcional capacidad paródica, sabia dosificación de la expectativa y la sorpresa, empatía con el auditorio y un gran sentido del espectáculo.[19] Cela siempre se mantuvo independiente y a contrapelo de muchas tendencias aun reconociendo una «grave falta de interés por la aventura intelectual». Mantuvo sus ideas políticas derechistas, y el hecho de haber combatido y trabajado a favor del campo nacionalista, le granjearon la enemistad del "establishment" literario vanguardista.[12] A ello contestaba Cela con su humor dedicando algunos de sus libros «a mis enemigos que tanto me han ayudado en mi carrera».

Considerado como “gran farsante”, por la constante antinomia que mantuvo durante su vida entre lo que decía y lo que hacía, Cela propició una especie de relaciones públicas al revés. Era pronto para la imprecación y el exabrupto. En algunas ocasiones se le recuerdan salidas ingeniosas que llenan su anecdotario como la famosa anécdota del Camilo José Cela político: senador por designación real, sentado en su escaño, habiendo tomado la palabra mosén Lluís Maria Xirinacs, una sonora ventosidad de Don Camilo dejó sin habla al orador y enmudeció al auditorio, y para deshacer el entuerto el propio Cela se dirigió al orador y le dijo: “prosiga el Mosén”.[20] Poco tiempo después, Cela negó haber dicho esa frase en un programa de TVE, argumentando que, «para hacer callar a un cura, habría hecho falta un elefante, no un gallego».

Otra de las anécdotas más llamativas respecto a su persona la protagonizo igualmente como senador y con el señor Xirinacs. Estaba el escritor dando cabezadas en plena sesión parlamentaria cuando el sacerdote le importunó con la pregunta: «¿Está usted dormido?». A lo que el Nobel le respondió: «Monseñor, no estoy dormido, estoy durmiendo». El mosén le replicó: «¿Es lo mismo, ¿no?». «No, monseñor, son cosas distintas», instruyó al religioso don Camilo: «No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, de la misma manera que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo».[21]

En octubre de 1989 el secretario de la Academia Sueca anunció que le había sido concedido el Premio Nobel de Literatura según la propia academia: «...por la riqueza e intensidad de su prosa, que con refrenada compasión encarna una visión provocadora del desamparo de todo ser humano».

En 1994 recibió el Premio Planeta. La obra premiada de Cela, La Cruz de San Andrés , tiene pendiente un juicio por plagio que ha sido reabierto,[22] al haber sido denunciado por una de las participantes que enviaron manuscritos al citado certamen, si bien los peritos judiciales que intervinieron descartaron la existencia de plagio.

En 1995 recibió el Premio Cervantes, el más prestigioso galardón literario de los países de lengua española.

Murió el 17 de enero de 2002 a los 85 años, el mismo día en que su hijo cumplía 56 años. Sus últimas palabras oficiales fueron: ¡viva Iria Flavia!. En ese mismo año, Tomás García Yebra publicó, en "Ediciones Libertarias", de Madrid, el libro Desmontando a Cela, prologado por José Luis de Vilallonga. Autor de más de setenta obras de todos los géneros y de novelas memorables, Cela estuvo gran parte de su vida rodeado de reconocimientos y de polémicas

Premios [editar]

Obra [editar]

Narrativa [editar]

Estatua de Camilo José Cela en Padrón.
  • La familia de Pascual Duarte (1942)
  • Pabellón de reposo (1943)
  • Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes (1944)
  • Viaje a la Alcarria (1948)
  • La colmena (novela) (1951)
  • Mrs Caldwell habla con su hijo (1953)
  • La catira (1955)
  • Judíos, moros y cristianos (1956)
  • Tobogán de hambrientos (1962)
  • Toreo de salón (1963).
  • Viaje al Pirineo de Lérida (1965)
  • San Camilo 1936 (1969)
  • María Sabina (1970) [1]
  • El carro de heno (1970)
  • Oficio de tinieblas 5 (1973)[2]
  • Rol de cornudos(1976)
  • Enciclopedia del erotismo. – Madrid: Ed. Sedmay, 1976
  • La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona. – Barcelona: Tusquets, 1977
  • Encarnación Toledano o la perdición de los hombres. Gavilla de pliegos de cordel moralizadores y ejemplares que compuso un paisano apodado el Barbas para su solaz y también para escarmiento de libertinos y aviso de decentes. (1984). Coplas de ciego.
  • Mazurca para dos muertos (1984). Premio Nacional de Literatura.
  • Izas, rabizas y colipoterras. Drama con acompañamiento de cachondeo y dolor de corazón (1984)
  • Nuevo viaje a la Alcarria (1987)
  • Cristo versus Arizona (1988)
  • Cachondeos, escarceos y otros meneos. – Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1991
  • Torerías: El gallego y su cuadrilla, Madrid, Toreo de salón y otras páginas taurinas / editado por Andrés Amorós. – Madrid: Espasa Calpe, 1991
  • Memorias, entendimientos y voluntades (1993)
  • El asesinato del perdedor (1994)
  • La cruz de San Andrés (1994). Premio Planeta [3]
  • Madera de Boj (1999)
  • Pequeña paradoja de "Chindo" perro de ciego.

Autobiografía

  • La Rosa. Editorial Espasa-Calpe. Madrid, 2001.

Poesía [editar]

  • Pisando la dudosa luz del día. 1945
  • Cancionero de la Alcarria. – San Sebastián: Norte, 1948.
  • Encarnación Toledano o la perdición de los hombres. - Oviedo:Altair, 1984.
  • Poesía completa. 1996.
  • El carro de heno o El inventor de la guillotina. – Palma de Mallorca: Papeles de Son Armadans, 1969. – (Homenaje al Bosco ; 1)
  • La extracción de la piedra de la locura o El inventor del garrote. – Barcelona: Seix Barral, 1999. – Homenaje al Bosco ; 2)

Diccionarios [editar]


Predecesor:
Naguib Mahfuz
Premio Nobel de Literatura
1989
Sucesor:
Octavio Paz

Enlaces externos [editar]

Bibliografía [editar]

  1. Ángel Díaz Arenas. «Foto Matón Humano y literario de Camilo José Cela y su obra». Consultado el 1-11-2008.
  2. Cela, C. J. : "Algunas palabras al que lo leyere", Mrs. Caldwell habla con su hijo. Barcelona. Destino. 1969 (pág.10)
  3. Cela, C.J.: "La rosa". Correo literario de Madrid (1 de junio a 15 de noviembre de 1950)
  4. Camilo José Cela : "Memorias, entendimientos y voluntades". Ed.: Espasa Calpe. 2001.
  5. Haro Tecglen, Eduardo: "El niño republicano". Madrid : Alfaguara, 1996
  6. Eugenio Suárez (21-1-2002). «El Cela celado». El País. Consultado el 1-11-2008.
  7. José Manuel Caballero Bonald (17-1-2002). «La voz tras la mordaza». Consultado el 1-11-2008.
  8. Trapiello, Andrés: "Las armas y las letras: literatura y guerra civil (1936-1939)". Barcelona: Planeta, 1994
  9. Pere Ysàs: "Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia , 1960-1975", Barcelona, Crítica, 2004
  10. Eduardo Haro Tecglen (5-6-2004). «Así éramos en los años Cuarenta». El País Semanal. Consultado el 1-11-2008.
  11. Cela, Camilo José. "El gallego y su cuadrilla y otros apuntes carpetovetónicos". Nueva edición corregida y aumentada. Barcelona, Ediciones Destino, 1967
  12. a b c Santiago Rodríguez Santerbás (20-6-1970). «C.J.C.: Vivir de las rentas». Revista Triunfo, 420; 47-48. Consultado el 1-11-2008.
  13. Gustavo Guerrero (1-6-2008). «Cela hace Las Indias». El País. Consultado el 1-11-2008.
  14. Cela Conde, Camilo José (2002). Cela, mi padre. Madrid: Temas de Hoy. ISBN 9788484601920.
  15. Gustavo Guerrero : «Historia de un encargo: «La catira» de Camilo José Cela. Literatura, ideología y diplomacía en tiempos de la hispanidad». Premio Anagrama. ABC 30 abril de 2008
  16. Charo Ramos (30-4-2008). «Un ensayo sobre la obra venezolana de Cela gana el premio Anagrama». Diario de Sevilla. Consultado el 1-11-2008.
  17. Carmen Aznar Pastor (julio-agosto 2004). «Los libros de viaje de Camilo José Cela: ¿relatos autobiográficos o relatos de ficción?». Quimera nº 246-247. Consultado el 1-11-2008.
  18. «La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona». Consultado el 1-11-2008.
  19. Francisco García Marquina : "Retrato de Camilo José Cela". Edición de la Society of Spanish and Spanish-American Studies Universidad de Colorado at Boulder (U.S.A.) 2005, pág. 404- ISBN 0-89295-117-6
  20. «El gallego y su cuadrilla, Camilo José Cela» (12-11-2007). Consultado el 1-11-2008.
  21. Antonio Astorga (27-3-2008). «Primas, y primos, no tan lejanas». ABC. Consultado el 1-11-2008.
  22. Europa Press (2004). «El Tribunal Constitucional reabre la investigación de una querella por plagio de una escritora contra Camilo José Cela». Consultado el 1-11-2008.