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CULTURA CASTREÑA O CASTREXA: LOS CASTROS (VIVIENDAS PRE-ROMANAS). EL CASTRO DE BAROÑA, EL CASTRO DE TROÑA Y EL CASTRO DE LAS. El castro es un poblado fortificado que se empezó a habitar desde el siglo VI a. C., carente de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran mayormente de paja-barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje y barro y después de varas largas. Fundamentalmente, eran estancias únicas. Se sitúan en lugares protegidos naturalmente (alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas), cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.

Castro de Baroña

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El Castro de Baroña está situado en la parroquia de Baroña (municipio de Porto do Son, en la provincia de La Coruña, Coordenadas GPS: 42°41'41.40"N - 9°1'57.10"O). El asentamento está construido en una península, situándose su ocupación en los siglos I a. C. a I d. C. Poseía dos murallas a su alrededor y se conservan 20 viviendas de planta circular u oval.

Vista del Castro de Baroña
Castro de Baroña desde el interior

En el istmo que une el poblado al castro se excavó un foso de cuatro metros de ancho y tres de fondo que constituye la primera línea de defensa. A continuación hay una muralla consistente en dos muros de mampostería casi paralelos con un relleno de arena y piedras. Se piensa que originariamente continuaba hasta conectar con la muralla del poblado, creando un espacio probablemente no ocupado con viviendas.

La muralla principal, bien conservada, cuenta con dos lienzos. Uno de ellos, a la derecha, consiste en tres muros de mampostería que suben gradualmente y el de la izquierda es semejante al del istmo. A la derecha de la abertura de entrada hubo un cubo defensivo y los muros se estrechan, por lo que se supone que se cerraba con una puerta que no dejaría pasar los carros. Posiblemente, la muralla rodeaba el castro casi completamente.

La entrada al interior consiste en una rampa. La zona habitada se estructura en cuatro áreas. En la primera, a la izquierda hay una construcción en la que había un banco corrido o, según otra interpretación, un simple pilar. En ella se encontraban un fogón, un agujero para un poste y varias cazuelas de barro. Pudo ser una forja. Frente a la puerta de la muralla hay otras construcciones de planta oval con vestíbulo y otra que también pudo haber sido otra forja.

El sector siguiente está separado por un muro, que tal vez servía para contener la tierra, y se pasa a él subiendo unas escaleras, las mejor conservadas de entre los castros gallegos. Se distinguen un "barrio" de casas que delimita una "plaza" protegida del viento.

Un sendero lleva al sector más alto del poblado, en el que también hay construcciones.

El poblado debió de ser autosuficiente. Dentro del castro no hay agua, ni en manantiales ni en aljibes, por lo que debió ser preciso ir a buscarla al exterior. Se piensa que la alimentación tenía como principal fuente el mar: mariscos y pescados; también se consumían bóvidos, cabras y ovejas y bellotas.

Hay restos de metalurgia, trabajo de la piedra y de tejido.

El Castro de Baroña fue excavado por primera vez en 1933 por Sebastián González-García. Las siguientes campañas arqueológicas fueron las de J. M. Luengo (1969-1970), Francisco Calo Lourido y Teresa Soeiro (1980 a 1984), Francisco Calo en 1985 y Ánxel Concheiro en 1984, que lo consolidó.

Véase también [editar]

CULTURA CASTREÑA: CASTROS. CASTRO DE BORNEIRO (GALICIA). Castro de Borneiro es un yacimiento arqueólogico de Galicia (España) (Coordenadas: 43 11.69 N 8 57.16 W; 43° 11´ N 8° 57´ O) y un ejemplo de la cultura castreña de finales de la Edad del Bronce. Ha sido objeto de diversas obras de excavación y reforma para habilitar las visitas. Su imagen es conocida por haber aparecido en libros de texto.

Castro de Borneiro

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Vista del Castro de Borneiro
Castro de Borneiro

Castro de Borneiro es un yacimiento arqueólogico de Galicia (España) (Coordenadas: 43 11.69 N 8 57.16 W; 43° 11´ N 8° 57´ O) y un ejemplo de la cultura castreña de finales de la Edad del Bronce. Ha sido objeto de diversas obras de excavación y reforma para habilitar las visitas. Su imagen es conocida por haber aparecido en libros de texto.

Situación [editar]

Está situado en Castro (A Cibdá), perteneciente a la parroquia de Borneiro, municipio de Cabana de Bergantiños (La Coruña). Queda a 500 metros de la carretera L-430, que conecta Ponteceso y Baio.

Descripción [editar]

Fue el primer castro gallego en ser científicamente fechado con el método del carbono 14. Estuvo habitado entre los siglos IV y I aC, sin haberse observado signos de romanización. Se encuentra ubicado en una ladera orientada al este, junto a un arroyo, a una altura de unos 200 metros.

Habiéndose descubierto en 1924 por Isidro Parga Pondal y Pérez Bustamante, las excavaciones comenzaron en los años 30 dirigidas por Sebastián González García-Paz, y se reanudaron en los años 70 con Jorge Juan Eiroa. En la década de los '80 se realizaron los trabajos más concienzudos, de la mano de Ana Romero Masiá. En ellas se encontraron múltiples fragmentos de cerámica indígena, urnas de bronce y hierro, muros de piedra, moldes de fundición, cuentas de vidrio, etc; actualmente expuestos en el Museo Arqueológico de La Coruña. A día de hoy se han excavado un total de 36 construcciones (unas tres cuartas partes del total).

El conjunto (de 90 por 55 metros) está rodeado en todo su perímetro por un foso y dos muros defensivos, a excepción del lado este, donde la pendiente brusca de la ladera actúa como defensa natural.

Además del recinto principal existe una zona conocida como Barrio Extramuros en el lado este, coincidiendo con la entrada al castro. Este segundo conjunto está formado por una gran vivienda ovalada, dos fuentes con desagüe y un horno circular que en su momento debió de estar cubierto por una bóveda.

Las viviendas son circulares o cuadrangulares con las esquinas redondeadas, destacando por su gran tamaño en comparación con otros yacimientos.

A pocos kilómetros del sitio se encuentra el Dolmen de Dombate.

Véase también [editar]

CULTURA CASTREÑA O CASTREXA (GALICIA): CASTROS DE NEIXÓN. Os coñecidos como Castros de Punta Neixón son dous poboados contiguos (Castro Pequeno e Castro Grande) cuxo período de ocupación abrangue desde finais da Idade do Bronce ata época tardorromana. Atópanse na parroquia de Cespón, no concello de Boiro, nun promontorio que sobresae á ría: Punta Neixón.

Castros de Punta Neixón

Na Galipedia, a Wikipedia en galego.

Castros de Punta Neixón
Castro de Neixón, Cespón, Boiro 01-07.jpg

Parroquia:

Cespón

Concello:Boiro

Provincia:

A Coruña

Comunidade Autónoma:

Galicia

Cronoloxía
Datas de ocupación:séc. V a.C.- século V d.C.
Data da descuberta: ?
Períodos de escavación:década de 1920
década de 1970
2004-2007
Estado actual:En escavación. Visita. Inclúe o Centro de interpretación
Extensión estimada: ? ha.
Véxase tamén: Castros de Galicia


Os coñecidos como Castros de Punta Neixón son dous poboados contiguos (Castro Pequeno e Castro Grande) cuxo período de ocupación abrangue desde finais da Idade do Bronce ata época tardorromana. Atópanse na parroquia de Cespón, no concello de Boiro, nun promontorio que sobresae á ría: Punta Neixón.

Índice

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[editar] Descrición

O chamado Castro Pequeno está situado no extremo da punta e ten as testemuñas de ocupación máis antigas, mentres que o Castro Grande foi fundado por volta do século V a.C., posiblemente cando o Castro Pequeno estaba xa abandonado ou en proceso de abandono. Polo de agora, o Castro Pequeno é o que fornece restos arquitectónicos máis importantes, representados por varias casas de pedra de planta circular. O Castro Grande, en troques, posúe unhas monumentais defensas, entre as que destaca un foxo de máis de tres metros de profundidade localizado nas últimas campañas de escavación e un parapeto de terra que separa os castros do resto do promontorio marítimo.

Os materiais arqueolóxicos localizados nestes xacementos son de grande interese, especialmente polo que se refire aos produtos de importación, que demostran a relevancia dos castros como un lugar de intercambio entre navegantes mediterráneos e poboacións locais. Entre as pezas máis importantes destaca un aryballos (recipiente de vidro) púnico, do século V-IV a.C. descuberto polo arqueólogo Fernando Acuña Castroviejo (USC) nos anos 70 do pasado século. Nas escavacións máis recentes, dirixidas por Xurxo Ayán Vila (CSIC-IEGPS), tense localizado un novo fragmento de aryballos, alén de numerosas cerámicas púnicas (entre as que se poden salientar ánforas Mañá-Pascual A4, Mañá C2b e diversos modelos de xerriñas), cerámica itálica (campaniense), romana e tardorromana (terra sigillata hispánica e focense). O castro continuou tendo un lugar importante nas redes comerciais ata o século V a.C., cando a súa función habitacional xa desaparecera.

No foxo escavado durante as últimas campañas localizouse un vertedoiro con abundante cerámica púnica, castrexa, unha peza de óso decorada, un ungüentario castrexo e unha fíbula de longo travesaño. A cerámica castrexa está moi ben conservada e ofrece un conxunto único da Fase II da Cultura castrexa das Rías Baixas (s. IV-II a.C.), formado por xerras e olas tipo Toralla e tipo Cíes e pezas singulares tipo Recarea, entre outros.

Os Castros do Neixón foron escavados por Florentino López Cuevillas (na década de 1920), Fernando Acuña Castroviejo (na década de 1970) e Xurxo Ayán Vila (desde 2003).

Na entrada ao lugar instalouse o Centro Arqueolóxico do Barbanza.

[editar] Galería de imaxes

[editar] Véxase tamén

[editar] Outros artigos

[editar] Bibliografía

  • Ayán Vila, Xurxo M. (coord.) (2005), Os Castros de Neixón, Noia. Editorial Toxosoutos (Serie Keltia). ISBN 84-96259-71-4.

[editar] Ligazóns externas

CULTURA CASTREÑA: EL CASTRO DE SANTA TECLA. El contorno del monte de Santa Tecla conforma un yacimiento arqueológico, en el que se encuentra un castro, el Castro de Santa Tegra o Santa Tecla, perteneciente a la cultura castreña es el más emblemático y visitado de los castros gallegos. Fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1931[1] y también tiene la consideración de Bien de Interés Cultural. También se encuentran petroglifos en varias de las piedras del monte, elaborados dos mil años antes de la ocupación del castro, que, siguiendo la tesis mantenida por de la Peña Santos, director de las últimas campañas de excavaciones sistemáticas en la década de los ochenta, tuvo una ocupación continuada entre los siglos I a. C., al poco de comezar el proceso de romanización de Galicia, y el siglo I d. C., y a partir de ese momento comezó un lento proceso de abandono, que bien pudo haber sido interrumpido con reocupaciones esporádicas temporales en época tardorromana.

Castro de Santa Tegra

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41°53′33.9″N 8°52′11.31″O / 41.89275, -8.8698083 El contorno del monte de Santa Tecla conforma un yacimiento arqueológico, en el que se encuentra un castro, el Castro de Santa Tegra o Santa Tecla, perteneciente a la cultura castreña es el más emblemático y visitado de los castros gallegos. Fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1931[1] y también tiene la consideración de Bien de Interés Cultural. También se encuentran petroglifos en varias de las piedras del monte, elaborados dos mil años antes de la ocupación del castro, que, siguiendo la tesis mantenida por de la Peña Santos, director de las últimas campañas de excavaciones sistemáticas en la década de los ochenta, tuvo una ocupación continuada entre los siglos I a. C., al poco de comezar el proceso de romanización de Galicia, y el siglo I d. C., y a partir de ese momento comezó un lento proceso de abandono, que bien pudo haber sido interrumpido con reocupaciones esporádicas temporales en época tardorromana.

Vista de un barrio del castro.

Contenido

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Situación [editar]

Se sitúa en el monte de Santa Tegra, de 341 metros de altitud, en el extremo más sudoccidental de Galicia, en el municipio de La Guardia, (Pontevedra) en un lugar privilegiado desde el que domina la desembocadura del Miño. El monte tiene unas pendientes muy pronunciadas y el dominio visual del contorno hizo que fuese un lugar estratégico destacado desde mucho antes de la erección del castro.

Excavaciones arqueológicas [editar]

Aunque es de suponer que las gentes de La Guardia debían tener conocimiento de la existencia de restos de antiguas edificaciones en el monte desde hace mucho tiempo, hay que subrayar que, cuando en el año 1745 el Padre Sarmiento visita La Guardia, no hace mención de ellos; sí cita el monte, la ermita y su romería.

Primeros descubrimientos y referencias [editar]

El primer descubrimiento del que se tiene constancia fue, en el año 1862, una escultura de Hércules hecha en bronce que fue encontrada por unos canteros que trabajaban cerca de la ermita. Esta escultura fue robada del museo en la década de 1970.

En la segunda mitad del siglo XIX las ruinas comenzaron a ser valoradas en su justa medida. Se constatan las primeras referencias escritas de las ruinas en los apuntes arqueológicos de Ramón López García en el año 1864,[2] y en el testimonio de Manuel Murguía en su obra "Historia de Galicia" en el año 1888, que deduce de las ruinas un emparentamiento con la raza celta de la familia de los galos.

Ya en el siglo XX se crea en La Guardia, en el año 1912, la Sociedad Pro-Monte de Santa Tecla que un año más tarde promovió la realización de obras de acondicionamento de los alrredores de la ermita y el trazado de una carretera de acceso a la cumbre. Las obras de esta carretera pusieron al descubierto, en el lugar conocido como Campo Redondo, muros de edificacines y cimientos de lienzos de la muralla exterior del castro.

Ante estos descubrimientos la sociedad solicitó una autorización oficial para iniciar excavaciones sistemáticas en el lugar, autorización que fue concedida el 26 de febrero de 1914,[3] y en la que se nombró arqueólogo jefe a Ignacio Calvo Rodríguez, del Museo Arqueológico Nacional.

A partir de este momento el yacimiento comezó a aparecer en los medios de comunicación. En el mismo 1914 el canónigo Domínguez Fontela, sin ningún tipo de argumentación, atribuyó los restos a la "civilización ibérico-romana" y los identificó con la histórica "Abóbrica" mencionada por Plinio el Viejo (teoría aún seguida en la actualidad por algunos autores).

Primeras excavaciones (1914-1923) [editar]

Desde el año 1914 hasta el año 1923 el director de los trabajos arqueológicos fue Ignacio Calvo, que fue dando a conocer el resultado de los trabajos en varios artículos. La Sociedad Pro-Monte también participa en los trabajos de la zona conocida como la Fonte Nova. Calvo atribuyó al poblado una ocupación desde los inicios de la Edad del Bronce hasta la época romana. Fue el primer autor en denominarlo "citania" (siguiendo el ejemplo de la arqueología portuguesa) y en hablar de la posibilidad de identificarlo con el mítico Monte Medulio, donde los escritores clásicos[4] situaron la también mítica última y heroica resistencia de los galaicos.

La campañas de Mergelina (1928-1933) [editar]

Entre los años 1928 y 1933, el catedrático de la Universidad de Valladolid, Cayetano de Mergelina y Luna dirigió, utilizando los más avanzados métodos de la época, una serie de campañas arqueológicas centradas, principalmente, en la ladera oriental poniendo al descubierto gran cantidad de viviendas y otros edificios.

En el año 1945 publicó el resultado de sus trabajos en un estudio titulado "La citania de Santa Tecla. La Guardia (Pontevedra)".[5] Siguiendo las mayoritarias "teorías invasionistas" del momento dató el poblado con una ocupación desde el siglo VI a. C. hasta el siglo III d.C., con una nueva ocupación en el siglo V, y le atribuyó a sus habitantes una naturaleza "post-hallstáttica" de origen celta.

Período de abandono (1933-1979) [editar]

Pese a haber sido declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1931, el yacimiento sufrió en estos años la ampliación del trazado de la carretera de subida y una agresiva reforestación del monte que deterioró gravemente el yacimiento.

Desde el año 1933, fecha de la última campaña de Mergelina, los restos puestos al descubierto sufrieron las consecuencias de su abandono llenándose de vegetación. Este período de abandono duró hasta el año 1979.

Durante estos años hubo pocas y breves intervenciones, como la de Manuel Fernández Rodríguez en los alrededores del edificio conocido como Casa Forestal o las reconstrucciones hechas en los años 1965 y 1972 en dos vivendas a ambos lados de la carretera, reconstrucciones que desde o punto de vista científico presentan serios problemas de fidelidad pero que se convirtieron en poco tiempo en un ícono de la cultura castreña.

Esta etapa de abandono finalizó en el año 1979, cuando Alfredo García Alén dirigió trabajos de limpieza y consolidación de las estructuras más próximas a la carretera, promovidos por el Ministerio de Cultura.

Campañas de 1983 a 1988 [editar]

Cumbre del monte, conocido como Pico de San Francisco, con la ermita y el repetidor.

En el año 1983, con la colaboración económica de la Junta de Galicia e o concello da Guarda, o arqueólogo Antonio de la Peña Santos dirigió un equipo del Museo de Pontevedra iniciando un nuevo período de excavaciones sistemáticas. Esta etapa se centró en la esquina septentrional del poblado.

Las estructuras descubiertas en estas campañas y en las anteriores fueron consolidadas en estos mismos años por un equipo dirigido por Montserrat García Lastra Merino.

Desde el año 1988 no se realizaron más trabajos arqueológicos.

En la actualidad [editar]

Ya en el año 1996 la Consejería de Cultura y Deporte anunció en la prensa que emprenderían acciones para el aprovechamiento sociocultural de este yacimiento. En julio de 2006 a Consellería anunció un plan director para el yacimiento de Santa Tegra, que incluirá la protección de todo el monte, nuevos trabajos arqueológicos, etc.[6]

La visita al monte no es libre; mejor dicho, no es gratuita. Por otro lado el yacimiento carece de vigilancia y la cantidad de visitantes sin guía hace que las estructuras sufran importantes deterioros.[7]

Los pobladores del castro [editar]

Siguiendo a los autores clásicos como Plinio el Viejo, Pomponio Mela, Appiano, Ptolomeo... el extremo sudoccidental de la actual Galicia estaría poblado por la comunidad de los Grovii o Grovios, cuya ciudad más importante sería el Castellum Tyde o Tude, la actual Tuy. Siguiendo la teoría de Antonio de la Peña Santos:

Los castros galaicos no fueron, pues, habitados por celtas en el estricto sentido sino por galaicos sólo muy remotamente emparentados con lo que se lleva entendiendo como culturas célticas continentales, con las que tal vez compartiesen un fondo lingüístico común dentro del grupo indoeuropeo.[8]

Interpretando los hallazgos arqueológicos se trataría de un pueblo cuya estructura igualitaria (construcciones de tamaños semejantes), con carácter pacífico poco belicoso (sistemas defensivos más simbólicos que efectivos) y cuya economía agraria (proximidad a las tierras fértiles, aproximadamente a 1 o 2 km de distancia) pero con una cierta capacidad adquisitiva y comercial (abundantes productos foráneos).

Con el tiempo y producto de las reformas de los emperadores de la dinastía Flavia y la progresiva implantación del sistema romano de explotación, los habitantes del poblado comenzaron un lento abandono para asentarse en las nuevas villae y vici, situadas en los valles y más próximas a las tierras de mayor valor productivo.

Economía de la comunidad [editar]

La importancia de los cereales en la economía de la comunidad queda patente en los numerosos molinos manuales de piedra encontrados diseminados por toda la zona excavada, a maioría deles tardíos molinos circulares, que algunos autores ponen en relación con la influencia romana.

Otros instrumentos encontrados como hachas, aixolas, podones y hoces de bronce y hierro hablan de la labor agrícola.

Destacan las grandes cantidades de cantos de talla monofacial,[9] nódulos discoidales[10] muy regulares encontrados sobre los pavimentos interiores de las estruturas. O seu primitivo deseño (similar a los Choppers, utensilios líticos muy rudimentarios y antiguos, del Paleolítico Inferior) y su posible utilidad causa extrañeza entre los estudiosos.

La recogida de frutos silvestres sería otra fuente de recursos testimoniada principalmente en los restos de bellotas carbonizadas que se encontraron.

Para el estudio de restos orgánicos son fundamentales los concheros, de los que constataron varios en el yacimiento. En ellos se atestigua, además de la actividad de explotación de recursos marinos, la explotación ganadera de las especies de ovicápridos (Ovis aries y Capra hircus), bóvidos (Bos taurus) y gallináceas (Gallus gallus). Resalta la ausencia de cerdo doméstico.

En relación con la pesca se encontraron tres anzuelos de bronce y dos de hierro, y restos óseos de ejemplares dr las familias Sparidae, Gadidae, Labridade y Morenidae, especies seguramente capturadas desde el mismo litoral. De los restos procedentes del marisqueo más de la mitad pertenecen a la lapa común (Patella vulgata), seguida en cantidad por el mejillón (Mytilus galloprovincialis), el bígaro común (Littorina littorea) y la peonza dentada (Monodonta lineata). Cabe destacar la ausencia de especies propias de zonas de arenal.

Entre las actividades artesanales testimoniadas la más extendida es la téxtil, testimomiada en la gran cantidad encontrada de pesas de telar, fusaiolas[11] y en las agujas de bronce con ojo ovalado (todas rectas excepto una). Por el contrario son escasos los hallazgos relativos a la actividad metalúrgica, son algunos trozos de crisol y algún molde de piedra.

La actividad comercial debió de ser de gran importancia, tanta que su propia situación vendría determinada por su valor logístico para la navegación comercial marítima de cabotaje así como a fluvial (remontando el curso bajo del Miño). Con la llegada de los romanos la comunidad se incorporara al complejo sistema comercial marítimo y terrestre del Imperio.

El hallazgo de gran cantidad de restos cerámicos de ánforas confirman este comercio. La mayor parte de estos corresponden a modelos usados para el transporte de vino, otros modelos sería para el aceite (principalmente para servir de combustible de las lucernas) y otras mercaderías.

La piezas cerámicas encontradas, de vidrio y otros materiales, refuerzan la importancia de este comercio con el mundo romano (cerámicas campaniformes, de terra sigillata). Por último, el casi centenar de monedas encontradas, principalmente de los gobiernos de Augusto y Tiberio, un grupo de época republicana y otro conjunto de ejemplares acuñados en las cecas del valle del Ebro, nos acercan un nuevo dato sobre el proceso de incorporación al nuevo sistema comercial que estaba a vivir esta comunidad.

Descripción [editar]

Vista del barrio septentrional.

Se trata de un poblado castreño-romano cuya ocupación se sitúa dentro de la cultura castreña. Siguiendo las últimas excavaciones hechas se data su ocupación entre el siglo I a.C y el siglo I d. C., en un período en el que el proceso de romanización del noroeste peninsular ya comenzara. Su abandono coincidiría con las reformas administrativas llevadas a cabo por los emperadores de la Dinastía Flavia.

A pesar de esto el sistema constructivo refleja unas técnicas constructivos muy respectuosas con la tradición castreña (predominio casi absoluto de construcciones circulares frente a las rectangulares) y poco influenciado por la presencia romana (siempre urbanísticamente hablando), si bien estudios más pormenorizados podrán acercarnos más datos sobre esta mayor o menor influencia romana.

De la totalidad de lo excavado, un porcentaje muy bajo del tamaño estimado del asentamiento, en la actualidad solo es visitable la zona septentrional excavada en los años 80 y algunas construcciones de la zona más alta del monte. La zona o barrio oriental excavado por Mergelina y el excavado por otros equipos se encuentran cubiertos por los matorrales y árboles y casi no es perceptible. Este estado de abandono hace imposible su estudio. Esto, unido a la inexistencia de una planimetría del yacimiento, hace que sea muy complicado el estudio en conjunto del poblado.

Dimensiones [editar]

Está delimitado por un sencilla muralla que acoge una extensión de terreno con unos ejes máximos de 700 metros (norte-sur) y 300 metros (este-oeste). Si bien estas dimensiones no están debidamente confirmadas y la visión actual que se tiene del yacimiento está supeditada a las sistemáticas empleadas en su estudio arqueológico, el bajo porcentaje de terreno excavado y a los destrozos que tuvieron lugar desde su descubrimiento (carretera, construcciones en la cumbre, reforestación, etc.).

En el caso de que posteriores estudios confirmen estas dimensiones estaríamos en presencia de uno de los mayores castros de los encontrados hasta ahora tanto en tierras gallegas como del norte de Portugal.

La muralla [editar]

En el diseño de la muralla parece primar una función de delimitación del terreno respecto a su entorno, frente a las funciones defensiva o disuasoria.

La muralla fue realizada en cantería trabada con barro, no sobrepasando los 160 cm de grosor máximo, carece de cimentación y de momento no se han encontrado accesos interiores a ellas, como escaleras o rampas.

Se abre la puerta Norte en su extremo nordeste con un cuerpo de guardia a la derecha. Cara al extremo meridional, no vsible hoy por culpa de la vegetación, se abre otra puerta con un sistema de acceso en ángulo recto.

El sistema de comunicaciones en el interior de la zona septentrional se basa en un camino de ronda pegado a la muralla que rodea las construcciones.

Las cabañas [editar]

Casi todas ellas tienen plantas circulares u ovaladas y son exentas, no compartiendo paredes medianeras salvo contadas excepciones. También son excepción las pocas cabañas con planta rectangular y estas presentan, en su mayoría, esquinas en arco.

El grosor de sus paredes suele ser bastante uniforme, sobre 40 cm de media, y con un mejor acabado cara al exterior. La gran mayoría son de pequeñas dimensiones.

Se asientan directamente sobre la roca madre y sus muros estarían recubiertos con un mortero de cal y arena. Restos de pigmentación encontrados indicarían que los recebados estarían tintados con distintas colores.

Muchas de las cabañas presentan un vestíbulo de acceso que muchos autores entienden que se trata de un influjo mediterráneo adaptado a las características de las construcciones indígenas.

En el interior, algunas presentan bancos adosados y el pavimento en algunos casos es de terra pisada y en otros de losa. En muchos de los umbrales de entrada se pueden ver los goznes, agujeros en los que se ajustarían las puertas.

En este castro se han encontrado una gran cantidad de jambas y dinteles monolíticos decorados con formas geométricas, sogueados, entrelazados. También se encontraron, empotrados en los muros, bloques monolíticos cilíndricos de no muy grandes dimensiones y con una de sus caras decoradas con formas geométricas como espirales, trisqueles, rosáceas o molinetes. Otros elementos, como peanas o los llamados amarraderos,[12] presentan decoraciones similares y también representaciones de animales.

Este tipo de decoración, según Antonio de la Peña Santos:

pone de relieve la existencia de una plástica propia y peculiar del mundo castreño, producto de la asimilación y reelaboración de temas ornamentales de filiación mediterránea

En relación al sistema de techado la teoría tradicional que defiende una cobertura con tejado cónico sustentado por un poste central no se encuentra refrendado por los hallazgos arqueológicos, ya que no se ha encontrado el agujero para fijar el poste central y en ese lugar central se acostumbran a encontrarse lareiras para la combustión. Por esta falta de referencia de los testimonios arqueológicos cabe pensar en un sistema de cubrición que descarga sobre los muros directamente. De la misma manera no existen pruebas que hagan rechazar la posibilidad de una cubrición en forma cónica, plana o a dos aguas. Por otro lado si se tiene constatado el uso de materiales vegetales para su cubrición, reforzados por cuerdas tensadas por lajas perforadas (pesas) que colgarían del límite.

Como es lógico no todas las cabañas tendrían un uso habitacional, las viviendas serían aquellas de mayores dimensiones y con aparejo de mayor calidad (algunas con esos dinteles y elementos decorados ya mencionados), con vestíbulo y que presentan cuidados pavimentos de sablón y con lareiras en el centro de la estancia. En el vestíbulo se encontraría un horno simple.

Otro grupo de construcciones, que podemos denominar genéricamente almacenes, semejantes en número tendrían usos distintos a los de habitación por lo que presentan una tipología menos elaborada y una construcción menos cuidada que las habitacionales y con umbral más peraltado. En el interior de estas construcciones se encontraron restos de ánforas, algún molino, cantos para tallar, etc.

Estas construcciones se adaptan al terreno con ayuda de pequenos muretes en terrazas que delimitan el espacio. La distribución urbanística se caracteriza por la presencia de grupos de construcciones formando conjuntos perfectamente individualizados. Se trata de las conocidas como Unidades familiares (otros autores hablan de Casas patio) conformadas por las correspondentes viviendas y almacenes estructuradas en torno a un pequeno patio común, muchas veces enlosado.

El urbanismo del yacimiento incluye una compleja red de canales de evacuación de las augas pluviales situadas bajo los pavimentos y llanos, y en ocasiones en la superficie, esculpidas sobre la roca base y cubiertas con losas. En ocasiones estas aguas se canalizan cara a aljibes excavados en la roca y revestidos con una argamasa impermeabilizadora.

Esta ordenación interna del espacio aparece condicionada por la muralla, posible primer elemento en ser levantado, lo que hace pensar a De La Peña Santos en la existencia de una planificación minuciosa previa a la edificación de las cabañas.

Los petróglifos [editar]

Crucero en Santa Tegra con el río Miño de fondo.

En la misma zona donde se levantó el poblado se ha comprobado la presencia humana aproximadamente 2.000 años antes. Testimonios de esta presencia son los grabados rupestres que dejaron en varias localizaciones del posterior castro. Muchos de estos petróglifos fuero tapados por las estructuras levantadas en el momento de la construcvión del castro.

Entre las distintas representaciones que todavía hoy son perceptibles, representaciones geométricas, destaca la conocida como Laja Sagrada o Laja del Mapa que, situada en la parte alta del monte, está compuesta por varias espirales, círculos concéntricos y trazos lineales más o menos paralelos. Sus descubridores interpretaron que se trataba de un mapa de la desembocadura del Miño, hipótesis que carece de fundamento científico. Cercana a ésta, entre dos muros que la tapan parcialmente, se encuentra otra roca con gravados similares.

Lo que es evidente es que estos grabados no tienen ninguna relación con el castro ya que son producto de una sociedad que se desarrolló 2.000 años antes en la etapa final del neolítico gallego.

Hallazgos materiales [editar]

Además de los hallazgos ya mencionados se puede destacar una gran cantidad de restos cerámicos encontrados, hecho común a los castros galaicos, tanto de cerámica indígena, caracterizados por tener pastas oscuras modeladas a mano o con torno lento, como numerosos restos de otras variedades típicas del mundo romano, como la cerámica campaniforme, de característico barniz verde y partes de terra sigillata, con su característico barniz rojo, así como restos de la llamada cerámica común romana. También se han encontrado fragmentos de un kalathos ibérico pintado.[13] Entre los restos cerámicos también se encontraron trozos de lucernas.

Abundantes fueron también los hallazgos de trozos de vidrios romanos de variadas formas y tonalidades. Destacan dos cuencas fragmentados de vidrio polícromado de una variedad muy escasa conocida como vidrio mosaico o millefiori, propia de los obradores orientales de la primera mitad del siglo I d. C., y que por su calidad pueden considerarse de las mejores encontradas hasta el momento en la Península Ibérica. Finalmente, también se encontraron gran cantidad de cuentas de collar hechas de vidrio y fichas de juego en el mismo material, estas últimas puede que vinculadas a la aparición de algún tablero de piedra cuadriculado de tipo romano conocido como tabula latrunculata.

Los hallzagos metálicos, poco abundantes en estas tierras por la acidez del terreno, también están presentes en el yacimiento en forma de trozos de calderos, sítulas de bronce[14] y cuchillos de lámina plana de bronce que formarían parte del ajuar doméstico de los habitantes del castro.

La orfebrería también tiene su presencia con dos remates de torques hechos en chapa de oro. Uno de ellos, de gran calidad artística, presenta forma globular acabada en escocia[15] y profusa decoración geométrica y con un trisquel en la base del extremo. Colgantes de bronce de variadas formas, restos de pulseras y brazaletes también en bronce forman parte de los hallazgos, así como anillos romanos de bronce.

Relacionados con la vestimenta se han encontrado fibulas[16] en bronce de diversas tipologías, en omega, de brazo largo, etc.

Finalmente, los escasos hallazgos en el yacimiento de restos de armamento se reducen a unas cuantas puntas de dardo de hierro, dos regatones de bronce, un puñal romano de hierro (pugio) con remaches en bronce y restos de la vaina, una espada de antenas rematadas en botones bitroncocónicos y hoja de ferro. Estas dos últimas se tratan de piezas tardías de las que se considera fueron usadas más como elementos de distinción social que estrictamente como armas propiamente dichas.

A todos estos elementos habría que sumar la desaparecida estatuilla en bronce que representaba un Hércules y que fuera encontrada a mediados del siglo XIX en las proximidades de la ermita.

El Museo [editar]

En los años en que Ignacio Calvo excavó en Santa Tegra (1914-1923), los hallazgos de estos trabajos comiezan a ser expuestos en un local de La Guardia, germen del museo que años más tarde se abrió en la cima del monte.

En el año 1943 la Sociedad Pro-Monte adquirió un edificio en la parte alta del monte que fuera diseñado por el arquitecto Antonio Palacios para su uso como restaurante. A este edificio trasladaron las piezas encontradas en las excavaciones que configuraron el actual museo, que fue inaugurado el 23 de julio de 1953 con la presencia de los arqueólogos asistentes al III Congreso Nacional de Arqueología.

Notas [editar]

  1. Por el Decreto de 3 de junio de 1931.
  2. Como relata su hijo Julián López García en su obra "La Citania de Sta. Tecla o Una Ciudad prehistórica desenterrada" del año 1927 (Imp. Casa Táboas).
  3. Comunicada el 22 de marzo por el Marqués de Cerralbo en nombre de la Junta Superior de Excavaciones del Ministerio de Instrucción Pública.
  4. Floro y Paulo Orosio.
  5. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, XXXVII-XXXIX. Universidad de Valladolid, 1944-1945, páxs.13-56.
  6. Noticia en culturagalega.org.
  7. Noticia do Faro de Vigo de 26/08/2007 sobre estragos no castro.
  8. de la Peña Santos, Antonio: Santa Tegra: Un poblado castreño-romano (páxs. 86-87).
  9. Herramientas líticas talladas por una sola de sus caras.
  10. Se tráta del núcleo que queda al tallar una pieza de sílex.
  11. Pequeñas fichas líticas o de cerámica reutilizada a diario con una perforación en el centro y empleadas para el hilado con uso del huso.
  12. Piezas en piedra que sobresalían de la construción y que en ocasiones presentan tallas con diversos motivos y que serían utilizadas para atar a los animales.
  13. Recipiente cerámico de pastas oscuras también llamado sombrero de copa típico del área ibérica levantina. Imagen de ejemplo en celtiberia.net.
  14. Pequeños calderos con asa semejantes a las actuales sartenes que eran usadas como platos y que formaba parte del típico equipaje de los legionarios romanos.
  15. Tipo de acabado que presentan los torques siendo lo torques de Burela uno de los mejores ejemplares: Imagen de los torques de Burela.
  16. Los antiguos broches o imperdibles fundamentales en el vestido.

Bibliografía [editar]

  • Mergelina, C. "La Citania de Santa Tecla. La Guardia (Pontevedra)". Boletín del Seminario de Estudios de Arte y arqueología, XXXVII-XXXIX. Universidad de Valladolid. Valladolid. 1944-1945, pp. 13-56.
  • de la Peña Santos, Antonio (2001): Santa Trega, un poblado castrexo-romano. Abano editores, Orense. ISBN 84-930757-6-0.
  • de la Peña Santos, Antonio (1986): Yacimiento galaico-romano de Santa Trega (La Guadia, Pontevedra): campaña 1983. Dirección General de Cultura y Patrimonio Artístico de la Junta de Galicia, Santiago de Compostela. ISBN 84-505-3340-6. (en castelán).
  • Barciela Garrido, Pilar e Rey Seara, Eusebio (2000): Xacementos arqueolóxicos de Galicia. Edicións Xerais de Galicia, Colección Roteiros. páxs. 180-187. ISBN 84-8302-484-5
  • Castro Paredes, Inmaculada (2001): "Catálogo y estudio de un conjunto de fíbulas anulares de aro interrumpido en el Castro de Santa Tegra (La Guardia, Pontevedra)", en El Museo de Pontevedra, 55, páxs. 7-18. ISSN 0210-7791.

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

CULTURA CASTREÑA O CASTREXA: LOS CASTROS (VIVIENDAS PRE-ROMANAS). El castro es un poblado fortificado que se empezó a habitar desde el siglo VI a. C., carente de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran mayormente de paja-barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje y barro y después de varas largas. Fundamentalmente, eran estancias únicas. Se sitúan en lugares protegidos naturalmente (alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas), cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.

Castro (fortificación)

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Antiguo castro de la Edad del Hierro de Dunadd en Escocia (Reino Unido).
Resto de un castro en Póvoa de Varzim (Portugal).

Un castro es un poblado fortificado, por lo general prerromano aunque existen ejemplos posteriores que perduraron hasta la Edad Media, existentes en Europa y propios de fines de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro y en particular de la cultura céltica. Se encuentran con frecuencia en la Península Ibérica, en particular en el noroeste con la cultura castreña y en la meseta con la cultura de las cogotas.

La palabra castro proviene del latín castrum, que signfica "fortificación militar" (de ahí viene la palabra española castrense, "relativo a lo militar").

Contenido

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Castros de la cultura castreña [editar]

Véase también: Cultura castreña

El castro es un poblado fortificado que se empezó a habitar desde el siglo VI a. C., carente de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran mayormente de paja-barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje y barro y después de varas largas. Fundamentalmente, eran estancias únicas. Se sitúan en lugares protegidos naturalmente (alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas), cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.

Los castros estaban protegidos por uno o más fosos, parapetos y murallas que bordeaban el recinto habitado, pudiendo tener en sus accesos un torreón que controlaba las vías de entrada al mismo o en otro lugar estratégico.

En tiempo de conflictos, las gentes que vivían en campo abierto se trasladaban a estas construcciones, situadas en lugares estratégicos con el fin de garantizar su seguridad. Asimismo podían tener otras finalidades como la de control del territorio, vigilancia de sembrados, etc.

Su situación en el territorio respecto a otros castros hace pensar que existía una estrategia definida a la hora de elegir su localización, permitiendo la comunicación por señales entre ellos a modo de red defensiva.

La época de máximo florecimiento está entre los siglos IV-II a. C. y demuestran mayor contacto comercial con el exterior los del sur que los del norte, y los costeros que los del interior. El historiador Ferreira de Almeida sostiene que en la primera mitad del siglo I a. C. parece haber una multiplicación de los castros (bien por aumento demográfico, bien por otras razones). Al final de ese siglo y coincidiendo con la fase final de la conquista romana, algunos presentan indicios de destrucción de las murallas y en algunos casos de inmediata reocupación.

Tipología de los castros [editar]

Castros de interior [editar]

Constituyen el tipo más frecuente y característico. Están situados en colinas o elevaciones prominentes, pero raras veces en cumbres altas. Tienen planta circular u ovalada y cuentan con una o varias murallas. Un ejemplo es el castro de Coaña (Principado de Asturias).

Castros de montaña [editar]

Situados en zonas montañosas altas, se localizan en las laderas y tienen forma oval, con fosos artificiales por el lado superior y murallas o terraplenes hacia el valle. Datan de época romana y están vinculados a explotaciones mineras. Dos ejemplos son los de Vilar en la Sierra de Caurel y Xegunde en Fonsagrada (Lugo).

Castros costeros [editar]

Son de planta variada,aunque suelen ser redondos u ovalados, adaptándose al terreno. Las defensas naturales del lado del mar se ven complementadas con murallas y fosos hacia el interior. Son muy abundantes y un ejemplo son los de Baroña en la sierra de Barbanza.

El urbanismo de los castros [editar]

Castro de Baroña, en Galicia (España).

Los poblados castreños acostumbran a erigirse en colinas despejadas, promontorios rocosos o penínsulas que se adentran en el mar, lo que facilita la visibilidad, la defensa y el dominio del contorno. El lugar del asentamiento viene dado también en función de los recursos naturales explotados por los moradores. Los castros cuentan con un recinto superior, la "croa", y una serie de terrazas dispuestas hacia abajo dónde se sitúan las construcciones. Cada una de estas secciones puede estar limitada por murallas, parapetos o fosos. A veces hay una especie de añadidos, los antecastros, que también se rodean de murallas pero no albergan viviendas, por lo que se supone que estaban destinados a animales o huertos.

Los castros acostumbran a tener una única entrada, que también cumple la función de impedir el paso. En algunos casos es un simple engrosamiento en los remates de la muralla; en otros, un entrepaño de la muralla sobrepasa al otro formando un corredor estrecho. Se supone que se cerraban con puertas de madera.

Las defensas de los castros no parecen responder a necesidades bélicas, sino de prestigio y de delimitación simbólica del espacio habitado. De hecho, son pocas las armas que se han encontrado. Además de las defensas naturales, se encuentran estructuras de tres tipos:

  • Terraplenes. Desniveles en el terreno formados por tierra y piedra, que pueden ser naturales. Son la base de las defensas y habitualmente provienen de los escombros de las obras fundacionales en el interior.
  • Parapetos. Elevaciones artificiales del terreno en los puntos más desprotegidos (entradas y zonas llanas).
  • Fosos. Gabias alargadas y profundas, generalmente asociadas a los parapetos, que pueden estar excavados en tierra o roca viva.
  • Murallas. Defensas de mampostería de tipología variada, como por ejemplo, dos muros paralelos de piedras con un relleno de piedra. Desde el interior se subía a ellos mediante escaleras de madera, lajas encastradas, rampas o piedras. Pueden existir torres defensivas en los accesos a las puertas. Son elementos tardíos.

Lo más habitual es la ausencia de organización urbanística. En el siglo I aparecen agrupamientos de edificaciones ("barrios"), formados por varias construcciones rodeadas por un muro con una sola abertura hacia la calle. Este tipo de organización es comum en grandes poboados como a Citânia de Santa Luzia, bem como en poboados mas modestos como o Castro do Vieito. Puede tratarse de unidades familiares, en las que una construcción sería la vivienda y las otras, silos y almacenes. Las casas no comparten paredes medianeras, sino que están separadas de las demás, no se sabe si como reflejo de la idiosincrasa de esta cultura o debido a las dificuldades para hacerlo en las construcciones circulares. Tampoco cuentan con ventanas.

Poblado (castro) metalúrgico de Orellan (Las Médulas, El Bierzo). Siglos I y II d. C., al fondo, en la cima, estaban situados los hornos de fundición.

El piso de las viviendas era de barro apisonado. Con anterioridad a los siglos II-III a. C., los muros se construían generalmente de adobe, con un poste central. Posteriormente se usó mampostería en filas más o menos horizontales (o poligonales, en algún caso). Las cubiertas se hacían de ramas reforzadas con barro y sujetas por pesos o posteriormente de tejas. A partir del siglo I y debido a la influencia romana, se hacen más abundantes las plantas cuadradas o rectangulares. El elemento esencial de una vivienda es el hogar, que en el cambio de era se situaba en el centro y estaba hecho con lajas o barro y a finales del siglo I se desplaza hacia un lateral y se hace, en algunos casos, con tejas.

Se sospecha que algunos edificios grandes, en los que un banco de piedra recorre el muro y en los no se encuentran restos de habitación, habían podido haber sido recintos de reunión. Se tienen localizados también hornos de cerámica y de alfarero, preferentemente próximos de las salidas o en el exterior.

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

CULTURA: CULTURA CASTREÑA O "CASTREXA" (DENOMINACIÓN DADA EN GALICIA; CASTREXA, DE "CASTRO", UN TIPO DE VIVIENDA CIRCULAR). La cultura castreña fue una cultura que se desarrolló, desde finales de la edad del bronce hasta principios de nuestra era, en el noroeste de la Península Ibérica, dentro de una zona que abarcaría el norte del actual Portugal desde las riberas septentrionales del río Duero, Galicia, la zona occidental del Principado de Asturias y la comarca de El Bierzo y otras zonas de Noroeste de la León.

Cultura castrexa

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Historia de Galicia
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Prehistoria

Idade Antiga

Antigüidade tardía

Idade Media

Idade Moderna

Idade Contempóranea

Ver tamén:

Cronoloxía do reino de Galicia

A cultura castrexa foi un conxunto de manifestacións culturais do noroeste da Península Ibérica que durou desde finais da Idade do Bronce (século IX ou VIII a.C.) até o século I d.C. A súa característica máis notábel son os poboados amurados coñecidos como castros (do latín castrum, campamento), dos que toma o nome; só reciben o nome de citanias determinados castros portugueses (como, por exemplo, o de Briteiros), onde esa palabra se emprega como topónimo do castro. A súa área de extensión chega até os ríos Navia e Túa polo leste e o Douro polo sur.

Desenvolveuse durante a Idade do Ferro sobre un forte substrato indíxena da etapa final da Idade do Bronce. A esta compoñente precastrexa sumáronselle influencias culturais centroeuropeas, atlánticas e mediterráneas; as primeiras serían consideradas tradicionalmente celtas e de aí a identificación popular e mítica que deu raíz ao celtismo. No lento período formativo, que duraría até o século V a.C. os castros fóronse estendendo de sur a norte e da costa cara o interior. Esta cultura desenvolveuse a continuación durante dous séculos e comezou a ser influenciada pola cultura romana no século II a.C. e continuou na forma de Cultura Galaico-romana despois da conquista e até os séculos III ou mesmo o IV d.C.

Índice

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[editar] Fases

A primeira fase da cultura castrexa desenvólvese dende finais do século IX ou comezos do VIII até o século IV a.C. Nesta fase inicial xeralízanse os poboados fortificados (en torno ó IX a.C.). O castro máis antigo, correspondente a esta etafa, é o de Torroso.

A segunda fase vai dende comezos do século IV até, segundo algúns, a incursión de Décimo Xunio Bruto o Galaico no século II a.C., segundo outros na transición do século II ó I a.C. Nesta fase media é cando aparecen novos modelos de ocupación do territorio, en ligazón con factores económicos de explotación agrícola.

Vista xeral do Castro de Viladonga.

A terceira fase vai dende a fin da etapa anterior até a segunda metade do século I d.C., coincidindo coas reformas flavias. Nesta etapa final, tamén denominada "fase castrexo-romana", prodúcese en determinadas áreas (principalmente a zona meridional de Galiza) unha reorganización consistente na concentración da poboación en grandes núcleos de asentamentos e unha xerarquización dos castros. A conquista romana sucedida nesta fase durante as Guerras Cántabras, non supón a fin nin un troco importante no desenvolvemento da cultura castrexa.

A fin desta cultura sitúase máis adiante, na dinastía Flavia (segunda metade do século I d.C.), coa modificación na estrutura social e económica. A partir daquí comezaría o denominado período galaico-romano. Moitos castros abandónanse en favor das villae, aínda que outros continúan a ser habitados, mais moi influenciados pola cultura romana. Entre os castros que continúan até fins do Imperio atópanse o de Fazouro e o de Viladonga.

[editar] A sociedade castrexa

Era unha sociedade xentilicia, é dicir, carente de Estado. Non existe unha autoridade superior que coordene as accións dos distintos grupos sociais coa finalidade de manter a unidade do grupo. A cohesión social lógrase a través do funcionamento dunha serie de institucións, que nunhas ocasións agrúpanse e noutras confróntanse entre si.

Existe un certo equilibrio social entre os homes e as mulleres, pois estas posuían as terras, pero os homes poderían ter outro tipo de riquezas, como o gando. Este equilibrio desaparece no mundo político, xa que nel toda a autoridade está nas mans dos homes. A sociedade castrexa era matrilineal, pero patriarcal.

Esta sociedade podería describirse como unha estrutura formada por unha serie de círculos concéntricos nos que se situarían unha serie de grupos sociais seguindo o número de membros:

  • A unidade social inferior debeu ser o clan. Os seus membros, que terían un antepasado común, consideraríanse da mesma familia. Non vivirían no mesmo castro, senón dispersos en subclans, pero serían solidarios entre si.
  • A seguinte en rango sería a centuria, unidade político-militar. Cada centuria tiña un xefe, ao que os romanos chamarían princeps, cuxo cargo era hereditario por vía masculina. É unha sociación só de homes. Os seus membros non están vinculados por lazos de sangue. Cada unha destas organizacións posuía cultos e deuses propios e quizais un territorio.
  • Varias centurias agrúpanse formando un populus, unidade que posúe límites territoriais claramente definidos. Ademais, dispón dunha capital, denominada romu polos romanos. En primeiro, é posíbel que non fosen entidades de poboación importantes, senón simples lugares de encontro, nos que se intercambiaban produtos e establecíanse pactos familiares de tipo matrimonial e alianzas políticas. O populus non tivo unha autonomía política definida, pero as centurias que o compoñían actuaban solidariamente nos casos de confrontacións armadas.

En Galiza a situación social debeu ser a seguinte: por unha parte, habería unha aristocracia guerreira, con xefes pero sen reis. A súa orixe sería claramente céltica. Dentro dela, as mulleres posuirían as terras, das que se desinteresarían os homes, consagrados á actividade militar. Por baixo desta aristocracia teríamos unha poboación moi numerosa de orixe precéltica, que podería traballar as terras desta aristocracia (aínda que esta afirmación non pode manterse con seguridade).

[editar] A economía castrexa

A economía castrexa tiña unha base agrícola (cereais como o trigo, o millo miúdo, o paínzo, a cebada, leguminosas como as fabas e os chícharos, verzas, nabos, etc.) e gandeira-pastoril (vacas, cabalos, ovellas, cabras e porcos), pero tamén se practicaban a caza (cervo e xabarín), a pesca (pescada, maragota, xurelo), o marisqueo e a recollida de froitos (abelás, landras, arandos). É moi probábel que as terras explotadas fosen as cercanas ao castro, que eran as máis doadas de traballar. Posibelmente, moitos dos antecastros fosen leiras ou hortas dedicadas ás leguminosas, como fabas ou chícharos. Tamén sabemos que recollían froitos, destacando as landras do carballo (xénero Quercus).

Entre os animais domesticados destacan o gando vacún, utilizado tanto para tiro como para a obtención de leite, e os gandos ovino, porcino e caprino, principal fonte de obtención de produtos cárnicos.

A práctica da caza foi escasa, estando documentada a caza de porcos bravos e de cervos. Así mesmo, practicaron o marisqueo (actividade característica dos castros costeiros, tendo unha grande importancia) e a pesca, tanto á beira (con redes ou anzois) como desde embarcacións, como demostra o achado de dúas piraguas da época castrexa no río Limia, preto de Lanheses, feitas en madeira de carballo (Quercus robur L.) entre os séculos IV e II a.C.[1].

Existían a minaría (ouro, estaño, cobre, chumbo e ferro), a metalurxia e unha cerámica rexional, a cerámica castrexa. A ourivería ten raíces na Idade do Bronce e foi recibindo influencias centroeuropeas e mediterráneas. As alfaias máis características son os torques, as braceiras e as arracadas. A escultura deuse máis ben na parte sur do territorio. De entre as armas destacan as espadas ou puñais "de antenas".

No que toca ao comercio, a nivel interior intercambiábanse metais, cerámica, mariscos e é posíbel que se utilizase (se damos creto a Estrabón) un certo tipo de moeda, consistente en pezas recortadas en prata. No apartado do comercio exterior, exportáronse metais ao sur da Península Ibérica, importándose cerámicas de luxo, contas de vidro e outros obxectos de valor.

[editar] A arte castrexa

Os habitantes dos castros traballaron a pedra, a cerámica e os metais.

A pedra non a utilizaron só para construír, senón tamén para a realización de moitos obxectos de uso cotián: muíños naviformes e circulares, bebedeiros, moldes para a fundición, amarradoiros, machados, etc., ademais de usala para a plástica.

Se prestamos atención á súa cerámica, veremos que a producían en diferentes formas e tamaños, con variadas técnicas decorativas e diversos motivos que falan de pequenas producións zonais. As decoracións, a base de triangulacións, "SS" concentrados, círculos concéntricos, cordados,... están feitas a base de incisións, estampacións e excisións ou pseudoexcisións.

O metal máis traballado segue a ser o bronce: caldeiros con asas (en ocasións decoradas), puntas de lanza, empuñaduras de puñais de entenas, coitelos, aneis, contas de colar,... Tamén apareceron algúns restos de ferro. Especial importancia ten a ourivería, coa realización de torques, brazaletes, diademas, amuletos,... con diversas técnicas: o estampado repuxado, filigrana, granulado, arracadas e colares articulados.

A plástica que conservamos está realizada en pedra, entre máis ou menos o cambio de era e a primeira metade do século I despois de Cristo. Son varios centos de labras e esculturas, que se poden clasificar en:

Habitáculo con forno (con moita probabilidade unha sauna) no castro de Punta dos Prados en Espasante. Non conserva a pedra formosa.
  • Guerreiros: Atopáronse estas figuras en Portugal, Ourense e Pontevedra. Contamos con algo máis de dúas ducias. Trátase da escultura de militares en parada. As hipóteses sobre a súa significación son moitas e diversas: podería tratarse de estatuas funerarias, honoríficas, heroes divinizados,...
  • Cabezas humanas: Apareceron en todo o noroeste peninsular. Coñecemos pouco máis de dúas ducias. Serían representacións de diferentes sub imagine, como as que se facían no resto do Imperio Romano.
  • Cabezas zoomorfas: Encontráronse en toda a zona sur do país. Na maioría dos casos non é doado saber que animal queren representar. Hai algunhas seguras de porcos e outras semellan ofidios, cans, cabras, touros ou ovellas. Poderían cumprir un papel protector do gando.
  • Sedentes: Temos só catro pezas, aparecidas en Braga, Xinzo de Limia (aquí apareceron dúas pezas), e Lanhoso. Eran representacións masculinas e tiñan unha función funeraria de tradición mediterránea.
  • Figuras diversas: Iconas, figuras femininas, estatuíñas,... que conservamos en grande cantidade e que apareceron por todo o territorio castrexo. Son de moitas e moi variadas interpretacións.
  • Decoracións arquitectónicas: englobamos nesta sección case cincocentas pedras decoradas pertencentes a frisos, ombreiras, padieiras, amarradoiros, remates circulares,... A súa decoración é moi sinxela: cordados, espirais, trisqueis, tetrasqueis, "SS" concentrados, oitos entrelazados, puntas de frecha,...
  • "Pedras formosas": Son un tipo especial de decoración arquitectónica. Pertencen a uns edificios cunha estrutura e funcionalidade específicas: son pequenos, con distribución axial, un forno extremo e a continuación unha cámara, logo unha antecámara e finalmente un recinto sen teito no que hai unha pía á que chega unha canle de auga. A chamada "pedra formosa" separa a cámara da antecámara. Estes edificios serían saunas[2] ou baños de tipo romano, o que indica que puideran ser posteriores á romanización.

[editar] As crenzas castrexas

O panteón relixioso indíxena era numeroso, como revelan as inscricións de época galaico-romana, e completábase con cultos ou ritos relacionados con forzas, elementos ou manifestacións da Natureza. Descoñécense os ritos funerarios, xa que non se teñen atopado nin enterramentos nin incineracións. Coñecemos preto dun cento de nomes de deuses castrexos, pero non sabemos se son todos distintos, ou se algúns corresponden á mesma deidade, posto que podería darse o caso de que un mesmo deus ou deusa fose designado con distintos nomes segundo o populus na que nos atopásemos.

Do que si existe certeza é de que as prácticas relixiosas eran moi frecuentes, realizándose sacrificios de animais, e mesmo de persoas. A relixión era un fenómeno social e os actos relixiosos constituían unha parte fundamental da estrutura social. Poñendo en relación a relixión castrexa con outras célticas e indoeuropeas, podemos agrupar estas divindades en tres clases:

  • Divindades da primeira función: Eran as posuidoras da soberanía e do poder nun dobre aspecto máxico e xurídico. Entre elas, destaca un deus castrexo, coñecido só coa advocación romana de Xúpiter, que recibía culto no cumio dos montes; e en cada montaña (que adquiría un carácter sagrado) o deus recibía un epíteto propio.
  • Deuses da guerra ou da segunda función: Este tipo englobaría o grupo que forma o deus Cosus baixo as distintas advocacións locais. A este grupo debeu render culto a aristocracia militar. Son deuses guerreiros que actúan non dun xeito racional, senón impulsados unha especie de furor ou loucura guerreira. Combaten individualmente, non en grupo, e utilizan os berros e outros medios de carácter simbólico coa finalidade de paralizar o inimigo. Caracterízanse polas súas malas relacións cos deuses soberanos e cos membros da "terceira función".Por exemplo, o Mars Tillenus sería adorado no Monte Teleno.

Seguino as fontes textuais clásicas, pódese dicir que a concordancia entre a forma de loitar dos deuses da guerra e os guerreiros castrexos é total: combatían de xeito desordenado, sen seguir unha clara orde táctica, trataban de conseguir unha aparencia terríbel e ao mesmo tempo eran ladróns, co que quedaba clara a súa oposición á riqueza socialmente aceptada. Así pois, relixión e mitoloxía coinciden plenamente.

  • Os máis numeroso corresponden á terceira función, deuses da fecundidade animal e humana e da riqueza. Entre eles pódense establecer distintos grupos segundo as súas áreas de competencia. Así, podemos distinguir claramente un grupo de divindades acuáticas, outro de divindades da vexetación, un deus protector do gando, e unha serie de deidades de tipo funerario.

Dentro do Panteón castrexo existían unha serie de divindades que permiten estabelecer un paralelo entre a relixión castrexa e o folclore galego actual: son os deuses do camiño, coñecidos co nome latino de lares viales. Son deuses de carácter funerario e están encargados de conducir as almas dos mortos ao Alén. Réndeselles culto nas encrucilladas, onde se supón que converxen as ánimas dos mortos. Nelas erguéronse monumentos, constituídos por unha columna rematada en dobre ou triple face, na que se realizadas libacións de aceite ou doutros produtos. Isto ponnos en relación co folclore actual da encrucillada, á que acode a Santa Compaña, agrupacións das ánimas dos defuntos que non están correctamente integradas no mundo dos mortos, xa que non están no Ceo nin no Inferno. Así mesmo, debemos ter en conta a existencia da figura do cruceiro, columnas similares ás mencionadas anteriormente, aínda que coroadas por un crucifixo. Da pervivencia dos ritos pagáns daba fe Martiño de Dumio no século VI despois de Cristo.

[editar] Xeografía

Como proceso cultural que foi, o mundo castrexo non tivo uns límites territoriais definidos, polo que é difícil definir uns. Porén, adoita afirmarse que a cultura castrexa abrangueu a Galiza actual, a parte occidental de Asturias até o río Navia e o norte de Portugal, entre os ríos Miño e Douro. As zonas de influencia da cultura castrexa están máis discutidas: segundo algúns autores estas corresponderían a zonas limítrofes de León, Salamanca e Zamora; Asturias até o río Sella; e Portugal até Coimbra. Malia todo algúns investigadores renegan da existencia deste influxo cultural nestas zonas.

[editar] A lingua castrexa

Á luz das pegadas deixadas na toponimia e nos restos epigráficos que chegaron a nós, considérase que na Gallaecia se falaba un tipo de lingua céltica pertencente ás linguas goidélicas. Algúns autores arguméntanno así:

Although there is no direct extant record of the language spoken by any of the peoples of ancient Callaecia, some linguistic information can be recovered through the analysis of the names (personal names, names of deities, ethnonyms, and place-names) that occur in Latin inscriptions and in ancient Greek and Latin sources. These names prove the presence of speakers of a Celtic language in this area, but there are also names of other origins. —Eugenio R. Luján Martínez, The Language(s) of the Callaeci[3].

Ademais, os defensores desta teoría baséanse tamén en estudos que afirman que os celtas británicos descenden de pescadores do norte da Península Ibérica[4].

[editar] Pobos prerromanos

Os pobos e etnias prerromanas coñécense a través de Estrabón, Ptolomeo e fundamentalmente Plinio. Este autor clásico fai mención á existencia de 61 pobos (dos que só se conservan 48 nomes)[5] nos tres conventos xurídicos: asturicense, lucense e bracarense.

[editar] Galería de imaxes

[editar] Notas

  1. Francisco Alves e Eric Rieth, As pirogas 4 e 5 do rio Lima, Centro Nacional de Arqueologia Náutica e Subaquática, Ministério da Cultura (en portugués).
  2. Un baño de vapor castrexo, culturagalega.org.
  3. Eugenio R. Luján Martínez, The Language(s) of the Callaeci (en inglés).
  4. Guy Adams, Celts descended from Spanish fishermen, study finds, The Independent (en inglés).
  5. Caamaño Gesto, José Manuel. A Gran Historia de Galicia. Cultura Castrexa. Volume 1: Ocupación do territorio e cultura material.

[editar] Véxase tamén

[editar] Bibliografía

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Arquitectura prehistórica de Galicia
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CULTURA: CULTURA CASTREÑA O "CASTREXA" (DENOMINACIÓN DADA EN GALICIA; CASTREXA, DE "CASTRO", UN TIPO DE VIVIENDA CIRCULAR). La cultura castreña fue una cultura que se desarrolló, desde finales de la edad del bronce hasta principios de nuestra era, en el noroeste de la Península Ibérica, dentro de una zona que abarcaría el norte del actual Portugal desde las riberas septentrionales del río Duero, Galicia, la zona occidental del Principado de Asturias y la comarca de El Bierzo y otras zonas de Noroeste de la León.

Cultura castreña

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CULTURA CASTREXA EN VIGO (PONTEVEDRA, GALICIA, ESPAÑA)
La cultura castreña (siglo VIII a.C - fin del I d. C), dejó en Vigo numerosos vestigios como muestra la existencia de 26 poblados de castros, una de las mayores densidades de población de toda Galicia. El mayor de estos poblados se situaba en la ladera del monte de Castro. Sus habitantes, expertos en el trabajo del hierro y de la piedra, vivían de la agricultura, actividad que complementaban con la caza y la pesca.
CASTROS DE BAROÑA (GALICIA)

La cultura castreña fue una cultura que se desarrolló, desde finales de la edad del bronce hasta principios de nuestra era, en el noroeste de la Península Ibérica, dentro de una zona que abarcaría el norte del actual Portugal desde las riberas septentrionales del río Duero, Galicia, la zona occidental del Principado de Asturias y la comarca de El Bierzo y otras zonas de Noroeste de la León.

La problemática de los limites estriba en fenómenos de aculturación en el caso de los astures y por el problema de la definición de la provincia romana de la Gallaecia. Los límites más aceptados son el río Navia por el este y el Duero al sur (área que posteriormente formaría la provincia romana de Gallaecia) desde finales de la Edad del Bronce (siglo IX o VIII a. C.) hasta el siglo I con menciones que podrían identificar castros tardíos durante las razzias de los suevos dirigidos por Hermerico (409-441). Así, en las regiones interiores de Gallaecia, en el año 430 se dice[cita requerida]:

Sueui, sub Hermerico rege, medias partes Gallaeciae depraedantes, per plebem, quae castella tutiora retinebat, acta suorum partim partím caede, partim captiuitate, pacem quam ruperant familarum quae tenebantur redhibitione restaurant.

Su característica más notable son los poblados fortificados conocidos como castros (de la forma latínizada castrum), de los que toma el nombre, no obstante se desconoce el termino original en lengua indígena para definir a los castros.

Castro de Troña, en Puenteareas, Pontevedra

Se desarrolló durante la Edad del Hierro sobre un fuerte substrato indígena directamente ligado al periodo del Bronce Final Atlántico (1200-700 a. C.) el cual se vio prontamente mezclado con elementos europeos desde esta edad de bronce. A este componente precastreño se sumaron influencias culturales europeas atlánticas, y, en menor medida, mediterráneas. En el lento período formativo, que duraría hasta el siglo V a. C., se cree que los castros se fueron extendiendo de sur a norte y de la costa hacia el interior por ser los castros meridionales y costeros (no confundir con castro marítimo que hace referencia a la actividad económica y a la situación geográfica como el de Baroña) los de mayor tamaño y densidad. Esta cultura se desarrolló a continuación durante dos siglos y comenzó a ser influenciada por la cultura romana desde el siglo II a. C., continuando en forma de cultura galaico-romana después de la conquista y hasta los siglos III o incluso IV y con ejemplos de castros tardíos en el siglo V ya en plena ocupación sueva.

Castro en Terroso da Póvoa (Portugal)

La economía castreña tenía una base agrícola (cereales como el trigo, el mijo, la avena y la cebada, leguminosas como las alubias y los garbanzos, berzas, nabos, etc.) y ganadera-pastoril (vacas, caballos, ovejas, cabras y cerdos), pero también se practicaban la caza (ciervo y jabalí), la pesca (pescadilla, maragota, jurel), el marisqueo y la recogida de frutos (avellanas, bellotas). Existía la minería (oro, estaño, cobre, plomo y hierro), la metalurgia y una cerámica regional, la cerámica castreña con claros componentes de la orla celta atlántica. La orfebrería tiene raíces en la Edad del Bronce y fue recibiendo influencias centroeuropeas y mediterráneas. Las alhajas más características son los numerosos torques, los cuales llegan a componer importantes colecciones tipológicas; también son bien conocidos los brazaletes, los pendientes y los anillos. La escultura estaba muy extendida y conoció un especial florecimiento en los territorios meridionales. De entre las armas destacan las espadas cortas y los puñales "de antenas", raros en número por ser hasta la fecha un territorio que no facilita la conservación de los metales en especial el hierro y por desconocerse la naturaleza de los ritos funerarios al punto de que se desconocen entierros o campos de incineración, suele usarse entre los arqueólogos que estudian la prehistoria del noroeste la siguiente cita: "En la edad del bronce la gente moría pero no vivía y en la edad del hierro la gente vivía pero no moría" en referencia a la ausencia de evidencias de asentamientos de la edad del bronce en relación a sus numerosos túmulos de incineración conocidos como "mamoas" contrastando con la edad de hierro donde se constata la abundancia de asentamientos con la ausencia casi absoluta de cementerios ya sea de inhumación o de cremación, así como la escasez de armas en relación a la proliferación de sitios fortificados (castros propiamente dicho).

El panteón religioso indígena era numeroso, como revelan las inscripciones en las estelas votivas de época galaico-romana y donde podemos apreciar el proceso de celtización que experimentó la cultura castreña, y donde se complementaban con cultos o ritos relacionados con fuerzas, elementos o manifestaciones de la Naturaleza. Se desconocen los ritos funerarios, ya que no se han encontrado ni enterramientos ni incineraciones.


Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

CULTURA: ARTESANÍA Y FERIAS DE ARTESANÍA. La etimología de la palabra artesanía, deriva de las palabras latinas «artis-manus» que significa: arte con las manos. La artesanía comprende, básicamente, obras y trabajos realizados manualmente y con poca o nula intervención de maquinaria, habitualmente son objetos decorativos o de uso común. Al que se dedica a esta actividad se le denomina artesano.

Artesanía

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Trabajo artesano en arcilla, Nueva Esparta
Figura de madera tallada y teñida. Representación de una madre e infante; (Colorado).

La etimología de la palabra artesanía, deriva de las palabras latinas «artis-manus» que significa: arte con las manos. La artesanía comprende, básicamente, obras y trabajos realizados manualmente y con poca o nula intervención de maquinaria, habitualmente son objetos decorativos o de uso común. Al que se dedica a esta actividad se le denomina artesano.

El término artesanía se refiere al trabajo realizado de forma manual por una persona en el que cada pieza es distinta a las demás, diferenciándolo del trabajo en serie o industrial.

Con el objeto de definir a la artesanía y distinguirla de la industria, Eutimio Tovar Rodríguez en "La artesanía Mexicana, su importancia económica y social"[1] ha propuesto como definición de artesanía "toda técnica manual creativa, para producir individualmente, bienes y servicios" y por lo tanto ha definido industria como "toda técnica mecánica aplicada, para producir socialmente, bienes y servicios".

Para muchas personas, la artesanía es un término medio entre el diseño y el arte. Para otros es una continuación de los oficios tradicionales, en los que la estética tiene un papel destacado pero el sentido práctico del objeto elaborado es también importante.

También quedan algunos artesanos que se dedican a los llamados «oficios tradicionales», pero cada vez son menos.

Uno de los principales problemas de la artesanía es la competencia con los productos procedentes de procesos industriales de bajo coste, con apariencia similar a los productos artesanos, pero con menor precio y calidad.

Otra dificultad para los artesanos es la forma de comercializar sus productos, ya que es una característica de la artesanía, que se realiza en talleres individuales o de pocas personas, con poca capacidad para llegar al mercado.

Contenido

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Artesanía en el mundo [editar]

En general, la artesanía se realiza en todos los pueblos de cada país.

El amplio territorio de la Argentina, permite que cada región tenga características propias en cuanto a las artesanías. Existen artesanos de los pueblos originarios que mantienen vivas ancestrales técnicas. También están los artesanos tradicionales que, utilizando materiales como el cuero y los metales como la plata y el oro, realizan excelentes artesanías gauchescas. Por otro lardo, se encuentran los artesanos urbanos que generalmente se exponen y venden sus trabajos en plazas y/o ferias de artesanía. Estas distintas vertientes coniven cada año en un gran encuentro que se realiza en la ciudad de Colón [1], provincia de Entre Ríos. Se trata de la Fiesta Nacional de la Artesanía ( [2] ) en el que se reúnen cada mes de febrero los mejores artesanos del país.

En Cuba, los artesanos con gran nivel en sus obras se agrupan como miembros de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA),[2] en cuyo caso reciben un carnet de acuerdo a su manifestación y aprobación del ejecutivo nacional, integrado por destacados artesanos y artistas de la plástica cubana. De esta forma queda garantizado la comercialización y promoción de sus obras a través de instituciones estatales dentro del país y en el exterior. Estos artesanos laboran de forma independiente en sus propios talleres y son apoyados por la dirección política y económica del país, se les considera como creadores artísticos.

La artesanía en España es muy diversa y variada, y cada comunidad autónoma dispone de diferentes productos identificativos, aunque generalmente destaca la elaboración de trabajos en cerámica (como los realizados en Castilla y León, la provincia de Granada, en Talavera de la Reina, en Asturias o en Canarias), en vidrio (cuyo centro se halla en Segovia, con la Real Fábrica de Cristales de La Granja), en madera (con focos en Galicia, Asturias, Cataluña, Castilla y León, Islas Baleares y Andalucía), en cuero (Huelva, Sevilla, Albacete y Madrid), en cestería y esparto (Andalucía, Extremadura, Castilla y León, Aragón o Valencia) y en varios metales (las espadas y damasquinado de Toledo y Éibar o la forja segoviana). Además, tiene una extensa representación en el sector textil, en el que se pueden encontrar tejidos (los conocidos de la Alpujarra granadina, las jarapas zamoranas y otras similares en León, Ezcaray y Galicia), bordados (como los de las provincias de Salamanca y Segovia o los de La Orotava tinerfeña) y encajes (comunes en Andalucía y en Almagro), siendo el más común el de bolillos, muy extendido.[3]

En España, los artesanos pueden certificar la autenticidad de su producción mediante la obtención del carné artesano correspondiente a su oficio. Los carnés artesanos son otorgados por cada comunidad autónoma.En las Islas Canarias, concretamente en Tenerife existe el centro de Documentación y el Museo de artesanía iberoamericana más grande de Europa[4] que pretende enseñar a los visitantes y ususarios el nexo cultural que existe históricamente entre los pueblos a un lado y a otro del océano Atlantico a través de sus trabajos artesanales. Además, existen otros centros conocidos como el de Cabañas de Polendos (Segovia).

Artes manuales [editar]

Las artes manuales son aquellas que se realizan por lo general con las manos, lo cual quiere decir sin la utilización de instrumentos. Entre las artes manuales se pueden encontrar:

Origen [editar]

El origen de las artes manuales data de hace muchos siglos, no se sabe con exactitud cuanto tiempo. Lo que se sabe es que data de cuando la prehistoria ya que se han encontrado artefactos hechos manualmente sin la intervención previa o completa de algún tipo de instrumento.

Tipos [editar]

Véase también [editar]

 

Referencias [editar]

  1. "La Artesanía Mexicana, su Importancia Economica y Social" UNAM, México. 1964
  2. Asociacion Cubana de Artesanos Artistas
  3. Artesanía de España, consultado el 14 de julio de 2009.
  4. http://www.artesaniadetenerife.com

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