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FILOSOFÍA9: REFLEXIONES CRISTIANAS: APRENDER A CALLAR. No hablar, guardar silencio.

Aprender a callar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Publicado por Admin el 2009/1/31 (1084 lecturas)
POR PEDRO J. BELLO GUERRA.
Periodico AM Queretaro, 25/01/09

En una ocasión iba caminando por un centro comercial y me tocó presenciar la siguiente escena: un niño le pedía a su mamá que le comprara un juguete y la mamá le comentó muy sabiamente que ya tenía uno igual, que para qué quería otro. Lo increíble es lo que sucedió a continuación, el niño tomó el juguete y lo aventó contra el piso, volviendo la cara hacia su mamá le dijo: “eres la mamá más mala del mundo porque nunca me das lo que quiero”, y salió corriendo de la tienda como loquito. Por supuesto que la mamá lo siguió, lo tranquilizó y me imagino que algo le habrá dicho.

Pero me gustaría detenerme en las palabras del niño, a veces nos cuesta trabajo controlarnos y decimos cosas con las que herimos a los demás, qué difícil es quedarnos callados y pensar antes de hablar.
Cuenta Bruno Perrero una historia que nos puede ayudar a reflexionar sobre este tema: “Un día, en un valle lejano, comenzó a llover, y llovió durante varios días y fue tal la cantidad de agua que inundó todo el campo; de tal forma que el agua fue subiendo y subiendo, solamente las montañas sobresalían a lo lejos, parecía el diluvio universal...
pe pronto se escuchó a alguien que se lamentaba. Era una tortuga, pero no cualquier tortuga, sino la más lenta de todas las tortugas del mundo.
- ¿Por qué lloras – le preguntó un águila que por allí pasaba volando.
- ¡Porque me voy a ahogar! - sollozó la tortuga -. Para ti es fácil, tú puedes volar. Pero mis patas son tan cortas que tardaré un mes en llegar a las montañas.
• ¡Basta de lamentos! –interrumpió el águila-. Voy a llamar a mi hermano y te llevaremos éntrelos dos a la montaña.
Guando las dos águilas regresaron, a la tortuga ya le llegaba el agua al cuello. Se acercaron con una rama en el pico. La tortuga pudo asirse a ella con su boca y aleteando fuertemente la levantaron.
Volaron sobre las aguas en dirección a la montaña, donde ya los demás animales se habían puesto a salvo de la inundación. Todos los animales se alegraron mucho cuando vieron a las dos aves trayendo consigo ala tortuga.
Gritaron hurras y cantaban encoró para festejar el salvamento.
• ¡Viva, viva, hurra! Cantemos todos en coro alas águilas salvadoras.
Cuando todavía estaba en el aire, la tortuga, no pudo menos que unirse al coro. Abrió la boca y cantó: ...Hip, hip, hurra... ..¡AAAAAAAHHHHHHHH!”
Como nos podemos dar cuenta en esta narración, es realmente difícil aprender a tener la boca cerrada. Ala tortuga le costó la vida y todos debemos recordar que en boca cerrada no entran moscas.
Reflexionemos en nuestra vida: ¿cuántas veces debemos quedarnos callados y no lo hacemos? En ciertas circunstancias estamos enojados y llegamos a la casa e inmediatamente explotamos diciendo cosas de las cuales después nos arrepentimos, como ese niño que indudablemente se arrepintió después de recapacitar sobre lo que le había dicho a su mamá; porque su madre en ese momento lo único que quería era su bien, que no se llenara de cosas superfluas, pero al no salirse con la suya, reaccionó deforma intempestiva y ofendió a la persona que seguramente más quiere en el mundo.
A veces los papas acompañando a sus hijos en partidos de fútbol dicen cosas que no deberían de decir, ofenden a otros, se pelean; olas mamas cuando ya están cansadas de que sus hijos no obedezcan les dicen cosas ofensivas o los maestros cuando no podemos mantener la disciplina en un salón hablamos y desacreditamos a nuestros alumnos. Debemos aprender de la tortuga, a mantener la boca cerrada. ¡Cuántas ofensas se evitarían!
Cuentan que Confucio le decía a sus discípulos: “Cuando estés enojado no hables, es preferible callar un poco, ya hablarás después y podrás aclararlas cosas”.
Aprendamos a callar, a hablar cuando estemos serenos, tranquilos, mesurados y así nuestras correcciones serán más eficaces, la gente nos escuchará e iremos dando paz y serenidad a este mundo que tanto la necesita en estos momentos en que todo es prisa, violencia, enojo, molestia; que seamos ese remanso de concordia, reconciliación, sosiego, tranquilidad y esto lo conseguiremos permaneciendo callados cuando debemos y después con calma hablemos lo que debamos hablar.
Pjbellog@colegioalamos.edu.mx

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